por CAIQUE CARVALHO*
El camino que la derecha brasileña ha abierto en los últimos años ha sido el de un debate moralizador sobre las agendas de las minorías sociales expresado por la izquierda.
¿Cuántas veces hemos visto, a los treinta minutos del segundo tiempo, esas aterradoras estadísticas que indican un 60, 70% de posesión para ese equipo lento y de toques horizontales? En un partido con pocas emociones y riesgos, él es quien parece tener el control del campo. Sin embargo, cuando menos lo esperas… gol. Gol de alguien que conoció el camino correcto y arriesgó en el momento adecuado. Al menos en el fútbol sabemos esto: la posesión del balón no gana el partido. Sin embargo, la táctica política es diferente, y al menos en ella, tener el balón es un factor sumamente relevante. Dejaré de lado la metáfora del fútbol, a la que volveré un poco más adelante, para desmenuzar algunos elementos del estado actual de las cosas que estamos viviendo aquí en el trópico.
El camino que la derecha brasileña ha allanado en los últimos años ha sido el de un debate moralizador sobre las agendas de las minorías sociales expresadas por la izquierda. Al absorberlos, los rearticulaba de manera negativa, centrándose en el otro: negro, indígena, gay, mujer, etc. – problemas nacionales. Ya se ha discutido suficientemente cómo esto modus operandi No se limita sólo a Brasil, ya que es un movimiento internacional cuya estrategia es trasladar los problemas estructurales de las esferas económica, política y cultural a la esfera moral. Los problemas comienzan entonces a discutirse a través de temas inspirados en el racismo, el machismo y la lgbtfobia: el desempleo es un problema de los inmigrantes o Bolsa Família; la corrupción, una degeneración mediática en los partidos de izquierda; diversidad, una imposición de normas de comportamiento a niños y jóvenes.
Cuando Donald Trump grita un América grande otra vez, sabemos perfectamente de qué se trata: es una imaginación que estimula el deseo de reactivación económica y empleo garantizado, combinado con un país racialmente homogéneo y jerárquicamente estructurado con desigualdades en diferentes niveles. “Brasil sobre todo y Dios sobre todo”, que se ha repetido como farsa en nuestra historia, promueve el mismo movimiento.
Brasil nunca ha sido tan grande como Estados Unidos, pero “siempre ha sido brasileño y cristiano”, al menos eso piensan los ideólogos de la derecha brasileña. Si bien no tenemos en este país un dilema migratorio como las naciones en el centro del capitalismo, sí tenemos fricciones históricas que borran la bandera verde y amarilla y parodian el himno nacional, convirtiéndolo en una pieza cómica de un inexistente país. Me refiero a quilombolas y ribereños, yanomami y pataxós, negros y candomblecistas, entre muchas otras formas de existencia presentes en los márgenes de nuestra sociedad. En cuanto a “Dios sobre todo”, no es necesario dar más detalles, dada la claridad de su falsedad.
En este panorama, las últimas elecciones demuestran que hay una movilidad gradual de la población –aplastada en la actual estructura social capitalista que exige más trabajo e impone menos derechos– hacia agendas y discursos neoliberales. Una sociedad tensa como esta necesita imaginar soluciones, que han sido proporcionadas por la derecha: el emprendimiento vinculado a la moralización de la política. No es casualidad que Pablo Marçal repitiera varias veces la “prosperidad” –término vinculado a versiones del neopentecostalismo– como objetivo de la práctica empresarial.
Sin embargo, las rutas de la derecha no llevan a la clase trabajadora más que a un callejón sin salida, y ellos lo saben. La estrategia, sin embargo, está bien planificada. El capitalismo neoliberal propone dinamitar la sociedad –recordemos el icónico discurso de Margaret Thatcher, para quien sólo había individuos y familias– y, una vez debilitados los vínculos colectivos, se atacan los derechos sociales alcanzados.
El Estado neoliberal –a diferencia de la bravuconería ideológica que lo fantasea con la máscara del mítico Estado mínimo– es grande, y sus acciones son movilizadas por la clase dominante para garantizar el orden social (intensificación de las prácticas de seguridad y coerción) y la explotación del trabajo. – reformas administrativas, de pensiones, laborales, etc. – al mismo tiempo que funciona como motor de ganancias para la clase dominante, mediante el mantenimiento de tasas de interés e incentivos fiscales exorbitantes.
Una vez acentuadas por el aumento del desempleo y la violencia, las cuestiones inmediatas ya difundidas por el sentido común –principalmente por los principales medios de comunicación–, expresadas por políticos de derecha, se articulan como una solución milagrosa: ¿desempleo? Emprendimiento. ¿Violencia? Pena de muerte, prisión. El hecho es que estas políticas tienden a generar un ciclo de tensión social, en el que los problemas que prometen resolver se intensifican, de hecho.
Así, cada giro del ciclo abre el camino a propuestas movilizadas por la derecha, cada vez más desorbitadas e ineficaces (Pablo Marçal habló, por ejemplo, de cambiar de mentalidad para afrontar problemas como la pobreza y el hambre). En este escenario, la izquierda está acorralada, teniendo que defenderse de agendas neoliberales que son agresivas con la población y noticias falsas, en posición reactiva cerca del equipo intentando salir de la línea de marcación alta del rival.
La ruptura de una noción cíclica, por tanto, progresiva y regresivamente evolutiva, sólo puede producirse mediante la movilización social. Somos los actores de nuestra historia, como decía Marx, y eximirnos de ella significa dejarnos llevar por quienes actúan en ella. Éste es el significado de la provocación de Vladimir Safatle sobre la muerte de la izquierda. La agenda escala 6x1, antes de disputar la tesis, lo confirma. La posición en la que nos hemos encontrado en los últimos años, de responder a agendas de derecha –ya sean las de privación de derechos sociales o las de carácter moralizador– ha hecho retroceder no sólo a la izquierda, sino a la propia sociedad, que cada vez tiene más emigró al campo de la derecha. La propuesta de acabar con la escala 6×1 y reducir la jornada laboral semanal aparece, por tanto, en escena como un momento de reencuentro entre la izquierda y el pueblo.
Después de las últimas elecciones municipales, mucho se habló de la necesidad de que la izquierda se dirigiera a públicos hostiles a ella, como la comunidad evangélica. Esta propuesta incluye no sólo una desmitificación de noticias falsas perpetrados en los últimos años (kit gay y cierre de iglesias por los gobiernos de Haddad y Lula), como una aproximación en el alcance del discurso.
La discusión del 6x1 demuestra, sin embargo, que la estrategia a seguir para resolver el problema del diálogo no es la de un Rendimiento movimiento evangelizador de izquierda, que empezó a incluir en sus discursos términos como “prosperidad” y “bendición”. El hecho es que, a través de esta estrategia, siempre seguiremos estando más a la izquierda, a los ojos del electorado, que a la derecha, que durante mucho tiempo ha considerado el neopentecostalismo como su identidad política.
Peor aún: las iglesias seguirán estando monopolizadas por los grupos religioso-empresariales que las dirigen, transformando el púlpito eclesiástico en un mostrador de negocios y a sus fieles en consumidores potenciales. Y aunque, en circunstancias específicas –por ejemplo, unas elecciones reñidas y polarizadas– puede parecer eficiente migrar el discurso y la política hacia la derecha, esto sólo puede funcionar (y no es una medida segura) en el corto plazo. En el mediano y largo plazo, significa en realidad un proceso de intensificación de la derecha por parte de la izquierda, que comienza a reiterar su glosario y su política.
La agenda actual es unificadora porque, a través del debate laboral, llega a la mayoría de la población, lo que significa ganancias reales de las que se benefician los homosexuales, los negros, las mujeres, pero también los evangélicos y los hombres.[i] Este es el punto donde volvemos a la posesión del balón; El momento es único e instructivo. La propuesta presentada por la diputada federal Erika Hilton obligó a la derecha a jugar al revés, en su propio campo, teniendo que lidiar con la presión social.
El punto clave es que sabemos hasta qué punto sus intereses de clase –escondidos en las agendas moralizadas que aprendió a promover a los cuatro vientos– entran en conflicto con el público que lo eligió. La presión sobre Nikolas Ferreira explica, precisamente, las inconsistencias de la política de derecha cuando las observan desde abajo. Estas inconsistencias sólo pueden abordarse si la izquierda actúa para promover agendas radicalizadas, ya que tales propuestas, si bien significan una mejora efectiva de las vidas de la población, llevan a la derecha a entrar en conflicto con sus votantes, que son abrumadoramente pobres.
Esto es lo que estamos presenciando: diputados de partidos como PT, PSOL, PCdoB, REDE y PV apoyan plenamente la propuesta, seguidos por el PSB y el PDT, con tasas positivas, respectivamente, del 92,8% y del 83,3%. Algo que contrasta con el magro apoyo de partidos como União Brasil, MDB, PP y PL, con su respectivo respaldo: 54,2%, 36,3%, 31,8% y 5,3%.[ii] Si revisamos las bancadas temáticas, predominantemente de derecha, como la evangélica, tenemos los siguientes datos: del total de 219 miembros, firmaron 65, lo que representa apenas el 29,6% de la bancada.[iii] Las cifras se vuelven aún más dramáticas si miramos al frente parlamentario de la agroindustria, en el que, de 251,[iv] Hasta ahora, sólo 38 miembros (15,1%) han apoyado la propuesta.
En este escenario, la derecha busca recuperar la posesión del balón y, para ello, dos movimientos principales aparecen en el horizonte. El primero, para aquellos partidos y grupos que no firmaron el proyecto, es la difusión de mentiras y noticias falsas. Por ejemplo, parte de las mentiras generalizadas buscaban presentar a la PEC como irresponsable y “no técnica”, como el corte de un video de la diputada Erika Hilton en una entrevista con Globonoticias, indicando que la propuesta se hizo sin tener en cuenta estudios científicos.[V]
Además de las mentiras sobre la PEC, también existen futurologías apocalípticas, cuyo propósito es sembrar miedo e impedir que la población reconozca los avances sociales y laborales que necesita en el proyecto. De ahí que se difundan ideas como que, una vez aprobada, la informalidad en el mundo del trabajo aumentará[VI] y destruir puestos de trabajo.[Vii]
Un segundo movimiento es el secuestro de la agenda, que puede ocurrir a través de partidarios y detractores. Entre los detractores, hay quienes dicen estar en contra del final de la escala 6x1, como el diputado Kim Kataguiri, pero se niegan a firmar y, por tanto, a negociar los términos o reescribir el proyecto en la votación de la Cámara. Lo que busca, de hecho, el líder del MBL es cooptar la indignación popular para reforzar proyectos contrarios a la clase trabajadora, como, por ejemplo, su defensa de la implementación de un modelo de trabajo cercano al de Estados Unidos. buscando convencer a su base electoral de que el trabajador tendría opciones y la posibilidad de negociar con el patrón.
Entre los diputados que firmaron y apoyaron el proyecto, el secuestro podría venir de su descenso, aceptando el final del recorrido del 6×1, pero esforzándose por mantener vigente la carga de trabajo exploratoria.
Para proteger la posesión del balón, la izquierda debe seguir presionando y reafirmando la necesidad de acabar con la escala y reducir la jornada laboral, como propone la PEC, además de radicalizar nuevas propuestas que movilicen y garanticen derechos a la sociedad, que cada vez será mayor. llevar a la derecha a fricciones con parte de sus votantes exponiendo sus intereses de clase.
*Caique Carvalho es estudiante de doctorado en ciencias sociales en la Universidad Federal de Bahía (UFBA).
Notas
[i] Esto no debe entenderse como una propuesta para abandonar proyectos de ley y debates políticos dirigidos específicamente a minorías sociales, sino más bien para articular ambas acciones, que son complementarias entre sí.
[ii] Para recabar apoyos se utilizó la lista publicada el 15/11/2024 por CNN. Disponible en:
[iii] Se puede acceder a los integrantes de la bancada evangélica en la siguiente dirección de correo electrónico:
[iv] Se puede acceder a los miembros de la bancada de agronegocios en la siguiente dirección de correo electrónico: .
[V] Para saber más, consulte el artículo de Clarissa Pacheco en Estadão. Disponible en: .
[VI] Disponible en:
[Vii] Disponível em: <https://oglobo.globo.com/economia/noticia/2024/11/16/mudar-escala-6×1-destruiria-quantidade-de-emprego-monumental-diz-sociologo-jose-pastore.ghtml>
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