por ANA CLAUDIA PAES, BRUNO FABRICIO ALCEBINO DA SILVA & GABRIEL DE MELLO RODRIGUES*
70 años de Moncada y Bayamo; la búsqueda de la justicia social y la reanudación de la diplomacia brasileña
“Cuando el hombre deje de soñar, toda la humanidad será derrotada” (Leonardo Padura).
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva visitó oficialmente Cuba entre el 15 y 16 de septiembre, en vísperas de su viaje a la Asamblea General de la ONU. El motivo central fue su participación en la Cumbre del Grupo de los 77 y China (G77+), reunión de líderes de naciones en desarrollo con sede en La Habana. El tema abordado en esta ocasión fue particularmente significativo: “Desafíos actuales para el desarrollo: el papel de la ciencia, la tecnología y la innovación”. El viaje corona la normalización de las relaciones diplomáticas entre Brasil y Cuba, tras el golpe de 2016 y la agresiva política exterior del gobierno de Jair Bolsonaro.
La Cumbre, presidida por Cuba en 2023, tuvo como principal objetivo reforzar la defensa de los intereses colectivos de los países en desarrollo en el contexto multilateral. Las discusiones abarcaron desde las dimensiones económicas y financieras hasta la necesidad imperiosa de cooperación y transferencia de tecnología, así como la lucha incansable contra el hambre y la pobreza.
El Grupo de los 77 y China (G77+), creado en 1964 durante la primera Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), desempeña un papel fundamental en la reestructuración de las relaciones económicas internacionales, con el objetivo de crear condiciones más favorables para el desarrollo sostenible de sus miembros. . . La coordinación efectiva entre los países pertenecientes a este grupo ha sido fundamental en muchas negociaciones de las Naciones Unidas, particularmente aquellas relacionadas con cuestiones económicas y de desarrollo sostenible.
Además de participar en la Cumbre, Lula aprovechó para sostener una reunión de trabajo con el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel. Fue una oportunidad crucial para profundizar el diálogo entre los dos países y explorar áreas potenciales de colaboración, incluida la seguridad alimentaria, la energía renovable y los productos biofarmacéuticos. La última visita de un presidente brasileño a la isla se produjo en 2014, con Dilma Rousseff.
Vale la pena hacer un breve recorrido por la historia reciente de la Isla y los zigzagueos de entendimientos con Brasil en las últimas décadas.
La guerrilla y la dictadura
El intento de derrocar al gobierno dictatorial de Fulgêncio Batista, iniciado con los ataques armados a los cuarteles Moncada y Bayamo el 26 de julio de 1953, en la ciudad de Santiago, representa un hito en la lucha por la justicia social y la independencia nacional en Cuba. El contexto en el que ocurrieron estos hechos estaba profundamente arraigado en la realidad de una dictadura que dominó el país entre 1952 y 1959. Ante un escenario de opresión, desigualdad, represión política y subordinación nacional, el movimiento revolucionario liderado por Fidel Castro optó por la insurrección armada. como medio para lograr cambios profundos. Esta elección estuvo respaldada por varias razones, algunas de ellas fueron la falta de medios civiles eficaces de lucha, el dominio político de las oligarquías locales, subordinadas a la Casa Blanca, y el deterioro de la situación socioeconómica y política.
El régimen de Fulgêncio Batista se caracterizó por una severa represión política, falta de libertades civiles, silenciamiento de la oposición y censura de la prensa. Además, el gobierno de Fulgêncio Batista estuvo fuertemente asociado con la corrupción y la subordinación a los intereses de Estados Unidos. Los sucesos de Moncada y Bayamo fueron una respuesta desesperada de una parte de la juventud a la situación, intentos previos de protestas y movilizaciones sociales fracasaron debido a la represión gubernamental.
El ataque al cuartel representó una dramática derrota táctica para los 165 combatientes involucrados. La mayoría fueron asesinados y sus principales líderes arrestados. El discurso "La historia me absolverá”., pronunciado por Fidel Castro durante su juicio, se convirtió en una base importante para el programa político de lucha guerrillera conocido como Programa Moncada.
En 1955 los prisioneros fueron amnistiados. El Movimiento 26 de Julio, surgido de la rebelión, unió a diferentes sectores de la sociedad, incluidos trabajadores urbanos y rurales, profesionales, campesinos y pequeños comerciantes. Después de intrincadas direcciones tácticas, la creación de bolsas guerrilleras rurales y el apoyo a las movilizaciones urbanas, Fulgêncio Batista es derrocado y los revolucionarios victoriosos entran en La Habana, en primer lugar. Enero de 1. El 1959 de abril de 16, Fidel proclama el carácter socialista de la Revolución, en medio del acalorado contexto de la Guerra Fría.
El bloqueo económico y comercial impuesto posteriormente por Estados Unidos obligó a la Isla a buscar la independencia económica y fortalecer sus relaciones con la Unión Soviética. Las acciones agresivas de Washington, incluido el fallido intento de invasión de Bahía de Cochinos, fueron el sello distintivo de seis décadas de tensas relaciones con la superpotencia occidental.
Uno de los puntos cruciales de esta trayectoria es la relación diplomática de Cuba con Brasil. Los contactos entre ambos países estuvieron marcados por altibajos, incluidos períodos de ruptura diplomática durante la dictadura militar (1964-1985).
Relaciones oscilantes
Las relaciones diplomáticas entre Brasil y Cuba tienen una larga historia que ha pasado por diferentes fases a lo largo del tiempo. Ambos países tienen una voz activa en la diplomacia regional y global, con peso e influencia considerables a pesar de ser diferentes. Las relaciones diplomáticas se establecieron oficialmente en 1909, todavía durante la Antigua República, después de que Brasil reconociera la independencia de Cuba del dominio español en 1898. Después de la Revolución, Brasil se alineó con la postura anticomunista de Estados Unidos. Esto condujo a un período de ruptura diplomática entre los dos países.
En junio de 1986, después de 22 años de relaciones rotas y poco después de la caída de la dictadura, el canciller Roberto de Abreu Sodré anunció en Itamaraty la reanudación de las relaciones diplomáticas entre los dos países. Para Brasil, el gesto tuvo un doble significado. Por un lado, marcó la independencia de Brasil en el nuevo período democrático. Internamente, su objetivo era eliminar otro obstáculo más a la dictadura.
Durante la década de 1990, la política exterior cubana experimentó un cambio significativo. Con el colapso del bloque soviético, La Habana se vio obligada a reconstruir su sistema y los principios rectores de su política exterior. El objetivo fundamental que guió esta política fue el desarrollo de acciones y relaciones que pudieran garantizar la supervivencia del régimen.
Cuba utilizó varias estrategias para reinsertarse en la escena internacional durante ese período. Uno de ellos fue la diversificación de sus relaciones económicas internacionales entre varios socios en diferentes ámbitos. El país mantuvo un papel protagonista en los procesos de pacificación de las luchas guerrilleras en el continente y en su entorno geográfico más cercano. Otra estrategia fue la búsqueda de nuevos socios, lo que condujo a una inserción pendular en el escenario internacional y al desarrollo de la diplomacia social.
Es una estrategia de política exterior que tiene como objetivo promover los valores e intereses nacionales a través de acciones de cooperación internacional en áreas como la salud, la educación y la cultura. Cuba comenzó a buscar relaciones internacionales basadas en valores humanitarios y solidarios, más que sólo en intereses económicos o políticos. Al observar el desarrollo de las relaciones entre Cuba y Brasil en períodos posteriores, es posible observar el resultado de la diplomacia social en los acuerdos bilaterales, así como comprender su importancia para la supervivencia de los valores revolucionarios.
En 2003, la elección de Luiz Inácio Lula da Silva daría un nuevo impulso a la cooperación y marcaría un período de profundización y fortalecimiento de las relaciones entre Brasil y Cuba. Lula y Castro establecieron una sólida asociación que resultó en acuerdos comerciales, cooperación en salud y educación y apoyo político mutuo. La visita de Lula a Cuba, durante su primer mandato, se saldó con la firma de 12 acuerdos que incluyeron el reconocimiento de diplomas en el área de la salud, el otorgamiento de becas, el apoyo de Petrobras a la investigación petrolera en la isla y la producción de etanol a partir de caña de azúcar. . La cooperación también tenía como objetivo fomentar la inversión en infraestructura y la inversión de empresarios brasileños en el país que estaba realizando enormes esfuerzos para recuperarse económicamente del fin del bloque socialista.
La más famosa de estas asociaciones fue la construcción del Puerto de Mariel. Para Brasil, la cooperación entraba dentro de la nueva diplomacia pragmática, orgullosa y activa. Cuba y Brasil compartían muchos intereses y preocupaciones en el escenario internacional y se veían mutuamente como una opción natural de asociación. Este acercamiento y afinidad resultó en una relación de apoyo político mutuo en la que Cuba apoyó las aspiraciones brasileñas de un mayor protagonismo en el escenario mundial y un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. Brasil, a su vez, apoyó a Cuba en foros internacionales, como la ONU y el tema del embargo económico, y estuvo atento a lo que el país buscaba en materia comercial y de acuerdos. Las relaciones entre ambos países durante este período están marcadas por un énfasis en la cooperación Sur-Sur y la cooperación económica, además de la promoción de políticas sociales y la reducción de las desigualdades.
Durante el gobierno de Dilma Rousseff se implementó en Brasil el programa “Mais Médicos” para atender regiones necesitadas y sin cobertura de salud, que contó con una importante participación de médicos cubanos. Cuba tiene una larga tradición de cooperación sanitaria internacional, enviando médicos y otros profesionales a trabajar en países en desarrollo y en situaciones de emergencia.
Durante la pandemia de COVID-19, el país envió brigadas médicas a varias regiones necesitadas. Estos equipos, integrados por profesionales de la salud altamente capacitados, brindaron asistencia, compartieron experiencias y recursos para ayudar a combatir la enfermedad en varias regiones del mundo.
Después del golpe de 2016 en Brasil y, con el empeoramiento de la situación económica en Cuba, la relación entre ambos países atravesó un período de debilitamiento, desgaste y distanciamiento. Después del gobierno de Michel Temer, las relaciones comenzaron a ralentizarse. Pero es en el apagón institucional del gobierno de Bolsonaro que las relaciones se deterioran.
En varias ocasiones, Jair Bolsonaro, crítico con el sistema político de la nación caribeña, había adoptado una postura hostil hacia Cuba, llegando incluso a realizar un cambio en la posición brasileña respecto al embargo económico. En 2018, Cuba decidió abandonar el programa Mais Médicos en Brasil mencionando el Discursos con tono despectivo y amenazante de Bolsonaro, que afirmó, entre otras cosas, que “expulsaría” del país a los médicos cubanos con base en el examen de reválida de diploma de los médicos formados en el extranjero. En 2019, el gobierno puso fin al programa.
La reanudación
A principios de este año, poco después de asumir su tercer mandato, Lula nombró al diplomático Christian Vargas como embajador en La Habana. A cambio, Cuba designó a Adolfo Curbelo Castellanos como su representante en Brasilia.
Los presidentes Lula y Miguel Díaz-Canel se reunieron durante la séptima edición de la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), en enero, y, posteriormente, durante la Cumbre sobre el Nuevo Pacto Mundial de Financiamiento en París. En ambas ocasiones ya se señaló un acercamiento y se expresó el interés mutuo por reconstruir la cooperación y el consenso en temas de la agenda internacional, como una arquitectura financiera más justa destinada a combatir el cambio climático y la pobreza. Reuniones de alto nivel y misiones comerciales confirman el compromiso de fortalecer los vínculos.
En septiembre, la Agencia Brasileña de Promoción de Exportaciones e Inversiones (ApexBrasil) y el Ministerio cubano del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera (ProCuba) firmaron en La Habana un memorando de entendimiento comercial. La delegación también incluyó a representantes brasileños de ministerios vinculados a los sectores de energía, industria y comercio. Así como representantes de empresas públicas y privadas del sector farmacéutico, energético y biotecnológico.
*Ana Claudia Paes Es estudiante de posgrado en Relaciones Internacionales de la Universidad Federal del ABC (UFABC).
Bruno Fabricio Alcebino da Silva Es Licenciado en Relaciones Internacionales en la Universidad Federal del ABC (UFABC)..
Gabriel de Mello Rodrigues Es Licenciado en Relaciones Internacionales en la Universidad Federal del ABC (UFABC)..
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