por ALEJANDRO DE FREITAS BARBOSA*
Consideraciones sobre la biografía del presidente Lula
El historiador John D. French, en su libro Lula y la política de la astucia: de metalúrgico a presidente de Brasil –publicado en portugués, por Expressão Popular y Fundação Perseu Abramo, en 2022 (el original en inglés es de 2020)– sabía el riesgo que corría cuando empezó a escribir una biografía sobre Lula. Fernando Morais ya había iniciado la tarea con acceso directo a Lula y fuentes primarias preciosas, como las entrevistas de 17 horas concedidas por el biógrafo a Frei Betto a fines de la década de 1980.
A primera vista, el currículum de John D. French no parecería calificarlo para el desafío. Una tesis doctoral sobre los trabajadores de ABC en la primera mitad del siglo XX, dirigida por Emília Viotti da Costa, en la Universidad de Yale. También podría decirse que la formación y práctica de un historiador no convierte a nadie en biógrafo.
Pero John D. French ejerce su nuevo oficio con excelencia y aplomo. el maestro de Universidad Duke habla portugués, conoce la historia de ABC como pocos, habiéndose dedicado a acompañarla antes y después del surgimiento del fenómeno Lula, durante los últimos cuarenta años. Como informa el autor, refiriéndose a Lula, a quien se reunió solo tres veces, “había consumido más de sus palabras, y las había considerado con más cuidado que cualquier otra persona en el mundo”.[i]
O seu libro El ABC de los trabajadores brasileños cubre el período previo a la carrera sindicalista de Lula. En la densa investigación de su tesis, muestra que buena parte de los estudios sobre el “populismo” –entendido como una mera estratagema para amortiguar los conflictos de clase– está impregnado de la ideología de algunos intelectuales para justificar el golpe de 1964. Obreros manipulados y sin clases .
En su ingenioso balcón, el “consenso populista” tuvo como último personaje a los historiadores y sociólogos que lo transformaron en una fórmula teórica vacía, entre ellos Francisco Weffort, su blanco predilecto.[ii]
Otro diferencial de John D. French es tomar en serio los orígenes de Lula, a partir de los testimonios de Lula y varios de sus familiares recogidos por Denise Paraná en su tesis doctoral, luego transformada en libro.[iii]
El mérito de su obra no se debe sólo a su profundo conocimiento del escenario (el ABC de los trabajadores) y de la bibliografía sobre las clases populares en Brasil, ni a su manejo de la teoría de la historia. Esto no es suficiente para una buena biografía, ya que el personaje necesita caminar a través de las páginas. Y sobre todo alguien, como Lula, que pasa por varias transfiguraciones, de migrante a trabajador, dirigente sindical, dirigente del PT, candidato a presidente y presidente de la República.
El historiador convertido en biógrafo logra hacerlo a través de una investigación metódica con todas las fuentes disponibles, rastreando los pasos de Lula y de todos los que convivieron con el personaje en sus diversos ámbitos de sociabilidad, especialmente hasta 1980. La sociedad brasileña, en una interacción llena de matices e imprevistos, el autor logra captar la ruptura, cuando se amplía el arco de influencia del mensaje transmitido por esta personalidad central de nuestra historia.
John D. French se pregunta por qué los intelectuales y la “opinión pública” nunca se molestaron en destacar a “Lula” como una “personalidad central” para comprender el movimiento de la sociedad brasileña a partir de la década de 1980. En su opinión, esto se debe a la negativa a aceptar el papel del individuo en el proceso histórico, generalmente visto como “subjetivo”, “mistificador” e inaccesible a los esquemas interpretativos de liberales y marxistas.[iv]
Aquí, su distancia como extranjero le permite ir más allá del discurso de los intelectuales y de la prensa mayoritaria, que muchas veces se esconden detrás del “carisma” atribuido a Lula, una forma prejuiciosa de referirse al aprendizaje social y político de quienes no completaron escolarización formal. . Estaría dotado de una “magia”, por tanto, alejada de la erudición de intelectuales y periodistas, llena de diplomas y prestigio.
El contrapunto con FHC, “el príncipe de la sociología brasileña”, es utilizado por John D. French para ilustrar otro consenso creado por las élites. FHC es “estudiado”, versado en varios idiomas y dotado de “racionalidad”, mientras que Lula es, en el mejor de los casos, un “pragmático”, lo que suena a “falta de principios”.
Florestán y Lula
Una importante excepción a este consenso que guarda silencio sobre la presencia de “Lula” como personaje central de nuestra historia contemporánea –lo que sugiere, por otro lado, que el individuo biográfico es un “subproducto ABC”– se encuentra en la artículo escrito en 1994, antes de la segunda campaña presidencial de Lula, por Florestan Fernandes.
Florestan Fernandes ve a Lula como parte de la agitación que atraviesa la sociedad brasileña desde fines de la década de 1970. Considerado por las clases dominantes como el hombre del noreste que tuvo “suerte” y ascendió socialmente, “los intereses de Luiz Inácio estaban incrustados entre los trabajadores y las poblaciones pobres en el devenir de la propia clase social”. Para que esta fusión se produjera, “en un momento en que el orden jurídico estaba en contradicción con el orden social”, el personaje sufrió mutaciones personales de trascendencia histórica.
Surgía así en el horizonte la “huella perenne” de su dirección, dispuesta a “afirmarse contra el orden existente en el mundo obrero sin romper los límites del inconformismo aceptado por los capitalistas”. Su “vocación política invulnerable”, poner los temas en debate, sin casi interferir en las discusiones, para entrar en escena con “una solución incluyente”, brotó en cuanto surgieron las oportunidades para su estallido. Finalmente, no se trata de “cualquier personalidad”, ya que está impulsada por “una inusual capacidad de autoaprendizaje y reflexión sobre uno mismo y los demás”. Pero, añade Florestan, “hay lagunas sobre los altibajos de esta fase de florecimiento de un potencial rebelde”.[V]
Una biografía con método
John D. French llena varios de estos vacíos en su biografía. Su esquema metodológico combina diferentes temporalidades. En primer plano están los procesos sociales, políticos y culturales a través de los cuales entra en escena el “Lula biográfico”, transformándose para actuar sobre los mismos procesos (segundo plano), dando así nacimiento al “Lula imaginado” (tercer plano), según a la interacción positiva, negativa o indiferente que los diversos segmentos de clase de la sociedad brasileña tienen con ella. El autor aclara que Lula “no es tratado ni aisladamente ni como alguien totalmente fusionado con su contexto” en su obra.[VI]. La fusión está cuidadosamente elaborada a lo largo de la narrativa.
Para completar esta tarea, en la que el Lula biográfico y la historia de Brasil se entrecruzan como ondas que se superponen, John D. French hace uso de tres instrumentos metodológicos: la sociología política, la antropología y una refinada discusión sobre las relaciones entre individuo y proceso histórico. .
En este punto, alguien podría preguntarse, ¿es necesario un esquema metodológico para escribir una biografía? ¿No es suficiente entrevistar a la gente, leer material de época y seguir las huellas que deja el personaje? Este no es el caso de esta singular biografía.
La apuesta por el individuo y su subjetividad como dotados de una capacidad histórica transformadora exige una ruptura con el estructuralismo y sus “invariantes estructurales”, que conducen, para John D. French, al “antihumanismo teórico”. Se apoya en Sartre –“eres lo que haces con lo que te han hecho”–, recuperado por Marshall Sahlins: “la acción histórica individual” debe entenderse desde las “estructuras históricas que la autorizan”. Si se hace bien, un relato biográfico puede no conducir necesariamente a la “ilusión” denunciada por Bourdieu, de que una vida siempre está imbuida de sentido, trazado a partir de lo que se sabe después.
Para ilustrar esta concepción, quizás valga la pena hacer una analogía con la frase de Leon Trostky sobre la Revolución Rusa, también mencionada por el biógrafo estadounidense: “Lenin no fue un elemento accidental, sino un producto de la historia rusa” [Vii].
Lula tampoco es un elemento accidental, sino un producto de la historia brasileña. Estas consideraciones aparecen en la introducción y el epílogo de la obra y son esenciales para su comprensión. Además del primer capítulo, “A Apoteose de Lula”, que describe las diversas formas en que Lula aparece “biografiado”: materiales de campaña, cómics, libros infantiles, tesis académicas, libros de biógrafos de varios países, películas de gran formato. , informes despectivos sobre “el crudo Karl Marx de Vila Carioca”, hasta convertirse en tema de la escuela de samba Gaviões da Fiel.[Viii]
El libro de John French es también una biografía en el sentido amplio de la palabra. Abarca la trayectoria de Lula desde un doble enfoque: entiende “el fenómeno de la política como un conjunto de relaciones” que van más allá de la estructura de poder y permean la cotidianidad; y concibe el “liderazgo como trabajo plasmado en palabras”,[Ex] que son significativos para quienes nombran el mundo y encuentran apoyo social.
Señorita Lindu y Lula
Desde el más reciente arresto injusto de Lula, consumando el golpe de Estado de 2016, la figura de su madre se ha convertido cada vez más en parte de su repertorio autobiográfico. Esto no es un recurso retórico. La educación que recibió de su madre analfabeta estuvo guiada por el ejemplo de sus actitudes cotidianas. "Temosia" es el nombre en clave de Dona Lindu, como lo describe el francés, y puede caracterizarse por la negativa a someter a los subordinados esperados a los "hechos de la vida". [X].
Trasladada de Baixada Santista al Gran São Paulo en 1955, después de poner fin a la agresión de su marido, se instaló en Vila Carioca, en el distrito de Ipiranga. Los hijos mayores tienen varios tipos de profesión y las hijas trabajan como sirvientas. Había una economía familiar en la que se hacían “inversiones” en hijos e hijas según sus posibilidades en la metrópoli en ebullición.
Lula era el hijo menor y el único con educación primaria completa (hasta cuarto grado en ese momento). Esta era la condición para acceder a un curso del SENAI. El listón era bajo, ya que aquellos con más educación tendían a optar por trabajos administrativos. También redujo el grupo de posibles solicitantes sin educación primaria, ya que la prueba de aptitud evaluaría las habilidades de lectura, escritura y matemáticas.[Xi]
Doña Lindu caminaba ocho kilómetros ida y vuelta hasta la escuela SENAI, en la avenida Ipiranga, en busca de lugares para el curso de aprendizaje en las fábricas. La inscripción al curso de tornos mecánicos era para unos pocos “afortunados”, que ascendían a una condición obrera superior.[Xii]
La tenacidad de doña Lindu se describe mejor aquí que en la biografía de Morais. La madre de Lula, “etérea como una sombra”, aparece, en la biografía del periodista, como la fuerza moral que impide al joven, antes de convertirse en trabajador, hacer cola en la feria para comprar una manzana, un chicle de pelota de ping pong o incluso una nota 20 cruceros en una furgoneta con las ventanas abiertas.[Xiii]
Cómo Lula recuerda a su madre es importante, pero no revela el papel real que jugó ella en su ascensión social, y por qué él fue el “elegido” como parte de un proyecto familiar. No se trataba de crear un “ganador”, sino una aspiración compartida por varias amas de casa del mismo estatus social,[Xiv] para obtener lo que era legítimamente posible. Por pura terquedad.
Tal vez por la misma razón, no le gustó verlo asumir como presidente del sindicato de trabajadores metalúrgicos de São Bernardo en 1975. “Tenía miedo de todas estas cosas”, como relata Lula en una entrevista de 1993.[Xv] Imaginarlo subiendo por la rampa del Palacio del Planalto, que simplemente no figuraba en su horizonte de posibilidades, fruto del país en el que creció, pero no del que su hijo estaba ayudando a crear, frente a los “tiburones”. ” de la industria y el régimen militar.
SENAI Y CESIT
“SENAI fue todo lo que soñé en la vida. ¡Aprende una profesión! […] Mi madre estaba tan orgullosa […] Yo era el científico. […] Sentí que el mundo me pertenecía” [Xvi]. Así se referiría Lula, décadas después, a su primera transmutación histórica.
Además de una serie de beneficios y servicios, el ambiente de aprendizaje estaba bien estructurado y el empleo en la empresa estaba asegurado. La concepción del SENAI, elaborada por su fundador Roberto Mange, consistía en la calificación de una élite de trabajadores, ya que la industria no enfrentaba escasez de “brazos anatómicos”, sino de “brazos pensantes”. Aun así, existían cuellos de botella. La institución no pudo hacer frente a la demanda, ya que ofreció cursos intensivos de tres años.[Xvii]
El joven aprendiz, para dominar “máquinas herramienta universales” como el torno, necesitaba “flexibilidad y versatilidad”. Cada aprendiz tenía un obrero instructor, una especie de “paternidad profesional” en su fábrica, que en el caso de Lula era el tornero mecánico negro, apodado “el viejo Barbosa”. Además de las habilidades, los factores no cognitivos fueron estratégicos, como la autodisciplina, la organización y la fuerza de voluntad para completar el curso.[Xviii]
Según John D. French, este segmento altamente calificado estaba compuesto por los “intelectuales” [Xix] de la clase obrera. El trabajo no era solo manual: “después de recibir los planos de la pieza, la estudian y analizan con detenimiento, y deciden prácticamente todo el proceso de trabajo”. El economista Paul Singer, en un artículo para la revista Visión, de 1973, relata el resultado de su investigación de campo con estos trabajadores: eran más “libres” para pensar con cabeza propia, asumiendo total responsabilidad por el resultado de su trabajo.[Xx]
La autorrealización, en cambio, generaba resentimiento, pues sabían que su remuneración no acompaña a la productividad de su trabajo. Estos segmentos eran más conscientes de la injusticia y, gracias a su posición destacada en la estructura de la fábrica, eran más propensos a la organización sindical.
Una de las grandes intuiciones del trabajo de John D. French es establecer un paralelismo entre estos intelectuales de clase trabajadora y los “jóvenes talentosos” del Centro de Sociología Industrial y Laboral (CESIT), fundado por Florestan Fernandes y dirigido por Fernando Henrique Cardoso.[xxi]
El proceso de internacionalización de la economía brasileña engendró dos nuevos segmentos de intelectuales: uno, mayoritariamente de élite, que, utilizando “técnicas de conciencia social”, mapeaba los diversos comportamientos de clase; y el otro brotando de su propia conciencia de clase, del mundo concreto del trabajo, imponiéndose en el mundo político, ya cortejado por esta élite intelectual a fines de la década de 1970. Partiendo de diferentes posiciones y esquemas tácticos.
Sin embargo, existen fricciones entre estos dos universos, como se puede ver en los estudios del CESIT sobre el mundo del trabajo antes de que Lula entrara en la etapa del sindicalismo. El ataque ahora va dirigido a Leôncio Martins Rodrigues, pero depende de todos en el CESIT[xxii], repercutiendo en las nuevas perspectivas sobre la clase obrera posteriores a los años 1980, entre las que John D. French es uno de los principales referentes.
En gran medida, las explicaciones fuertemente estructuralistas se basaban en “observaciones limitadas sobre una colectividad emergente que les era política y socialmente ajena”. La distancia social entre los investigadores y su objeto de estudio se debió a razones ideológicas: los trabajadores, de carne y hueso, no lucharon contra el capitalismo. De ahí las afirmaciones de que estaban impulsados exclusivamente por la “movilidad social individual” y veían al sindicato solo como “una agencia de servicio social”. Aparecieron, por tanto, como “un todo diferenciado”.[xxiii]
La política de la astucia
el sustantivo "astucia” del título de la biografía en inglés pierde parte de su significado original al traducirse por “cunning”. Al paso que "astucia” se refiere a destreza y sagacidad, en portugués, astúcia rima con astucia y engaño. En un contexto de uso clasista y peyorativo del llamado “jeitinho” brasileño, particularmente cuando se imputa a clases subordinadas, es importante tener en cuenta los matices semánticos entre “astucia” y “astuto”.
Para John D. French, que en este punto se apoya en Michel de Certeau –un historiador francés a medio camino entre la lingüística y la antropología–, el poder de la astucia puede plasmarse en el “discurso lúcido” que revela “una actividad sutil, obstinada y deliberada. resistencia”, en definitiva, “una ética de la tenacidad”.
La astucia de Lula aparece reconfigurada en el contexto urbano e industrial de ABC a partir de la década de 1950. Los grupos subalternos usan estratagemas, una acción camuflada, para eludir las reglas de un espacio opresor. Pero si la astucia es el arma de los débiles, puede moldear actitudes horizontales frente a los de la misma condición, y soldar una perspectiva vertical en la que “nosotros” se opone a “ellos”. Por cierto, la astucia fue el comportamiento utilizado por los trabajadores entrevistados para eludir las investigaciones realizadas por los intelectuales académicos.[xxiv]
La “alta astucia”, tal como la concibe John D. French, es la que Lula practica al combinar experiencia, inteligencia y persuasión en el trato con los superiores. No era ni un adulador (pelego) ni un quejoso (subversivo), como los ha utilizado el francés. Abre el juego reconociendo las diferencias entre las partes y simulando la posibilidad de acomodación de intereses, por mucho que parta de la inevitabilidad del conflicto. Gobierno, sindicato y patronal jugaron “papeles legítimos” [xxv] – de ahí la necesidad de hablar con todos para desenmascarar la farsa y soldar la unión de la clase obrera.
Esto aparece, con maestría, en el relato de la actuación de Lula en las huelgas de 1978 a 1980. John D. French destaca el uso de la oralidad anclada en la experiencia cotidiana de los “peões”, para soldar la unidad de clase. Mediante una sutil inversión, el uso de este término peyorativo se convierte en “un emblema de militancia confiada”. En la misma línea, el énfasis en no dejarse “agarrar la cola”, verbalizado por el sindicalista Lula, encarna al líder que representa a los que barren el piso, a los que trabajan en la cadena de montaje y a los matriceros, todos ellos “peones”. [xxvi].
Al mismo tiempo, en las relaciones con los diversos miembros de la sociedad -periodistas, políticos del MDB, el gobernador de ARENA, Paulo Egydio, representantes de la Iglesia, militares y los propios empresarios- Lula busca reunir fuerzas para el naciente movimiento obrero, jugando unos contra otros, con el fin de elevar el espacio de poder a favor de su clase. Sin la “peãozada” no habría “progreso industrial”. Habían dejado de ser “los hijos del miedo”, término acuñado por el periodista y extrabajador de ABC, Roniwalter Jatobá, en su relato romantizado de 1980.
Se dieron cuenta poco a poco, especialmente Lula, de que encontraban un eco en el resto de la sociedad, entonces despierta del largo letargo.
Lula y el mundo del fútbol (transpuesto a la esfera política)
Si la política de la astucia aparece con Lula, en plena forma, a fines de la década de 1970, John D. French intenta mostrar que su transmutación de obrero calificado en sindicalista es todo menos lineal. Está en el límite de lo improbable.
A Lula le gustaba jugar al fútbol, trabajaba hasta 40 horas extras al mes y no quería que su hermano Frei Chico lo “molestara” con “esto del sindicalismo”. En la “historia de dos hermanos” trazada por John D. French, el “buen chico” y el “rebelde”, respectivamente, señalan las distintas trayectorias posibles en la sociabilidad obrera, sujeta a cambios frente a conflictos que dieron nuevas significado para sus miembros.[xxvii]
¿Cómo explicar la transformación del “buen chico” en líder sindicalista, seguro de sí mismo, con su peculiar oralidad, recogiendo hechos cotidianos y convirtiéndolos en un ejercicio de pedagogía política, hoy reconocible por cualquier ciudadano brasileño?
El biógrafo estadounidense sugiere que hay una combinación entre la “socialización”, las “disposiciones personales”, que a veces esperan a emerger o nunca emergen, y los “hechos de la vida” que terminan imponiéndose.[xxviii] El “incipiente descontento” de Lula -resultado del accidente de fábrica que le provocó la pérdida de un dedo, la experiencia del desempleo en 1965, la muerte de su primera esposa y su hijo por error médico, la tortura sufrida por su hermano en 1975, entre otros tantos otros “hechos”— cobró nuevos contornos cuando se incorporó al sindicato en 1969 y, tres años después, cuando asumió una de las juntas, ahora liberada del trabajo en la fábrica.
Anclado en su densa investigación sobre Marcos Andreotti, militante del “partido” y presidente del sindicato metalúrgico de Santo André –su última administración terminó en 1964–, John D. French destaca su concepción del sindicato como una “correa de transmisión” en el ámbito político. desarrollo de los trabajadores. La entrada en el mundo sindical tomó muchas formas. Se necesitaba una “filosofía de movilización”, que implicaba incluso conocimientos de fútbol para participar en las conversaciones.[xxix] En la fábrica había una resistencia diaria más allá de los “pelegos” y los “subversivos”.
El acceso de Lula a este nuevo mundo viene con la promesa de “aventura”, de ampliar horizontes. Indicado para componer la lista por su hermano, conoce a los dirigentes sindicales, con quienes sólo tenía contacto a distancia. Se alegra cuando Fray Chico, en una acalorada discusión, le da “bofetadas” a otros compañeros sindicalistas. Como en el fútbol, donde él, Lula, “gritaba, peleaba y maldecía”.[xxx] El nuevo sindicalista percibe la política como un espacio de afirmación personal y de reconstrucción de su identidad después de los traumas personales sufridos, que se sitúan en una perspectiva más amplia.
Lula, entre 1972 y 1975, participó activamente del engranaje sindical. Con dedicación y autodisciplina, comienza a cuidar todos los aspectos considerados “mundanos”. Esta labor implica la coordinación del Centro Educativo Tiradentes (CET), a cargo de la formación técnica y cursos equivalentes al bachillerato, además de las actividades relacionadas con el desembolso del FGTS, créditos del BNH, jubilaciones, pensiones y asistencia médica y odontológica. Considerados por muchos como “asistencialistas”, atendieron, como máximo, a los 10 miembros del sindicato.
Al mismo tiempo, el nuevo operador sindical está rodeado de un equipo técnico competente con abogados (Maurício Soares y Almir Pazzianoto) y economistas (Walter Barelli del DIEESE), por citar algunos ejemplos. Las puertas de los sindicatos están abiertas a todos para el “hacedor” que escuchó y “habló al pueblo y no al pueblo”. El sindicato pasa a formar parte de la vida laboral, mientras que la nueva sede se convierte en la “esfera pública de la clase obrera”, articulando lo cotidiano con el mundo político [xxxi], luego hacia la transición lenta, gradual y segura.
Hay, entonces, una brecha, seguida en detalle por el biógrafo, entre el Lula que leyó el discurso de investidura como presidente del sindicato de los metalúrgicos de São Bernardo, en 1975, escrito por un asesor, “cuando no sabía si su el corazón ya le temblaba “la rodilla o el papel en la mano”; y el que fue reelegido en el cargo, en 1978, “cuando dejó el discurso sobre la mesa y soltó a los perros” con su verborrea contundente y contundente.[xxxii]
Luego vinieron los mítines en el estadio de Vila Euclides, cuya “idea loca” surgió cuando miraba, junto a algunos compañeros, un partido del Corinthians contra el São Paulo: “el día que tengamos la mitad de eso allá en una reunión, le damos la vuelta al mundo al revés”. Dicho y hecho. Veinte mil trabajadores se presentarían el 13 de marzo de 1979 en el estadio, bajo la lluvia, según estimaciones del Dops. [xxxiii] Un nuevo Brasil estaba emergiendo en este momento.
Lo que falta en la biografía de French
John D. French se refiere a su libro como la “primera biografía completa y rigurosamente documentada del expresidente de Brasil” [xxxiv]. En esto, estamos totalmente de acuerdo. Sin embargo, esta declaración es válida sólo hasta 1980, año de la creación del PT. El informe sobre las primeras décadas de existencia del PT es, cuanto menos, insuficiente, así como las transformaciones que atraviesan la economía, la sociedad y la política brasileñas. El proceso histórico pierde alcance y el Lula biográfico queda suelto, como si avanzara y el resto del cuadro se estancara.
La habilidad y la práctica de liderazgo de Lula parecen todopoderosas, en su implacable construcción de relaciones "a medida que asciende cada vez más en la estratosfera política".[xxxv] Faltaba el mismo aliento de investigación y no se movilizaban los instrumentos metodológicos, tan bien aplicados hasta 1980. El último capítulo “El presidente, el hombre que cumple su promesa” no agrega nada a los materiales de campaña producidos por el PT. Ni siquiera toca las contradicciones de su gobierno, solo pide paso a contrastar el Brasil de Lula con lo que vendría después de 2016.
Debido a la riqueza analítica y material de investigación contenido en la biografía, para que el libro tenga mayor alcance entre los lectores brasileños, se recomienda para la próxima edición, que esperamos llegue pronto, una cuidadosa revisión de la traducción y del texto final. , además de la inclusión de una lista de abreviaturas y un índice de nombres. Una biografía, una obra de referencia por definición, requiere un índice de nombres.
Muchas biografías están por venir.
En mayo de 2019, cuando Lula aún estaba en prisión, escribí un artículo titulado “Advertencia para los historiadores: Lula será mucho trabajo”.[xxxvi] La intención era lanzar la hipótesis de que “los últimos cuarenta años” habían estado marcados, en gran medida y gradualmente, por la centralidad de Lula en la vida nacional. Su detención, contrariamente a lo dicho, reveló “que esa centralidad nunca había estado tan presente”.
En ese momento, nadie imaginó que Lula sería liberado, declarado elegible y cerrados los casos en su contra. Y que ganara las elecciones como lo hizo, reuniendo, al mismo tiempo y en tan poco tiempo, a la Personas del líder popular y del estadista.
El artículo también afirmaba que Lula “daría mucho trabajo” a los historiadores. Bueno, ahora se reconcilia con el nuevo ciclo histórico y aún no sabemos qué fusión se producirá y de qué tipo con el mundo real. Pero una cosa es segura: su regreso generará nuevas controversias e incluso arrojará nueva luz sobre el pasado y el pasado no tan lejano. Seguirán nuevas biografías y tienen mucho que ganar con el trabajo seminal realizado por John D. French. El segundo volumen de Morais debería traer nuevas pistas para profundizar en la comprensión de este personaje que se confunde con las potencialidades y fracturas de nuestra sociedad.
Finalmente, los historiadores y biógrafos tendrán mucho trabajo por delante y es bueno que lo tengan, porque además del desafío de la refundación nacional que acaba de comenzar, Brasil tiene al mayor líder popular y al mayor estadista del primer cuarto. del siglo XXI. No se trata de orgullo, sino de un hecho histórico que hay que escudriñar en sus diversos matices.[xxxvii]
*Alejandro de Freitas Barbosa es profesor de economía en el Instituto de Estudios Brasileños de la Universidad de São Paulo (IEB-USP). Autor, entre otros libros, de El Brasil desarrollista y la trayectoria de Rômulo Almeida (Alameda).
Publicado originalmente en revista rosa [https://revistarosa.com/7/uma-biografia-singular], n.o. 7.
referencia
Juan D. Francés. Lula y la política de la astucia: de metalúrgico a presidente de Brasil. Traducción: Lía Machado Fortes. São Paulo, Expressão Popular & Fundação Perseu Abramo, 2022, 688 páginas (https://amzn.to/3sdy3M3).
pdf disponible aquí.
Notas
[i] FRANCÉS, 2022, pág. 15.
[ii] FRANCÉS, Juan. El ABC de los trabajadores brasileños: conflicto de clases y alianzas en el São Paulo moderno. Chapel Hill: Prensa de la Universidad de Carolina del Norte, 1992, p. 8-10.
[iii] FRANCÉS, 2022, pág. 56. El libro de Denise Paraná fue publicado por primera vez en 1996, un segundo en 2002, habiendo sido autora y guionista de la película dirigida por Fábio Barreto, “Lula, o Filho do Brasil”.
[iv] Ídem, pág. 40-41.
[V] FERNANDES, Florestán. La impugnación necesaria: retratos intelectuales de inconformistas y revolucionarios. São Paulo: Ática, 1995. p. 39-41, 44-45> en esta colección Lula aparece junto a José Martí, José Carlos Mariátegui, Luís Carlos Prestes y Carlos Marighella, entre otros.
[VI] FRANCÉS, 2022, pág. 31.
[Vii] Igual, pág. 635-643
[Viii] Ídem, pág. 54-68.
[Ex] Ídem, pág. 44
[X] Ídem, pág. 104-105.
[Xi] Igual, pág. 118-120
[Xii] Igual, pág. 115, 117, 122, 125.
[Xiii] MORAÍS, Fernando. calamar: biografia, vol. 1. São Paulo: Companhia das Letras, p. 214. Al presentar la “economía familiar” de doña Lindu, Morais busca demostrar, en una exageración retórica, cómo Lula racionaliza el método de su madre para supuestamente administrar el presupuesto de la República.
[Xiv] FRANCÉS, 2022, pág. 116, 121
[Xv] Ídem, pág. 621
[Xvi] Ídem, pág. 109.
[Xvii] Igual, pág. 111-114, 130-131.
[Xviii] Igual, pág. 126, 128-129, 317
[Xix] Esta denominación recorre todo el texto y nos parece un aporte teórico e histórico importante.
[Xx] Igual, pág. 133-134, 276-277.
[xxi] Ídem, pág. 108.
[xxii] El tono crítico se atenúa un poco cuando French se refiere a Luiz Pereira, profesor e investigador del CESIT, y fuente importante para sus investigaciones, especialmente su lamentablemente olvidado clásico “Trabalho e Desenvolvimento no Brasil”, publicado en 1965 por DIFEL.
[xxiii] Igual, pág. 110, 165-169.
[xxiv] Ídem, pág. 280-285.
[xxv] Ídem, pág. 433-434.
[xxvi] Igual, pág. 439-447, 492-494.
[xxvii] Ídem, págs. 175-176.
[xxviii] Ídem, pág. 215.
[xxix] Igual, pág. 148-149, 212.
[xxx] Ídem, pág. 213-217.
[xxxi] Igual, pág. 303-305, 310, 315-321.
[xxxii] Igual, pág. 288, 456.
[xxxiii] Ídem, pág. 460.
[xxxiv] Ídem, pág. 24.
[xxxv] Ídem, pág. 531.
[xxxvi] BARBOSA, Alejandro de Freitas. “Advertencia a los historiadores: Lula será mucho trabajo”. En: Un nacionalista reformista en la periferia del sistema: reflexiones sobre economía política. BARBOSA, Alejandro de Freitas. Belo Horizonte: Fino Traço, 2021, pág. 132-137. También disponible en versión ebook.
[xxxvii] El autor agradece los comentarios del profesor Tamis Parron sobre la primera versión de esta revisión.
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