por TADEU VALADARES*
Consideraciones sobre las dificultades de un futuro tercer gobierno de Luís Inácio
La entrevista concedida el 19 de enero de 2022 a los medios alternativos fue una muestra fantástica de competencia política. Lula es el único candidato, el nuestro, para el momento único, trágico-esperanzador, que vivimos.
Lula, nuestra ancla, nuestra ancla, es muy afilada. No se desmorona en ningún momento. Se comunica como nunca y acumula fuerza en cada momento. En cierto modo, nos lava el alma con cada intervención pública, una línea sin quiebre desde el pasado mes de mayo. Por eso pienso, y las investigaciones disponibles confirman este sentimiento mío: con Lula tenemos una alta y real probabilidad de derrotar al infame que aún ocupa la cabeza del ejecutivo, o al jefe de la banda de Curitiba. Tal vez Lula ni siquiera enfrente al candidato de extrema derecha, sea quien sea, en la segunda vuelta.
Según la mayoría de la izquierda convencional, el éxito de este intento de Risorgimento la democracia socialdemócrata estará más que “asegurada”, como lo “evidencian” los ejercicios de aritmética y geometría, variables como las alas de ciertos aviones, cuando se oficialice la fórmula Lula-Alckmin y la pareja de atacantes ingrese al campo contra oponentes que tienen poca tracción propia, dadas sus biografías, las condiciones actuales del país y la escala de la tarea.
Pero a partir de este anuncio 'decisivo', será también imprescindible computar, en los cuatro años que nos reservará la vuelta al frente del Ejecutivo, el efectivo coste político, anímico, ideológico de la amnistía que de hecho ya han concedido a la mayoría de los que nos golpean. Ellos, impecables caballeros, todos los Caballeros de la Santa Orden de Malta, nos contraofrecen amablemente beneficios y bendiciones. Ellos, inmersos en el valor supremo de la reciprocidad y la fe inquebrantable: la bondad engendra bondad; el olvido produce el olvido.
La de costos, ganancias, pérdidas y ganancias, cuentas de almacén mahadianas o apuntes en cuadernos gastados de aviadores fluviales de las antiguas plantaciones de caucho, ah, eso irá surgiendo, como le gusta confirmar a la historia, poco a poco, poco a poco, después de la celebración. Ha pasado el momento que, después de tanto calvario, viviremos merecidamente al final de este año. Cuerda Sursum!! tres veces, sin olvidar que acumulen, acumulen, acumulen es el grito de Moisés y de todos los profetas desde cuando, ah, lo sabemos bien.
Realista contumaz, adicto a la creencia de que la realidad no es lo que parece a simple vista (ojos, manos y brazos), estimo, enólogo aficionado, que el año de la gran cosecha del vino de las ilusiones será el próximo. Viviremos, buena parte de 2023, estoy seguro, drogados por nuestra victoria electoral. La nuestra y la de ellos...
El año siguiente, a modo de compensación, bien puede ser el año en que la resaca comience a sanar, el primero de los tres que completarán la nueva era de Lula y nuestras esperanzas. Doy por sentado que nuestro éxito no puede ser ni siquiera aproximadamente completo, llegado diciembre de 2026. El mundo y Brasil han disminuido notablemente desde 2002/2003. Mi expectativa, y veréis que caigo tanto en el optimismo de la razón gastada como en el pesimismo de la voluntad que rechaza la prisión de lo onírico, es sobria. Que nuestras frustraciones sean relativas, solo relativas. En el fondo, de este modo, pueden leerse como un signo renovado de que la distancia entre intención y gesto abre su campo. Otra vez.
Somos tan parecidos a los EE. UU., y Lula tiene tantas similitudes retóricas con Biden… Vidas paralelas que se encuentran en la infinidad de los senderos urbanos. Ojalá Lula escape al destino anticlimático de Biden. Ojalá todos podamos escapar de lo que la izquierda estadounidense, ampliamente entendida, vive desde hace más de un año.
Allí, al parecer –salvo la gigantesca e improbable movilización popular de quienes integran la izquierda del Partido Demócrata, apoyados táctica y estratégicamente por la “izquierda social” que se distingue de la primera–, en el mismo mes en que superará la peor amenaza autoritaria desde 1964, la administración Biden perderá la Cámara de Representantes. En la práctica ya ha perdido el Senado, Biden derrotado por Sinema y Manchin, dos senadores demócratas. muy amigos, ambos pertenecientes a lo que la izquierda del partido Demócrata y la izquierda fuera del partido llaman demócratas corporativos...
Que Lula y nosotros tengamos mejor suerte, a pesar de que todo el mosaico de nuestras mejores expectativas está cosido con el hilo de las convergencias imaginarias, y con la aguja, una cosa extraña, tal vez un invento brasileño, hecho de la saliva del deseo cuidadosamente congelada hasta la petrificación. que le permite cumplir con su delicada función de urdimbre. ¿Resistirán colcha, parche y aguja la fuerte luz de la Tierra del Sol arada durante siglos por lo torcido? ¿Cuánto duran los golpes? en fieri se mantendrán? Seguro, en todo esto, realmente solo tenemos el dedal llamado Lula.
Y sí, levantemos las manos al cielo porque Lula está al frente de este último o más reciente intento democrático-restaurador que se ve, algo así como Pangloss, como una ruptura calculada. Sin Lula seríamos insignificantes harina en polvo en la papilla de establecimiento que, zorra y erizo a la vez, ya nos está perdonando astutamente, temporalmente, a través de sus periodistas oficiales, nuestra pasada “atrevida irresponsable”… Algunos, en la izquierda, llegan al orgasmo múltiple con esto.
¿Te imaginas si Lula muere y Alckmin se hace cargo? Él o cualquier otro Alckmin, el nombre es una marca de fantasía, la composición química real es lo que cuenta, nunca lo olvides. Es el viejo mundo brasileño sin conserje.
Pero, cierto poco a poco, de principio a fin, no hay más, no hay manera de convencer a Lula y a los que más cuenten en la fiesta de que el momento pide a Napoleón, atrevimiento, siempre y más atrevimiento, por pequeño que resulte. estar al final. Inquebrantables, los que son hegemónicos en el partido, a pesar del grito programático, y bajo mi punto de vista tapados con la razón de Genoíno, Falcão, Pomar, Arcary, Altmann y muchos otros, muchos otros. Todos ellos, los protestantes, forman un sector del arco de la izquierda que está turbado -hay arte de la subestimación…- con lo que tiene (casi) todo para emerger, poco después del inicio del gobierno, como un presagio de frustración de incalculable decadencia.
Para quienes, en la esencia de las ecuaciones político-electorales, son meros votantes, y este es mi caso, o a lo sumo microdifusores de una u otra idea crítica, el realismo superficial y su par constante, el idealismo incruento, les aconsejo: en el A falta de uno mejor, mejor nos preparamos para hacer todo por la victoria de Lula y X, un nombre derechista que se ha vuelto confiable… Alquimia, alquimias.
Hacer esto, que puede justificarse en base a las ingenuas certezas sentimentales que animan a la mayor parte del electorado de izquierda mesiánica, o movido por las dudas de quienes toman en cuenta el frágil progreso que siempre ha sido tempestuoso desde al menos los años 20 del siglo pasado. ya sea que pensemos en “18 do Forte” completando 100 años, o en los dos siglos de nuestras máximas ambigüedades, la establecida en 1822, que fue finalmente sumergida por el golpe militar de 1889.
Como dijo Lula en la espectacular entrevista del día 19 – Sé que no le estoy siendo fiel ipsis literas –, es movilizarnos, cuando se anuncia el billete que es más que un billete, para dar lo mejor de nosotros con miras a llevarlo a una victoria tan espectacular como la entrevista. Contra viento y marea, y como siempre, con mal tiempo, buen chico.
Eso haremos. 2022 es lo que importa. Derrotar al Inefable y al Moro, imprescindible. Luego baila con Shiva la danza de nuestra historia. Como siempre, sometido a ella. Como siempre, los que sabemos que la ecuación no encaja, queremos cambiar un poco el movimiento desorientador del enigmático dios.
Tadeu Valadares es un embajador jubilado.