por FEDERICO CELSO*
Estudiar las últimas obras de György Lukács es similar a intentar desentrañar el prisión cuadernos por Antonio Gramsci
Los últimos libros escritos por György Lukács finalmente fueron traducidos en Brasil. En 2014 se publicó Notas para la ética, con traducción y densa presentación de Sergio Lessa (São Paulo: Instituto Lukács). La editorial Boitempo publicó el Prolegómenos para una ontología del ser social (2010) Ontología del ser social (2012) y el primer volumen de Estética (2023). El autor húngaro, por tanto, vuelve a escena en un momento en el que la epidemia posmoderna, después de tanto daño, parece haber quedado atrás. El lector brasileño puede ahora contemplar las obras de madurez de György Lukács, traducidas y editadas con criterios rigurosos, y reevaluar el pensamiento de este notable pensador marxista, así como comprender mejor los reveses de su larga y tortuosa carrera.
En el prólogo de su monumental e inacabada EstéticaGyörgy Lukács recordó una antigua carta que Max Weber le había escrito comentando sus primeros textos de juventud. Weber afirmó entonces que aquellos ensayos lukácsianos guardaban similitudes con los dramas de Ibsen, “cuyo comienzo sólo puede entenderse desde el final”. Este comentario, recordado por György Lukács tantas décadas después, ciertamente le agradó, ya que encaja perfectamente con el espíritu de dialéctica que afirma la verdad como resultado. Marx, por cierto, defendió la tesis del “presente como historia”: lo más desarrollado explica lo menos desarrollado; la anatomía del hombre explica la anatomía del mono, el conocimiento del capitalismo es la clave para comprender el precapitalismo, etc.
Esta relación entre el “principio” y el “fin” me parece invalidar las interpretaciones que separan radicalmente los textos premarxistas juveniles de György Lukács de sus obras de madurez, como si estuviéramos ante dos autores diferentes. Se trata, en verdad, de un solo autor que persigue un mismo pensamiento y tiene la coherencia como valor y guía de acción; Por tanto, los repentinos cambios metodológicos no suprimen las inquietudes iniciales que le llevaron a dedicarse obstinadamente a un determinado tema. Las interrelaciones entre arte y sociedad, subjetividad y objetividad, son preocupaciones recurrentes a lo largo del recorrido de Lukács, adquiriendo ángulos diferentes en cada nuevo momento.[i]
Basta pensar en los momentos decisivos en la evolución de tu pensamiento. La teoría del romance, para determinar la especificidad de la novela burguesa, partió del contraste entre la novela y la epopeya clásica en la que el héroe se sentía como en casa, vivía una armonía idílica con el mundo y actuaba como representante de la comunidad. Esta armonía desaparece con la división de la sociedad en clases. Ahora, la escisión se impone, separando definitivamente la interioridad exiliada del héroe y el mundo exterior. La novela persigue la reconciliación ficticia en su búsqueda utópica de “realidad visionaria del mundo que nos conviene.[ii]
Ya en Historia y conciencia de clase, el proletariado revolucionario, objeto de la explotación capitalista, se convierte en sujeto a través de su acción. La tesis idéntica de sujeto-objeto de Hegel adquiere así una versión marxista problemática, como György Lukács intentó aclarar, en 1967, en el epílogo de la nueva edición de esa obra.
A partir de 1930, cuando György Lukács tuvo acceso a los originales de Manuscritos económico-filosóficos de Marx, se inició un nuevo período en la evolución de nuestro autor.
“Un ser que no tiene ningún objeto fuera de sí mismo no es un ser objetivo […] Un ser no objetivo es un no ser”[iii]: La frase de Marx hecha en oposición a la filosofía de Hegel en la que el objeto era, por así decirlo, planteado por el sujeto sirvió para que Lukács criticara la identificación que había hecho en Historia y conciencia de clase, entre cosificación y alienación. La obra a partir de ahora pasa a ser vista como la astuta mediación interpuesta entre los extremos, que ya no están radicalmente separados ni místicamente identificados. Por otro lado, la primacía de la materia sobre la conciencia abrió el camino, inicialmente, a la defensa del realismo: el arte como reflejo del mundo exterior y, más tarde, como mimetismo.
Sin embargo, la inquietante cuestión subyacente que queda para los intérpretes es determinar el “fin” (la realización del Concepto, diría Hegel). El proyecto original de Estética planeaba producir tres volúmenes. György Lukács, como sabemos, sólo escribió el primero, luego escribió el Ontología del ser social, concebido, a su vez, como una introducción a un objetivo Ética. Muchos temas tratados en OntologíaSegún György Lukács, sólo quedaría completamente aclarado en el Principio moral. En el libro de entrevistas, Pensamiento vivido, informó que la Estética “fue la preparación para la Ontología, en la medida en que trata lo estético como un momento del ser, del ser social” y que la Ontología, a su vez, fue planeado como el “fundamento filosófico de Ética.[iv]
El desenlace nunca completo adquirió un acento irónico en el título del libro que reúne las últimas entrevistas de György Lukács: Esenciales son los libros no escritos [V].
Las miles de páginas producidas por el último Lukács, la impresionante fábrica de ideas en movimiento, los numerosos temas esbozados e inacabados, configuran una enorme obra con preciosas pistas para promover el objetivo perseguido por el autor: la renovación del marxismo.
Ante el legado de Lukács, los intérpretes hicieron valoraciones muy dispares. István Mészáros, por ejemplo, afirma que el Estética es más “un borrador que una síntesis terminada”.[VI] José Chasin ve esa obra todavía prisionera del epistemologismo hegeliano y alejada de la imposición ontológica marxista [Vii]. Nicolás Tertuliano, por el contrario, la considera “la obra más completa”, “el monumento más expresivo de los textos publicados durante su vida”, afirmando “sin dudar que desde Kant y Hegel la estética filosófica –con la excepción tal vez de Benedetto Croce – No he conocido una obra de tal magnitud. Una ilustre tradición filosófica que comienza con Aristóteles y Epicuro, pasa por Bacon y Spinoza, Goethe y el idealismo clásico alemán, culmina con Hegel y Marx, se desarrolla en su totalidad, amplificada orgánicamente por los resultados de las investigaciones lukácsianas”.[Viii]
En cuanto a Ontología del ser social, sus admiradores más entusiastas, como Antonino Infranca, no dejaron de señalar el “lenguaje redundante y repetitivo”.[Ex] Guido Oldrini, autor de obras fundamentales sobre György Lukács, constató “un cierto desorden expositivo” y “defectos de construcción”, encontrando en el texto “desproporciones, desequilibrios, exageraciones, prolijidad”, así como “demoras y repeticiones incontroladas, con excesos”. digresión fuera de contexto."[X]
Estudiar las últimas obras de György Lukács es similar a intentar desentrañar el prisión cuadernos de Antonio Gramsci – en ambos casos el intérprete se sitúa ante miles de páginas dispersas que no recibieron un borrador final. En el caso de György Lukács hay una referencia segura que sirve como punto de partida: las declaraciones del autor aclarando que su compromiso con la renovación del marxismo y los estudios literarios comenzó tras la lectura del Manuscritos económico-filosóficos del joven Marx, realizada en 1930, que abrió su perspectiva ontológica.
Dejando atrás los estudios literarios de la fase premarxista y el marxismo weberiano de Historia y conciencia de clase, György Lukács desarrolló a partir de 1930 una enorme cantidad de ensayos y libros basados en la recién adquirida orientación ontológica. Sin embargo, este nuevo comienzo, marcado por idas y venidas, se va haciendo progresivamente más claro en los últimos trabajos. A pesar de las dificultades, nos parece que es el “fin” inconcluso representado por Estética y Ontología del ser social que hay que proponerse seguir, retrospectivamente, los reveses en la evolución del pensamiento lukácsiano y evaluar, con serenidad, su contribución a la teoría marxista. Se trata, por tanto, de someter el legado lukácsiano al método ontogenético propuesto por el autor, pero centrado ahora en la comprensión de su propia obra.[Xi]
“Modos de ser, determinaciones de existencia”
Toda la trayectoria marxista de Lukács, de Historia y conciencia de clase à Ontología del ser social, está marcado por una tensa relación de apropiación y crítica de las categorías de la dialéctica hegeliana. La primera obra, sin embargo, estaba escrita en un registro logicista: la conciencia de clase “adjudicada”, concebida sin tener en cuenta la conciencia empírica de los trabajadores, seguía estrictamente el camino lógico de la fenomenología del espíritu – la odisea de la sustancia que se convierte en sujeto. En Ontología, por el contrario, las categorías no expresan la marcha ascendente de la conciencia, pues reflejan las determinaciones de la realidad. Son “categorías reflexivas” o “determinaciones de reflexión” (Reflexiónbestimmungen).[Xii]
Karl Marx también se refirió a las “determinaciones reflexivas” en un famoso pasaje de planos: “Como en general en todas las ciencias históricas y sociales, en el curso de las categorías económicas es necesario tener en cuenta que el tema, aquí la sociedad burguesa moderna, está dado tanto en la realidad como en la cabeza y que, en consecuencia, las categorías expresar formas de ser, determinaciones de existencia” [Xiii]. El carácter interactivo de las categorías también se afirmó en La capital: “Estas determinaciones reflexivas están en todas partes. Por ejemplo, este hombre es rey porque otros hombres se relacionan con él como súbditos. Por el contrario, creen que son súbditos porque él es rey”.[Xiv]
Nos encontramos aquí ante una relación que remite a la ambigüedad de la dialéctica “idealista-objetiva” de Hegel, que oscila entre idealismo y materialismo o, como prefiere György Lukács, entre ontología “falsa” y “verdadera”. Ya no se trata de separar el método revolucionario (dialéctica) del sistema mistificador, como quería Friedrich Engels, sino de desarrollar el carácter histórico, ontológico y reflexivo de las categorías hegelianas como principio rector. A Ontología del ser social Fue, por tanto, concebida como una teoría de categorías, que sitúa la obra en la tradición clásica de la filosofía que se remonta a Aristóteles.[Xv]
Na Introducción a una estética marxistaYa György Lukács intentó mostrar cómo Hegel intuyó que las categorías lógicas básicas estaban establecidas en la realidad antes de que llegaran a la mente de los filósofos. Así, en Hegel, lo universal se hizo efectivo con la llegada del cristianismo, que rompió con las religiones politeístas: hay un solo Dios para todos los hombres. La raza humana, lo universal, finalmente se hizo realidad, reuniendo a individuos que antes eran miembros dispersos agrupados sólo en tribus y etnias. El individuo, a su vez, hizo su entrada a la vida material con la formación de la sociedad civil, unificando los intereses individuales dispersos en corporaciones, asociaciones, etc. Lo singular, finalmente, emerge con la autonomía del individuo en la naciente sociedad capitalista.[Xvi]
György Lukács no escapó al hecho de que Marx trabajó explícitamente con terminología hegeliana, algo muy alejado de un mero “coqueteo” como afirmaba Althusser. Veamos brevemente algunos de estos momentos a continuación.
En una carta a Friedrich Engels, fechada el 25 de marzo de 1868, Karl Marx se refirió a la génesis de las categorías: “¿Qué diría el viejo Hegel si supiera, en el otro mundo, que lo universal [General] en alemán y nórdico significa ni más ni menos que la tierra común [Gemeinland] y el privado [Sundre, Besondre] ni más ni menos que la parcela privada separada del terreno común? Así, las categorías lógicas derivan inevitablemente de “nuestras relaciones humanas””. [Xvii]. Con esta convicción, el materialista Marx estudió las relaciones entre producción, distribución, intercambio y consumo, apoyándose explícitamente en la tercera parte de la ciencia de la logica, momento en el que Hegel se centra en la doctrina del concepto. Luego afirmó: “La producción, la distribución, el intercambio y el consumo constituyen así un auténtico silogismo; la producción es universalidad; distribución e intercambio, particularidad; y el consumo es la singularidad en la que se unifica el todo”.[Xviii]
Justo antes de escribir La capital, Marx recibió los libros de Hegel que habían pertenecido a Bakunin. El 14 de marzo de 1858 escribió a Engels diciéndole que la lectura era de “gran utilidad” para analizar la “doctrina del beneficio”. Luego anunció su deseo de algún día, cuando tuviera tiempo, escribir algunos artículos para mostrar lo que “hay de racional en el método que Hegel descubrió, pero que al mismo tiempo está envuelto en un velo de misticismo”. [Xix].
La presencia de Hegel aparece en varios momentos de las páginas de La capital. Marx, al hablar de valor de uso (calidad), valor de cambio (cantidad), dinero (medida), sigue estrictamente los avances de la lógica hegeliana, como se puede comprobar en las páginas dedicadas a la “Doctrina del Ser”. [Xx]; posteriormente, utiliza continuamente la relación entre lo universal y lo particular al tratar temas como el trabajo concreto (particular), el trabajo abstracto (universal), la “producción en general”, el “capital en general”, el “trabajo en general”; y, también, explicando las funciones del dinero: el dinero como mercancía particular, diferente de las demás, o como mercancía universal ajena a cualquier particularidad natural, o como medida, etc.
En todos estos momentos, la universalidad y la particularidad emergen como abstracciones colocadas en la materialidad misma, derivadas de “nuestras relaciones humanas”. Vale insistir: no son productos originados en la conciencia, en la especulación, sino nexos presentes en la vida cotidiana, reflejos de la realidad objetiva. Tienen por tanto una génesis ontológica.[xxi]
Partiendo del énfasis en la historización de las categorías, Lukács creó la estructura conceptual de Ontología y Estética.
Ontología: trabajo y teleología
Marx, en el primer párrafo de La capital, afrontó la relación entre apariencia y esencia y tomó, como punto de partida, la realidad visible, lo inmediato: la riqueza, en la sociedad capitalista, aparece como una “inmensa acumulación de bienes”. Como punto de partida de la exposición se eligió investigar el valor incorporado en las mercancías. A partir de ahí, Marx reveló las propiedades de la mercancía (valor de uso y valor) para, finalmente, descubrir la esencia de la riqueza en la obra abstracta.
Este descubrimiento, sin embargo, se basó en el desarrollo de la vida social. Inicialmente, la riqueza tomó la forma concreta de dinero. Luego, entre los fisiócratas, el trabajo surge como creador de valor, pero no el trabajo en general, sino una forma particular de trabajo (agrícola). Sólo en una fase más desarrollada del objeto (la sociedad capitalista) Adam Smith ve el trabajo en general como creador de riqueza. Estamos ante un claro ejemplo de la determinación social del conocimiento, de sus condiciones de posibilidad. Asimismo, se puede observar que una categoría abstracta (el trabajo en general) se instaló por primera vez en la vida social, gracias a la práctica material de los hombres, y sólo entonces pudo ser reconocida por Smith y Marx.
Al estudiar el ser social y no el capitalismo, György Lukács no partió de las mercancías, sino directamente del trabajo. Esto, establecer el metabolismo entre el hombre y la naturaleza, fue la base material que llevó a György Lukács a interpretar el marxismo en clave ontológica, al contrario de lo que había hecho en Historia y conciencia de clase, que concebía la naturaleza directamente como una “categoría social”. En su obra tardía, el ser social emerge en una perspectiva histórica, precedido por el ser orgánico e inorgánico. El momento de ruptura, de salto del ser orgánico al ser social, fue posible gracias al trabajo.
György Lukács pudo entonces estudiar los fundamentos de las categorías inherentes a la vida social. Analizó detalladamente, en largos capítulos, cuatro categorías fundamentales: trabajo, reproducción, ideal e ideología, extrañamiento. Como la realidad creada por el ser social es unitaria, las mismas categorías estarán presentes en cada uno de estos momentos.
Concebida como base a partir de la cual se desarrollan otras actividades, la obra revela el carácter social de todas las categorías que acompañan el desarrollo del ser social. Gracias al trabajo, el hombre pudo crear una nueva realidad, un “mundo propio”, el mundo de los hombres, la vida social, que ya no se limita a la mera repetición, a la causalidad que rige los fenómenos de la naturaleza. György Lukács hace referencia a la famosa comparación que hizo Marx entre la actividad que realiza la abeja y el trabajo del arquitecto. El hombre (en este caso, el arquitecto) no está condenado a repetir el mismo procedimiento, el mismo modus operandi como lo hace la abeja.
La conciencia humana se anticipa, idealmente diseña la casa antes de comenzar a fabricarla; por lo tanto, la casa ya estaba “lista”, idealmente, en la conciencia, en el proyecto diseñado por el arquitecto. La conciencia, por tanto, deja de ser un epifenómeno al afirmar su carácter activo y anticipatorio. En este proceso se realiza plenamente la relación sujeto-objeto, ya que el hombre, dice György Lukács citando a Ernst Fischer, sólo se convirtió en sujeto cuando se alejó de la naturaleza, convirtiéndola en objeto.
Sin embargo, para que la preideación humana tenga éxito, es necesario un conocimiento correcto de los vínculos causales presentes en la naturaleza que se va a modificar. Este conocimiento, este reflejo lo más fiel posible de la realidad, no es algo estático, fotográfico, ya que está guiado por la posición teleológica, por los intereses y valores que mueven al trabajador, lo que le lleva a hacer una selección y enfatizar determinados aspectos. de la realidad.. Lukács, por cierto, observa: “en el reflejo de la realidad, la reproducción se separa de la realidad reproducida, coagulándose en una “realidad” específica de la conciencia” [xxii].
Se pueden prever, ya desde el principio, los desarrollos futuros que se producirán en otras actividades humanas como, por ejemplo, en la producción artística: la necesidad de una “entrega apasionada” al ser en sí de la realidad y sus posibilidades inmanentes. – acción siempre subordinada a los intereses y valores del sujeto operador, y no como mero reflejo prisionero de la inmediatez.
El papel central atribuido a la teleología del trabajo, creando y renovando progresivamente el “propio mundo” de los hombres, sitúa a György Lukács en la estirpe de la filosofía clásica desde Aristóteles hasta Hegel. En estos precursores, sin embargo, la teleología “fue elevada a la categoría cosmológica universal” [xxiii] movido por un sujeto trascendente: el “espíritu universal”. En la teodicea hegeliana, el espíritu actúa como una especie de “motor de la historia”: la “astucia de la razón”, entre bastidores, pone en movimiento la realidad, utilizando la pasión de individuos particulares para, a través de ellos, realizar sus propios objetivos universales. propósitos.
Para Marx y Lukács, por el contrario, la teleología se refiere básicamente al trabajo. Es Hegel, sin embargo, en quien ambos se basan para estudiar el carácter teleológico del trabajo, separándolo, sin embargo, de otras manifestaciones existentes de la teleología (en ciencia de la logica, por ejemplo, la teleología se presenta en la naturaleza como la superación y la verdad del “mecanismo” y del “quimismo”).
Desde sus textos juveniles, la obra y sus instrumentos fueron temas recurrentes en la obra de Hegel. [xxiv], siempre entendidos como partes de un silogismo lógico en el que medio y fin son términos intercambiables. De esta manera, el instrumento de trabajo, además de mediar materialmente sujeto y objeto, mundo subjetivo y objetivo, sobrevive a la satisfacción temporal de la necesidad y del propio trabajador, que, un día, morirá. Como herencia social, el instrumento, el medio, puede proponer nuevos fines, nuevos usos; los términos del silogismo, por tanto, cambian continuamente de lugar.
György Lukács destacó la siguiente afirmación de la Ciencia de la Lógica: “el arado es más noble que las satisfacciones que permite y que constituyen los fines. El instrumento se conserva, mientras las satisfacciones inmediatas pasan y se olvidan”. Siguiendo el razonamiento, György Lukács afirmó entonces: “el conocimiento más apropiado que subyace a los medios (herramientas, etc.) es, para el ser social, a menudo más importante que la satisfacción de esa necesidad” [xxv]. Estamos, por tanto, ante un proceso en el que la teleología del trabajo produce la “producción ininterrumpida de lo nuevo”.
La superioridad de los medios de comunicación también aparece en las páginas de La capital, quando Marx refere-se ao estudo das sociedades primitivas, dizendo que o mais importante era conhecer os meios de trabalho, pois “o que diferencia as épocas econômicas não é “o que” é produzido, mas “como”, “com que meios de trabajo". Estos no sólo proporcionan una medida del grado de desarrollo de la fuerza laboral, sino que también indican las condiciones sociales en las que trabajan”. [xxvi]. La historia, por tanto, se interpreta como el desarrollo de los medios de producción, tesis central del materialismo histórico.
A medida que se desarrolla el proceso histórico, la primacía de la base económica, de la lucha por la subsistencia inmediata, va acompañada de esferas más complejas que se presentan a la vida de la sociedad, como, por ejemplo, el derecho, la política, la filosofía, el arte. En la fase inicial, la confrontación del hombre con la naturaleza estuvo guiada por la creación de valores (de uso). Luego, cuando se revelan nuevos valores, los hombres se enfrentan a la opción de elegir aquellos que les parezcan más adecuados. Para ello, necesitan convencer a sus pares de que persigan un objetivo específico y no otro.
El trabajo, por tanto, actúa tanto sobre la transformación de la naturaleza como también sobre la conciencia de los demás hombres. György Lukács, a este respecto, habla de posiciones primarias y secundarias. La humanización del género, iniciada por el trabajo, adquiere una nueva dimensión con formas secundarias de teleología: abandonamos la esfera económica y entramos en el universo ideológico, en el que el arte se trata junto con el derecho, la filosofía y la política.
*Celso Federico Es profesor jubilado de la ECA-USP. Autor, entre otros libros, de Ensayos sobre marxismo y cultura (Mórula) [https://amzn.to/3rR8n82]
Notas
[i] La coherencia de Lukács fue destacada por su principal intérprete, TERTULIANO, Nicolás. Georg Lukács. Etapas de tu pensamiento estético (São Paulo: Unesp, 2003). Siguiendo esta línea interpretativa, Rainer Patriota observó: “El pensador que vivió el influencia de tantas corrientes filosóficas en su juventud (Kierkegaard, Simmel, la fenomenología de Husserl, la filosofía de la vida, el neokantismo, Hegel, etc.), convirtiéndose más tarde en un crítico mordaz de su pasado y sosteniendo, al final de su vida, La necesidad de un resurgimiento del marxismo es, sin embargo, un paradigma de continuidad”. La relación sujeto-objeto en Estética por Georg Lukács: reformulación y resultado de un proyecto interrumpido (UFMG, 2010), p. 13.
[ii] . LUKÁCS, G. teoría del romance (São Paulo: Duas Cidades e 34, 2000), pág. 34. [https://amzn.to/499ALCy]
[iii] . MARX, K. Manuscritos económico-filosóficos (São Paulo: Boitempo, 2004), pág. 127. [https://amzn.to/47QgzUU]
[iv] . LUKÁCS, G. El pensamiento vivió. Autobiografía en diálogo (Viçosa: Ad Hominem/Universidad Federal de Viçosa, 1999), p. 139. [https://amzn.to/47LRMRX]
[V] . LUKÁCS, G. Esenciales son los libros no escritos. Últimas entrevistas (1966-1971). (São Paulo: Boitempo, 2020). [https://amzn.to/3u8NXsm]
[VI] . MÉSZÁROS, István. El pensamiento y la obra de G. Lukács (Barcelona: Fontamara SA, 1981), p. 54.
[Vii] . CHASIN, José. “Marx, estatus ontológico y resolución metodológica”, in TEIXEIRA, José Francisco Soares, Pensando con Marx (São Paulo: Ensayo, 1995).
[Viii] . TERTULIANO, Nicolás. Georg Lukács. Etapas de su pensamiento estético, cit., PAG. 189 y 64.
[Ex] . INFRANCA, Antonino. Trabajo, individuo, historia. El concepto de trabajo en Lukács (São Paulo: Boitempo, 2014, p. 23.
[X] . OLDRINI, Guido. György Lukács y los problemas del marxismo en el siglo XX (Maceió: Coletivo Veredas, 2017), pág. 375.
[Xi] . La verdad, en consecuencia, enseñanza de la lógica hegeliana, señala la necesidad del procedimiento arqueológico, de la búsqueda de los orígenes. Siguiendo esta orientación, Antonino Infranca estudió las mutaciones de la categoría obra en Lukács en un libro exquisito: Trabajo, individuo, historia. El concepto de trabajo en Lukács, cit.
[Xii] . En la edición de ciencia de la logica de Hegel, traducida por Rodolfo Mondolfo y en la edición italiana de Ontología del ser social, traducido por Alberto Scarponi, utiliza la expresión “categorías reflexivas”. La traducción brasileña de la última obra, realizada por Carlos Nelson Coutinho, Mario Duayer y Nélio Schneider, utiliza “determinaciones de reflexión”.
[Xiii] . MARX, K, planos (São Paulo: Boitempo, 2011), pág. 59.
[Xiv] . MARX, K. Capital, cit., vol. 1, cit. pags. 134, nota 21.
[Xv] . Véase TERTULIAN, Nicolas, “György Lukács y la reconstrucción de la ontología en la filosofía contemporánea”, in VAISMAN, Ester y VEDDA, Miguel (orgs.), Lukács. Estética y Ontología (São Paulo: Alameda, 2014).
[Xvi] . LUKÁCS, Georg. Introducción a una estética marxista, especialmente el capítulo II, “El intento de solución de Hegel” (Río de Janeiro: Civilização Brasileira, 1970).
[Xvii] . MARX, K. y ENGELS, F. Cartas sobre La capital (São Paulo: Expressão Popular, 2020), pág. 244.
[Xviii] . Ídem, P. 44.
[Xix] . MARX, Carlos/ENGELS, Federico. Correspondencia (Buenos Aires: Cartago, 1973), pág. 91.
[Xx] . Ver HEGEL, GWF Enciclopedia de ciencias filosóficas en compendio (1830). Volumen I, La ciencia de la lógica (São Paulo: Loyola, 2012), págs. 171-219.
[xxi] . Lukács explica el carácter histórico de las categorías de la siguiente manera: “En el sistema de categorías del marxismo, cada cosa es, ante todo, algo dotado de una cualidad, una cosidad y un ser categórico. Un ser no objetivo y un no ser. Y dentro de ese algo, la historia es la historia de la transformación de las categorías. Por lo tanto, las categorías son partes de la eficacia. No puede haber nada que no sea, de algún modo, una categoría. […] el ser categórico de la cosa constituye el ser de la cosa, mientras que en las viejas filosofías el ser categórico era la categoría fundamental, dentro de la cual se desarrollaban las categorías de eficacia. No es que la historia tenga lugar dentro del sistema de categorías, sino que la historia es la transformación del sistema de categorías. Las categorías son, por tanto, modos de ser”. (Pensamiento vivido, cit.), pp. 145-6.
[xxii] . LUKÁCS, G. Por una ontología del ser social II (São Paulo: Boitempo, 2013), pág. 67.
[xxiii] . Ídem, pp 47-8.
[xxiv] . Ver HEGEL, W.F. El sistema de vida ética. (Lisboa: Edições 70, 2018), págs. 16-23 y La primera filosofía del espíritu. (París: Presses Universitaires de France, 1969), págs. 95-100. Las mutaciones ocurridas en la obra de Hegel y sus reflexiones sobre la concepción del trabajo fueron analizadas por Lukács en El joven Hegel (São Paulo: Boitempo, 2018).
[xxv] . LUKÁCS, G. Para una ontología del ser social II, cit.., pags. 57)
[xxvi] . MARX, K. La capital. volumen I (São Paulo: Boitempo, 2023), pág. 257.
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