por MARCO AURÉLIO NOGUEIRA*
Rindir homenaje a Werneck significa mantener viva la memoria de un intelectual combativo, erudito, generoso e indignado, que miró con lucidez y esperanza a un país desigual, injusto y violento como Brasil.
Con la muerte del sociólogo Luiz Werneck Vianna, ocurrida el 21 de febrero, las ciencias sociales brasileñas perdieron a uno de sus investigadores más importantes, autor de obras fundamentales y trabajador intelectual incansable, una figura pública de rara talla.
Lo conocí a mediados de los años 1970, en ambientes frecuentados por socialistas, comunistas y liberales democráticos, que formaban la izquierda del entonces MDB. Luiz Werneck Vianna acababa de defender su tesis doctoral (Liberalismo y unión en Brasil, 1976) y recuerdo la generosidad con la que recibió la reseña crítica que hice del libro, en el periódico Folha de S. Pablo.
En las reuniones políticas que se desarrollaban en ese momento, su mente destacaba por su sagacidad y firmeza de convicciones. No abandonó el marxismo y no ocultó sus vínculos con el Partido Comunista Brasileño (PCB), pero no fue dogmático y acogió con respeto y admiración las más diversas fuentes de pensamiento. Demarcó un espacio dedicado a encontrar puntos de equilibrio y consenso, sin los cuales, dijo, sería imposible construir una oposición productiva a la dictadura y una democracia sostenible. Ya entonces formuló la tesis de que era imprescindible mirar el mundo desde la perspectiva de los actores que en él se movían.
“Los hechos no son más que hechos y sólo entran en el campo de la política en la medida en que son organizados e interpretados por quienes son actores de la política”, escribió Luiz Werneck Vianna en un pasaje luminoso. “Porque la constitución de una interpretación no es arbitraria y la concatenación de hechos políticos depende de cómo el actor se inscribe en la formación económico-social concreta”.
Con el tiempo, Luiz Werneck Vianna haría de esta tesis la base de sus formulaciones sobre la sociedad brasileña, sus transformaciones y sus posibilidades, determinadas por un dramático proceso de “revolución pasiva”, concepto que absorbió críticamente de Antonio Gramsci y con el que buscó comprender el complejo y difícil surgimiento de actores con fuerza reformista que, en el Brasil contemporáneo, no pudieron escapar de los mecanismos de cooptación establecidos por el Estado.
La cooptación, para Luiz Werneck Vianna, impedía y bloqueaba, pero no impedía, los avances moleculares: el Estado no actuaba solo, como entidad autónoma, sino que estaba moldeado por intereses sociales, que en cierto modo lo privatizaban. Brasil se modernizaría en compromiso con su retraso histórico. Las revoluciones se produjeron en condiciones de “modernización conservadora”, es decir, sin “rupturas radicales” con la statu quo, es decir, de forma procesal. Un buen ejemplo de esto está en el libro. La revolución pasiva: iberismo y americanismo en Brasil (1997).
Luiz Werneck Vianna fue un distinguido académico. Investigó y estudió mucho, moviéndose entre la teoría, la lectura de los grandes clásicos, el derecho y la sociología. Su enfoque principal, sin embargo, fue la política, que abordó desde un realismo crítico bien elaborado y una preocupación incansable por comprender el entramado social en su totalidad. A Werneck le apasionaba el trabajo que hacía. Tenía sus principios y convicciones, pero no dejó de asimilar lo que pensaban y escribían intelectuales que caminaban en otras direcciones.
No fue un conciliador, sino un pensador abierto al mundo de las ideas y descontento con la situación política y social de Brasil. Sus inquietudes tomaron forma a través de un diálogo creativo con los temas públicos más importantes de cada coyuntura, siempre atento a las posibilidades que ofrecía un movimiento democrático que se posicionaba de manera amplia y plural.
Por eso, cuando, en 2010, la Universidad Federal de Juiz de Fora publicó un libro con artículos que analizaban su obra y su trayectoria, los organizadores (Rubem Barboza Filho y Fernando Perlatto) estuvieron felices de darle al libro el título de Una sociología indignada, expresión que encajaba como un guante con la personalidad y la producción de Luiz Werneck Vianna, “un intelectual admirable no sólo por su labor académica y su relevante inscripción en la esfera pública, sino por su enorme generosidad y respeto hacia sus colegas profesionales y sus estudiantes".
La obra de Werneck Vianna fue decisiva para comprender mejor la historia brasileña, estableciendo una forma de pensar sobre la sociedad, el Estado, la política y la democracia. Para él, la política era creación de Estados, de vida colectiva y de domesticación democrática del poder, no podía reducirse a momentos electorales ni tratarse como “producida desde arriba, subestimando la capacidad de la sociedad para autoorganizarse”. sin el incentivo benévolo de un gobierno compasivo”.
Honrarlo hoy es mantener viva la memoria de un intelectual combativo, erudito, generoso e indignado, que miró con lucidez y esperanza a un país desigual, injusto y violento como Brasil, apostando por la fortaleza de la sociedad civil y el potencial pionero de la política. Fue un privilegio haber sido tu amigo y aprender de tus pensamientos. Le debemos mucho.
*Marco Aurelio Nogueira Es profesor jubilado de teoría política de la Unesp. Autor, entre otros libros, de Democracia desafiada (Taller de Humanidades).
Publicado originalmente en el diario El Estado de S. Pablo.
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