Literatura en cuarentena: Viaje por mi habitación

Imagen: Elyeser Szturm
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por Antonio Cándido*

Comentario al libro clásico de Xavier de Maistre

1.

Una simple conjetura, sin investigación que le dé solidez, y que tal vez alguien ya haya formulado: el “modo” maduro de Machado de Assis, definido con el recuerdos póstumos, podría deberse en parte (por pequeña que sea) a la influencia de Xavier de Maistre.

Todos recuerdan la nota “Al lector”: “Es, en efecto, una obra difusa, en la que yo, Brás Cubas, si adopté la forma libre de un Sterne o de un Xavier de Maistre, no sé si poner algunos estados de ánimo de pesimismo. Puede ser". En el “Prólogo de la tercera edición”, comentando la observación de Antônio Joaquim de Macedo Soares de que el libro recordaba la Viajar en mi tierra, de Garrett, Machado concluye, tras citar las palabras anteriores, atribuidas a su personaje: “Toda esta gente viajaba: Xavier de Maistre por la habitación, Garrett en su tierra, Sterne en la tierra de los demás. De Brás Cubas quizás se pueda decir que viajó alrededor de la rueda de la vida”.

Sterne se distingue en la literatura mundial; Garrett es ilustre en lengua portuguesa; Xavier de Maistre es oscuro incluso en francés. Es natural, por tanto, que sólo pensemos en el primero, cuando encontramos los capítulos punteados de Brás Cubas (55 y 139), sus capítulos relámpago (como el 102, 107, 132 o 136), el garabato de Virgília en el Capítulo 142 Sin embargo, Xavier de Maistre, que fue quien usó las líneas de puntos, pero adoptó otras “rarezas” de Sterne, pudo haber influido tanto o más que él en Machado de Assis, a juzgar por algunos indicios que veremos más adelante. Y tal vez incluso sirvió como mediador entre los dos, gracias a la presencia dominante de la literatura francesa en Brasil.

Cuando Machado habla de “manera libre”, está pensando en algo practicado por De Maistre: la narración caprichosa, digresiva, que va y viene, se sale del camino para tomar atajos, cultiva el a-fin, borra la línea recta, suprime conexiones. Lo facilita el capítulo corto, aparentemente arbitrario, que rompe la continuidad y permite saltar de una cosa a otra. En lugar de coordinar la variedad a través de divisiones extensivas, el autor prefiere enfatizar la autonomía de las partes en unidades breves que, al facilitar el modo “difuso”, enriquecen el efecto del todo con el encanto insinuante de la información suspendida, propia de la fragmento.

En las novelas de Machado de Assis, este modo corresponde a entrar en la segunda etapa. Los primeros cuatro que publicó son porque estaba interesado en él, pero lo enjuagó en su vitriolo. En cuanto al asunto, es evidente, por ejemplo, que el capítulo 154, "Las naves del Pireo", repite una anécdota mencionada en el capítulo 37 del Viaje, que Xavier de Maistre habría extraído de Fontenelle, según leo en la nota de una edición de su texto hecha en Italia. Pero a mi juicio, lo más importante es el tema de los actos involuntarios, que en Xavier de Maistre son un soporte central de la narración y aparecen episódicamente en Brás Cubas, pero de una forma que no deja dudas en cuanto a la transposición.

Sería caso de recordar que el Viaje alrededor de mi habitación es un momento significativo en el proceso de toma de conciencia, por parte de la literatura, del desdoblamiento de la personalidad, tema de notoria importancia en el romanticismo, que vendría a tener una fuerza abrumadora en nuestro tiempo. Por cierto, este no es el único rasgo precursor en la obra de Xavier de Maistre, pero aquí es el único que me interesa.

2.

El conde Xavier de Maistre (hermano menor y ahijado del célebre pensador reaccionario Joseph de Maistre) nació en 1763 en Saboya, región francófona que entonces pertenecía al Reino de Cerdeña, en cuyas fuerzas armadas era oficial. Posteriormente emigró a Rusia, donde se casó, llegó a general, vivió la mayor parte de su vida y murió en 1852, muy anciano. Por una transgresión disciplinaria, cuando era teniente, fue encarcelado durante cuarenta días en una fortaleza piamontesa y describió con ingenio y gracia el recorrido imaginario por su cuarto de prisión. Este y otros escritos suyos tuvieron cierto éxito en Francia, a cuya literatura pertenece a pesar de ser un extranjero que sólo conoció París al final de su adolescencia. Con motivo de esta visita, Sainte-Beuve escribió un artículo complementario sobre él, que aparece en la edición de Garnier de sus obras completas, en un solo volumen.

El viaje (obviamente influenciado por Tristran Shandy y viaje sentimental, de Sterne) describe sus movimientos en la habitación, levantarse y acostarse, comidas, cuadros y objetos, pequeños incidentes, su perra Rosina y su sirviente Joanetti, todo lleno de digresiones y reflexiones de las que destaca el interés por los actos involuntarios , incluidas las que luego se llamarían fallas.

Estos actos presuponen disconformidad entre los niveles de la vida psíquica, como si hubiera más de un ser dentro de nosotros y pudieran eventualmente discrepar e incluso entrar en conflicto. Xavier de Maistre explica la división por medio de una “ley filosófica” que afirma con humor haber descubierto, a saber: dentro del hombre el “alma” y el “animal” conviven de manera no siempre pacífica (la bestia), también llamado “el otro”. El “alma” es razón y conciencia, en sentido psicológico y moral; el “animal” son los instintos, pero también la espontaneidad de los sentimientos y las acciones. A lo largo de divertidos casos e incidentes, sugiere que las relaciones entre ambos son complicadas y siempre pretende ser solidario con el “alma”, pero en muchos casos es evidente su mayor complacencia con las manifestaciones del “animal”.

Un pasaje curioso es el que relata una emisión nocturna, típica picardía del “otro”, enfrentada severamente por el “alma”, pero sin embargo analizada con tolerante simpatía. Posteriormente, ya instalado en la respetabilidad, Xavier de Maistre desaprobó esta osadía literaria y manifestó el deseo de que el capítulo respectivo sea suprimido en futuras ediciones –siendo escuchado hoy por el mojigato organizador de la citada edición italiana.

El “alma” y el “otro” pueden así actuar como si fueran independientes, manteniendo una relación caprichosa, ilustrada por accidentes y distracciones que parecen tan significativos y propios del ser como actos conscientes. Es como si Xavier de Maistre inaugurara, más de un siglo antes que Freud, algo parecido a lo que éste llamaría “la psicopatología de la vida cotidiana”, basada en el análisis de los lapsus.

Ejemplo: el narrador cuenta que, al salir de casa para ir al Palacio Real, en Turín, se sumergió en una meditación sobre la pintura y cuando se dio cuenta estaba llegando a la casa de una belleza (con la que estaría soñando muchas páginas después cuando pasó la contaminación). . He aquí el extracto final del capítulo: “Mientras mi alma hacía estas reflexiones, la otra iba sola, ¡y Dios sabe adónde iba! “En lugar de ir a la corte, como se ordenó, giró a la izquierda de tal manera que cuando mi alma lo alcanzó, estaba en la puerta de Madame de Hautcastel, a media milla del palacio real. Que el lector piense en lo que hubiera pasado si hubiera entrado solo en la casa de tan hermosa dama.”

El narrador insinúa el tipo de comportamiento suelto que el “otro” tendría hacia Madame de Hautcastel sin el control de la razón, pero lo que piensa el lector brasileño es que ya leyó algo similar, en el Capítulo 66, “Las piernas”, del Las memorias póstumas de Bras Cubas, donde el “autor fallecido” cuenta cómo, pensando en su amante, lo llevaron sin que él se diera cuenta al hotel donde solía comer: “Sí, piernas amigas, me dejaste en la cabeza pensar en Virgilia, y tú dijo uno al otro: – Necesita comer, es hora de cenar, llevémoslo a Pharoux; compartamos su conciencia, una parte se quede ahí con la señora, tomemos la otra, para que vaya derecho, no choque con gente y carretas, se quite el sombrero ante los conocidos, y finalmente llegue sano y salvo al hotel” .

Aquí, contrariamente al texto citado anteriormente, el automatismo hace bien, no mal, pero el mecanismo es el mismo, así como las implicaciones y el tono de humor.

3.

Parece claro, por tanto, que Xavier de Maistre permeó el giro narrativo de Machado de Assis, como sugiere Machado de Assis en la citada nota al lector. Talento de alcance infinitamente superior, se dio cuenta de que en el modesto y encantador Viaje la teoría del “otro” era un dispositivo suave para ilustrar sin pedantería la complejidad y las contradicciones del comportamiento y la mente. En su obra, el automatismo, aquí y en otros lugares, confluye con un tratamiento mucho más rico y expresivo de las divisiones del ser, pero eso no quita que sea la deuda en relación con el escritor oficial que hoy pocos consideran y algunos incluso desprecian. , como André Gide en cierto pasaje del Diario, donde (como si pensara amargamente en Machado de Assis) escribe que nada le irritaba más que cierto espíritu convencional “como Sterne y Xavier de Maistre”…

*Antonio Cándido (1918-2017) fue profesor emérito de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas de la USP.

Artículo publicado originalmente en Revista USP.

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