lecciones de colombia

Imagen: Juan Niño
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por ÁNGELA CARRATO*

Consideraciones sobre el victoria de la candidatura progresista Gustavo Petro y Francia Márquez

 

1.

La victoria de la candidatura progresista Gustavo Petro y Francia Márquez, de la coalición Pacto Histórico, en las elecciones presidenciales del 19 de junio en Colombia tiene mucho que enseñar a los brasileños que, en tres meses, también acudirán a las urnas. Gobernada alternativamente por conservadores y liberales, Colombia no ha tenido, a lo largo del siglo XX y hasta el día de hoy, un solo presidente mínimamente democrático, lo que demuestra la importancia y dimensión histórica que asume esta victoria.

A diferencia de la mayoría de los países latinoamericanos que han conocido gobiernos comprometidos con los intereses populares, como Juan Domingo Perón, en Argentina (1946-1955), Getúlio Vargas, en Brasil (1930-1945/1951-1954), Lázaro Cárdenas, en México (1934 -1940) o más recientemente Hugo Chávez, en Venezuela, Evo Morales, en Bolivia, Rafael Correa, en Ecuador o Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, la clase dominante colombiana logró transformar el país en una colonia de Estados Unidos.

No por casualidad la patria del reconocido escritor Gabriel García Márquez -quien por temor a ser asesinado abandonó Colombia- fuera considerada el aliado número uno del Tío San en América Latina, una suerte de sur de Israel, o como algunos prefieren, puerta de entrada a la naturaleza. aviones, dirigidos contra los países de la región.

En este sentido, las nueve bases militares estadounidenses repartidas por territorio colombiano no dejan lugar a dudas sobre las intenciones de la Casa Blanca, independientemente de que sean demócratas o republicanos en el poder. Como estas bases son consideradas territorios de los Estados Unidos, los colombianos ni siquiera saben lo que hay dentro de ellas, aparte obviamente de aviones, armas y tropas listas para actuar.

Esta situación, que en sí misma constituía una realidad que muchos consideraban imposible de cambiar, no fue el único obstáculo que enfrentaron Gustavo Petro y Francia Márquez en la campaña electoral. No faltaron actos y gestos del presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, tratando de señalar que Petro no era un nombre bienvenido. Considerando los cálidos aplausos que marcaron la presencia del actual presidente de Colombia, Iván Duque, en la reciente Cumbre de las Américas, sin contar que enviados de Estados Unidos a Bogotá durante la campaña electoral se reunieron con autoridades, empresarios y otros candidatos, pero excluyó cualquier contacto con Gustavo Petro o Francia Márquez.

No dejarse intimidar por presiones abiertas o encubiertas del Tío Sam es, sin duda, la mayor lección que las elecciones en Colombia dejan para los brasileños. Los problemas que tendrán los nuevos mandatarios colombianos con el Tío Sam obviamente no terminan con la victoria en las urnas. Al contrário. Baste observar que el “manual de la CIA” indica que si no es posible en absoluto evitar la victoria de un candidato progresista, los próximos pasos pasan por complicar la vida del candidato electo, no medir esfuerzos para desestabilizarlo y hacer todo para derrocar al gobierno supuesto opositor.

 

2.

Están los gobiernos progresistas de Perú y Chile enfrentando todo tipo de problemas. Asumido hace menos de un año, Pedro Castillo, de Perú, aún no ha podido gobernar. Ya se ha visto obligado a cambiar tres veces de ministerio y también por segunda vez logró derrotar el pedido de juicio político liderado por la oposición de extrema derecha y derecha con todas las huellas dactilares de Washington.

En Chile, la situación es similar, aunque las peculiaridades locales pueden confundir a los más ingenuos. Un mes después de asumir el cargo, en marzo de 2022, Gabriel Bóric ya enfrentaba manifestaciones y vio desplomarse su popularidad a una velocidad nunca vista en todo el mundo democrático. El cambio de humor en las calles de Chile recuerda a las manifestaciones de junio de 2013 en Brasil, cuando una protesta de jóvenes contra el aumento de las tarifas del transporte público en São Paulo fue secuestrada por la derecha y la extrema derecha brasileña, con el objetivo de derrocar a los entonces la presidenta progresista Dilma Rousseff.

En ese momento, se creía que las manifestaciones eran legítimas. Llegó el momento de demostrar que, también en este caso, estaban presentes las huellas dactilares de la “élite del atraso” brasileña y las del Tío Sam.

Bóric aún enfrentará muchos problemas, porque Chile tiene por delante el referéndum sobre la nueva Constitución, que reemplazará a la Carta vigente desde la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990). La nueva Constitución incluye lo que se denomina un “catálogo de derechos” para atender la demanda de los chilenos por una mayor igualdad social. Una situación que obviamente no le interesa a la élite chilena y mucho menos a la de Estados Unidos, que siempre prefiere ver “peligro comunista” donde sólo está el interés de la mayoría de la población.

Aun habiendo señalado, en su discurso posterior a la victoria, que espera una relación franca y abierta con Estados Unidos, Gustavo Petro sabe que el apoyo a su gobierno sólo será posible gracias a la movilización popular. Por eso en estos casos y también en Colombia, la lección tiene nombre y apellido: movilización popular. Donde esta movilización fue débil o no existió, como en Brasil, el resultado es dolorosamente conocido.

 

3.

Gustavo Petro y Francia Márquez enfrentaron, por parte de los medios corporativos colombianos, una de las campañas más mentirosas y sórdidas jamás escuchadas. De hecho, los medios corporativos latinoamericanos, como los brasileños, luchan por un trabajo permanente contra los intereses de sus países y sus poblaciones. Desde el momento en que se lanzó la candidatura, fruto de un importante movimiento popular y social, los medios corporativos colombianos intentaron colocar la etiqueta de “guerrillero peligroso” a Gustavo Petro y a su vicepresidente, Francia, militante de las causas ambientales, la duda sobre su competencia o calificación, por ser una mujer negra y pobre.

Lo que este medio trató de ocultar, hasta el último momento, es que una de las primeras medidas que tomó el economista Gustavo Petro, como alcalde de la capital colombiana, fue prohibir el porte de armas en la ciudad e iniciar el debate sobre el desarme en su pais. Su participación en la lucha contra los gobiernos fascistas de su país quedó atrás.

Colombia vive desde hace décadas una guerra civil no declarada, con cientos de muertes de civiles cada mes, especialmente de líderes populares y sociales, sin que los gobiernos tomen medidas efectivas. Y si al término de sus ocho años de gobierno (2010-2018), José Manuel dos Santos accedió a formalizar el Acuerdo de Paz, mediado por varios países latinoamericanos, para poner fin a la matanza permanente que vivía Colombia, el actual El presidente, Iván Duque, desconocía el asunto.

José Manuel dos Santos, por cierto, recibió el Premio Nobel de la Paz 2016 por esta iniciativa. En el gobierno de Iván Duque, solo en 2021, más de 140 activistas de derechos humanos fueron asesinados. A ellos se suman los cientos de muertos de gente corriente, desde que los grupos de extrema izquierda entregaron las armas, pero no hicieron lo mismo los militares y paramilitares de extrema derecha, que siguieron actuando con total tranquilidad.

Por no hablar de las permanentes denuncias de “falsos positivos”, líderes populares colombianos asesinados casi a diario, pero presentados por los responsables de seguridad como “subversivos muertos en combate”. Farsa cooptada por los medios corporativos, que garantizaron un amplio espacio para esta noticia, aunque los familiares de los asesinados tuvieran todas las pruebas en contrario. De ahí el nombre de “falsos positivos”, con el que comenzaron a ser designados por la población.

De estos grupos de extrema derecha, por ejemplo, las diversas amenazas de muerte que recibió Gustavo Petro a lo largo de la campaña. Por momentos, la situación llegó a ser tan grave y tensa que el candidato del Pacto Histórico tuvo que cancelar compromisos o incluso suspender la campaña por varios días.

Nada de esto tuvo la menor gravedad por parte de los medios corporativos colombianos, que prefirieron, a lo largo de la primera vuelta electoral, exaltar las virtudes del candidato situacionista Federico “Fico” Gutiérrez, exalcalde de Medellín, apoyado también por el expresidente Álvaro Uribe, principal líder de la extrema derecha en el país. El exalcalde de Medellín tuvo presencia permanente en periódicos, estaciones de radio y televisión, mientras que las actividades de Gustavo Petro fueron silenciadas o abordadas negativamente.

Algo que también sucede en los medios corporativos brasileños cuando se trata de los demás candidatos a la presidencia de la República y la candidatura del expresidente Lula.

editoriales de periódicos brasileños Estado de São Paulo, Folha de S. Pablo e El Globo, siempre críticos con Lula y sus propuestas de gobierno, defensores de una “tercera vía” o incluso simpatizantes de Bolsonaro, muestran que el desempeño de los medios colombianos es el mismo que el de los medios aquí.

 

4.

Las similitudes incluso van más allá. En la recta final de la primera vuelta, cuando Gustavo Petro tenía posibilidades de ganar, la élite colombiana cambió de estrategia. Abandonó la candidatura de “Fico” Gutiérrez, al identificarse con la situación, y comenzó a descargar su apoyo a favor de Rodolfo Hernández, quien hasta entonces contaba con solo el 10% de las intenciones de voto.

Cruce entre Bolsonaro y Moro, Hernández fue rebautizado por los medios colombianos como “la tercera vía”, alguien capaz de ofrecer una alternativa fuera de los “extremos”. La gran mentira, que este medio una vez más ha intentado predicar sin éxito a la población colombiana, se refiere a que el ultraderechista Hernández es presentado como una persona de centro. Más aún: ser presentado como un ingeniero competente, un próspero hombre de negocios, una persona aversiva a la política y un verdadero enemigo de la corrupción.

Pero Hernández también fue alcalde de Bucaramanga, la capital del distrito de Santander, donde pesan decenas de denuncias de corrupción. Por cierto, el propio nombre del partido por el que decidió postularse es una trampa para los incautos: Liga de Gobernadores Anticorrupción.

Fue Hernández quien disputó la segunda vuelta con Petro. Cualquier similitud con lo que hicieron los medios corporativos aquí, en las elecciones de 2018, con Bolsonaro, no es mera coincidencia. Cualquier similitud con lo que se intentó hacer con el exjuez parcial Sérgio Moro y con la Operación Lava Jato para las elecciones de este año tampoco es mera coincidencia. Las estrategias de las élites latinoamericanas y sus jefes de Washington ni siquiera son originales.

Aunque no era original, estaba claro que el plan para evitar la victoria del Pacto Histórico en primera vuelta había funcionado. Peor aún: las primeras encuestas sobre la segunda vuelta en Colombia indicaban empate técnico o incluso Hernández al frente. Sin entrar en los méritos de estas encuestas y también en las peculiaridades que involucran a Colombia, ¿cuál es la lección que los brasileños debemos sacar de este episodio?

Por muy cerca que parezca la victoria en la primera vuelta, es necesario no celebrar antes de tiempo. Hay que tener en cuenta que el oponente es astuto. Si no es posible ganar en la primera vuelta, recuerde que la segunda vuelta es otra elección y mucho más complicada. El juego sólo acaba cuando acaba, como diría un entrenador de fútbol de acacia.

 

5.

Los colombianos tenían todo que temer por la victoria de su candidato progresista. Solo recuerda que allí la votación no es obligatoria ni electrónica. Históricamente, siempre ha habido innumerables denuncias de corrupción en las elecciones, ya sea en el conteo de votos o por la acción de milicianos en el sentido de impedir violentamente la asistencia a los lugares de votación de poblaciones de zonas rurales o pequeñas localidades.

¿Qué hizo la campaña del Pacto Histórico? Sin estridencias, trabajó intensamente con estas comunidades. Al mismo tiempo, trató de ganarse el apoyo de candidatos derrotados en primera vuelta como “Fico” Gutiérrez y el exalcalde de Medellín, Sérgio Fajardo, quien se postuló por el Partido Verde, línea auxiliar del situacionismo. Gutiérrez, aun habiendo sido rebasado en el último momento por Uribe y Duque, prefirió irse con la extrema derecha.

Fajardo terminó protagonizando uno de los episodios más ridículos de la campaña electoral colombiana. Invitado a unirse a Petro, prefirió ofrecer su apoyo a Hernández, quien lo rechazó. Se desconoce si Fajardo fue a París. ¿Podría ese destino, en términos brasileños, aguardar a Ciro Gomes?

Los votos que la derecha y la extrema derecha apostaron a que le faltaría al Pacto Histórico provinieron precisamente de las regiones más pobres y de los votantes más humildes: mujeres, negros e indígenas. Fue el compromiso reforzado de Petro con una Colombia libre y soberana y, sobre todo, con los más humildes, lo que hizo posible que la esperanza venciera al miedo en la segunda vuelta. Que estas lecciones no se olviden.

* Ángela Carrato é periodista y docente del Departamento de Comunicación de la UFMG.

Publicado originalmente en el sitio web viomundo.

 

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