Liborio Justo

Liborio Justo. Arte: Marcelo Guimarães Lima
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por CRISTINA MATEU*

Entrada sobre el revolucionario argentino del “Diccionario de marxismo en América”

Vida y praxis política

Liborio Justo (1902-2003) nació en la oligarquía argentina a principios del siglo XX. En una autobiografía temprana (prontuario, 1940), presenta las raíces, tramas y lazos políticos que marcaron su vida, describiendo cómo generaciones de su familia se vincularon a procesos y personajes de la historia nacional.

Uno de sus bisabuelos llegó a la Argentina en 1829, durante la guerra entre unitario e federal (entre 1820 y 1853), convirtiéndose en terrateniente. Su abuelo paterno, nacido en Corrientes, fue diputado, poeta, historiador, masón, autor del primer Código Rural Correntino y, brevemente, gobernador de esta provincia (1871). Su abuelo materno, hijo de españoles, ingresó al Cuerpo de Cazadores, encargado de la lucha contra los indígenas araucanos en la frontera sur, habiendo participado posteriormente en la Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay, en 1865. Sus padres pertenecían a la antigua familias de propietarios, tierras “decadente”, pero orgullosas de su posición social y deseosas de recuperarla.

Su padre era capitán del ejército, por lo que la familia se instaló cerca de Campo de Mayo (zona militar cercana a la capital federal), período que él recordaría como años de aislamiento social. El joven Justo aún vivía bajo el excesivo cuidado de familiares y empleados, en un ambiente de fuerte sentimiento religioso, que lo asfixiaba.

En 1911 ingresó al Colegio La Salle de Buenos Aires, habiendo odiado tanto la escuela como la ciudad. Su interés por la literatura y sus actitudes extravagantes fueron su respuesta a una educación que consideraba “libresca e indigerible”, enfrentándose a los privilegios sociales de un entorno aristocrático y religioso que rechazaba. Sus preocupaciones eran sobre el origen de la vida, el mundo, el destino del hombre y su propio destino, las expresiones americanistas que descubrió, rechazando las inclinaciones europeístas de su familia.

En esa época se dedicó seriamente a la lectura de autores rusos, como Dostoievski, y latinoamericanos, como Horacio Quiroga, además de participar en competencias deportivas. El escaso y confuso conocimiento del joven Justo sobre la situación mundial al comienzo de la Primera Guerra Mundial lo llevó a admirar la fortaleza de Alemania ya ignorar los acontecimientos sociales que sacudieron a la Rusia zarista.

En 1918 ingresó a la Facultad de Medicina, impulsado por su familia. Eran los tiempos de la lucha estudiantil por la Reforma Universitaria, con la toma de universidad nacional de cordoba, y la intensificación de las luchas obreras que estallarían en la huelga insurreccional conocida como Semana Trágica. La agitación universitaria y la confraternización con jóvenes de diferentes sectores sociales abrió una nueva perspectiva para sus inquietudes y búsquedas. Fue candidato a diputado, lo que le permitió estrechar lazos con estudiantes de derecha e izquierda. Durante este tiempo, se dedicó a la fotografía y escribió sus primeros artículos sobre temas universitarios.

Avanzó en los estudios de medicina, continuando su militancia con el centro académico; se convirtió en asistente de vacunación y asistente de laboratorio. La agitación universitaria de la Reforma, que proponía la destrucción de la vieja universidad y la construcción de un mundo nuevo, lo acercó al llamado Nueva generación - quien cuestionó la Primera Guerra Mundial y dio la bienvenida a la Revolución Socialista en Rusia. En medio del movimiento estudiantil, viajó con su padre a Chile, acercándose a las huellas indígenas del camino Inca y conmoverse por el imponente paisaje montañoso del Aconcagua y la Patagonia. Esta fue una de las veces que salió de la Facultad, en la que no estaba interesado.

A pesar de abrirse a nuevos horizontes políticos y sociales, entre 1921 y 1924 permaneció atrapado en un entorno social que despreciaba. Los sentimientos contradictorios que generaba su condición de intelectual burgués le hicieron actuar con frivolidad, aunque sus reflexiones se vieron reforzadas por la lectura de escritores como Jack London, Kipling, Joseph Conrad (interesándose por la cultura anglosajona y el arte del Renacimiento italiano).

El regreso a la carrera de Medicina lo puso nuevamente en contacto con la Nueva generación y el movimiento reformista –en cuyos debates se denunció la expansión imperialista de Estados Unidos en México y Centroamérica. Esto lo llevaría a estudiar la historia de América del Sur y empezaría a plantearse la posibilidad de una revolución continental como solución a los problemas sociales.

El nombramiento de su padre como Ministro de Guerra en 1922 hizo que este joven rebelde se retirara. Su refugio fue el estudio de la historia de Argentina y América Latina, cuyos países estaban sujetos a los intereses expansionistas de EE.UU. y sus Doctrina Monroe. En 1924, con motivo del centenario de la Batalla de Ayacucho, viajó con su padre al Perú, junto a la comitiva oficial, participando de opulentos festejos. En este país constató la miseria y opresión de las masas indígenas y mestizas, comprobando el mal estado impuesto por el dominio colonial e imperialista a estos territorios, que habían sido el centro del gran Imperio Inca y donde aún quedaban vestigios de los antiguos. . ayllus origen (forma de organización social comunitaria).

En 1925 zarpó desde el puerto de La Plata rumbo a Tierra del Fuego, recorriendo las provincias de Santa Cruz y Chubut, visitando el campo petrolero de la empresa estatal Depósitos Fiscales de Petróleo. Partió nuevamente hacia el Norte Argentino, atravesando Entre Ríos, Corrientes y Misiones. En este nuevo itinerario, escucha el idioma guaraní y descubre la naturaleza exuberante de la selva. Siguiendo por el Alto Paraná hasta las Cataratas del Iguazú, se encontró con el menso – trabajadores contratados para trabajar en ingenios y plantaciones de yerba mate, tratados como “verdadero ganado humano” –, escuchando denuncias de explotación y esclavitud. En el camino, se cruzó con tenientes rebeldes brasileños, provenientes de la Revuelta Paulista de 1924, a través de los cuales conoció al General Isidoro Dias Lopes y al Columna por Luis Carlos Prestes.

Sin recursos para continuar con sus aventuras, se inscribió como electricista en Productos internacionales, de Asunción, una empresa estadounidense que explotaba severamente a sus trabajadores. Cuando llegó a su destino, no era electricista, sino cargador de bolsas de tanino; enfermó, volvió a Asunción y siguió rumbo a Buenos Aires.

En 1925 participó en la celebración del centenario de la independencia de Bolivia, como miembro de la delegación argentina, ya consciente de los conflictos regionales, los intereses de las empresas petroleras yanquis y el estallido de la Guerra del Chaco. En ese momento, el Nueva generación y creció el movimiento reformista, reuniendo a figuras latinoamericanas que calificaría de románticas, razón por la cual no se integró del todo.

Al año siguiente, zarpó hacia Liverpool, pero tuvo que redirigir su destino a España y Francia. En París participó en una manifestación por la libertad de los trabajadores condenados a muerte en EE.UU.; y fue allí donde comenzó a leer sobre la Unión Soviética y se interesó por las figuras de Lenin y Trotsky. Su viaje continuó por Italia, donde su atención se centró en la grandeza artística en lugar de la represión fascista de Mussolini. Posteriormente, fue designado secretario de una misión diplomática argentina en Washington; aunque preocupado, viajó a los Estados Unidos. A pesar de todo su cuestionamiento juvenil de la política estadounidense, quedó deslumbrado por la modernidad, la practicidad y la mecanización, el bullicio de la vida y el bienestar social. El trabajo ocupaba poco de su tiempo, por lo que pudo visitar varios estados y también barrios afroamericanos, comprobando las precarias condiciones sociales y el racismo en particular.

En 1928, viajó nuevamente por territorio argentino, ahora por la Patagonia, registrando sus grandes estancias (fincas), en su mayoría inglesas. Su espíritu aventurero lo llevó a rechazar el trabajo burocrático, prefiriendo los servicios prácticos. Insatisfecho y con poca autonomía económica para vagar por donde lo llevara su curiosidad, el joven Justo se dedicó entonces al estudio de la historia nacional.

Su posición antiimperialista, ensombrecida, cuando viajó a Estados Unidos, por una visión democrática evolucionista, reaparecería cuando obtuvo una beca para investigar las ideas e instituciones estadounidenses; antes de partir, decidió emprender su “verdadero viaje de osadía”: ir a Tierra del Fuego y Chile, donde descubrió las condiciones de hambruna de los indígenas. Su nueva estancia en USA le permitió visitar muchos estados y universidades, tomando contacto con varios intelectuales; allí defendió el derecho argentino a las Islas Malvinas y la Antártida, y cuestionó el panamericanismo impulsado por el poder norteamericano.

Para ese momento, la bolsa de valores de Wall Street ya se había derrumbado y Liborio Justo descubrió que la gente allí todavía no tenía idea de la gravedad de la crisis, considerándola un “escollo pasajero”. Sus paseos por las zonas más pobres -de negros y latinoamericanos- en el barrio revolucionario de Union Square – le permitió comprobar el fuerte racismo contra los negros. Y le preocupaba la creciente penetración y dominación de Estados Unidos en América Latina, con la farsa del “buen vecino”.

En ese momento, también se vio afectado por la noticia del golpe militar argentino, en 1930 (contra el gobierno de Hipólito Yrigoyen). Esperaba reacciones críticas y revolucionarias de la juventud de Nueva generación, pero la pasividad de sus principales figuras lo defraudó. Creía que era necesario construir un partido político al estilo de Alianza Popular Revolucionaria Estadounidense (APRA), se orientó hacia la unidad antiimperialista ante el avance de Estados Unidos, pero se sintió desalentado por la pobre respuesta al golpe de los líderes del Partido Socialista. Ante esta situación, volcó sus esfuerzos a la labor periodística, con artículos breves y anónimos que aparecían en la sección “Noticias” del periódico. La Prensa.

La nueva situación argentina le hizo percibir nuevos temas que, junto a un conocimiento más exhaustivo de la URSS y de la Tercera Internacional, lo llevaron a reformulaciones ideológicas. Las contradicciones generadas por el triunfo electoral de su padre como presidente del país lo presionaron; su familia lo obligó a continuar sus estudios de medicina ya aceptar un cargo municipal (que pronto abandonó).

El estudio sistemático del materialismo histórico le permitió cuestionar muchas de sus ideas previas: replanteó el papel del proletariado para la unidad de América del Sur, la escasa efectividad de los postulados del movimiento reformista para destruir el trasnochado régimen capitalista, y la decisiva importancia de participar y conocer el carácter de la lucha de clases en el proceso revolucionario. También descubrió, práctica y teóricamente, la peculiaridad e incidencia del imperialismo en su continente.

No encontró afinidad con los partidos revolucionarios americanos, considerándolos ajenos e ignorantes de los problemas socioeconómicos de sus propios países; creía que los partidos comunistas de América estaban más atentos al proceso soviético y las demandas del nacionalismo ruso que a sus propios problemas. Insistió en que el internacionalismo marxista debe estar enraizado en las realidades nacionales.

Después de la publicación de tierra maldita, en 1932, se fue a USA con la idea de presentar su libro en Nueva York. Durante la visita, notó el desánimo y el derrumbe de una ciudad en ruinas, que contrastaba con el ambiente de prosperidad y confianza que había visto antes. Grabó en fotografías los negocios quebrados, los miles de parados amontonados en las plazas, las casas abandonadas. Sin embargo, las manifestaciones y publicaciones de los revolucionarios socialistas crecieron, poniendo en jaque la estructura preexistente. La crisis estadounidense generó una efervescencia de debates, exposiciones, acciones políticas y artísticas, que reunió a artistas, profesores y escritores. Presenciar este proceso de destrucción de las gigantescas fuerzas productivas de EEUU le permitió reafirmar la tesis de Marx sobre la “anarquía de la producción capitalista”.

Al regresar a Buenos Aires, entró en contacto con el Partido Comunista Argentino (PCA). Sin embargo, pronto criticó lo que consideró una falta de ideales nacionales y americanos en este partido -necesarios para impulsar un proceso revolucionario- y cuestionó la política de "frentes populares", que establecía una alianza con la supuesta "burguesía nacional". De todos modos, se unió a la Grupo de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores (AIAPE), escribiendo, dando conferencias y exhibiendo fotografías. Simultáneamente, comenzó a reunirse con seguidores de Trotsky en Argentina.

Mantuvo una relación con su padre, el entonces presidente Agustín Pedro Justo, “con resignación y filosofía” hasta 1936, cuando el mandatario argentino recibió al estadounidense FD Roosevelt –cuando Liborio Justo interrumpió el discurso del visitante con un grito (“Abajo el imperialismo !”), osadía que le valió unos días en la cárcel. A partir de entonces, Liborio Justo encabezaría los debates políticos y escribiría sus textos bajo el seudónimo de Quebracho.

En 1936 rompe con el PCA, con su “Carta Abierta a los Compañeros Comunistas”, publicada en la revista Claridad, en el que planteó la necesidad de construir una nueva Internacional Comunista (IC). Su fugaz acercamiento al comunismo, cuando ya era crítico con las posiciones estalinistas del PCA, fue simultáneo a sus vínculos con los partidarios del trotskismo. Los trotskistas en Argentina habían formado un primer grupo de Oposición de Izquierda, nacido de una escisión en el Partido Comunista; pero Justo se unió a otro grupo trotskista, junto a Héctor Raurich, Antonio Gallo, Mateo Fossa, Aurelio Narvaja, Nahuel Moreno y Jorge Abelardo Ramos. La perspectiva de Justo se centró en una revolución social de unidad latinoamericana contra el imperialismo estadounidense. Sus críticas iban dirigidas no sólo al comunismo alineado con la Tercera Internacional, sino también a las diversas corrientes trotskistas que, según su posición, no entendían el aspecto nacional y latinoamericano.

Algunas corrientes trotskistas lograron unificarse, en 1935, en la Liga Comunista Internacionalista. En esta nueva organización, Liborio editó una revista para dar a conocer el grupo, Nuevo curso, y luego a Inicio, hasta 1941. Quebracho fue uno de los polemistas más dinámicos en ambas publicaciones. Su texto “Cómo salir del pantano” contenía críticas incisivas a la reagrupación, refiriéndose a la ¿Qué hacer?de Lenin, y Revolución Permanente de Trotsky.

Con la Liga Comunista fragmentada, en 1939, Justo publicó como Quebracho una serie de folletos, bajo el sello Trabajador de Acción, y el periódico La Internacional, que luego se llamaría la nueva internacional, dando origen al Grupo Obrero Revolucionario, formado por estudiantes platenses y anarquistas. Las intensas discusiones sobre el tema de la liberación nacional y la caracterización de la estructura económica y social argentina dispersaron al grupo, y Justo formaría entonces el Liga de Trabajadores Revolucionarios (LOR).

En 1941, el secretario internacional de la Cuarta Internacional, Terence Phelan (Sherry Mangan), llega a la Argentina con la intención de unificar las diversas agrupaciones trotskistas. Sin embargo, las posiciones y los términos utilizados en el Liga de Trabajadores Revolucionarios sobre “liberación nacional”, “imperialismo” y “guerra” fueron cuestionados y terminaron por no aprobarse. Quebracho respondió de inmediato a estas preguntas, afirmando que los críticos desconocían las condiciones de represión y persecución política impuestas por el gobierno conservador. Hubo, entonces, una ruptura con la dirección de la IV Internacional, que repercutió en la disolución de la Liga de Trabajadores Revolucionarios en 1943.

Liborio Justo cuestionó la posición del trotskismo latinoamericano ante la decisión unilateral del Partido Socialista de los Trabajadores [Partido Socialista dos Trabalhadores] (SWP) de excluir a la LCI de México de la Cuarta Internacional, y luego cuestionó al mismo Trotsky, acusándolo en su libro León Trotsky y Wall Street (1959) de haberse convertido en aliado del gobierno burgués de Lázaro Cárdenas y en informante del gobierno estadounidense.

Habiendo abandonado sus intentos de construcción colectiva y de organización de un nuevo CI, inicia un período de reclusión en el interior del país (1943 a 1959). En 1955, bajo el seudónimo de Lobodón Garra, con el romance río abajo reanudó la publicación de sus escritos, a los que siguió una serie de ensayos histórico-políticos y de crítica literaria.

Liborio Justo se mantuvo lúcido y activo hasta su muerte, en 2003, a la edad de 101 años, manteniendo en consecuencia su rebelión precoz contra su propia clase y contra la opresión social.

Aportes al marxismo

Aunque de linaje oligárquico, Liborio Justo dedicó su vida a “combatir la caduca oligarquía conservadora”. Rompió con una educación definida por él como “religiosa y aristocratizante” y, tocado por la Reforma Universitaria y la Revolución Soviética, inició un camino en el que profundizó la mirada crítica sobre sus propios orígenes y las condiciones sociales de su nación y continente. La comodidad económica le proporcionó los viajes y el acceso a la preparación teórica; su afán de saber, de entender el mundo, lo acercó al marxismo.

En sus cien años de vida ha desarrollado múltiples facetas: viajera, trabajadora en los quebrachales (campos de extracción de madera), política, periodista, fotógrafa, ensayista, novelista y, siempre, polemista. Fueron Quebracho y Lobodón Garra, heterónimos que adoptó como ensayista político y escritor, respectivamente.

Liborio Justo identificó el núcleo de los intereses económicos de la oligarquía argentina y sus vínculos de subordinación con los imperialismos. Partiendo de un análisis de la estructura económica y social, completó su recorrido teórico con un estudio crítico de la historia argentina y latinoamericana. A través de viajes por las regiones más olvidadas del país, conoció las formas de explotación, racismo y discriminación impuestas por la clase dominante argentina a las comunidades nativas. Recorriendo varias regiones productivas pudo constatar la penetración del imperialismo británico y estadounidense, que con la complacencia de las élites dominantes abrieron las puertas al saqueo de estos capitales extranjeros.

Analizando la estructura socioeconómica y la realidad nacional, observó la importancia esencial de las comunidades indígenas para la identidad de la nación, a través de su heroica lucha en defensa de sus territorios, su libertad, sus propias identidades y recursos -subyugados por el colonialismo y, posteriormente, por las élites terratenientes como así como por el imperialismo.

La caracterización de la estructura económica y social de Argentina y de América Latina en su conjunto fue uno de los puntos en los que su análisis se diferenció de los partidos comunistas y de las distintas corrientes del trotskismo argentino y latinoamericano, aspecto esencial que entendió tanto en sus viajes por las zonas rurales atrasadas, así como en su estudio crítico de la historia liberal (visión distorsionada que impuso la idea de una Argentina “blanca”, exaltando al gaucho como símbolo de nacionalidad).

En ese momento, ni los militantes del partido comunista ni los trotskistas cuestionaron la visión liberal de la historia oficial, minimizando o ignorando las condiciones de explotación del trabajo rural, generalmente realizado en condiciones precapitalistas, ignorando la complejidad de las cuestiones sociales y laborales en las zonas rurales. ; concentraron su acción política en los trabajadores asalariados de las zonas urbanas (donde, sin embargo, el desarrollo industrial aún era escaso). Justo los cuestionó así por no abordar los problemas locales.

La perspectiva antiimperialista de Justo parte de los principios reformistas de Nueva Generación, acercándose a Haya de La Torre y Scalabrini Ortiz. Sin embargo, estas posiciones se estrecharon cuando comenzó a profundizar en el conocimiento de la teoría leninista del imperialismo, en un período en el que el orden internacional estaba cambiando, debido al recrudecimiento de la crisis mundial y la inminencia de la guerra mundial.

La cuestión de la penetración imperialista fue otro eje esencial de las diferencias con los partidos de izquierda: no sólo la estructura socioeconómica, sino también la penetración de potencias extranjeras determinaron la caracterización que hace Justo de la Argentina como un país "semicolonial" -primero, por la injerencia de Gran Bretaña, luego de los Estados Unidos. Consideró la liberación nacional un punto esencial en la lucha revolucionaria, y este fue uno de los temas más profundos y radicales que lo alejaron de las corrientes trotskistas, que negaban la importancia del imperialismo.

Su antiimperialismo también lo alejó de la perspectiva comunista proestalinista y de la Tercera Internacional, que promovía el “Frente Único” en alianza con las supuestas “burguesías nacionales”, con miras a derrocar al fascismo; consideró a estas incipientes “burguesías nacionales” incapaces de llevar a cabo la lucha por la liberación nacional, siendo la clase obrera la principal fuerza revolucionaria y antiimperialista. Desde esta perspectiva antiimperialista, Justo también cuestionó la política antifascista del PCA que, por la alianza coyuntural entre la URSS y EE.UU., exaltó la presencia de Roosevelt en la Argentina, calificándolo como un gran "demócrata" y "progresista". .”, cuando en realidad era el presidente de una potencia imperialista.

Outro ponto-chave que o diferenciou das posições socialistas que dominavam o panorama político nas décadas de 1930 e 1940 foi sua convicção de que somente uma revolução socialista permitiria mudanças significativas nas condições políticas e econômicas, processo que deveria ser continental, envolvendo todos os países da América Latina. Sostuvo que tal revolución solo podía construirse en estos países aún dependientes, donde la clase trabajadora no había sido sobornada por las clases dominantes, como había ocurrido en las grandes potencias imperialistas. En los países latinoamericanos era posible una revolución social, ya que sus economías, atrasadas por la deformación impuesta por el imperialismo, aún no habían culminado las tareas “democrático-burguesas” (inconclusas tras el triunfo de las revoluciones independentistas en América Latina).

Comentar la obra

La producción editorial de Liborio Justo y los polémicos artículos publicados en distintas revistas fueron abundantes. La mayor parte de su obra fue publicada, casi sistemáticamente, cuando ya se había distanciado de cualquier intento militar por parte de un partido socialista. Lo que lo movía era la convicción de que tarde o temprano sus opiniones serían conocidas y que, finalmente, triunfarían sus postulados revolucionarios.

La historia de gran parte de sus orígenes, la justificación de la ruptura con su clase y el nuevo camino que lo alejó del núcleo familiar la trazó él mismo en Historia clínica, una autobiografía. (Editorial Fragua, 1940), escrita tempranamente, a los 36 años. En el prólogo de la publicación, afirma que “luchó en busca del camino que llevaría a la liberación de la humanidad, a través de la ruptura con todas las limitaciones a las que le somete el orden existente”, buscando así “la liberación de sí mismo”. ”.

Sus dos novelas tuvieron gran repercusión con motivo de su estreno: La tierra maldita: relatos valientes de salvar la Patagonia y los mares del sur (Editorial Cabaut, 1933), y río abajo (Ediciones Anaconda, 1955) – ambos relatos sociales en los que la minuciosa descripción de la naturaleza nos muestra su interés y conocimiento de la geografía y la fauna (el primero centrado en la Patagonia, y el segundo en las tierras pantanosas estéreos la región conocida como “la costa”, entre los ríos Paraná y Paraguay). Sus relatos son realistas, describen los movimientos cotidianos de sus habitantes, masas oprimidas e ignoradas. río abajo también fue llevado a las pantallas de cine en 1960.

pampas y lanzas (Editorial Palestra, 1962) es una de sus obras más importantes, en la que describe de forma documentada la lucha de los pueblos araucanos en defensa de sus tierras, contra la política de aniquilamiento y sometimiento de la oligarquía argentina, lucha que terminó con la eliminación del indio, el sometimiento del gaucho (convirtiéndolo en peón o soldado) y el establecimiento de la oligarquía ganadera (que luego gobernaría el país).

En el libro A sangre y lanza, el último combate del Capitán Nehuen: tragedia y desventura de la Epopeya del Deseo (Ediciones Anaconda, 1969) relata los pormenores de la batalla contra los indios araucanos en la antigua frontera del desierto pampeano. Basado en investigaciones en documentos oficiales, notas periodísticas y archivos (como el Sociedad Rural), describe la campaña de exterminio contra los pueblos originarios para arrebatarles sus tierras.

Ya pastas y dulces (Edición de la Flor, 1974) presenta cinco relatos que reúnen episodios ocurridos en varios puntos de América entre 1931 y 1935 –“durante los días más dramáticos de la crisis económica mundial”–, como la llegada de multitud de Inmigrantes europeos en Argentina.

Justo también desarrolla la cuestión del gaucho y su exaltación, al analizar la figura de Leopoldo Lugones, en Literatura argentina y expresión americana (Editorial Rescate, 1976), que luego publicó como Cien años de las letras argentinas. (Ediciones Badajo, 1998), obra en la que examina la producción literaria a través de autores que, a su juicio, encarnan las expresiones literarias de las fuerzas sociales que rigen las sociedades latinoamericanas. En el capítulo sobre Lugones, escudriña la política de las clases dominantes argentinas -que prebendó a jóvenes intelectuales supuestamente progresistas, favoreciéndolos con cargos remunerados y asfixiando sus ideales revolucionarios- y denuncia el oportunismo de Leopoldo Lugones, que abandonó el camino rebelde para convertirse en el “bufón-poeta” de la oligarquía.

Em Estrategia revolucionaria: lucha por la unidad y por la liberación nacional y social en América Latina (Editorial Fragua, 1956) describe una minuciosa historia del trotskismo en la Argentina, cuestionando duramente a sus dirigentes y posiciones, estableciendo las pautas que debe seguir la “vanguardia proletaria de los países coloniales”, y apuntando a la “revolución agraria y antiimperialista”. como parte de un proceso de “revolución permanente”.

Otro de sus polémicos libros, que dividió las aguas de las corrientes trotskistas argentinas, fue León Trotsky y Wall Street (Editorial Gure, 1959), en el que caracteriza al líder ruso como un centrista “más cercano a los mencheviques que a los bolcheviques”, que sólo coincidió con Lenin durante la caída del zarismo, siguiendo una “práctica sistemática del oportunismo”. Cabe señalar que Justo, considerado uno de los fundadores del trotskismo argentino, fue, sin embargo, un ácido crítico de Trotsky, cuestionándolo por su inconsistencia y desconocimiento de los problemas latinoamericanos. Según el marxista argentino, el “imperialismo yanqui” era para Trotsky “el imperialismo bueno, que lo ayudó activamente en su lucha contra Stalin y acogió sus artículos, que siempre fueron publicados de manera destacada en Estados Unidos”.

Em Nuestra patria vasalla, historia de la colonia argentina [5 tomos] (Editorial Schapire, 1968/1993), materializa su aspiración de reescribir la historia nacional. Desde hace más de dos décadas publica esta magna obra en la que analiza la historia del país, desde la época colonial hasta la última dictadura militar, fundamentando su caracterización de la Argentina como un país “semicolonial” sometido a los intereses de la tierra dominante. clases propietarias y a los imperialistas, primero de Gran Bretaña, luego de los EE.UU. Con su reelaboración de la historia nacional, crítica a la historia oficial-liberal, fundamenta su propuesta política revolucionaria y su ruptura con el orden aristocrático familiar.

En el libro Bolivia: la revolución derrotada (Cochabamba: Rojas Araújo Editor, 1967), Justo elabora un análisis que parte del Imperio Inca y va hasta la derrota de la revolución. Las ideas más importantes que desarrolla aquí se refieren a la formación económica y social boliviana, en debate con quienes consideraban a la sociedad inca como un primitivo sistema comunista. Según su lectura del marxismo-leninismo, evalúa que entre los incas predominaba el “modo de producción asiático” y la “esclavitud colectiva”; y que es necesario que los socialistas conozcan la historia de este imperio, ya que “la población quechua y aymara sigue viva”, aunque deformada por la “cultura colonial y republicana”, constituyendo así un “rico reservorio de la lucha antifeudal y antifeudal”. lucha antiimperialista”.

Liborio Justo también analiza la situación general de Argentina y Brasil en Argentina y Brasil en la integración continental (CEAL, 1983), concluyendo que la relación entre los dos países es fundamental para la unidad latinoamericana; analiza las economías argentina y brasileña y su complementariedad, reafirmando que la liberación e integración de América Latina depende de la integración de ambos países.

La publicación "Subamérica”: América Latina de la Colonia a la Revolución Socialista [2 tomos] (Ediciones Badajo, 1995/1997) aborda inicialmente el período colonial y la dominación inglesa, y luego la dominación yanqui a lo largo del siglo XX.

Em andesía (Ediciones Badajo, 2000), Liborio Justo vuelve a un tema recurrente, al referirse al debate sobre el nombre del continente americano; argumenta que Estados Unidos se apropió de la palabra “América”, y que la denominación “América Latina” no es apropiada, ya que la población estadounidense “está compuesta por indios y negros oprimidos, para quienes el término 'latino' es sinónimo de las naciones opresoras ”. Así, propone el nombre Andesia, que surge del reconocimiento del valor de la cordillera andina como elemento estructurador de esta parte del continente.

Póstumamente se publicó su posición sobre la caída de Salvador Allende tras el golpe de Estado de 1973, Así se murió en Chile (Cienflores y Maipue, 2018) – una crónica que contiene declaraciones de fuerzas políticas y partidarias, así como testimonios de trabajadores industriales , en el que explica la agonía del gobierno socialista de Allende, para luego volver a defender la necesidad de una revolución continental para erradicar el imperialismo y establecer el poder obrero.

Otros artículos y documentos tuyos se pueden encontrar en la red, en el caso de Portal Liborio Justo.

*Cristina Mateu. Es profesor de historia económica y social en la Universidad de Buenos Aires. Autor, entre otros libros, de movimiento obrero argentino (En el mar).

Traducción: Yuri Martins Fontes e Carlos serrano.

Publicado originalmente en el Núcleo de Praxis-USP

Referencias


BOSCH ALESSIO, Constanza D. “Los orígenes de la Cuarta Internacional en Argentina: Liborio Justo y el caso del Grupo Obrero Revolucionario y la Liga Obrera Revolucionaria”. Diálogos Revista Electrónica de Historia, v. 18, núm. 1, 2017. Envío: https://revistas.ucr.ac.cr.

BREGA, Jorge. “La fotografía de Liborio Justo”. Revista La Marea, Buenos Aires, núm. 24, 2005. Disp.: https://revistalamarea.com.ar.

COGGIOLA, Osvaldo. Historia del troskismo argentino (1929-1960). Buenos Aires: Centro Editora de América Latina, 1985.

GRAHAM-YOOLL, A. “Un viaje con Liborio Justo por el siglo que termina” [entrevista]. Pagina 12, Buenos Aires, febrero. 1999. Disp.: https://www.pagina12.com.ar.

______. Liborio Justo: alias Quebracho. Buenos Aires: Capital Intelectual, 2006.

MATEU, Cristina. “Liborio Justo, filiación con un rebelde”. Revista La Marea, Buenos Aires, n. 21, 2004. Disponible en http://www.liboriojusto.org.


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