por HENRIQUE BRAGA & MARCELO MODOLO*
“Sellar” comenzó a adquirir un significado figurado: el acto vigoroso de sellar es similar a la acción de anular al oponente, que sería incapaz de reaccionar cuando se enfrentara.
"Quien toma decisiones como hombre de Estado no está detrás de la sellando”. Esta fue una de las impactantes frases pronunciadas recientemente por el ministro de Hacienda, Fernando Haddad (PT), en una sesión de la Comisión de Hacienda y Tributación de la Cámara. En la misma reunión, también le dijo a otro diputado: “Cierra la puerta para escuchar a [los empresarios minoristas] y detente. sello en la red.
En su aparente cruzada contra el sellamiento, el ministro nos hace pensar en cómo el uso del término “sellado” y sus afines puede ser un ejemplo de cómo incluso los cambios lingüísticos ocurren a un ritmo acelerado en medio del exceso de comunicación que experimentamos. En poco menos de una década pudimos presenciar el auge y la caída de este neologismo semántico, que dejó de asociarse al orgullo de grupos discriminados y pasó a ser utilizado estrictamente, por distintos actores políticos, en un sentido peyorativo.
Primer acto – “sellado” y “volcado”
La posibilidad de asociar palabras por similitudes en su significado permite clasificarlas en lo que los estudios lingüísticos denominan “campo semántico”. Para comprender la aparición reciente del término “sellado”, es importante considerar que, hacia mediados de la década pasada, no surgió solo, sino además de otro término del mismo campo: “listado”. Ambas palabras (además de sus cognados, como “sello” y “tombar”), en estos contextos de uso, pueden asociarse a la idea de “confrontación”.
En el caso del verbo “tombar”, se hizo recurrente que su uso tuviera un complemento acusativo implícito, identificado con las barreras utilizadas para conformar cuerpos no hegemónicos (negro, femenino, maricones). Vestir ropas y maquillajes llamativos o peinados deportivos de origen africano son ejemplos de prácticas vinculadas a la noción de “tumbling”, pues se trata de estrategias de autoafirmación utilizadas para, metafóricamente, “voltear” (“tumble”) las restricciones de una sociedad excluyente. .
De manera similar, “sellar” también comenzó a adquirir un significado figurado: el acto vigoroso de sellar es similar a la acción de anular al oponente, que sería incapaz de reaccionar cuando se enfrentara. En la letra de “Bixa Preta”, publicada en 2017 por la artista Linn da Quebrada, el letrista explica este enfrentamiento: “Cuando ella pasa/ Todos se ríen de su cara, pero si prestas atención/ Presta mucha atención/ Siéntate y mírala tu destrucción”. Luego, en la misma letra, agrega: “Caen, cierran, causan/ Son mucho sellado”.
En un proceso de especialización del significado, “sellar” comenzó a referirse más específicamente al universo discursivo, es decir, algo así como “presentar argumentos irrefutables, poner fin a una discusión”, especialmente en debates en entornos virtuales. Lo que era “irse sin reacción” (contenido por un sello, cierre) se convierte en “irse sin respuesta”. En este sentido, como forma de resistencia a una historia de sufrimiento y discriminación, la llamada “generación del tombamento” buscó anular al oponente, con el “precinto” como una de sus estrategias.
Segundo acto: la reacción conservadora
Como neologismos semánticos, “lacração” y sus afines parecen posicionados ideológicamente, ya que están asociados con agendas que, en la realidad brasileña, son incorporadas en su mayoría por grupos de izquierda. Como resultado, la popularización de estas palabras tuvo como uno de sus efectos la descalificación de los propios términos por parte de sus antagonistas, posicionados en la derecha en el debate público.
En las redes sociales se ha vuelto frecuente la expresión “sólo quieres sellarlo” para rebatir posiciones en defensa de la igualdad y la diversidad. Como ejemplo, citamos una de las críticas dirigidas al actor Maicon Rodrigues, cuando asociaba la menor proyección de los cantantes negros con el racismo: “El caso de esta falsa militancia es que el pueblo sólo quiere 'sello' generar expectación con nombres que están en los medios.
En estos usos, el acto de “sellar” se entiende como un recurso discursivo destinado a llamar la atención, sin relaciones más efectivas con la realidad. El “sellador” sería simplemente alguien que busca ser el centro de atención, Me gusta, visibilidad. Desacreditar el concepto mismo de “sellado”, por tanto, se convierte en una estrategia argumentativa. ad hominem prohibir el debate, ya que los supuestos “selladores” no serían polemistas sinceros y respetables.
Último acto – los selladores son los otros
En el campo llamado progresista, Fernando Haddad no es una excepción al atribuir un significado peyorativo a “sellar”. Recientemente, el ministro Paulo Pimenta acusó al alcalde de la ciudad de Farroupilha de intentar “sello internet” cuando difundió, de manera descontextualizada, un extracto de una llamada telefónica de la autoridad federal.
En ambos ejemplos se observa que la resignificación conservadora logró descalificar el término sellamiento y sus correlatos. Nacidas en una cuna izquierdista para nombrar cierta lucha contra los prejuicios, las palabras quedaron asociadas a la construcción de posiciones impactantes, pero vacías. En este sentido, cualquier oponente, de cualquier matiz ideológico, puede ser considerado un “sellador”, alterando así el significado atribuido a “sellar” en los versos de Linn da Quebrada, citados anteriormente.
Epílogo – “El mundo entero está hecho de cambio”
Como afirmar lo obvio se ha vuelto cada vez más importante, no está de más recordar que sí, las lenguas cambian: el uso cotidiano, la búsqueda de expresividad, los contactos entre grupos y culturas fomentan el dinamismo de una lengua. En este caso concreto, sin embargo, llama la atención la velocidad del cambio.
En una era marcada por la profusión de conexiones, ¿se estaría acelerando también el ritmo de los cambios lingüísticos? En un momento histórico en el que la gente se comunica tanto, ¿pueden cambiar más rápidamente ciertos usos lingüísticos? La historia reciente del término “sellado” nos hace preguntarnos si, como escribió el poeta del siglo XVI, “ya no se cambia como suena”.
*Henrique Santos Braga Doctor en Filología y Lengua Portuguesa por la USP.
*Marcelo Modolo es profesor de filología en la Universidad de São Paulo (USP).
Una primera versión de este artículo fue publicada en Revista de la USP [https://jornal.usp.br/?p=767914].
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