Laberinto de extrema derecha

Imagen: Emir Bozkurt
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por LUIZ MARQUÉS*

Detrás de la libertad de engañar que defiende el populismo de derecha se esconde la inaceptable negación de la dignidad humana, junto con el tratamiento de los recursos naturales como mercancías extractivas para mejorar el beneficio inmediato.

1.

El ascenso de la extrema derecha a nivel internacional desafía la intelligentsia progresivo. Entre las variables destacadas se encuentran la globalización que divide a la sociedad en ganadores y perdedores, el impacto de la profusión de innovaciones tecnológicas, las desigualdades que rompen el pacto entre clases sociales, el desbordamiento de predisposiciones reprimidas en la corrección política, los efectos de la inmigración, la aporofobia y el resentimiento.

Un desorden difuso y muy corrosivo impregna la actualidad. “Hasta 2014, no había partidos de derecha radical en Australia, Canadá, Irlanda, Luxemburgo, Nueva Zelanda, Portugal o España”, destaca el politólogo de la Universidad de Nueva York Adam Przeworski, en crisis de la democracia. Para darle un toque latinoamericano, es posible volver a actualizar la lista regresiva con Brasil (2018) y Argentina (2023).

En muchos países, el foco de las últimas elecciones ha estado en la inmigración. Según el Instituto Gallup, en 2012 y 2014, en opinión del 25% de la población de Australia, el 40% de la de Estados Unidos y el 69% de la del Reino Unido, debería reducirse la inmigración. En ciertos contextos, la discriminación afecta más la definición de los votos que las cuestiones económicas. Incluso porque la percepción de la economía se ve afectada por las lealtades partidistas.

Después de la elección de Donald Trump, los votantes demócratas reconsideraron a la baja su evaluación de sus propias condiciones de vida, mientras que los votantes republicanos revisaron la suya al alza. No es tarea fácil seleccionar los vectores preponderantes en la elección de votos que fortalezcan el nuevo fascismo. Testigos son politólogos, sociólogos, antropólogos, filósofos y psicólogos.

Las dificultades económicas pesan mucho, aunque van acompañadas de otras aflicciones. Con mayores ingresos familiares y menor educación, los trumpistas también son propensos al desempleo y expuestos a la competencia de los inmigrantes y el comercio. La inseguridad influye en la orientación de su voto ante el peligro representado en lo imaginario, más que en lo real. Por otro lado, es indiscutible que vivir en comunidades racialmente aisladas, en peores situaciones de salud, con una movilidad social precaria y una dependencia continua de las prestaciones de la seguridad social son presagios de un pesimismo sobre el futuro próximo y, por tanto, de una identificación religiosa y fiel. Relación ideológica con la ultraderecha.

Las personas que ocupan puestos con tasas de desempleo rotativas tienen más probabilidades de votar en función de factores económicos. Estos son desafiados por los programas de los partidos de izquierda. En Brasil, el contingente del electorado que gana entre uno y dos salarios es el más vulnerable a las fluctuaciones del mercado laboral. Sensible a las propuestas de recuperación, la votación se concentró allí para impedir la expansión del neofascismo y devolver la esperanza al país. El segmento garantizó la victoria para el tercer mandato, bajo el liderazgo de Luiz Inácio Lula da Silva.

Los partidos de derecha radical tienden a apelar al tema de la transmigración, a menudo sin vincular al chivo expiatorio con propuestas de cambios económicos y lucha contra la corrupción política. La ideología de clase y racista no son las únicas categorías de conciencia. La “libertad de expresión” es la artimaña utilizada para propagar el terraplanismo con impunidad. La realidad paralela ataca y deslegitima el conocimiento, para secuestrar al entorno de los creyentes con fábulas culturales que antagonizan la diferencia. Las tesis de distracción simplifican lo complejo y llevan a las masas a una zona de confort.

Adam Przeworski llama la atención sobre los resultados de una interesante encuesta realizada en Europa en 2010 para evaluar la percepción de la gente sobre la tensión social en cuatro dimensiones: (a) pobres y ricos; b) directivos y trabajadores; (c) viejos y jóvenes; (d) diferentes grupos raciales y étnicos. Se esperaba que algunos culparan a los ricos, otros a la administración o a los ingresos desproporcionados de las personas mayores, además de a la inmigración. Pero no.

Las personas con mayores dificultades de subsistencia tienden a localizar la tensión en todos los ámbitos. Quienes perciben alta tensión en una dimensión la visualizan en los otros cuadros. “Culpan a todos (léase: al sistema) porque no saben a quién culpar”, reitera el miembro de la Academia Estadounidense de Artes y Ciencias.

2.

Las versiones conspiracionistas para unificar a los rebeldes con cosas estrafalarias desafían los foros capaces de distinguir la verdad de la mentira, el sentimiento del argumento. El rechazo epistemológico de la verdad en los debates públicos provoca el colapso de la confianza en las instituciones tradicionales (universidades) y presiona la falsa equivalencia de narrativas no equivalentes. “Todas las sociedades exitosas dependen de un alto grado de honestidad para preservar el orden, defender la ley, castigar a los poderosos y generar prosperidad”, subraya el periodista británico Matthew D'Ancona, autor de Posverdad.

La relativización de la verdad rompe el parámetro de la convivencia social y política y fomenta una huida hacia nichos protegidos de la contradicción. Recuerda al consejero que, habiendo negado la presencia ficticia de una multitud en posesión del demagogo de América primero, en la Casa Blanca, hizo un comentario que se convirtió en folklore moderno: "Preferimos hechos alternativos". En Washington y Brasilia, los ex gobernantes fueron los campeones absolutos de noticias falsas. La mala fe, la impostura y la mala educación organizaron el protocolo. La ignorancia adquirió un aura de autenticidad. La violencia recibió el sello de calidad de distopía. La duda de Montaigne dio paso al podio moderno a la certeza teocrática y medieval de Silas Malafaia, enemigo jurado del Estado democrático de derecho.

La xenofobia, el racismo, la intolerancia y toda una serie de prejuicios actúan como combustible para energizar la sinrazón. En Estados Unidos, los inmigrantes alemanes eran “chucrut", los italianos "dagós", El japones "japoneses", los polos "polacos”. Temporalmente, las faltas fueron contenidas por la etiqueta social mediante la “acción civilizadora de la hipocresía”. Cuando se abrió la cloaca, se derramaron estigmas lingüísticos contra quienes buscaban oportunidades en el nuevo mundo. El muro que quería el imperialismo en la frontera con México, la multipolaridad, se derrumba con el pluralismo y una agenda contra el hambre.

El movimiento neofascista, neoliberal y conservador no tiene nada de marginal ni antisistémico. Se trata de una articulación con resonancia en el sistema, señala el juez Rubens Casara en un artículo para El odio como política, libro organizado por Ester Solano Gallego. En resumen, la crítica refleja los síntomas del “derecho legal” que recuerdan a la dictadura cívico-militar: (a) convencionalismo a través de una rígida adhesión a los valores de la costosa clase media; (b) la actitud agresiva que huele a dialéctica del colonizador y colonizado, de dominación y subordinación; (c) pensamiento estereotipado para asimilar las premisas de las que parte; d) La espuria confusión entre el acusador y el juez. La operación Lava Jato demostró su eficacia para cubrir el proyecto lesa-patria, que se especializaba en la difusión de lawfare. El “yo soy el poder” que resuena en los tribunales se alimenta de la excesiva judicialización de la política.

Según el economista JK Galbraith, el Estado de bienestar es el acontecimiento más significativo de los tiempos modernos. El extremismo brucutu aboga por un retroceso histórico al proponer un retorno al “estado de naturaleza” hobbesiano, en el que la acumulación capitalista impone la guerra de todos contra todos y, el darwinismo socioeconómico, intercambia ideales de solidaridad por competencia: Yo = Yo – Tú. En la concepción neoliberal no hay lugar para políticas igualitarias y emancipadoras. La solución a las desigualdades en la sociedad son los esfuerzos conjuntos en las favelas y el voluntariado en las plazas, no el compromiso de las autoridades y la comunidad. La participación social es un deporte.

Los medios de comunicación, Internet, las redes digitales y noticias falsas la robótica es la fuente de manipulación, en ausencia de una legislación local y global sobre el tema. Detrás de esta libertad defendida por el populismo de derecha, para engañar, se esconde la inaceptable negación de la dignidad humana, junto con el tratamiento de los recursos naturales como mercancías extractivas para mejorar el beneficio inmediato. El 1% de los habitantes de Gaia se benefician del modelo depredador, que es social y medioambientalmente insostenible. La asociación con la necropolítica es evidente. Entender, etimológicamente a la vez que / come aprehendido / atrapar, no implica hacer de las personas un objeto para engañar, moldear, maniobrar. El otro es siempre una alteridad necesaria para la constitución de nuestra identidad, construida en un despliegue: Yo = Tú + Nosotros, para salir del laberinto de la extrema derecha. ¡Espanta X!

* Luis Marqués es profesor de ciencia política en la UFRGS. Fue secretario de Estado de Cultura de Rio Grande do Sul durante el gobierno de Olívio Dutra.


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