por LUIZ BERNARDO PERICAS*
Comentario sobre la carrera artística del diseñador y grabador
Un hombre de iras creativas y alucinaciones, un crítico intransigente e inventor de criaturas terribles. Así describió Víctor Casaus al dibujante y grabador José Luis Posada, uno de los artistas gráficos más importantes del siglo XX.
Nacido en Villaviciosa (Asturias) en 1929, conoció de primera mano los horrores de la Guerra Civil española cuando aún era un niño. Huyó con su familia a Francia, pero tras cruzar la frontera fue detenido por las autoridades locales y enviado a un campo de concentración, al igual que miles de sus compatriotas exiliados en ese país. A los 11 años emigró a Cuba. Hizo de San Antonio de Los Baños su nuevo hogar.
Totalmente autodidacta, desarrolló un rasgo fuerte, provocador, versátil, poético, combativo. Un maestro. “Dibujo contra la violencia, la mediocridad, el esquematismo y los imbéciles”. No se puede hablar de la historia de la caricatura política en Cuba sin mencionar su nombre.
Las recompensas económicas nunca fueron su objetivo: “No tengo relación con el mercado. […] Personalmente, no me interesa el mercado de la pintura”, dijo una vez en una entrevista. Y agregó: “En realidad, soy un fracaso económico”. Para él, “el humor es algo profundo. Es incluso trágico. Y la risa también. […] La risa es una forma de liberar la tragedia. No por diversión. Es una lucha de opuestos”.
De hecho, toda la obra de Posada expresa un enorme malestar con la realidad, una indignación con la guerra, un odio al imperialismo. Basta recordar sus series emblemáticas, como Sombrero de copa, El capital, Criaturas insólitas e todavia Francisco Zapico Díaz señaló que Posada presentó al público una panoplia de homúnculos mutilados, personajes decrépitos, capitalistas gordos con chistera, esqueletos, alambres de púas. Imágenes a menudo oníricas y surrealistas (una mezcla de horror y belleza), que denunciaban la alienación del hombre contemporáneo y satirizaban sin piedad a quienes habían contribuido a las desgracias del mundo. Jaime Sarusky, por su parte, enfatizaría los monstruos imaginarios de Posada, sus “animales”, representados por figuras deformes y repugnantes: señores de la guerra, “gorilas”, exploradores. Es decir, todos los que formaron parte de su museo del esperpento.
Puedes encontrarlo en tu bocetos y litografías la influencia de nombres como Picasso, Goya, Bosch, Munch y Grosz. Por momentos, la línea de Posada se parece a la del mexicano Rius. En otros, recuerda ciertos experimentos pictóricos y estilísticos de Moebius. La exploración de diversas técnicas se puede ver claramente en sus obras.
A Posada también lo movía la literatura. Admirador de Gabriel García Márquez y Alejo Carpentier, ilustró como pocos libros de ambos autores (cien años de soledad, de la primera y Por casualidad, de la última). En solo tres meses realizó nada menos que 130 dibujos inspirados en la famosa novela del escritor colombiano. Al respecto comentó: “El mundo de García Márquez es el de La aldea. Pequeña, con burdeles que en el mejor de los casos son una vaca mugrienta. Sientes que te duele el mugido, el sudor. No hay perfumes. Es La Tierra Dura. Hueles El agrio de La vida, que también es hermoso”. Y, recordando el conflicto en su tierra natal, relató un episodio insólito:“Recuerdo a un niño, que después de acabada la guerra, en un pueblo cercano, del lado de Galicia, cuando llegaron los franquistas, se apoderó del pueblo y decidió poner un canario en su jaula, porque había pertenecido a un maestro (que había podido escapar de él). ataque). Y la cagaron porque el maestro le había enseñado al canario a tararear 'La Internacional' y La cantaba clarísima. Y luego, los franquistas lo llevan y lo fusilan contra um árbol em La plaza de La iglesia. Este mundo es macondidiano”.Los temas fundamentales que interesaban a Posada, después de todo, eran“La Fantasía, La Magia, El hombre Mágico; mi hombre en el mago no me dice nada, me interesa la magia. Por eso me siento tan bien en Cuba, porque es un país que afortunadamente nunca perderá su magia”.
Posada participó en la batalla de Playa Girón, la lucha contra bandidos en la Sierra del Escambray y la crisis de los misiles. Era un hombre de acción. Y también un eterno inconformista. Desde que decidió incursionar en el mundo de las artes, ha colaborado con muchas publicaciones de renombre, como juventud rebelde (y sus suplementos humorísticos), La Tarde, Revolución, Bohemia, Casa de las Américas, Pueblo y Cultura, Granma y la que más lo marcó, El Caimán Barbudo, Entre muchos otros. Realizó decenas de exposiciones individuales y colectivas en Cuba y el exterior, en países como Checoslovaquia, México, Rumania, Polonia, Venezuela, Suecia, Nicaragua y España. Y, por supuesto, ganó varios premios de por vida.
Este artista multifacético y “retratista incansable de la condición humana”, que ilustró libros, hizo caricaturas y produjo una importante cantidad de grabados (además de diseñar vestuario para obras de teatro y ser un respetado escenógrafo), lamentablemente aún es poco conocido en Brasil. Queda el deseo de que tu trabajo sea, en algún momento, más difundido y apreciado aquí.
En una entrevista concedida a los 71 años, Posada dijo que “me gustaría ser un hombre de musgo”. Quería volver de una vez por todas a la naturaleza, a la esencia de todo. Su obra sin duda muestra de manera ácida, directa e incisiva todos los horrores e injusticias del capitalismo en el mundo contemporáneo.
* Luis Bernardo Pericas Es profesor del Departamento de Historia de la USP. Autor, entre otros libros, de Caio Prado Júnior: una biografía política (Boitempo).