Diario Nacional, un proyecto de energía

Bhupen Khakhar, Galería de los pícaros, 1993.
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por LAURINDO LALO LEAL FILHO*

Comente el libro recientemente publicado de Angela Carrato, Eliara Santana y Juarez Guimarães

Desde hace 52 años, la democracia brasileña enfrenta uno de sus mayores desafíos: cómo relacionarse con el Jornal Nacional, de la Red Globo de Televisión. Constantemente, de lunes a sábado, Brasil y el mundo son recortados y ofrecidos al público según los intereses de los controladores de esa empresa, invariablemente en desacuerdo con las necesidades reales de la mayoría de la población y la defensa de la soberanía nacional.

No es que esto sea nuevo. Antes de la TV, los diarios y emisoras del conglomerado ya jugaban este papel. La diferencia es que, a partir del 1 de noviembre de 1969, cuando se emitió por primera vez el Jornal Nacional, los recortes ganaron movimiento, luz, colores y voces, en una sofisticada dramaturgia destinada a conquistar corazones y mentes. Obtenido con éxito.

Pero el Diario Nacional no lo hizo solo. Estratégicamente desplegadas entre telenovelas, el producto más exitoso del canal, las utilizó para conquistar a la audiencia, recibiendo a una audiencia casi cautiva, más interesada en el desenvolvimiento cotidiano de las tramas románticas ofrecidas al público, antes y después del diario.

Al consolidarse como la principal cadena de televisión nacional, prácticamente hegemónica, Globo formateó un ideario nacional, capaz de hacer que las conversaciones sobre el contenido de las telenovelas o las peripecias de los partidos de fútbol sean comunes en todo el país. Temas inscritos en las áreas de diversión y entretenimiento, en los que no se exige compromiso con lo fáctico.

El mismo alcance de cobertura y consecuente repercusión nacional ocurre con el periodismo, con la diferencia significativa de que se le atribuye un compromiso con el hecho y se espera una interpretación lo más cercana posible a la veracidad. Sin embargo, muchas veces las técnicas de producción del teleperiodismo se asemejan a las de la teledramaturgia. Para diferenciarlos sólo queda el aura de precisión periodística que encubre la similitud existente entre la producción de estos géneros.

“Lo vi en el Jornal Nacional” es una frase común, escuchada como un testimonio de credibilidad que ejemplifica esta confianza, sin tomar en cuenta las formas e intereses involucrados en la producción de la información. Se sustenta únicamente en el aura que encubre la realidad, envolviendo el producto que se ofrece al espectador.

Es este aura la que le permite al Jornal Nacional, así como a otros medios corporativos, utilizar la idea de la supuesta imparcialidad periodística como una forma de encubrir sus verdaderos intereses. Y cuando recibe críticas de diferentes sectores de la sociedad, incluso antagónicos, las utiliza como una forma de publicitar un equilibrio que en realidad no existe.

El libro Diario Nacional, un proyecto de energía, de Ângela Carrato, Eliara Santana y Juarez Guimarães, al enfocarse en el papel político del principal noticiero de Globo, desde 2014 hasta ahora, logra mostrar muy competentemente que el discurso imparcial no puede sostenerse. Levanta el velo que cubre las apariencias y revela las rutas seguidas por los informativos televisivos. Aparentemente cambiantes, en realidad mantienen un rumbo preciso, impulsados ​​por un proyecto de poder arraigado en los orígenes de la empresa.

Un proyecto que se manifiesta de forma aguda en los momentos políticos más críticos y, en el día a día, de forma homeopática. No está de más recordar los titulares de los periódicos. El Globo saludando el golpe de 1964 o condenando la institución del salario 13 para los trabajadores de todo el país. O, aún, en una situación más reciente, la convocatoria por parte del TV Globo de los actos contra el gobierno de la presidenta Dilma, que desembocaron en el golpe de Estado de 2016, construyendo un escenario donde hacía estragos “una corrupción nunca antes vista”, proyectando “una crisis económica sin precedentes”, como recuerda el libro. Sin olvidar la pirotecnia en torno a las operaciones denominadas Mensalão y Lava Jato.

Para fijarlos en el imaginario de la población, el recurso dramatúrgico de los oleoductos oxidados, derramando dinero en abundancia sobre la pantalla, tuvo una poderosa fuerza simbólica. No hace falta escuchar ni leer, basta ponerse frente a un aparato sintonizado en el Jornal Nacional, en un bar o en una sala de espera, para saber que la corrupción campa a sus anchas en el país, en un proceso cotidiano de criminalización de la política. Acción de propaganda periodística camuflada, documentada y comentada rigurosamente en el libro.

Si se nota, Jornal Nacional también oculta o minimiza lo que no interesa a la empresa. “En septiembre de 2014, Brasil salió del Mapa del Hambre, según una encuesta de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Jornal Nacional no dio un llamado de apertura y dedicó 38 segundos al artículo. En diciembre de 2014, la tasa de desempleo se ubicó en 4,8%, el nivel más bajo de la serie histórica. La noticia recibió 37 segundos, no fue titular principal y se limitó a mostrar números, sin entrevistas y sin contextualización. El Boletín del Tiempo duró más de un minuto”, destaca el periodista Luiz Nassif, en el Prólogo del libro.

Datos como este, presentados con rigor académico, están presentes a lo largo de todo el libro. A partir de ellos, se revela la conducta rectilínea del diario en pos de los intereses que defiende, anclada básicamente en la “defensa de una política neoliberal radicalizada en sus vertientes privatista y mercantilista”. Siguiendo lo que los autores del libro definen como “neoliberalismo progresista”, corriente dominante en el Partido Demócrata estadounidense, frente al “neoliberalismo regresivo” de los republicanos de Trump. Referencias que se remontan a los orígenes de Globo, impulsada no sólo por los recursos de la Tiempo de vida, sino también por ser, desde su fundación, “la principal expresión, en la cultura brasileña, de un 'americanismo', o sea, de una cosmovisión que toma ciertos paradigmas idealizados de los EE.UU. como, al mismo tiempo, un sistema de valores , identidades y destinos”.

Diario Nacional, un proyecto de energía es una prueba de la importancia de la investigación académica para revelar el papel real de los medios de comunicación en la sociedad brasileña, solo posible en un espacio libre de cualquier interferencia externa en la producción de conocimiento. La investigación presentada en este libro se produjo a través de un enfoque interdisciplinario que reunió instrumentos de recopilación y análisis de datos de las ciencias políticas, las ciencias de la comunicación y el análisis del discurso.

Esta combinación de libertad para ejercer la crítica con la calidad de los instrumentos de investigación utilizados hacen que este libro sea fundamental para comprender el papel de un noticiero televisivo en la vida sociopolítica de un país. Un hecho, aparentemente, único en todo el mundo.

*Laurindo Lalo Leal Hijo es sociólogo, periodista y profesor de la ECA-USP. Miembro del Consejo Deliberativo de la Asociación Brasileña de Prensa (ABI) y de la junta directiva del Centro de Estudios de Medios Independientes Barão de Itararé. Autor, entre otros libros, de La televisión bajo control: la respuesta de la sociedad al poder de la televisión (summus).

Publicado originalmente en el sitio web viomundo.

 

referencia


Angela Carrato, Eliara Santana and Juarez Guimarães. Diario Nacional, un proyecto de poder: el narrativa que legitimó la deconstrucción de la democracia brasileña. Belo Horizonte, Editora Comunicação de Fato, libro electrónico, 136 páginas.

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