Introducción al “Capital” de Karl Marx

Richard Smith, Triangular 1970–1
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por ELEUTÉRIO FS PRADO

Comentario sobre el libro de Michael Heinrich.

Ahora está disponible en portugués un libro editorialmente exitoso que se presenta como una introducción orgullosamente analítica a la obra más importante de Karl Marx, que otros académicos dicen que es una presentación racional, inmanente y dialéctica del modo de producción capitalista. Se trata de Introducción al capital, de Michael Heinrich, que se publicó en Alemania en 2004 y se tradujo al inglés ese mismo año. A diferencia de las ediciones en estos dos idiomas, el original prefirió mencionar el subtítulo de la obra, Kritik der politischen Ökonomie: eine Einführung. Esto es lo que ya indica que se convierte en una crítica interna del objeto y de las comprensiones que quedan externas al objeto, es decir, al sistema de la relación de capital.

El libro de Michael Heinrich tiene un alcance amplio: si su núcleo trata de los tres volúmenes de La capital, comienza explicando qué es el capitalismo y termina diciendo qué debe entenderse por comunismo. El fetichismo de las mercancías y el Estado están incluidos en la explicación. Incluso si el lector principiante aún no sabe cuál es el sujeto automático, se le informa que vive en una sociedad de clases compuesta en gran medida por trabajadores asalariados y capitalistas que los explotan. Es así como el primer capítulo introduce la crítica de las estructuras económicas de la sociedad moderna a través de una breve historia de los modos de producción, la formación del movimiento obrero y la participación de Marx y Engels en este movimiento.

En este libro, el capítulo 2 es crucial: allí, este estudioso de la obra de Marx explica qué debe entenderse por objeto de la crítica de la economía política. En otras palabras, se busca mostrar cuál es el método utilizado en La capital. ¿Es esta obra –se pregunta él mismo– una teoría (concepción lógicamente rigurosa) o una historia (una organización concatenada de hechos en el tiempo) del capitalismo? Se afirma que esto es una teoría, pero aún queda la duda de qué especie se trata. El tema le parece muy relevante, pero no conviene aclararlo adecuadamente, ya que quedará en suspenso después de algunas consideraciones.

El principal objetivo de este capítulo es contradecir la tesis de Friedrich Engels según la cual el método de crítica de la economía política no sería histórico, sino lógico, ya que “esto no es, en realidad, otra cosa que el método histórico despojado únicamente de su carácter histórico y de víctimas preocupantes” (Engels, 2008, p. 282-283). Michael Heinrich no examina detenidamente – juzga – la manera de expresarse de Engels y, en consecuencia, afirma que no se trata de “un análisis de las características fundamentales de la historia del capitalismo”, sino más bien de una “presentación teórico-abstracta de su forma de funcionar” (Heinrich, 2024, p. 41). Así, sin más, deja de ser justo con el compañero de Marx.

Cuando Engels dice que “el único método indicado era el lógico” –se piensa– no se refiere al método abstracto y deductivo, a la teoría en el sentido tradicional como se dirá más adelante, sino a la comprensión categórica de lo que impulsa. este modo de producción en el curso de la historia –una comprensión que debe ser tomada como lógica porque abarca las negaciones determinadas y, por tanto, las contradicciones que estas negaciones implican. Por eso Michael Heinrich deja en la oscuridad el hecho de que, para Engels, el método empleado por Marx derivaba del método de la filosofía de la historia de Hegel:

“Marx fue y es el único que pudo dedicarse a la tarea de extraer de la lógica hegeliana el núcleo que contiene los verdaderos descubrimientos de Hegel en este campo, y de reconstituir el método dialéctico despojado de su forma idealista, en la simple transparencia como única forma exacta. forma de desarrollo del pensamiento. El hecho de que Marx haya desarrollado el método de criticar la economía política es, en nuestra opinión, algo casi tan importante como la concepción materialista fundamental”. (Engels, 2008, p. 282).

Y el motivo de este procedimiento es explícito y un tanto prosaico: al final de este capítulo, Michael Heinrich declara que su introducción no aclarará esta cuestión, porque, como él sostiene, la dialéctica, en la historia del marxismo, aparece sólo como un “ supertriunfo” que puede “explicar absolutamente todo”, como “retórica vacía” o incluso como un “arma discursiva” que las fuerzas partidistas levantan y lanzan unas contra otras con el objetivo de derrocar las posiciones opuestas.

En el mejor de los casos, se habría presentado, en las letras de Friedrich Engels en el Anti-Duhring, como la “ciencia de las leyes universales del movimiento y la evolución de la naturaleza, la sociedad humana y el pensamiento” (Heinrich, 2024, p. 49), es decir, según él, como una visión del mundo que es a la vez trivial y muy pretenciosa.

Como mínimo, se puede decir que esta estrategia es peligrosa incluso si se basa en la propia decisión de Marx de dejar la aclaración de este punto para un futuro que siempre se pospone. Por tanto, gran parte de las incomprensiones de la obra de este filósofo surgen precisamente de las incomprensiones de lo que es la dialéctica que proviene de Hegel. De entrada, habría que decir que no debe confundirse con la dialéctica en el sentido antiguo en el que aparece como sinónimo de retórica o en el sentido común en el que aparece como un carácter del proceso de interacción, en particular, a través de las palabras, es decir, de los procesos discursivos. En cualquier caso, será en el capítulo 3, titulado “valor, trabajo y dinero”, donde aparezcan las consecuencias de esta opción.

Para empezar, cabe señalar que en ningún momento de este extracto queda claro que Marx, en los tres primeros capítulos de La capital, trata sobre la aparición del modo de producción capitalista y lo que se puede entender de él. Y esto es muy importante. Por tanto, una característica central del método de este autor consiste en realizar un movimiento crítico que va desde la apariencia, desde la esfera fenoménica, a la esencia, es decir, a lo que la apariencia guarda dentro de sí y que no aparece inmediatamente.

Si Michael Heinrich recuerda que Marx comienza con la mercancía, su propia comprensión de este objeto no parece ser suficiente. Sí, explica de qué se trata. Por “mercancía” –dice- “entendemos algo que se intercambia, que además de su valor de uso también tiene un valor de cambio” (Heinrich, 2024, p. 52). Ahora bien, los economistas clásicos ya habían tomado la mercancía como una dualidad de valor de uso (por un lado) y valor de cambio (por otro). Marx, sin embargo, toma la mercancía como una cosa doble, como una duplicidad, es decir, como una contradicción aparente, es decir, como valor de uso y valor de uso negado (no valor de uso). Porque sólo suponiendo que el valor de cambio de la mercancía es la negación de su valor de uso y que se expresa –y sólo puede expresarse– como un cuanto de otro valor de uso, se puede llegar a la conclusión de que el valor de cambio es una forma. de manifestación de algo distinto de él, el valor.

El momento clave de este “análisis” consiste en descubrir que una igualdad del tipo “plátano = naranja” o incluso “plátano = x de naranja” es, en apariencia, absurda y que esta igualdad sólo tiene sentido cuando se admite que Se ocupa de la forma aparente de igualdad de valor.

De hecho, no es posible dar un paso hacia la comprensión La capital sin tener en cuenta la dialéctica conceptual que proviene de Hegel. Y este tema es realmente difícil de abordar, especialmente en una introducción. Incluso si produce malestar, es necesario tener presente que la dialéctica no puede confundirse con discursos de comprensión que trabajan con nociones fijas y, si es posible, estrictamente delimitadas. Las nociones de dialéctica son transformadoras porque apuntan a captar posibles transformaciones. Contienen lo explícito y lo implícito, el acto y la potencia.

“El punto esencial” – dice Ruy Fausto – es que “no puede haber comprensión de la dialéctica, sin el movimiento de lo que se expresa (plantea) y de lo que no se expresa (presupone)” (Fausto, 1983, p. 19). Y eso se aplica incluso al primer párrafo de La capital.

Si Marx dice allí que “la riqueza de las sociedades donde reina el modo de producción capitalista aparece como una 'enorme colección de mercancías'”, no lo hace simplemente para decir, como expresa Michael Heinrich, que “la mercancía es la forma típica de riqueza”. (Heinrich, 2024, p. 51), sino para señalar una apariencia crucial, ya que la riqueza en el capitalismo –y esto sólo se mostrará más adelante– es capital acumulado y en proceso de acumulación. De hecho, al tomar la riqueza como mercancía se cae en el fetichismo, al confundirse la forma social con el sustento de esa forma. Y este modo de aprehensión, que se dice cosificado, es la forma por excelencia de objetividad en el capitalismo.

Pero es en la comprensión de la categoría “valor” donde el método analítico de Heinrich muestra su mayor debilidad. Y aquí hay que seguir sus pasos para ver cómo tropieza.

El ser de la especie aparece como individuo en el capitalismo –indica–, pero no es a partir de la “racionalidad de este hombre” que se puede explicar el valor, como lo hace la economía burguesa desde Adam Smith hasta León Walras, por debajo y más allá de ellos. Para entenderlo, considera, “lo fundamental no son los reflejos de los individuos, sino las relaciones sociales en las que se insertan” (Heinrich, 2024, p. 57).

Esto es lo que decía Marx -recordadlo bien- que la sociedad no es la suma de los individuos que la habitan, sino que consiste sobre todo en las relaciones sociales que estos tienen entre sí, que incluso determinan buena parte de sus características. Por lo tanto, incluso esta racionalidad, aunque esté basada en instintos (o pulsiones como diría Freud), está también determinada –con mediaciones complejas– por esta sociabilidad que forma una estructura. Las acciones humanas, así determinadas, lo reproducen sin saberlo y, al hacerlo, reemplazan lo que las constriñe.

El valor, por tanto, se configura como un resultado inconsciente de acciones conscientes e incluso racionales; he aquí, los hombres producen valor en la economía capitalista, pero sin saber que lo están haciendo. Marx llegó a este resultado examinando inmanentemente la forma de la mercancía y la relación de la mercancía (simple, desplegada y general).

Michael Heinrich, a su vez, plantea la siguiente pregunta: “dado que, en las condiciones de producción de mercancías, la distribución del trabajo privado está mediada por el [proceso de formación del] valor, lo que importa es saber (…) cómo el trabajo individual se convierte en un individuo. parte constitutiva del trabajo social” (Heinrich, 2024, p. 58). La cuestión es teórica y exige que expliquemos la relación entre el trabajo concreto y el trabajo que Marx llamó abstracto.

Si el trabajo destinado a producir mercancías como concreto crea valor de uso, como abstracto, “crea” valor. Se hizo una distinción analítica que dejó una pregunta: ¿qué es, después de todo, el trabajo abstracto? Heinrich señala, entonces, que esto no es una abstracción mental, sino una abstracción real, algo que ocurre en el proceso social a través del comportamiento de las personas, sin que ellas lo sepan.

A través de este razonamiento, concluye que la abstracción real necesariamente se convierte en una abstracción conductual, que él llama “fáctica” sin sonrojarse. Por lo tanto, infiere inmediatamente que esta abstracción ocurre y sólo puede ocurrir en el intercambio, porque “en el intercambio, el valor de uso de las mercancías se abstrae y, en consecuencia, las mercancías mismas se equiparan como valores” (Heinrich, 2024, p. 61). Por lo tanto, a través de esta “abstracción fáctica”, se abstrae el carácter concreto de las obras que produjeron los bienes, de tal manera que el valor se forma exclusivamente en la esfera de la circulación.

En esta línea de pensamiento en la que la exposición dialéctica original fue sustituida por una deducción lógico-formal, reprochará al propio Marx haber asociado el trabajo abstracto con el gasto de fuerza de trabajo humana, en un sentido fisiológico. Se habría equivocado completamente al presentar así el trabajo abstracto como una abstracción mental. “Además” – dice – “esta formulación sugiere que el trabajo abstracto tiene una base enteramente no social, natural por así decirlo, lo que provocó interpretaciones 'naturalistas' de esta categoría” (Heinrich, 2024, p. 61).

Ahora bien, inicialmente es necesario reconocer que Marx, siendo un pensador materialista, tomó el gasto de fuerza humana como una determinación intrínseca y objetiva de todo trabajo –una característica, de hecho, que la abstracción mental sólo captura sin constituirla como tal.

Sin embargo, no es cierto que para Marx el trabajo abstracto pueda identificarse con el gasto de fuerza humana (como piensa, por ejemplo, la crítica de valores actual). Esta determinación es sólo una condición necesaria para que ocurra una abstracción real en el proceso social. Si un enigma se plantea de esta manera, sólo podrá resolverse volviendo al texto original de La capital. Habiendo presentado el valor como tal, ¿qué implica? ¿Cómo se constituye? Para responder a esta pregunta, evidentemente implícita en el texto, Marx escribe como examinador de lo objetivo:

“Sin tener en cuenta el valor de uso del conjunto de mercancías, a ellas sólo les queda una propiedad: la de ser productos del trabajo. Pero incluso el producto del trabajo ya ha sido transformado (…). Con [la abstracción de] el carácter útil de los productos del trabajo desaparece el carácter útil de las obras en ellos representadas y, por tanto, también las diferentes formas concretas de estas obras, que ya no se distinguen entre sí, quedando todas reducidas a trabajo humano igual, al trabajo humano abstracto”. (Marx, 2023, págs. 98-99).

Interpretación: como todo trabajo es un gasto de fuerza de trabajo humana, como ésta es una propiedad objetiva y genérica de todo trabajo, especialmente del que produce mercancías, el proceso social de la economía mercantil en su conjunto, es decir, la producción y la circulación, puede reducir el trabajo concreto a lo abstracto. Y esta reducción no es una generalización, aunque dependa de una generalidad: es nada más y nada menos que una operación de medición.

Aquí hay que decir que cada medición consiste en una operación de reducción. En este caso, quien fija la medida no es el individuo como ser pensante y actuante, sino el sistema económico que vincula a los individuos consigo mismo y los hace funcionar adecuadamente. Por eso esta medida ya se aplica a nivel de producción y no sólo en la circulación.

Este libro reseñado aquí se considera fácil de leer. Dado el contenido de su objeto –que requiere un arduo estudio que parece no terminar nunca–, ésta no debe considerarse una característica encomiable. Michael Heinrich es un estudioso de la obra de Marx que goza de una justa reputación internacional, ya que desarrolla una valiosa obra cuyo objetivo es mantener viva la obra de uno de los más grandes filósofos de todos los tiempos.

Es esencial como fuente de comprensión crítica frente al capitalismo, un sistema social fundado en la alienación y que siempre ha negado la filosofía, pero que ahora se ha vuelto suicida. Sin embargo, dado el argumento presentado, este crítico, con vergüenza, no se siente capaz de recomendar el libro de Heinrich como una buena introducción a La capital.

* Eleutério FS Prado es profesor titular y titular del Departamento de Economía de la USP. Autor, entre otros libros, de Desde la lógica de la crítica de la economía política (luchas contra el capital).

Publicado originalmente en revista rosa, No. 9.

referencia


Miguel Enrique. Introducción al capital por Karl Marx. Traducción: César Mortari Barreira. São Paulo, Boitempo, 2024, 240 páginas. [https://amzn.to/3UYMPAM]

Bibliografía


Fausto, Ruy. Marx: lógica y política. São Paulo: Brasiliense, 1983.

Marx, Carlos. Contribución a la crítica de la economía política, trad. Florestan Fernandes, São Paulo: Expressão Popular, 2008. [https://amzn.to/3xmJrrO]

Marx, Carlos. Capital – Crítica de la economía política. Libro I. Trans. Rubens Enderle. São Paulo: Boitempo, 2023. [https://amzn.to/4b2Vbxj]


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