Incel – cuerpo y capitalismo virtual

Imagen: freestocks.org
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por FÁTIMA VICENTE e CUENTOS AB'SÁBER*

Conferencia de Fátima Vicente comentada por Tales Ab´Sáber

Fátima Vicente

Con base en la experiencia, se puede afirmar que las tecnologías inciden en la configuración de los vínculos sociales en esta sociedad además de posibilitar, diversificar y actualizar las prácticas sexuales. En otras palabras, las tecnologías producen vínculos y prácticas. El escenario actual en el que la comunicación y la información se digitalizan produce una mutación en esta producción, desencadenada por el tránsito de la mediación a la mediatización. Volveremos a esto más adelante.

Las tecnologías digitales están estrechamente relacionadas con la situación actual del capitalismo, en su versión monetizada, ya que dicha tecnología se produjo a través de la ruptura de los vínculos constitutivos del capitalismo industrial. Fue cuando las ganancias comenzaron a superar la producción, también debido a esa tecnología, que la demanda de potenciar tal efecto condujo a una inversión prioritaria en nanotecnología, exacerbando el neoliberalismo en todos sus aspectos.

La creencia en la libertad individual y la competitividad como factor de prosperidad, que había instituido el neoliberalismo, se elevó a otro nivel y el éxito se convirtió en la única forma de vida que valía la pena vivir. Pero el éxito se ha vuelto cada vez más raro, ya que la prosperidad, en estas condiciones, aumenta exponencial y constantemente las desigualdades sociales. De esta manera, el fracaso se convierte en algo que debe evitarse a toda costa, ya que siempre es inminente.

La hegemonización de la economía en el contexto neoliberal oculta el hecho de que las conquistas materiales personales y sociales son históricas, y se dan en el contexto de las relaciones políticas, sociales e interpersonales. El éxito se atribuye a características individuales –cada vez más vistas como intrínsecas e inherentes– y el principio de competitividad ofrece una salida en situaciones donde predomina el fracaso, la de atribuirlo a los demás, demonizados cuanto más vulnerables son.

La libertad y la competitividad de los ciudadanos exigen y promueven un rechazo feroz a los demás y, para preservarlos, las minorías serán los blancos preferidos, ya que, sin derechos ni capacidad de crear derechos, se prestarán muy bien al ataque y a la aniquilación.

Una noticia[i] Da una muestra de las consecuencias de este estado de cosas. El artículo aborda las acciones violentas difundidas por el discurso de odio de uno de los grupos radicales que habitan internet, los “incels”.: “los hombres que no pueden tener relaciones sexuales y amorosas y culpan a las mujeres y hombres sexualmente activos por esto”.

La acción violenta, en este caso, es el atropello indiscriminado a numerosos peatones, ocurrido en Toronto, que dejó un saldo de diez muertos y que, posteriormente, se reveló como un acto intencionado. Minassian, el conductor de la camioneta, había publicado el siguiente mensaje en internet poco antes de llevar a cabo el ataque: “La rebelión incel ya ha comenzado, derrotaremos a todos los incels”. chads e stacys. ¡Todos saluden al caballero Elliot Rodger![ii] Él se declara incel y es participante de un foro de discusión web que reúne a otros en la misma condición; El acrónimo funciona como una contraseña de reconocimiento y distingue a quienes están dentro de los que están fuera. Para aquellos que lo saben, Elliot Rodger, quien es homenajeado en este ataque, es muy conocido y tal vez debería ser reconocido como uno de sus patrocinadores.

Fue en 2014 cuando Elliot Rodger, entonces un hombre de veintidós años, disparó y apuñaló a muerte a seis personas y luego se suicidó. Con frecuencia publicaba en las redes sociales expresando su frustración por ser rechazado por las mujeres. El rechazo, al parecer, no es sólo sexual, sino también social.

A los actos que lo harían famoso los llamó “Día de la Retribución” y los consideró la única manera de darle sentido a su vida, de vengarse de la sociedad que le había negado el amor y el sexo. En estos vídeos Elliot incentiva el odio hacia las mujeres. En uno de ellos expresa su resentimiento por seguir siendo virgen a los 22 años y por no haber besado ni siquiera a una chica. Una situación que parece desconcertarle, pues se considera “el caballero ideal y magnífico”. Lo cual no parece haberle facilitado la comprensión del rechazo que siente que está sufriendo. En una foto publicada anteriormente, agregó el título “lo más parecido a un Dios vivo”. El contexto no permite suponer que haya ironía alguna en su afirmación.

¿A quién exhorta Elliot Rodger? ¿A quién le habla en estas publicaciones y declaraciones? ¿A quién quieres mostrarte? Sus mensajes parecen tener un destinatario tan aleatorio como los apuñalamientos y tiroteos que distribuyó al azar, como tal vez el tiroteo con el que se suicidó también fue aleatorio. Su legado parece haber sido el de erigirse como referente para los incels, quizá también por casualidad.

Los incels no forman un grupo organizado fuera del entorno de Internet; participan en foros de discusión donde, vía chat, expresan soledad, inseguridad y frustración, por no poder relacionarse con las mujeres que supuestamente desean. Supuestamente porque las conversaciones difunden odio y misoginia. Se fomentan las agresiones y las violaciones, que se consideran –por suposición, ya que todos son vírgenes– más placenteras que un encuentro sexual consentido.

Tan pronto como Minassian fue arrestado, media hora después de su acto, la noticia ya circulaba en los foros, promoviendo debates según sus propios cánones: su acción fue aplaudida, como en otras circunstancias, las quejas de otros participantes, que expresaron el deseo de recurrir al suicidio debido a esas dificultades, fueron respondidas con una incitación a no caer solos. Se fomenta el asesinato. “Suelen culpar de su falta de vida sexual a las mujeres, al feminismo, a su propia apariencia o insuficiencia, a sus padres, a los hombres sexualmente activos y a la cultura moderna”.

Consideran que hay hombres que son atractivos y exitosos con las mujeres, a quienes llaman chads y que implican experiencias sexuales placenteras y exclusivas, inalcanzables. Los Chads tienen una mandíbula especial que los hace atractivos, además de músculos fuertes. En cuanto a las mujeres, se dividen en stacys e Beckis. Las Stacys son objeto de deseo, son naturalmente rubias y tienen curvas pronunciadas, pero también son inalcanzables, ya que solo salen con Chads.

Los Beckis son objeto de desprecio y odio, pues son indirectamente responsables de la condición que padecen, ya que se interesan por el pensamiento, por su propia emancipación y dan poca importancia a las atracciones eróticas socialmente valoradas, es decir, son parte de la cultura moderna. Para empeorar las cosas, son naturalmente morenas. En cuanto a ellos, consideran que si alguna mujer se interesa por ellos, será para humillarlas y disminuirlas, y debido a una gran conspiración, si alguno de ellos está con ellos, siempre las estarán engañando con alguien más al mismo tiempo. ¿Qué está en juego en esta situación? ¿Cómo impacta la tecnología en esta configuración?

El entorno cibernético tiene como condición la transición del régimen discursivo, mediado por el lenguaje, a uno mediado por datos, lo que promueve una mutación tecnológica que afecta al pensamiento, al cuerpo y a la relación con los otros, al dejar el lenguaje de ser mediador del vínculo social. Este medio, llamado virtual, se configura de una manera nueva bios, a través de la “clonación propioceptiva (sinestésica, óptica) de una realidad física” (Sodré, 2008, p. 119) en la que la digitalización de la información y la comunicación, es decir, la compresión en referencias numéricas binarias, no dependen del tiempo de lectura ni del efecto de posterioridad para alcanzar un significado.

O uno de los posibles significados que el habla y la escritura pueden contemplar. Las coordenadas espacio-temporales de la experiencia cambian y el pensamiento cambia de registro, deja de ser reflexivo.

Lo que se puede ver desde el tamaño de memes que los hombres y mujeres adquieren por los incels. chads, stacys e Beckis son tomados como iconos, ya que las descripciones que les corresponden tienen la consistencia imaginaria propia de las caricaturas, pues sus elementos no cambian de significado en función de la experiencia. Esto también es cierto para los incels, en lo que respecta a sus propios cuerpos y su potencial. Detrás de sus quejas y autodesprecios hay una concepción igualmente estática de sí mismos. Se descartan como objetos sexuales potencialmente atractivos, debido a su propia apariencia y a su inadecuación subjetivamente resentida, pero en ningún momento aparece la posibilidad de colocarse en una posición activa, con vistas a modificar estos factores. Están inmovilizados por las características que padecen. El campo de acción no parece serles accesible.

Considerando la perspectiva relacionada con el cuerpo, podemos reconocer, junto con Le Breton, que, si bien el ciberespacio es un despliegue del mundo, es un mundo en el que “el cuerpo se borra, en el que el otro existe en la interfaz de comunicación, pero sin cuerpo, sin rostro, sin otro tacto que el del teclado del ordenador, sin otra mirada que la de la pantalla” (Le Breton, 2013, p. 146). Pero, precisamente por estas condiciones, el autor afirma que “navegar por Internet e intercambiar información en chats proporciona a los usuarios de Internet, sin embargo, una ‘sensación de presencia inquietante’ (Dery, 1997, p. 16, citado (Le Breton, iip153) porque, “a pesar de su reducida movilidad, el sujeto conoce una movilidad sensorial que la sociedad no le prodiga con tanta abundancia”. (iip143).

Podemos pensar que esto también ocurre en el contexto de foros de discusión en los que participan incels, allí no hay discusión ni discurso, el vínculo social mediado por el lenguaje no opera, estas voces no crean vínculo. El cuerpo pierde sus referencias espacio-temporales. En este entorno, los mensajes son ecos y no sufren el trabajo de elaboración inherente a la polisemia de las palabras, que implica la operación de negación, propia de la identidad de pensamiento, condición posible sólo en el proceso secundario. Este trabajo, que implica la construcción de la fantasía del deseo, que alimenta el sueño y la realidad psíquica en general, sólo se realiza en función de la presencia del otro.

Sabemos que, en la historia de cada persona, hemos dependido de un Otro significativo, capaz de brindarnos ayuda exterior.[iii], – a los indefensos niños. Ayuda que proporcione satisfacción de necesidades y erotice los bordes del cuerpo, a través de los intercambios simbólicos que proporcionará el cuidado parental. Los bordes se convierten en zonas erógenas, que transmutan las necesidades en placeres y deseos. Así es como un cuerpo se vuelve erótico, su palabra emerge y serán posibles encuentros y desencuentros con el otro. Desde el principio está presente el otro y también la impotencia. Y así seguirán siendo, siempre necesarios.

Porque es así como también el otro gana su densidad y su espesor, especialmente aquellos que lo mantienen ajeno a nosotros, con algo imponderable, que garantiza a la vez su imposible accesibilidad y su total transparencia, y garantiza la nuestra. Mediados por las palabras, que encuentran su resonancia en el lenguaje compartido, encontramos y construimos la distancia posible para el encuentro con el otro y el tiempo de espera necesario para la manifestación de su presencia. Los bordes erógenos requerirán una reactivación permanente, que se hará a través de la intervención cotidiana de la presencia del otro, del semejante, como aquel cuya mirada y escucha, silencio y palabra, comparte con nosotros la experiencia de renovar estos intercambios y activar estos bordes que se vinculan entre sí.

En el contexto de la realidad virtual, la historia personal sufrirá una transformación a medida que el individuo interactúe con esta otra realidad y cambien las condiciones para la posibilidad de encontrarse con otros. El individuo se vuelve adaptable y, como describe Sodré, «desde un punto de vista existencial, ser adaptable significa, primero, ser capaz de conectar productivamente (en todos los niveles de las relaciones laborales) y, luego, ser para el consumo, es decir, ser un coleccionista de sensaciones. Esto implica un impulso constante de movimiento (aunque solo sea mental) en busca de diversión y novedades».

En la red cibernética, la euforia del movimiento digital, del “acceso” aparentemente ilimitado a fuentes de datos, implica un “enredo” mental y emocional que esconde una inmovilidad corporal real. (Sodré, ii, p. 162). La interfaz con la red se convierte en una prótesis que la define y le da consistencia. El otro se vuelve prescindible. Los límites erógenos se activan en este nuevo espacio.

Sin embargo, si en el mundo virtual, debido a la compresión de los medios, la velocidad hace que la temporalidad sea instantánea y se combina con la sensación de casi ubicuidad que el individuo llegará a experimentar, el cuerpo quedará libre del peso de las constricciones inherentes al espacio material. La disolución de la identidad personal, potenciada por la experiencia de presentarse a través de identidades forjadas, que van más allá de los límites sufridos en la “vida real”, será una posibilidad en estas circunstancias.

La aparente ubicuidad espacial y la instantaneidad temporal sugieren un alcance –de información, de acceso, etc.– apasionante, pero cuya efectividad en la realidad material histórica es nula. Es difícil alcanzar la mencionada amplitud fuera del mundo virtual porque, para una gran mayoría, los recursos de que disponen los dejan casi inmovilizados en un sistema de reparto de lugares y privilegios en una sociedad desigual.

Y si en el mundo virtual tus acciones son efectivas por encima de las limitaciones históricas de tu propia identidad, en la realidad compartida esos límites vuelven a ser válidos. A veces, de repente, se produce un efecto que se ha explorado con éxito en muchas comedias: el encuentro con el cuerpo y la persona “reales” hace que el cuerpo y la persona anunciados en el espacio virtual colapsen en el ridículo. Por lo general no se le da mucha consideración a la magnitud de este colapso ni al efecto humillante que tal ridículo tiene sobre los involucrados. Excepto cuando tus acciones llamen la atención debido a a mas de violencia que demuestran.

Frente a su propia torpeza corporal, cuando sus deseos no se vectorizan en acción hacia el objeto, se encuentran en el limbo de la disolución de su identidad real, presente en la realidad material histórica, en confrontación con la condición virtual perdida.

 La impotencia que experimentan se presenta como vulnerabilidad y los amenaza. Las acciones se actualizan, sin mediación, en la crueldad, orientadas hacia los demás y hacia uno mismo. Avergonzado por una angustia peculiar, una angustia tal vez desgarradora, el individuo edad , y le da a esa angustia un destino a través del ejercicio del poder que le confieren referentes sociales valorados.

El otro vulnerable es el objetivo y el riesgo de la vulnerabilidad en sí se supera a través de la aniquilación de ese otro. Muchas veces mediante la fijación de una prótesis a este cuerpo que es aceptada dentro del ámbito de la realidad material histórica, como cuchillos, armas de fuego y otros. En el caso de Minassian, el coche sirve como prótesis para su cuerpo indefenso.

Históricamente, el automóvil fue el máximo representante de la cara industrial del capitalismo, su no propiedad diferenciaba a los peatones como fracasados ​​e inferiores, habiendo sido durante mucho tiempo el símbolo del éxito personal y social. Hoy en día esto ya no es así, lo que quizás sea una indicación de que la configuración incel está un poco desactualizada en el tiempo y en el espacio. Tanto como la expresión “el caballero ideal y magnífico” que designa a Elliot Rodger para quienes lo veneran como mecenas. ¿Podría ser esto una señal de una mutación que no funcionó?

La fuerte presencia en las redes sociales y las acciones políticas violentas llevadas a cabo por nuevos grupos que se autodenominan “Tribalistas Masculinos”[iv] parecen indicar que se está gestando una nueva mutación, en la que las armas y los actos se dirigen directamente contra instituciones y posiciones políticas específicas y no aleatorias. ¡Esperamos que no funcione!

Cuentos Ab'Saber

Querida Fátima,

Planteas claramente la producción de formaciones personales, sexuales, fantasiosas y políticas relacionadas con el Otro y con lo otro, como formas que se articulan y responden al modo histórico y técnico en que se produce el capitalismo contemporáneo.

Con el fracaso del tiempo de la industria, del territorio de la política, de la medida de las naciones y del horizonte del progreso moderno, en el tiempo del rediseño financiero global del capital, y la destrucción de todo contrato social de compromiso y “metafísica” de derechos, las personas están sueltas en la tormenta constante de la imagen, en la reorganización casi instintiva de territorios imaginados para existir en internet, ya sea por la singularidad patológica del sufrimiento, como usted demostró, o por el intento de reinventar el lastre imaginario común, la “ancestría” – movimientos que pueden generar territorios de crítica, o de destrucción colectiva de los débiles y las minorías, el neofascismo, para defenderse de un tiempo en crisis permanente, un punto de fuga cultural hegemónico del dinero y del consumo irrealizable, y una nueva irresponsabilidad global del capital sobre la masa de la vida en la tierra.

Tu trabajo deja todo esto claro, estoy de acuerdo contigo – somos psicoanalistas críticos y socialistas, y este es el tiempo material – y aprecié tu lectura del sintomático incel, que es un hecho singular y particular, en mi opinión, de la misma estructura de alucinosis y destructividad más amplia, de las falsificaciones ideológicas, también apoyadas por la red, del grupo más amplio de “familias heteronormativas cristianas anticomunistas”, antieróticas de esta manera, en el caso brasileño, bolsonaristas, neofascistas, bien autorizados por un pacto con el poder más amplio para destruir a alguien.

El incel es una forma más aislada y mágica de paranoia política neofascista, en un grupo de identificación más pequeño de subjetivación antierótica para la violencia, y el neofascista es un incel familiar y eclesial, impulsado por un sistema de comunicación de masas, por así decirlo.

Su paranoia contra sus propios negativos –comunistas, globalistas, ecologistas, feministas, indios, maestros, artistas, negros y pobres en general, los “marxistas culturales”…– tiene la misma estructura de protección narcisista, en un orden de su propio territorio simbólico, su alucinosis estructurada de la realidad como decía Bion, una nueva modalidad de defensa histórica en circunstancias técnicas muy nuevas, con la agencia del derecho a destruir al otro como principio ordenador del ego políticamente comprometido, una de las nuevas lógicas de reorganización aleatoria en el espacio virtual de los modos religiosos de la mente, por así decirlo, para recordar a Freud.

La paranoia como política, apoyada por un grupo de identificación activo en internet, para una lucha particular contra la idea de la humanidad como proyecto común. Todo sin la perspectiva emocional –una posición depresiva, dirían los kleinianos– de la democracia, la presencia del Otro como valor del yo, en el horizonte. Estos términos se aplican tanto al incel como al conocido neofascista.

Sólo quería aportar tres perspectivas, tres conjuntos de ideas, a la discusión que usted ha construido tan ingeniosamente en su obra:

(i) El capitalismo siempre ha mantenido masas de personas legalmente excluidas y reducidas al mercado total como única forma posible de existencia. La liberación de las masas campesinas en Inglaterra en la década de 1650, para la creación del gran cercado y para la liberación del proletariado de Londres, Birmingham y Manchester, como lo mostró Marx, con niños trabajando hasta 16 horas y durmiendo en las fábricas del siglo XVIII, teniendo en la familia puritana de la época, en un proceso que llevaría a la fuerza histórica de la autoridad del padre, la única protección posible para el lanzamiento histórico total al mundo del mercado, es una de las historias clásicas de esta sumisión de la vida sin apelación ni destino en el sistema de acumulación capitalista.

Para no hablar de la “liberación” de los africanos esclavizados, durante 350 años, para trabajar al estilo plantación/esclavitud/racismo norteamericano, para la producción, paralelamente a otro desarrollo de la industria central, del capital mercantil global, tan verdaderamente rico como aquel industrial.

La ruina de las vidas de las masas humanas, en otra escala por supuesto, bajo el Capital, sólo no existió cuando hubo alguna organización de territorios posibles de lucha para la construcción de un horizonte de derechos, una lucha de clases modernizadora, dentro del límite socialista, y que contara con la mediación de los territorios y de la historia nacional, datos simbólicos compartidos, como continente de lectura histórica, y del deseo común, de tal proceso.

Además, en ese mundo de dominación, el mercado y su goce imaginario fetichista, observado ya por Walter Benjamin en funcionamiento en el siglo XIX, siempre fuertemente seducido hacia la conservación del capital –lo que los viejos marxistas llamaban ideología– y la forma familiar, pequeñoburguesa/burguesa, fue mediadora de la socialización y de la inscripción en la ideología, de las clases y en la historia nacional y mundial. Desde el punto de vista de una sociología de la transformación racional, de la emancipación, los hijos trabajadores de familias pequeñoburguesas apoyarían la lucha política por derechos, desde sus países, con la transformación global moderna como horizonte.

Éstas son las formas de las que prescinde el capitalismo contemporáneo. Todos. Encontró medios eficaces para disolverlas –y esto viene sucediendo desde hace mucho tiempo, Gramsci, la Escuela de Frankfurt, Marcuse, Guy Debord, hablaron de ello a lo largo del siglo XX…–, socializando potencialmente de manera directa a través de los continentes móviles y múltiples de la imagen, agregada e inmanente a la mercancía, a la circulación y acumulación del dinero, como nueva naturaleza cultural total.

En otras palabras, para ser humano basta con generar cualquier ingreso y producir cualquier consumo, y casi nada más…; al mismo tiempo, en las redes todos estamos generando algún tipo de ingreso y produciendo algún tipo de consumo, permanentemente, porque allí lo único que importa es la mercancía... Disolviendo las mediaciones y mediciones modernas, y la conciencia colectiva de clase guiada por una ilusión común de un mundo mejor, de una perspectiva histórica universal, los individuos son libres de inventar tradiciones a imagen y mejores territorios de goce y posicionamiento en el mercado mundial, de la explotación de todos contra todos, la única realidad universal que importa: la de la forma mercancía y su fetiche, un mundo de la imagen en pulsación permanente.

Y también son libres de organizar su propia destrucción, y la de los demás, como un modo particular, privatizado, de llevar a cabo la destrucción más o menos general del conjunto, estableciendo su propia naturaleza, externalizada en la red, por así decirlo, de la destrucción fascista del tiempo. De esta manera, cada quien crea su propio sistema de paranoia y destrucción que mejor le conviene, intenta sacar algún placer del delirio, o del mercado político del delirio, y legitima su violencia hacia los demás con el grupo especular de la imagen inmediata, de la que disfruta, al margen de la reproducción del mundo tal como es, ejerciendo la violencia del conjunto sobre cada uno de nosotros – configurando un “fascismo” diferente del ciclo de guerras mundiales de 1914 a 1945, y del primer fascismo histórico, que exterminó de esa manera específica, al Estado, y a su competencia nacional del imperialismo.

(ii) Cuando consideramos muy fuertemente la determinación histórica y cultural, con los efectos tecnológicos de la organización de la subjetividad funcionando como nueva y fuerte productividad, estamos lejos del primer carácter epistemológico del psicoanálisis, que estaba centrado en las proto-fantasías de gestión y en la repetición histórica alucinatoria de la humanidad, términos fundamentales de la subjetivación.

La dialéctica interna del sujeto del inconsciente, centrada en la metafísica del principio económico del placer, organizó toda relación mediada con la realidad con la fantasía estructurante, proto-fantasía política universal, prehistórica/histórica, de Edipo, como sabemos. Su texto habla de subjetivación y de modos de sufrir y morir constituidos directamente con los mediadores sociales técnicos del tiempo, y no menciona a Edipo… y con razón.

Porque la multiplicación de las formas de gestión subjetiva, a través de la red y del mercado, con los dispositivos proposicionales del deseo y de la “experiencia” allí presentes para el sujeto desde la infancia, o desde siempre, y el fracaso de la presencia “humanista” o humana, si se quiere, preconcebida por el psicoanálisis, del padre y de la madre en la vida de un niño, es una realidad histórica. No es casualidad que en los años cuarenta, Winnicott necesitara explicar al mundo cómo era una madre… La realidad social de una sociedad dividida, de guerra e industria, estaba haciendo que el ancestral concepto humano, la madre, fracasara… Y más aún el del padre, ya una figura cultural, por así decirlo…

En otras palabras, los incels no tienen padre ni madre. Al menos en términos de los territorios simbólicos clásicos del psicoanálisis y sus arreglos simbólicos conocidos como forma del síntoma. Se trata, de hecho, del grupo de agencia paranoica general, de la alimentación concreta colectiva e imaginaria del propio sistema delirio/realidad, de la realización de un goce sostenido en grupo –mundial- de la reiteración y de la redundancia, en la imagen, rápida y constante, y en la participación en la imagen, de una realidad misma, sexual y política, que se constituyó en estos dispositivos sociales generales.

Y, como suele anunciar el tiempo, pueden destruir. Además, lo que quiero decir es que nuestra primera teoría no tiene una “ventana dialéctica” suficiente para considerar, con un fundamento teórico psicoanalítico, este manejo directo de la historia, de la técnica y de la ideología del sujeto del inconsciente. Nos falta una teoría materialista histórica dialéctica verdaderamente bien pensada del sujeto del inconsciente.

Además, Gramsci, Benjamin, Adorno, Horkheimer, Marcuse, Guy Debord, e incluso la figura del “fascista consumista” de Pasolini, trabajaron en esta consigna más fuerte y decisiva, una crítica del poder histórico y de sus formas en la misma medida que la crítica de las formaciones subjetivas, del psicoanálisis. Todos ellos, y no por casualidad los marxistas europeos, destacaron el carácter “histórico”, de clase y técnico del inconsciente. Después de todo, Freud nunca criticó las formas de alienación y control inherentes a la vida de mercado y a la forma de la mercancía sobre las personas, lo cual, si queremos pensar en el sufrimiento contemporáneo, es absolutamente impensable.

Freud criticó la alienación moderna de lo sexual, como decía Michel Foucault, frente a la ley, el deseo y la muerte. Su principal objeto de crítica fue el estatuto de represión sexual y la religión. ¿Y cuando el mundo del deseo en las redes informáticas globales que todo lo mueven ya no conoce la ley de la imagen y ya no respeta la vida o la muerte global?

Su obra es una crítica del sujeto con una crítica de las formas en que el capital contemporáneo gestiona el deseo, la fantasía y la realidad particular, sostenido en red, por grupos que en sí mismos se constituyen en la imagen, los mercados de consumo y el sistema de producción imaginario/real. Los grupos generan su propia industria político-cultural y en ella ganan, disfrutan o mueren. Así, las formas personales de solución están fuertemente influenciadas por las formas históricas de propuesta de vida. La historia y la tecnología han entrado con fuerza en la vida subjetiva de las personas, como decían los pensadores marxistas que pensaban con el psicoanálisis, pero como no decían los psicoanalistas, al no pensar en el capital y su tecnología al menos hasta el otro día.

Por todas estas razones, hace más de diez años escribí un ensayo sobre los modos de reconocer y tratar las mediciones del poder ideológico y técnico del tiempo, en la propia clínica, llamando a este universo de problemas teóricos de fondo el “yo cultural o dialéctico”. Sobre cómo el sujeto es modulado por toda la técnica/potencia, y cómo hablar de ello con él.[V]

También escribí un trabajo sobre la disolución subjetiva gestionada del hipercapitalismo en expansión –cuando aún creía estar “creciendo”, en los años 2000, y engañaba al mundo con un “desarrollo democrático infinito”…– en la discoteca global de las drogas sintéticas y la música electrónica, cuyo cuerpo propuesto por el dispositivo técnico, a diferencia de los incels, era un cuerpo en goce en acción permanente, pulsación infinita en la droga científicamente diseñada para la experimentación, en la música sin imaginario político y en la colectividad utópica de la discoteca global, ya entonces simplemente elidiendo –técnica e históricamente– el sujeto de la estructura sueño/sueño/despertar.[VI]

Los fiesteros, drogadictos, grandes consumidores y eróticos, a quienes estudié en Berlín, querían suspender colectivamente el sueño y los sueños, para pasar al acto técnicamente gestionado de celebrar infinitamente el mundo tal como era... Y, en última instancia, morir allí, celebrando el vacío del dispositivo. Eso es lo que concluí, en términos generales.

(iii) Convendría pensar, epistemológicamente, como a Freud le gustaba hacer, en esta variación contemporánea, técnica, histórica y productiva de los actos y prácticas sociales de vida y de goce, de la crítica de la subjetivación concomitante con la crítica de la deshumanización, arcano sistema de vida del capitalismo, como por lo demás Marx siempre lo señaló.

¿Teóricamente, o filosóficamente, qué negatividad es ésta nuestra, o, desde donde hablamos, qué humanidad, poder, o deseo, qué territorio y qué ilusión de lo humano nos permite evaluar la muerte psíquica incel, por ejemplo, considerada por él como vida, al mismo tiempo que nombramos las condiciones de prácticas técnicas e ideológicas de violencia, históricas, que lo mueven?

¿Qué modernidad negativa es ésta nuestra, a qué se dedica, que en lugar de ser fascistas en la red mundial, y divertirse así, seamos psicoanalistas, que pensemos con Freud –y con Marx, Benjamin, Adorno, Marcuse y Roberto Schwarz– sobre los modos de sufrir y de ser sujeto, de la violencia interna y externa, de la verdadera producción de violencia, interna y externa. ¿Cuál es la naturaleza política de nuestro lugar, dialéctica, radical y negativa, en oposición, utópicamente, a toda saturación de deseo de una forma histórica de poder, impresa en la técnica misma?

Éstas son sólo algunas de las preguntas que su trabajo vivo me ha planteado y quería compartirlas con usted. [Vii]

*Fátima Vicente es profesor del Departamento de Psicoanálisis del Instituto Sedes Sapientiae.

*Cuentos Ab´Sáber Es profesor del Departamento de Filosofía de la Unifesp. Autor, entre otros libros, de El soldado antropofágico (Hedra). [https://amzn.to/4ay2e2g]

Referencias


Bezerra Jr, Benilton. Proyecto para una Psicología Científica – Freud y la Neurociencia. Río de Janeiro: Civilização Brasileira, 2013.

Adiós, Marilena. “Violencia neoliberal”, in Acerca de la violencia; organizadoras Ericka Marie Itokazu, Luciana Chaui-Berlink. Belo Horizonte: Editorial Auténtica, 2017. (Escritos de Marilena Chaui, vol. 5)

Qué mal, Pierre. Nombre, figura y memoria: el lenguaje en la situación psicoanalítica. Traducido por Martha Gambini y Claudia Berliner. Nueva York: The New York Times, 1991.

freud, s. Las obras inacabadas de Sigmund Freud – Cultura, sociedad y religión: El malestar en la cultura y otros escritos. Traducción María Rita Salzano Moraes; Reseña de Pedro Heliodoro Tavares. Belo Horizonte: Editorial Auténtica, s/f.

Le Breton, David. Adiós al cuerpo: Antropología y sociedad. Traducción de Marina Appenzeller. 6ª ed. Campinas, SP: Papirus, 2013.

Teixeira, Antonio; Ferrari, Ilka; Tranquila, Analicea. “Semiología de la temporalidad y la espacialidad” in Psicopatología lacaniana 1: Semiología. Antonio Teixeira y Heloisa Caldas (orgs.). Belo Horizonte: Editorial Auténtica, 2017.

Sodré, Muñiz. Antropología del espejo: una teoría de la comunicación lineal y en red. Petrópolis, RJ: Voces, 2008.

Sitio: BBC Noticias Brasil27/04/2018 ¿Quiénes son los "incels" (célibes involuntarios), el grupo al que pertenecía el conductor de Toronto? Visto en Facebook, en la fecha.

Notas


[i] Da BBC Noticias Brasil, de fecha 27 de abril de 2018 y que continúa circulando en Facebook.

[ii] En inglés las palabras de Minassian son: “¡Salud al Supremo Caballero Elliot Rodger!”. No parece casualidad que el verbo elegido para el saludo “Granizo” (Salve o Ave) es la traducción literal del alemán “Heil“tradicionalmente asociado con el saludo nazi”Sieg Heil"Y"hola hitler”. (Debo esta nota a Ignacio del Valle, traductor de este texto al español.

[iii]Como lo llama Freud en el Proyecto.

[iv] Acciones transmitidas en tiempo real, como la invasión del Capitolio el 06/01/21.

[V] Yo cultural, sujeto del inconsciente y de la historia, São Paulo, Ensayos sobre peces eléctricos, 2016.

[VI] La música del tiempo infinito, Sao Paulo, Cosac Naify, 2012.

[Vii] El artículo de Fátima Vicente fue presentado originalmente en el XIII Congreso Latinoamericano de Psicoterapia. El comentario de Tales Ab'Sáber fue una carta enviada al autor al respecto.


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Por LÚCIA LEITÃO: Sixto V, papa de 1585 a 1590, entró en la historia de la arquitectura, sorprendentemente, como el primer urbanista de la Era Moderna.
Dialéctica de la marginalidad
Por RODRIGO MENDES: Consideraciones sobre el concepto de João Cesar de Castro Rocha
50 años de la masacre contra el PCB
Por MILTON PINHEIRO: ¿Por qué el PCB fue el principal objetivo de la dictadura? La historia borrada de la resistencia democrática y la lucha por la justicia 50 años después
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