por MARCELO PEREIRA FERNÁNDEZ*
Prólogo a la edición brasileña del libro de Vladimir Ilich L.êNin
“El imperialismo / en toda su desnudez – / vientre desnudo, / con dentadura postiza, / y el mar de sangre / es poco profundo – / devora países, / alzando bayonetas. […] Desde allí / Lenin / con un puñado de camaradas / se elevó sobre el mundo / y nos levantó / las ideas / más claras que cualquier fuego, / la voz más fuerte / que el fuego de los cañones” (Vladímir Mayakovsky, Vladimir Ilich L.êNin).
Imperialismo, etapa superior del capitalismo, presentado en esta edición con una impecable traducción directamente del ruso, refuerza la colección Arsenal Lenin de la editorial Boitempo. Más de cien años después de su primera publicación, es incalculable el peso que tuvo esta obra en el movimiento comunista internacional y los movimientos de liberación nacional que sacudieron al mundo tras la Segunda Guerra Mundial.
No es coincidencia que este se haya convertido en uno de los libros políticos más influyentes de todos los tiempos. Escrita en 1916, en plena Primera Guerra Mundial, por el genio de la revolución, Vladimir Ilich Lenin, la obra suscitó una vasta discusión en el siglo XX, convirtiéndose en una especie de guía para cualquiera que quisiera comprender el capitalismo en su versión imperialista. escenario.
Tras las transformaciones que llevaron a la debacle del campo socialista a fines de la década de 1980, el imperialismo como área de estudio quedó en un segundo plano. Pero no por mucho tiempo: las invasiones de Afganistán e Irak, que inauguraron el nuevo milenio, volvieron a poner el tema en la agenda, y el análisis de Lenin resultó ineludible. No es el caso hacer un resumen del libro en este prefacio. Esto ya se ha hecho varias veces. Por ello, optamos por recordar algunos temas y controversias involucradas en la redacción de este trabajo y contextualizar el debate más reciente sobre el imperialismo.
El debate en la Segunda Internacional
A fines del siglo XIX, las guerras y el colonialismo estaban en la agenda. El mismo Friedrich Engels, en sus últimos escritos, planteó la hipótesis de una guerra mundial.[i] La Segunda Internacional, desde su fundación en 1889, se opuso rotundamente a las guerras y al colonialismo que, en ese momento, afectaba a los países atrasados. En su cuarto congreso, en Londres, en 1896, se aprobó el derecho universal a la autodeterminación de todas las naciones y la oposición a las políticas coloniales. La resistencia al expansionismo de las grandes potencias se convirtió paulatinamente en una de las principales banderas del movimiento internacionalista de la clase obrera. No congresso de 1900, em Paris, o colonialismo foi condenado por unanimidade, principalmente por causa da Segunda Guerra dos Bôeres (1899-1902), a qual, com o aprisionamento de mulheres e crianças em campos de concentração na África do Sul, gerou comoção En todo el mundo.
La posición antibélica y anticolonial se confirmó en los congresos de Stuttgart (1907), Copenhague (1910) y Basilea (1912). En este último se aprobó un llamado a la lucha revolucionaria en caso de que estallara la guerra.[ii] Los dirigentes del movimiento obrero parecían conscientes del peligro que representaba para los trabajadores el estallido de una guerra imperialista. La misma noción de que el capitalismo estaba viviendo una nueva etapa, que pasó a ser calificada de imperialista, y sus riesgos para la paz también fueron ampliamente aceptadas, como lo demuestran los estudios de Rudolf Hilferding, Rosa Luxemburgo y otros.[iii]
Sin embargo, en el congreso de Stuttgart se produjo un cambio importante. La mayoría de los miembros de la comisión colonial entendieron que no todas las políticas coloniales deben ser desaprobadas. Bajo el liderazgo de Eduard Bernstein y Van Kol, se creó la noción de que ciertas políticas llevadas a cabo por naciones más avanzadas podrían tener un efecto civilizador. Una forma supuestamente (¡y sorprendentemente!) humanizada de colonialismo “positivo” o “socialista”.[iv] En este debate vemos la oposición de Karl Kautsky, quien se horroriza ante el término “política colonial socialista”, y se opone a la idea de que sólo los pueblos europeos serían capaces de un desarrollo independiente, como defensores del colonialismo “positivo”. creído.”.[V]
Al final, el colonialismo en todos sus aspectos fue rechazado por la mayoría de los delegados, aprobándose una resolución contra la barbarie de la colonización y obligando a los representantes parlamentarios de la clase obrera a rechazar las solicitudes de presupuesto militar. Rosa Luxemburgo, Julius Martóv y Lenin jugaron un papel clave en el borrador final de la resolución.[VI]
La Primera Guerra Mundial representó un cambio crucial. Así, según Tamás Krausz, el estallido de la guerra demostró que “el bernsteinismo antimarxista y ampliamente aceptado” estaba incrustado en la Segunda Internacional.[Vii] Se había producido un cambio en la socialdemocracia. La guerra, que previamente había sido denunciada por los partidos que componían la organización, contó en ese momento con un amplio apoyo de sus representantes parlamentarios. El partido socialdemócrata de Alemania, como la mayoría de los partidos socialistas, votó a favor de los créditos de guerra solicitados por sus respectivos gobiernos.
Lenin denunció que esta traición al socialismo significó la bancarrota ideológica y política de la Internacional: “La Segunda Internacional ha muerto, vencida por el oportunismo[La Segunda Internacional está muerta, ha sido derrotada por el oportunismo].[Viii] Por eso, el llamado a transformar la guerra imperialista en una guerra civil revolucionaria fue también una respuesta al oportunismo de la Internacional. Lenin ya había notado esta desviación en el movimiento revolucionario.
Por ejemplo, en 1912, Karl Kautsky sugirió que la lucha de clases y los conflictos económicos podrían manejarse a través de medios parlamentarios abogando por el desarme y promoviendo la creación de unos “Estados Unidos de Europa”.[Ex] Sin embargo, en el caso de Kautsky, Lenin primero optó por no polemizar. Kautsky había trabajado con Engels y se convirtió en una de las principales autoridades del marxismo en el mundo, así como en el líder e ideólogo de la Segunda Internacional. Tal autoridad sería ventajosa para los bolcheviques en varias cuestiones.[X]
El límite de la complacencia de Lenin fue la actitud de Karl Kautsky ante la guerra. El gran nombre de la socialdemocracia alemana escribió, el 11 de septiembre de 1914, es decir, cuando ya sonaban los tambores de la Primera Guerra, un artículo en la revista del partido socialdemócrata de Alemania, el Die neue zeit [Los Nuevos Tiempos], titulado El imperialismo [Imperialismo]. O Die neue zeit fue el principal medio de difusión del marxismo y tuvo una enorme influencia en la Segunda Internacional. En el artículo, Kautsky defendía la tesis de que las potencias imperialistas podrían formar un cartel que condujera al mantenimiento de la paz. Esto porque, según él, la carrera armamentista y los costos de la expansión colonial llegarían a un nivel que perjudicaría el propio proceso de acumulación, convirtiéndose en un obstáculo para el desarrollo del capitalismo.
Por lo tanto, no habría necesidad de que los países permanecieran en estado de guerra, ya que esto contribuiría a un solo sector de la burguesía, el sector armamentístico. El dominio de los grandes monopolios sobre las economías de las naciones imperialistas llevaría a la renuncia a la carrera armamentista, es decir, a la reducción de los gastos militares a favor de la alianza por la paz. Desde esta perspectiva, el capitalismo alcanzaría un cierto punto de desarrollo y organización que atenuaría sus contradicciones hasta hacer innecesaria la guerra.
Este nivel de desarrollo, en el que se traslada la cartelización de la economía de los países desarrollados a la arena internacional, fue llamado por Kautsky “ultraimperialismo”.[Xi] El imperialismo no significaría una evolución del modo de producción capitalista, sino una opción política –la política preferida del capital financiero–, contraria a las necesidades de desarrollo del capitalismo, en caso de que terminara en guerras.
Esta visión ingenua de Kautsky sobre el imperialismo, como subrayó Lukács12, fue considerado por Lenin como oportunismo, una adhesión a la propaganda de la burguesía. En 1915, en el prefacio del libro La economía mundial y el imperialismo, de Nikolai Bujarin, Lenin concluyó que la teoría kautskiana no era marxista y tenía el objetivo de diluir los antagonismos que en ese momento estaban exacerbados por la guerra[Xii]. Y por si fuera poco, Lenin consideró que Kautsky, a pesar de haber roto con el partido socialdemócrata de Alemania por su apoyo al gobierno, tuvo una actitud cobarde frente a la polémica al defender la abstención en la votación de los créditos de guerra.[Xiii]
Una “prueba de divulgación pública”
Es en este ambiente de grave escisión en el movimiento obrero internacional, precisamente en 1916, cuando estaba en Zúrich, que Lenin concluye El imperialismo, la etapa superior del capitalismo, con el subtítulo “ensayo de difusión al público”. El cuaderno de bocetos preparatorio del ensayo, con cientos de referencias a libros y artículos, revela el compromiso y el entusiasmo con los que Lenin se embarcó en la búsqueda de una mejor comprensión de las raíces económicas y políticas del imperialismo. Quería que el libro se publicara legalmente en Rusia, por lo que buscó un lenguaje “servil” con pocos comentarios políticos para no ser objeto de la censura zarista.[Xiv]
En cualquier caso, el libro no se publicó hasta el año siguiente, después de que los bolcheviques tomaran el poder. Pero en el prefacio a las ediciones francesa y alemana, escrito en julio de 1920, Lenin, ya líder de la primera revolución proletaria de la historia, no perdona a la turba que llegó a considerar enemiga del socialismo:
En este libro, prestamos especial atención a la crítica al “kautskismo”, esa corriente ideológica internacional que en todos los países del mundo estuvo representada por los “más eminentes teóricos”, líderes de la Segunda Internacional (Otto Bauer y compañía en Austria, Ramsay MacDonald y otros en Inglaterra, Albert Thomas en Francia, etc., etc.) y una infinidad de socialistas, reformistas, pacifistas, demócratas burgueses y clérigos.[Xv]
El libro consta de diez capítulos relativamente cortos, en los que se desentrañan aspectos del funcionamiento del capitalismo en su nueva etapa. No hay lugar aquí para un análisis detallado de los temas planteados en cada uno; sólo se tratarán algunos puntos que considero esenciales.
Primero, para Lenin, el imperialismo es una etapa específica del modo de producción capitalista, resultante de un cambio sustancial en su estructura organizativa; la etapa del capitalismo monopolista. Iniciado en el último cuarto del siglo XIX, el imperialismo surge como consecuencia de las tendencias intrínsecas del proceso de acumulación de capital –en el que prima su concentración y centralización– y de las contradicciones que surgen de la lucha de clases en el capitalismo, tal como las analiza marx.
Por lo tanto, el imperialismo es algo nuevo, que no debe confundirse con los viejos imperios. En el Capítulo VII, Lenin presenta su definición: “Si fuera indispensable dar una definición lo más breve posible del imperialismo, habría que decir que el imperialismo es la etapa monopolista del capitalismo”.[Xvi] En esta etapa particular, siguiendo la estela de Rudolf Hilferding, Lenin reconoce al capital financiero como la fuerza central del imperialismo. Es precisamente en el ámbito financiero donde se produce un cambio de calidad en el sistema: contrario a la etapa anterior, en la que prevalecía el capital industrial, el impulso económico del imperialismo está en el capital financiero.
En segundo lugar, en la etapa imperialista cobra protagonismo la exportación de capital. La característica del “viejo” capitalismo, en el que prevalecía la libre competencia, es la exportación de bienes. El “nuevo” capitalismo, en el que prevalecen los monopolios, se caracteriza por la exportación de capitales. La exportación de capital acentúa la internacionalización económica y, con ella, la competencia entre los estados-nación.
En tercer lugar, la cuestión de la posibilidad de organizar el capitalismo para evitar el estallido de guerras. Esta es una de las preguntas principales del libro. Además del prefacio a la obra de Bujarin que mencioné anteriormente, Lenin ya había discutido esto en otras ocasiones.[Xvii] En oposición a Karl Kautsky, demuestra que los conflictos internacionales son inherentes al funcionamiento del capitalismo, aunque en algunas situaciones puede predominar la cooperación. La exportación de capital tiende a promover el crecimiento económico en los países receptores.
Así, la estabilidad del sistema es imposible, ya que el desarrollo desigual provoca cambios en la correlación de fuerzas entre las naciones, con tendencia a erosionar el poder del centro en relación a nuevos centros de poder con mayor dinamismo económico. En este caso, a diferencia de lo que convencionalmente se entiende a partir de la llamada teoría de la dependencia, existe una tendencia estructural a que los países más desarrollados tengan una menor tasa de crecimiento económico en comparación con los países menos desarrollados, en el propio centro capitalista o en la periferia. del sistema. .[Xviii]
La expansión del capital no pasa necesariamente por el estallido de guerras, pero éstas no pueden descartarse, de tal forma que las actividades vinculadas al sector armamentístico adquieran una posición privilegiada en las economías nacionales. La existencia de enemigos externos -incluso inventados- que justifican las órdenes militares es parte del juego de las grandes potencias. Además, el clima de belicismo permanente también beneficia a sectores de la economía que no están directamente vinculados a la industria bélica, algo a lo que Kautsky parece no haberle dado mucha importancia.
En cuarto lugar, vale recordar que el aporte teórico de Lenin al estudio del desarrollo del capitalismo en el mundo ya se encontraba en dos textos, “El llamado problema de los mercados”, de 1893, y “Caracterizar el romanticismo económico”, de 1897, además de la obra clásica El desarrollo del capitalismo en Rusia, de 1899.[Xix] En estas obras, Lenin, aún joven, explica que el capital es progresivo y que el objetivo final de las inversiones es la valorización del capital, y no el consumo, que está subordinado al proceso de acumulación. La búsqueda de mercados exteriores no es consecuencia de las dificultades para realizar la plusvalía, como defendían Rosa Luxemburgo y los populistas rusos.[Xx]. El imperialismo tampoco es una consecuencia de la caída de la tasa de ganancia. El capital es progresivo: no necesita “esperar” a la caída de la tasa de ganancia para buscar mercados externos o cualquier otra contratendencia que se quiera considerar. No existe un límite estructural que lleve al estancamiento económico. Al ser progresivo, los límites del capital se encuentran sólo en sí mismo.[xxi]
Finalmente, uno de los principales elementos que contribuyeron a que el libro lograra un éxito incomparable con otras obras publicadas en ese momento sobre el mismo tema está relacionado con el énfasis de Lenin en el tema de la opresión nacional. Dice: “También se intensifica particularmente la opresión nacional y la tendencia a las anexiones, es decir, a la violación de la independencia nacional”[xxii]. Además de la lucha de clases, el movimiento revolucionario debe prestar atención a la lucha por la descolonización.
Lenin, que enfrentó al zarismo ruso, el gobierno más reaccionario de Europa, encontró en la opresión nacional un factor potencial para la revolución proletaria, vinculando la lucha de clases con la lucha antiimperialista por la liberación nacional. No fue casualidad que gran parte de los movimientos de independencia nacional se identificaran con el comunismo y la lucha antiimperialista, especialmente después de 1945, cuando se desmantelaron los antiguos imperios coloniales.[xxiii]
Siempre es bueno recordar que la revolución china de 1949, la mayor revolución anticolonial de la historia, fue dirigida por un partido comunista fuertemente influenciado por las ideas de Lenin.
*Marcelo Pereira Fernández es profesor de economía en la Universidad Federal Rural de Río de Janeiro (UFRRJ).
referencia
Vladimir Ilich Lenin. El imperialismo, la etapa superior del capitalismo. Traducción: Ediciones Avante! y Paula Vaz de Almeida. São Paulo, Boitempo, 2021, 192 páginas.
Notas
[i] En la excelente biografía de Engels de Gustav Mayer hay un capítulo sobre esto. Véase Gustav Mayer, Friedrich Engels: una biografía (trad. Pedro Davoglio, São Paulo, Boitempo, 2020).
[ii] Edgard Carone, “Los Congresos de la Segunda Internacional, Bale, Suiza – 1912”, revista principios, norte. 26, ago.-oct. 1992. Disponible en: .
[iii] György Lukács, Lênin: un estudio sobre la unidad de su pensamiento (trad. Rubens Enderle, São Paulo, Boitempo, 2012), p. 60
[iv] José Luís Fiori, “Poder global y nación: el debate de la izquierda”, en José Luís Fiori (ed.), el poder mundial (São Paulo, Boitempo, 2007, colección Estado de Sitio).
[V] Karl Kautski, Socialismo y Política Colonial (Londres, Athol, 1975). Disponible: . El cinismo de Bernstein no pasó desapercibido para Domenico Losurdo: “Es precisamente el dirigente socialdemócrata quien, tras teorizar sobre una legalidad sustancial superior basada en la filosofía colonialista de la historia y la idea de la misión imperial y civilizadora de las grandes potencias , continúa expresando todo su horror por la falta de respeto a las reglas del juego y la violencia de la Revolución de Octubre”. Véase Domenico Losurdo, Liberalismo: entre la civilización y la barbarie (trad. Bernardo Joffily y Soraya Barbosa da Silva, São Paulo, Anita Garibaldi, 2006), p. 30
[VI] Edgard Carone, “Los Congresos de la Segunda Internacional, Stuttgart – 1907”, Revista Principios, No. 24 de abril 1992. Disponible en: .
[Vii] Tamás Krausz, Reconstruyendo a Lenin: una biografía intelectual (trad. Baltazar Pereira, Pedro Davoglio y Artur Renzo, São Paulo, Boitempo, 2017), p. 203.
[Viii] Vladimir Ilich Lenin, Obras recopiladas, v. 21 (Moscú, Progress, 1964), pág. 40. Según Lukács: “La Internacional es la expresión orgánica de la comunidad de intereses del proletariado mundial. En el momento en que se reconoce como teóricamente posible que los trabajadores luchen contra los trabajadores al servicio de la burguesía, la Internacional deja de existir en la práctica” (György Lukács, LêNin, cit., pág. 75).
[Ex] Richard B. Day y Daniel Gaido (eds.), Descubriendo el imperialismo: de la socialdemocracia a la Primera Guerra Mundial (Chicago, Haymarket, 2011), pág. 64. Posteriormente, en 1915, Lenin se refirió a la eslogan de la siguiente manera: "Desde el punto de vista de las condiciones económicas del imperialismo, es decir, la exportación de capital y la división del mundo por parte de las potencias coloniales 'avanzadas' y 'civilizadas', los Estados Unidos de Europa, bajo el capitalismo, son imposibles o reaccionarios. [Desde el punto de vista de las condiciones económicas del imperialismo, es decir, la exportación de capital y la división del mundo por parte de las potencias coloniales 'avanzadas' y 'civilizadas', unos Estados Unidos de Europa, bajo el capitalismo, es imposible o reaccionario.]”.
[X] Tamás Krausz, Reconstruyendo a Lenin, cit.
[Xi] Karl Kautsky, “Imperialismo”, en Aloisio Teixeira (org), Utópicos, herejes y malditos: los precursores del pensamiento social en nuestro tiempo (trad. Ana Paula Ornellas Mauriel et al., Río de Janeiro, Record, 2002). 12 György Lukács, LêNin, cit.
[Xii] Vladimir Ilich Lenin, “Prefacio”, en Nikolai Ivanovich Bujarin, La economía mundial y el imperialismo: esquema económico (trad. Raúl de Carvalho, 2ª ed., São Paulo, Nova Cultural, 1986).
[Xiii] Ídem, Obras recopiladas, v. 21, citado; Luis Alberto Moniz Bandeira, Lênin: vida y obra (4. ed., Río de Janeiro, Civilização Brasileira, 2017).
[Xiv] Franco Andreucci, “La cuestión colonial y el imperialismo”, en Eric Hobsbawm (ed.), Historia del marxismo: el marxismo en la era de la Segunda Internacional (trad. Carlos Nelson Coutinho y Luiz Sérgio N. Henriques, Río de Janeiro, Paz e Terra, 1984).
[Xv] Véase, en este volumen, p. 29
[Xvi] Véase, en este volumen, p. 113
[Xvii] Podemos citar, por ejemplo, “Una caricatura del marxismo y el economicismo imperialista”, en Obras recopiladas, v. 23 (Moscú, Progress, 1964), pág. 28-76; “La revolución socialista y el derecho de las naciones
[Xviii] Luis Fernandes, “Transición global y ruptura institucional: la geopolítica del neologismo en Brasil y América Latina”, Revista Principios, No. 143, 2016, pág. 30-40.
[Xix] John Weeks, “El imperialismo y el mercado mundial”, en Tom Bottomore (ed.), Diccionario del pensamiento marxista (trad. Waltensir Dutra, Río de Janeiro, Zahar, 1988).
[Xx] Marcelo Pereira Fernandes, “El capitalismo como sistema expansivo: la polémica entre Lenin y los populistas”, Oikos, v. 16, 2017, pág. 6-14.
[xxi] En este punto, Lenin es completamente fiel a Marx. Vale la pena citar el siguiente pasaje del Libro III de O capital: "O obstáculo real a la producción capitalista es la propia capital, es decir, el hecho de que el capital y su autovalorización aparezcan como punto de partida y de llegada, como motor y ámbito de la producción”. Véase Carlos Marx, El capital: crítica de la economía política, Libro III: El proceso global de producción capitalista (trad. Rubens Enderle, São Paulo, Boitempo, 2017), p. 289
[xxii] Véase, en este volumen, p. 147
[xxiii] Diego Pautasso, Marcelo Pereira Fernandes y Gaio Doria, “El marxismo y la cuestión nacional: Losurdo y la dialéctica nacional-internacional”, en João Quartim de Moraes (ed.), Losurdo: presencia y permanencia (São Paulo, Anita Garibaldi, 2020).