La ignorancia: una historia global

Eliezer Markowich Lissitzky, Empresas, fábricas, pozos, minas, Fotografía, 1939
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por LUIZ MARQUÉS*

Consideraciones del libro de Peter Burke

La ignorancia: una historia global, de Peter Burke, está recién salido del horno (2022, de Yale University Press; 2023, de Editora Vestígio). Para el The New York Review Book New Times, la obra “explora las formas en que los obstáculos, el olvido, el secretismo, la negación, la incertidumbre, los prejuicios, los malentendidos y la credulidad han impactado el curso de la historia, desde el rediseño de las fronteras hasta la negación del cambio climático y más”. El ensayo está dedicado “A los maestros de este mundo, héroes y heroínas en el intento diario de remediar la ignorancia”. Nuestra categoría lo intenta.

Renato Janine Ribeiro, en la presentación de la edición brasileña, elogia el esfuerzo intelectual oportuno en una época que vuelve “arrogante” la ignorancia. Para los fascistas, la cultura es un blanco de odio y la falta de cultura es un motivo de orgullo. La reflexión se divide en dos grandes partes. En el primero, “La ignorancia en la sociedad”, aborda especialmente los ámbitos de la religión, la ciencia y la geografía. En el segundo, “Consecuencias de la ignorancia”, abarca la guerra, los negocios, la política, las catástrofes, los secretos, las dudas y el olvido del pasado. La conclusión, “El nuevo conocimiento y la nueva ignorancia”, proyecta la concepción cíclica (maquiavélica) del icono en la historia cultural, de la Universidad de Cambridge.

¿De quién? ¿Para quien?

La ignorancia es uno de los “cinco gigantes” que el proceso civilizador debe derrotar, junto con la pobreza, la enfermedad, la miseria y la ociosidad. Se lee en el informe que fundó el Estado de bienestar británico, creado por el gobierno laborista de 1945. Bajo la hegemonía de las finanzas, este programa dio paso a lo contrario: la “producción de ignorancia” en las masas.

Resultado: más pobreza, debido al aumento de las desigualdades; más enfermedades, por la falta de un sistema de salud universal; más miseria, por el abandono de las políticas sociales y de la esperanza nacida hace más de 500 años con la Utopía, de Tomás Moro, de una renta básica contra el crimen y; mayor ociosidad forzada, debido a la rápida expulsión de millones de personas de la actividad formal. El neoliberalismo de Sociedad del Mont Pèlerin provocó una sobrecarga tóxica de barbarie e indiferencia en la sociedad.

A la lista se puede agregar la ignorancia propagada por las clases dominantes sobre la economía, bajo el capitalismo. Ya sea para mistificar el léxico utilizado para justificar la “austeridad” y la eliminación de las contribuciones estatales a la salud, la educación, la vivienda, la asistencia social, convirtiendo los derechos en servicios remunerados en Europa; si naturalizar las tasas de interés definidas por un llamado Banco Central independiente, en Brasil – ¿de quién? ¿para quien? En el consumo la desinformación también juega un papel importante. “Los agentes del mercado no pierden la oportunidad de beneficiarse de la ignorancia de los demás”, como explica Flávio Fligenspan, en el artículo “La falacia de las cuotas sin interés” (Sur 21, 11/09/2023).

Para no limitarnos a lo desconocido-desconocido (lo que se desconoce sin tener conciencia de no saber), cabe mencionar lo conocido-desconocido (el conocimiento que no se conoce a sí mismo), como se refiere Slavoj Zizek al inconsciente freudiano-lacaniano. . La inconsciencia es generalizada. Todos somos impermeables, en una medida u otra. La negativa a saber no es inocente. Puede empeorar los desastres pseudonaturales. Las inundaciones en los municipios de Rio Grande do Sul son prueba de ello. Los pobres de las zonas vulnerables percibían los peligros y no tenían poder de decisión; Los administradores superiores eran conscientes del daño potencial y mantenían el mando. No hicieron más que llorar sobre la leche derramada. O difundir la calamidad en un show de Ivete Sangalo en São Paulo, como gobernadora de Rio Grande do Sul.

La ignorancia cuesta

Aquellos que toman decisiones ignorantes son peligrosos (ciencia nihil), de espaldas a los desastres de la comunidad. La “ética de la responsabilidad” impone a los representantes políticos, primero, garantizar el derecho a la seguridad de sus representados en el territorio que habitan y; en segundo lugar, brindar solidaridad no formal a quienes dependen de las instituciones oficiales. Al fin y al cabo, a los afectados por las aguas que arrasaron hogares y sueños, les toca rápidos representantes legales con los de “arriba” en la privatización de los bienes públicos y, burocráticamente, con los “de abajo” necesitados. El duelo requiere prudencia. “Ya sabes: pan o hogazas, es cuestión de opiniones”, se aprende allí en los caminos del gran interior.

La persecución de la potencia del Norte a Julian Assange se produce por la divulgación de documentos confidenciales sobre las invasiones de Afganistán, Irak y el puerta de cable – espiar a líderes extranjeros mediante el acceso ilegal a Gmail. El argumento se remonta a los “secretos de Estado” o las “razones de Estado”. En el Estado democrático de derecho prevalece el valor de la transparencia para el interés público. Si no prevalece es porque la verdad hace temblar los cimientos de statu quo imperialista.

A modo de andar El neoliberal invierte en la inevitabilidad del progreso que genera caos social y crisis ambiental. Para Peter Burke, el surgimiento de nuevos conocimientos trae consigo nueva ignorancia. Si la especie en total Sabe hoy más que nunca, individualmente quizás no se pueda decir lo mismo. El estudio de los clásicos cayó en desuso. La fragmentación del conocimiento crea técnicos sin sapiencia, acusa el centenario Edgar Morin. En medicina, donde la ignorancia se estudia desde el principio, muchos médicos abrazaron el negacionismo científico durante la pandemia, en contradicción con el juramento hipocrático.

Totalidad significativa

Es necesario articular el conocimiento existente a partir de lo que Lucien Goldmann llama “totalidad significativa”. En la visión dialéctica, a diferencia de la positivista, “el todo no es sinónimo de todo”. Lo que cuenta para la cognición son las piezas relevantes para comprender los fenómenos de la realidad. El poder del pensamiento reside en su capacidad para estructurar y significar el conocimiento de forma inteligible, y no en la cantidad aleatoria y desordenada de datos almacenados por el Doctor Google.

La “infocracia” explota la ignorancia de las masas con la tecnología del Big Data. La manipulación de tendencias consumistas e incluso electorales dista mucho de ser equivalente a una mejora de la racionalidad de los comportamientos, y menos aún, a la comprensión de los acontecimientos en su conjunto. La conciencia es el escenario de la disputa entre la crítica socialista y la codicia capitalista que teje modalidades de dominación para engañar a los ingenuos. Está en juego la emancipación o el sometimiento de la humanidad. Por suerte, no puedes engañar a toda la gente todo el tiempo, aunque es bastante fácil engañarte a ti mismo.

La “sociedad de la información” no resuelve ningún impasse contemporáneo: la catástrofe climática, las desigualdades abismales, la destrucción de la democracia y la amenaza de un conflicto nuclear. La lucha de clases no es una nostalgia de la era analógica, sino un síntoma de la revivida ecuación de clases. Para quienes desempeñan roles de mando, recomendamos el capítulo donde Peter Burke aborda la “Ignorancia política” desde tres ángulos: el de los gobernantes (reyes, primeros ministros o presidentes), el de los gobernados y el de la organización del sistema de gobierno. Las 366 páginas se basan en la cita de Thomas Jefferson: "Si una nación espera ser ignorante y libre, y aún estar en condiciones de civilización, espera algo que nunca ha sucedido y nunca sucederá". Pero eso lo decide el lector.

*Luiz Marquéss es profesor de ciencia política en la UFRGS. Fue Secretario de Estado de Cultura de Rio Grande do Sul en el gobierno de Olívio Dutra.

referencia


Pedro Burke. La ignorancia: una historia global. Traducción: Rodrigo Seabra. Belo Horizonte, Vestígio, 366 páginas. [https://amzn.to/46DeKdT]


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