por EUGENIO BUCCI*
La ideología es un pegamento que, al hacer que la palabra se adhiera a su significado, ordena todo lo que la gente cree saber, al mismo tiempo que les oculta todo lo que no saben que no saben.
Mientras se hace más evidente -como si fuera posible hacerse aún más evidente, y como si fuera necesario-, que el ocupante de la Presidencia de la República hasta 2022 estaba tramando, planificando e intentando ejecutar un golpe de Estado. , surge una pregunta entre las sombras de la conveniencia: ¿cómo explicar el apoyo que obtuvo?
¿Por qué tanta gente rica lo halagaba con tanto fervor? ¿Por qué tantos políticos experimentados se inclinaron ante reverencias tan solícitas? ¿Por qué tantos sectores de los cuarteles se comportaban como bandas de analfabetos? Y, finalmente, ¿por qué las masas desposeídas lo aplaudían cuando se subía a los camiones para vomitar oscuridad sobre el asfalto? ¿Cómo entender que votaron por una figura claramente comprometida con degradar un poco más sus vidas?
En cuanto a los ricos, razones atávicas pueden darnos una pista: identificaron en el capitán (de la selva) a un hombre de confianza dispuesto a diezmar cualquier movimiento que exigiera justicia. Así era en la esclavitud, así es ahora. En cuanto a los políticos experimentados, su servilismo puede atribuirse al oportunismo parásito: nunca tantos ganaron tanto por tan poco. La conducta de los militares que abordaron el cuartel de Cebolinha será descifrada por inhabilitación profesional, incluido el vaciamiento de la palabra honor.
¿Y qué pasa con la gente? ¿Por qué se dejó engañar así? ¿Y por qué sigues yendo?
Un buen hilo conductor lo encontramos en la investigación que la antropóloga brasileña Rosana Pinheiro-Machado dirigió en el Laboratorio de Economía Digital y Política Extrema (DeepLab), en University College Dublin (UCD), en Irlanda, con financiación de la Unión Europea. Entre febrero y noviembre de este año, ella y su equipo investigaron cómo Instagram y las redes sociales reconfiguraron todo lo que llamamos el “mundo del trabajo” en Brasil.
El estudio detecta la “precariedad laboral” que victimiza a los trabajadores más frágiles, advierte de la necesidad de regular las plataformas, que se benefician de la desorganización de las relaciones laborales, y sugiere, con lógica imperturbable, líneas de políticas públicas para combatir el caos. Sus mejores luces, sin embargo, no tienen que ver con la explotación del trabajo, sino con la transformación de actitudes, creencias y valores de las masas. Al investigar los viajes más agotadores, Rosana Pinheiro-Machado nos da un mapa de la ideología y nos ayuda a comprender por qué las masas desposeídas actúan como lo hacen.
"El mundo empresarial en Instagram presenta una contradicción fundamental: promueve una ideología libertaria de libre mercado al tiempo que exhibe una estructura piramidal", dice el informe de investigación. “Un mensaje generalizado, desde los gigantes hasta los nanousuarios, es que cualquiera puede crecer, ser libre, ser rico y trabajar en cualquier momento y en cualquier lugar. Sin embargo, este mundo aparentemente igualitario y libre es, en realidad, una pirámide, con personas influyentes en la cima y millones de personas [en la base] que aspiran a crecer”.
El estudio destaca la "creencia generalizada en una forma distorsionada de meritocracia", con "aspiraciones poco realistas", que, "desde un punto de vista político, fomenta sentimientos antidemocráticos, contrarios a los derechos, y la aparición de políticos populistas". En definitiva, en el entorno de la plataforma, el repartidor de pizzas mira a Elon Musk, ve un igual y se ofrece voluntario para imitarlo. Cree que será Elon Musk y está orgulloso de su convicción. ¿Estás seguro de que lo único que tienes que hacer es disfrazarte de empresario hecho a ti mismo, como recomienda el entrenadoresy trabajar sin descanso.
Él, que está en la base de la pirámide, o incluso bajo tierra, ve los derechos laborales como dádivas degradantes. No, no quiere dejarse engañar: quiere tener licencia para creer que es tan burgués como el banquero y que dentro de poco será también multimillonario.
El concepto de ideología está pasado de moda, lo cual también es ideológico. Algunos marxistas al pie de la letra (más literalmente que al pie de la letra) creen hasta el día de hoy que la ideología es una “falsa conciencia”; los únicos que tienen la “verdadera conciencia” son ellos mismos, los marxistas al pie de la letra. Otros, seguidores del filósofo francés Louis Althusser, sostienen que “la ideología es una 'representación' de la relación imaginaria de los individuos con sus condiciones reales de existencia”. La formulación parece mejor, pero no ayuda.
En términos menos forzados, podemos decir que la ideología es un pegamento que, al hacer que la palabra se adhiera a su significado, ordena todo lo que la gente cree saber, mientras que al mismo tiempo les oculta todo lo que no saben y que no saben. No lo sé. Al untarse con este pegamento, los sirvientes se disfrazan de amos y sonríen al autofoto.
Rosana Pinheiro-Machado revela fragmentos de este sistema de creencias y prácticas sociales, en el que la identidad se disuelve en el líder fuerte y rico, y explica, en parte, por qué decenas de millones apoyaron a los golpistas. En este caso, estafadores incompetentes. Es gracioso. A veces los de arriba se parecen a los de abajo: por falta de preparación o por cobardía, sus ambiciones también fracasan.
*Eugenio Bucci Es profesor de la Facultad de Comunicación y Artes de la USP. Autor, entre otros libros, de Incertidumbre, un ensayo: cómo pensamos la idea que nos desorienta (y orienta el mundo digital) (auténtico). Elhttps://amzn.to/3SytDKl]
Publicado originalmente en el diario El Estado de S. Pablo.
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