icebergs a la deriva

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por RICARDO ANTÚNES*

Extractos de artículos de libros recién publicados

Plataformas digitales y sus orígenes

Desde hace algunas décadas, el capitalismo, bajo el liderazgo financiero, se ha desarrollado de tal manera que la productividad del capital siempre se valora en su punto máximo. Al proceder de esta manera, las corporaciones globales aumentan sus ganancias y exasperan la competitividad entre ellas, introduciendo maquinaria informacional-digital cada vez más avanzada, capaz de mejorar exponencialmente el uso de la fuerza de trabajo.

Para las grandes corporaciones, la ampliación e intensificación de la jornada laboral generadora de ganancia y plusvalía se han vuelto aún más vitales ante la intensa competencia que enfrentan entre sí para ampliar su dominio en el mercado, tanto en la industria, la agricultura y los servicios, como en sus conocidas interconexiones (agroindustria, servicios industriales e industria de servicios) y presentes en las nuevas cadenas productivas de valor.

Central a esta reorganización del capital fue la expansión significativa del sector de servicios, cada vez más subordinado a la forma de mercancía. Esta configuración, además de desmantelar el mito de que la “sociedad postindustrial de servicios” eliminaría a la clase obrera, desencadenó una importante expansión del nuevo proletariado de servicios en la era digital. Tal procedimentalidad, contrariamente a lo que se propugnaba en las últimas décadas, no condujo a la pérdida de relevancia de la teoría del valor, sino a la expansión de nuevas formas generadoras de plusvalía, aunque frecuentemente asumiendo la apariencia de no valor.

Y el capitalismo ha demostrado una enorme capacidad para articular actividades materiales, muy predominantes en la industria de transformación y en la agroindustria, con aquellas en las que también se expanden actividades inmateriales, como las que se desarrollan en la industria de servicios y en las grandes plataformas digitales. Estos arreglos nos ayudan a comprender mejor el papel vital que la información, convertida en una nueva mercancía, comienza a asumir en el proceso de valorización y generación de más valor que, es imperativo agregar, está bajo el mando del capital financiero, que es responsable de impulsar y dirigir económica, política e ideológicamente la totalidad de la producción y reproducción del valor.[i]

Con la expansión del universo digital, a través de las tecnologías de la información y la comunicación cada vez más presentes en la producción (en un sentido amplio), encontramos nuevos componentes que merecen un análisis cuidadoso, a fin de captar mejor el papel que estas tecnologías han venido jugando en las formas. de acumulación presente en el capitalismo financiero actual.[ii] Eso es porque estos nuevos espacios productivos, cada vez más conectados con las plataformas digitales y el mundo de los algoritmos, han venido jugando un papel muy importante en la generación de ganancias y más valor, obligándonos a comprender mejor cómo funcionan las grandes plataformas digitales, que en realidad son verdaderas corporaciones globales. – han estado participando en lo que Srnicek llamó “capitalismo de plataforma”.[iii] Se trata de empresas que, además de poseer información, son cada vez más propietarias de la infraestructura de la sociedad, con un fuerte potencial monopólico y concentracionista en el conjunto de la economía global.

Aun sabiendo que la conceptualización del capitalismo de plataforma puede y debe ser problematizada, aquí la usamos más en un sentido descriptivo, es decir, en referencia a una fase del capitalismo informacional-digital-financiero en el que el sistema depende cada vez más del uso intensificado de huellas dactilares de las plataformas. Siempre reiterando que las plataformas, como instrumento tecno-digital, son cada vez más utilizadas por una enorme gama de empresas y corporaciones que tienen los más diversos fines, teniendo en común, sin embargo, la recurrencia de este artefacto informacional.

Fue en este contexto que el capitalismo de plataforma pudo expandirse hasta el punto de que hoy las corporaciones tecnológicas se encuentran entre las empresas más valoradas del mundo, desplazando a las que ocupaban la cima del capital en el período previo a la explosión informacional-digital.

Pero también es importante señalar que la digitalización del trabajo no fue una “revolución sorpresiva. De hecho, la digitalización del trabajo ha introducido (o favorecido) múltiples, profundos y rápidos cambios en las estructuras y procesos productivos; en la organización del trabajo y en el mercado laboral. Estas alteraciones resultaron en “una fuerte fragmentación del proceso productivo; una aceleración igualmente fuerte del ciclo de valoración de los bienes (en la producción, en la gestión de las cadenas de suministro, en las ventas); una importante descomposición de la fuerza de trabajo (reduciendo su concentración física); una intensa individualización de las relaciones y contratos laborales”. Y esta gran transformación de la economía “se basó en un alto grado de informatización, automatización y robotización, bajo la égida de las tecnologías digitales”.[iv]

Si en los años 1980/90 tuvimos la informatización y automatización del sector industrial, a través de la tercerización de actividades en los países del Sur del mundo, en las dos primeras décadas del siglo XXI asistimos al “advenimiento de la conectividad total, de trabajo en la nube, la digitalización de la Industria 4.0, los servicios y sectores específicos como el cuidado”. Y así fue como el trabajo digital, que ahora se expande por gran parte del mundo, encontró un gran impulso en el contexto de la pandemia.

Como consecuencia de lo señalado anteriormente, vamos a presentar las tres tesis críticas que pueden ayudarnos a comprender la magnitud, el sentido, los riesgos y la profundidad de las metamorfosis en curso en el mundo del trabajo.

 

Los nuevos laboratorios de experimentación laboral

La primera tesis –los laboratorios de experimentación del nuevo trabajo– se puede resumir de la siguiente manera: durante la pandemia se desarrollaron nuevos laboratorios de experimentación del trabajo, cuyo trabajo está vinculado y subordinado a las plataformas de servicios, las oficina en casa y el teletrabajo (con sus similitudes y diferencias) son ejemplares. Si estas prácticas ya se utilizaban antes de la crisis de la pandemia, durante su duración se expandieron aún más significativamente.

Fruto de un movimiento complejo, cuyos orígenes se remontan a la crisis estructural del capital, las grandes corporaciones han ido utilizando simultáneamente una enorme masa de desempleados que pasan a trabajar bajo el mando de las tecnologías digitales y sus algoritmos. Esta simbiosis también ha permitido incentivar la individualización del trabajo (el “emprendimiento”, la “autonomía” y mistificaciones similares) y al hacerlo logran eludir la legislación protectora del trabajo, tendencia que tiene un enorme potencial de expansión hacia un conjunto de actividades que se desarrollan en la industria de servicios, es decir, en servicios mercantilizados o mercantilizados.

Los resultados son visibles: jornadas de trabajo extenuantes, a menudo sin descanso semanal; salarios reducidos; despidos sumarios sin ninguna explicación; financiación para la compra o arrendamiento de vehículos, motos, bicicletas, celulares, internet, entre muchas otras aberraciones, que componen el trabajo uberizado, en el que se mezclan y se intensifican la explotación/despojo/expropiación. No es por otra razón que, además de la pandemia del COVID-19, también estemos viviendo la pandemia de la uberización. [V]

Así, la receta empresarial para la fase pospandemia ya está diseñada y perfilada: más flexibilidad, más informalidad, expansión de las formas de externalización, con la consiguiente explosión del trabajo intermitente y uberizado, todo ello bajo el mando de algoritmos con su única neutralidad aparente.

De esta forma, en medio de la pandemia del coronavirus, las plataformas corporativas globales han creado, con un ingenio aparentemente ilimitado, nuevos laboratorios de experimentación del capital, ampliando e intensificando el mundo laboral, involucrándolo en una nueva realidad caracterizada por la pandemia de la uberización. Por eso, en todos los espacios, particularmente en los servicios privatizados, hay un impulso creciente hacia una “nueva” modalidad de trabajo en la que los salarios se transforman y asumen la apariencia de “empresa” y “autonomía”.

Este proceso, que tiene sus raíces en un proceso estructural de crisis, se acentuó particularmente después de 2008/2009. Es en este contexto que, por sus singulares repercusiones socioeconómicas, la pandemia se convierte en un momento que estimuló nuevos laboratorios de experimentación del capital, aparentemente contingentes, pero que se concentraron en las más diversas actividades, ya sean productivas o reproductivas, abriendo el camino para una acentuación significativa. la precariedad del trabajo en la pospandemia. La única forma de frenarla dependerá de la capacidad de resistencia de la clase trabajadora, imponiendo límites a la explotación laboral y exigiendo nuevos derechos.

Así, los “nuevos” rasgos que caracterizan el trabajo uberizado son demasiado evidentes: ya no hay límites, ni en el tiempo ni en las horas de trabajo; desaparece la separación entre tiempo de trabajo y tiempo de vida; las prácticas laborales están cada vez más desreguladas; los derechos laborales sufren un proceso diario de corrosión y la justicia laboral, cuando triunfa, se ve obstaculizada por decisiones supremas. La intensidad y los ritmos de trabajo se ejercen al límite, y son demasiado evidentes las mistificaciones que subyacen al trabajo que dejó de ser trabajo, al salario que milagrosamente se convirtió en “emprendimiento”, “autonomía”.

Como la expansión del trabajo uberizado encuentra terreno fértil en una gama casi ilimitada de actividades en los servicios, sería un verdadero milagro que un orden tan destructivo no produjera más accidentes, enfermedades y sufrimientos en el trabajo, con énfasis en las enfermedades psíquicas, más subjetiva, más interiorizada.

Burnout, depresión, calvario y suicidio, todo esto se convierte en la regla y no en la excepción. Impulsado por el nefasto “sistema de objetivos” que se ha convertido en el nuevo cronómetro en la era de la acumulación flexible y sistemática que se ha convertido en una poderosa creación de capital, en su empeño por deconstruir el trabajo. La era de la devastación del trabajo se intensificó entonces en los laboratorios de experimentación laboral. Un escenario que nos lleva provocativamente a la segunda tesis: el capitalismo de plataforma parece tener algo en común con la protoforma del capitalismo.

 

El capitalismo de plataforma y la protoforma del capitalismo

Indicamos que el capitalismo de plataforma, conformado por las relaciones sociales del capital, termina por subsumir el arsenal informacional-digital primordialmente a las necesidades de su autoexpansión y valoración. Y, al hacerlo, recurre cada vez más a formas pasadas de explotación, expropiación y expolio del trabajo que el siglo XX ya se había encargado, en cierta medida, de eliminar, o al menos restringir, al menos en partes del mundo. .

Sabemos que la protoforma del capitalismo estuvo marcada por la enorme explotación del trabajo, en los inicios del universo fabril en Manchester, cuna de la Revolución Industrial en el siglo XVIII, cuyas jornadas para hombres, mujeres y niños superaban los 12, 14 , 16 horas al día, además de recurrir a puestaout sistema y outsourcing, formas de externalización del trabajo a menudo basadas en el trabajo a destajo. Así, nuestra tesis indica una extraña (pero no paradójica) aproximación entre estas diferentes fases históricas del capitalismo, el pasado y el presente.

Esto ocurre porque, en plena era digital, se intensifican las formas de succionar el trabajo excedente (intelectual y manual) en todos los espacios donde se reproduce el capital, precisamente en el período en que, dado el enorme avance tecnológico, la jornada laboral el trabajo podría reducirse significativamente. La competencia ininterrumpida entre corporaciones globales convierte la devastación y corrosión del trabajo en un imperativo indiscutible para el capital.

Por eso estamos asistiendo a una variante de acumulación muy digital y abusivamente primitiva. Un capitalismo de plataforma que parece tener algo en común con la protoforma del capitalismo. Esto se debe a que, una vez más, el sistema de metabolismo antisocial del capital[VI] impone su rumbo, articulando lo moderno, que se encuentra, por ejemplo, en la inteligencia artificial, con lo arcaico, intensificando el binomio explotación y expolio.

Y, además de las formas de explotación laboral, también se expanden las formas de expropiación y despojo, ya que, además de aportar su fuerza de trabajo, los trabajadores son responsables de los costos de compra o asignación de vehículos, celulares, equipos (como los correos mochilas), aumentando su dependencia financiera para pagar las herramientas de trabajo que deben ser proporcionadas por las empresas. Así, para que este proceso se lleve a cabo, también fue necesario expropiar a la clase obrera, que, una vez privada de instrumentos de trabajo y endeudada, no tendría más remedio que aceptar “cualquier” trabajo.

Por eso el trabajo que se expande en la “base productiva” de la Amazonas (e Amazon Mechanical Turk), Uber (y Uber Eats), 99, Cabify, Lyft, Ifood, Rappi, Glovo, Deliveroo, Airbnb, Workana, GetNinjas, entre tantos otros ejemplos, se parece cada vez más a un tipo de obra que, a pesar de sus muchas diferencias, puede denominarse obra uberizada.

En una época histórica en la que la uberización del trabajo y la Industria 4.0 están dotadas de una enorme dimensión destructiva en relación con la mano de obra, nuestra tercera tesis finaliza con un diseño crítico de gran intensidad y profundidad.

 

Una nueva era de deantropomorfización del trabajo

Es dentro de este proceso capitalista que, simultáneamente con el crecimiento del trabajo uberizado, vemos la expansión global de la Industria 4.0, una propuesta que nació en Alemania y fue concebida para dar un nuevo salto tecnológico en el mundo productivo (en un sentido amplio). ) a partir de la expansión de la robótica y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.

Su implementación ha llevado a una intensificación aún mayor de los procesos de producción automatizados a lo largo de la cadena de valor, de modo que toda la producción y la logística empresarial se vuelven cada vez más controladas y comandadas digitalmente.[Vii]

Es en este contexto que surge nuestra tercera tesis: además de la intensificación de la precariedad que ha ido configurando el trabajo uberizado, en el otro extremo de este mismo proceso, donde se expande la Industria 4.0, asistimos a una importante expansión del trabajo muerto, con la digitalización. la maquinaria como dominante y conductora de todo el proceso productivo, con la consiguiente reducción del trabajo vivo, mediante la sustitución de actividades que se vuelven superfluas, debido a la entrada de nuevas máquinas automatizadas y robóticas, bajo el mando de algoritmos.

Más robots y máquinas digitales invaden la producción, lo que nos lleva a indicar que estamos entrando en una nueva fase cualitativamente superior de subsunción real del trabajo al capital. Ahora con la presencia del internet de las cosas-Industria XNUMX, inteligencia artificial, nube, grandes volúmenes de datos, impresión 3D, internet 5G, teléfonos móviles, tabletas, teléfonos inteligentes y similar, el mundo informacional-digital comenzó a controlar, supervisar y comandar esta nueva fase de ciber Industria del siglo XXI.

Es por estos elementos socialmente destructivos que estamos en vísperas de un nuevo proceso de desantropomorfización del trabajo (para recordar a Lukács[Viii]), ya que se acentúa significativamente la tendencia a la eliminación (y/o sometimiento) de nuestros contingentes de trabajo vivo y su sustitución (y/o subordinación) por trabajo muerto, producto de esta nueva aventura empresarial encaminada a consolidar la nueva fábrica digital. ., en las más diversas ramas y sectores económicos.

Estamos entrando, entonces, en un nuevo nivel de subsunción real del trabajo, que profundiza su condición de apéndice de la máquina informacional, digital y algorítmica, ampliando la deantropomorfización de grandes contingentes de trabajo vivo, en una dimensión aún más profunda que la que se produjo. con la introducción de la maquinaria durante la Primera Revolución Industrial.

Esto se debe a que, si durante el ciclo artesanal y manufacturero el trabajo tenía dominio y control sobre los instrumentos de trabajo (herramientas) y sus movimientos (siendo, por tanto, parte activa y conductora de un mecanismo vivo), en la gran industria es un se produjo una inversión completa: el mando se transfirió a un mecanismo muerto, independiente de la obra viva, que, de este modo, se convirtió en un apéndice de la máquina. Se convirtió, como señaló Marx, en un autómata, dada la subsunción real del trabajo vivo al capital, al trabajo muerto.[Ex].

Así, al definir la deantropomorfización del trabajo, estamos aludiendo no sólo a una dimensión cuantitativa, sino también a la pérdida cualitativa del trabajo vivo y su subsunción al trabajo muerto. En el capitalismo actual, comandado por el capital financiero, bajo la niebla de los algoritmos, la inteligencia artificial y el internet de las cosas, con su apariencia de neutralidad, nuestra tesis es que la subsunción real que se fragua en la ciber la industria, en permanente reestructuración productiva, se vuelve aún más compleja y profunda, tanto en el universo de objetividad como de subjetividad de la clase obrera.

Más objetivado y fetichizado aún, sin controlar mínimamente los movimientos de la nueva maquinaria informacional-digital, el trabajo vivo, cuando no desaparece por el desempleo, es subsumido aún más intensamente por el capital, ya que ni siquiera conoce los engranajes que lo mueven. están en marcha en la nueva factoría digital bajo el mando de algoritmos, el internet de las cosas, la inteligencia artificial, etc.

 

Una nueva era de revueltas

Fue este escenario de precariedad estructural del trabajo presente en el trabajo uberizado que el 1 y 25 de julio de 2020, en medio de una pandemia, Brasil se enfrentó a dos importantes huelgas –llamadas #brequedosapps– que marcaron un nuevo escenario de luchas y resistencias. de repartidores de plataformas digitales, movimiento que se ha expandido a varios países de América Latina y en varias partes del mundo, como lo demuestra la experiencia británica y de otros países europeos.

Junto a las numerosas huelgas que se sucedieron en Brasil, América Latina y en diversas partes del mundo, sumadas a muchas otras huelgas obreras, vienen expresando un mosaico y una multiplicidad de formas de acción y resistencia desencadenadas por el nuevo proletariado de servicios, segmento que no deja de expandirse, indicando claros signos de insatisfacción que deben expandirse en esta era de abandono y erosión de los derechos de la clase trabajadora en la era informacional-digital. [X]

Aquí, entonces, hay una invitación a leer los 28 capítulos del libro. icebergs a la deriva.

*Ricardo Antunes es profesor titular de sociología en la Unicamp. Autor, entre otros libros, de Capitalismo pandémico (boitempo).

referencia


Ricardo Antunes (org.). Témpanos a la deriva: trabajo en plataformas digitales. São Paulo, Boitempo, 2023, 552 páginas (https://amzn.to/3KH2VuN).

Lanzamientos:

En la Unicamp, el 22 de agosto, a las 14 h, en el Auditorio Marielle Franco.

En São Paulo, el 1 de septiembre, a las 19 h, en la Livraria da Travessa (R dos Pinheiros, 513).

Notas


[i]François Chesnais, La globalización del capital (São Paulo, Xamã, 1996) (https://amzn.to/3YEz3om).

[ii] Para una visión general amplia y crítica de estas tendencias, que cubre varios países, ver Ricardo Antunes, Fabio Perocco y Pietro Basso, (eds.), Il lavoro digitale: Mayor autonomía o nuovoasservimentodel lavoro, en Socioscapes Revista Internacional de Sociedades, Políticas y Culturas II, (Problema especial, Italia, 2021) (https://amzn.to/3E2ZSt6).

[iii]Nick Srnicek, Capitalismo de plataforma (Cambridge, Política, 2017). pag. 86 (https://amzn.to/3OJDfik).

[iv] Ricardo Antunes, Fabio Perocco y Pietro Basso (org.), El trabajo digital, cit., pág. 10-11.

[V] Véase Ricardo Antunes, Capitalismo pandémico (São Paulo, Boitempo, 2022) (https://amzn.to/3OJGqqf)

[VI]István Meszaros, más allá del capital (São Paulo, Boitempo, 2020) (https://amzn.to/3OJjGGG).

[Vii] Ver, en relación al avance de la Industria 4.0 en Brasil: Geraldo Augusto Pinto, Industria 4.0 en la cadena automotriz. En: Ricardo Antunes (Org.). Uberización, Trabajo Digital e Industria 4.0 (São Paulo, Boitempo, 2020) (https://amzn.to/3OImTGt).

[Viii]György Lukács, Hacia una Ontología del Ser Social, Libro II, (São Paulo, Boitempo, 2013) (https://amzn.to/3KLfULQ).

[Ex]Karl Marx, El Capital, libro I (São Paulo, Boitempo, 2013), p. 494-95 (https://amzn.to/3qCU4Du).

[X]Este artículo resume algunas de las ideas centrales presentes en el capítulo 1 del libro que editamos, titulado Icebergs a la deriva: trabajar en plataformas digitales, que acerca la investigación realizada por el Grupo mundo del trabajo y sus metamorfosis, del IFCH/UNICAMP, y cuenta con la participación de autores del país y también del exterior (Italia, Inglaterra y Portugal).


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