por AURÉLIA HUBNER PEIXOUTO*
Comentar la película dirigida por João Gonzalez
comerciantes de hielo se estrenó el 16 de febrero de 2023 y es la tercera película del director portugués João Gonzalez. Producida por Bruno Caetano, COLA Animación, Michael Proença, corriente salvaje, Juan González y Royal College of Art, con montaje, música, animación de João Gonzalez, además de animación de Ana Nunu y orquestación de Nuno Lobo, ganó el premio Annie en la categoría de Mejor Cortometraje, habiendo, desde su estreno, recogido premios en muchos otros festivales (Festival Festival de Cine de Cannes, Festival Internacional de Cine de Melbourne, Festival Internacional de Cine de Guadalajara, Festival Internacional de Cine de Chicago, Semana Internacional de Cine de Valladolid, Festival Internacional Curtas Vila Do Conde, Festival Internacional de Cine de Bruselas, Festival de Monstra, y sigue levantando nuevos premios). Con una duración de 15 minutos, el cortometraje es el resultado del trabajo magistral de su creador.
João Gonzalez, en sus 27 años de vida, ya construyó una impresionante trayectoria, mostrando su talento en varias áreas artísticas. Con habilidades excepcionales en animación, ilustración, dirección e incluso música, trazó una sólida formación, comenzando con sus estudios en Multimedia en la reconocida Escola Superior de Media, Artes e Design do Politécnico do Porto (ESMAD). Buscando la mejora continua, João Gonzalez continuó sus estudios en el renombrado Royal College of Art, en el Reino Unido, donde obtuvo una maestría que ciertamente mejoró aún más sus habilidades creativas, lo que vimos como resultado en la obra en foco. Originario de Oporto, este artista polivalente tiene un verdadero motivo de orgullo, ya que lleva consigo el honor de representar a su país y su obra cinematográfica en el escenario internacional y llamar definitivamente la atención sobre el escenario de la animación portuguesa.
La apertura de este cortometraje nos muestra a un niño jugando en un columpio, suspendido de una 'media casa' de madera elevada por cuerdas y poleas a una empinada montaña helada. Durante los primeros treinta segundos de la película, ya se nos presenta la extrema fragilidad y el peligro de construir un hogar en los confines del mundo, aislado, donde un niño cuelga sobre un abismo. Desde los créditos iniciales sobre fondo negro, incluso antes de la primera imagen, el diseño sonoro nos remite, sinestésicamente, a los vientos fríos, al crujido agónico de las cuerdas, ya sean del columpio o de las que soportan el peso de la casa sobre el suelo. pared de montaña helada.
En resumen, la trama, presentada sin ninguna incursión en el lenguaje verbal, trata la historia de un padre y su hijo (o hija, no se hace alusión al género del niño) que viven en esa casa fría arriba del pueblo donde venden hielo. . Sus rostros y rasgos son extremadamente económicos y sencillos, y los cuellos de sus abrigos siempre ocultan sus bocas. Todos los días se lanzan en paracaídas para hacer sus ventas y se suben a lo alto de una motocicleta, sacando a relucir su sustento, su dinero y un sombrero nuevo. Por la noche, ponen agua en una caja para que se convierta en hielo durante la noche para que las ventas se repitan día tras día. El niño, durante los descansos, juega a columpiarse sobre el precipicio, hasta que el padre toca el timbre y lo llama a la casa, a las comidas, a sus tareas rutinarias.
Las escenas de los saltos en paracaídas, realizadas por el padre con el niño delante y acurrucado delante de él y la hielera detrás, son especialmente líricas, y muestran al padre en distorsiones físicas que lo hacen gigantesco, grande desproporcionado y magnífico. brazos y piernas Llama la atención que tanto el padre como el hijo pierden el sombrero con cada caída, volviendo a comprarse y volviéndose a perder en las bajadas... La ausencia de la madre se destaca por su espacio vacío en la cama del padre, y por los primeros planos de su taza amarilla sin usar, que observan con nostalgia.
Además del duelo, que involucra a padre e hijo en un clima triste y frío, otro tema narrado es el calentamiento. Desde las primeras escenas, seguimos el indicador de temperatura del termómetro de la casa que, al subir, presagia la catástrofe que caerá sobre los personajes. Con la alta temperatura, el hielo de la venta no se hace en la caja, la montaña comienza a derretirse y la casa es golpeada por una avalancha de hielo de la montaña que se derrite. La casa comienza a caer en picado, volcando y apenas aguantando, y aquí hay un primer plano increíble de una de las cuerdas rompiéndose hebra por hebra.
Con la inclinación el paracaídas resbala y se pierde. La mitad de la casa suspendida cede y está a punto de caer... No hay salida para el hombre y el niño, por lo que el hombre prepara al niño que tiene delante para un último salto, sin paracaídas. Pero, angustiosamente, el niño se vuelve cara a cara con el padre, encogiéndose de miedo. El padre entonces abraza a su hijo, le da la espalda al abismo y, abrazando a su hijo, cae.
En otoño, el realismo mágico que ya se anunciaba desde un principio, presenta a su Dios ex machina profusamente lírico con la aparición de la madre, que se eleva en el aire hacia los dos, los abraza y protege.
El color del abrigo y el sombrero de la madre, amarillo como su taza, y el del padre, rojo, dan más sentido a los gorros y tonos anaranjados de la película, mostrando cómo en el cortometraje, que prescinde de todo lenguaje verbal, los colores son intensamente cargado de significados narrativos. Luego, padre e hijo son apoyados en su descenso por una montaña esponjosa hecha con los sombreros que perdieron cada vez que saltaban para vender hielo.
Entonces, se levantan y siguen, el padre pone a su hijo sobre sus hombros, recoge una de las gorras del suelo y se la da a su hijo, y salen de la pantalla, dejando el foco a la sutil caída de otras dos gorras. que descienden suavemente sobre la montaña. La montaña de sombreros es también un instrumento para mostrar el esfuerzo pasado de la madre en la lucha diaria. En la base de la montaña hay sombreros amarillos, el color de la madre, y, al llegar a la cima, desaparecen, dando paso a los sombreros rojos y naranjas del padre y el hijo.
La animación mezcla el diseño muy simple y sólido con la técnica llamada “hatching” o “rayado transversal“, un método de sombreado en el que se utilizan líneas paralelas o entrecruzadas para crear tonos y texturas en un dibujo. Las líneas aparecen a veces más espaciadas o densas, añadiendo sombras y volumen con tonos de azul y naranja, inclinándose hacia el rojo y el amarillo en diversas situaciones, dando una apariencia de profundidad y detalle a las montañas, la casa, los objetos y los personajes. Tanto por el uso técnico como por el uso de colores, no podemos dejar de recordar La gran ola de Kanagawa, de Katsushika Hokusai, más aún porque aquí el agua también será, ya sea sólida como el hielo o en la avalancha derretida que engullirá la casa al final del corto, también protagonista. Como en la obra de Hokusai, el agua, la fuerza desordenada de la naturaleza, somete una frágil construcción humana.
La música y el riguroso diseño sonoro llenan cada escena, complementándose y entremezclándose, construyendo la atmósfera a veces agitada ya veces siniestra, y el ritmo a veces sutil ya veces frenético de la animación. Cabe señalar que João Gonzalez participó en varias funciones de producción, incluida la composición de sonido, así como la ejecución de piano y el diseño de sonido orquestado por Nuno Lobo. El movimiento en animación suele ser económico, y el contraste entre el fondo estático y los focos animados, junto con el potente diseño sonoro del que hablamos, provocan una gran implicación con las representaciones escénicas.
Al tratar los temas duelo, pobreza y calentamiento global, João Gonzalez reserva una gran carga dramática para el primero, insertando al segundo y al tercero en la condición de ineludible y catastrófico trasfondo socioambiental, que arrastra al primero más frágil.
La 'media' casa, alejada de la ciudad, frágilmente hacinada en una montaña, que cobija a una familia que vive 'vendiendo hielo' puede parecer radicalmente ficticia, fruto de una poderosa imaginación, y algo 'imposible', sin embargo nos retrotrae a la condición real de miles de personas que viven en cerros y en precarias edificaciones, sujetas a derrumbes y sepulturas cada vez que se presentan fuertes lluvias, cada vez más violentas y desordenadas por el calentamiento global.
Como el comerciantes de hielo, los empobrecidos bajan todos los días de sus muy precarios hogares a las ciudades a buscar su sustento, vendiendo 'casi nada', como hielo, en los letreros y en las puertas de escuelas y empresas. Venden golosinas, palomitas, dulces, frutas, o cualquier cosa que puedan remplazar y vuelven a vender día tras día, enfrentando muchas veces, además de la miseria, el luto, ya que la violencia policial y de los grupos criminales, las duras condiciones de vida, además de el escaso acceso a la salud, recorta vidas antes en la periferia.
La obra no fue tan aclamada y premiada sin razón, combina el rigor técnico y una excelente ejecución de la función poética, unida por la presencia masiva del creador João Gonzalez en todos los aspectos de la película, con una función social conmovedora y comprometida, trayendo a reflexiones de luz críticas sobre los temas de la lucha por la supervivencia en el duelo vinculados al implacable mal destructivo que es el desequilibrio climático, recordándonos otro trabajo reciente que también aborda el drama familiar y la pobreza en el contexto del calentamiento global, el reportaje surcoreano Parásitos, por Bong Joon-ho, 2019.
Es comprensible haber perdido el Oscar, en Los Ángeles, si tenemos en cuenta que el proyecto ganador, El niño, el topo, el zorro y el caballo, de Charlie Mackesy y Peter Baynton, cuentan con una temprana campaña de involucramiento y difusión, que arrancó con el lanzamiento del libro que dio origen al corto, en 2019, con más de 500 mil ejemplares vendidos en su primer año, traducido y estrenado alrededor de el mundo, con un éxito sorprendente. La larga y fructífera carrera del veterano Charlie Mackesky y el atractivo lírico y afectivo de la película, que prácticamente pone fin a una moderna fábula de autoayuda sobre el arte de hacer amigos, ciertamente avalan aquí la decisión, ya que puntos como la animación, la música y el guión, aunque rozagante en el proyecto del dibujante y autor británico, son, desde nuestro punto de vista, muy superiores en el proyecto del creador portugués João Gonzalez, todavía al comienzo de su prometedora carrera.
Otro aspecto que no podemos dejar de mencionar y que ejerce una notable influencia en un jurado como los Oscar es el contraste entre el mensaje siempre positivo y elegante de El niño, el zorro, el topo y el caballo con la cruda y fría realidad del duelo, el desamparo, la precariedad de la protección y lo trágico en la catástrofe 'natural' retratada en la obra de João Gonzalez.
El cortometraje portugués es magistral y merece más de un visionado, ya que la riqueza de significados empleados en cada escena es tal que una sola apreciación, aunque impactante, es insuficiente para decidir el sentido de cada detalle. Repasándolo para escribir este texto, nos atrapamos en una reflexión, que finalmente compartimos. a pesar de dios ex machina de que estamos hablando, la redención a la que nos elevamos es provisional, ya que los dos sombreros descienden sutilmente en la escena final, anunciando la muerte material de los simples vendedores de hielo.
Las expectativas son altas para ver qué le depara el futuro a este talentoso cineasta y los próximos trabajos que, sin duda, seguirán deleitando y emocionando al público mundial. Con su creatividad, dedicación y talento indiscutibles, João Gonzalez es una promesa emocionante para el cine, que promete dejar un legado duradero en la industria cinematográfica y brindar a los espectadores momentos más memorables y emotivos en la pantalla grande.
*Aurelia Hubner Peixouto es profesor de lengua portuguesa y literatura brasileña en IFES-Campus Vitória y estudiante de doctorado en diseño en la Facultad de Diseño, Tecnología y Comunicación de la Universidad Europea.
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