Historiografía de las ciencias en Brasil

"Fragmentos de un Libro de los Muertos", colección del MET/ Nueva York, c. 1390-1353 a. C.?
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por EDUARDO HENRIQUE BARBOSA DE VASCONCELOS*

¿Es posible para nosotros crear una historia de la ciencia en Brasil que incluya una multiplicidad de tiempos, espacios, sujetos y experiencias?

En 1956, el sociólogo minero radicado en São Paulo, Fernando de Azevedo,[ 1 ] publicó el libro La ciencia en Brasil,[ 2 ] Resultado de un encargo de la Fundación Larragoiti, institución creada en 1950 por Sul América Companhia de Seguros de Vida (SulAmérica). La obra de Fernando de Azevedo fue el tercer libro publicado por esta fundación.

La primera publicación fue Las artes plásticas en Brasil, de Rodrigo Melo Franco de Andrade; el segundo, Literatura en Brasil, de Afrânio Coutinho; la cuarta y última obra impresa fue Medicina en Brasil, que estuvo a cargo de Leonildo Ribeiro, médico y director de la fundación Larragoiti.[ 3 ] Cabe mencionar que el nombre de la función fue un homenaje de la familia controladora de la empresa a su creador y mecenas familiar: Don Joaquim Sánchez de Larragoiti Lucas.[ 4 ]

Es claro que el libro de Fernando de Azevedo y las demás obras publicadas bajo el mismo título no fueron simples obras publicadas en una de las tantas colecciones editoriales en boga en Brasil motivadas por el boom editorial de las décadas de 1940 y 1950 a la hora de seleccionar autores consagrados y. reconocidos en sus respectivas áreas, el objetivo era crear una obra de referencia, una obra de síntesis que guiara a sus lectores hacia lo más característico del avance cultural y científico de la época.

Imbuido de este espíritu, Fernando de Azevedo organizó una obra colectiva, en dos volúmenes, con 14 capítulos,[ 5 ] donde afirmó que la ciencia en Brasil, siguiendo todas las exigencias científicas, es resultado exclusivo de la Universidad de São Paulo (USP), fundada en la capital paulista en 1934. Es necesario resaltar que Fernando de Azevedo fue uno de los educadores que participaron en el movimiento para crear la USP y no es sorprendente que defendiera tal entendimiento.

Una respuesta más asertiva a la propuesta que determinó el inicio de la ciencia en Brasil[ 6 ] con la fundación de la USP salió a la luz 21 años después con la investigadora brasileña Nancy Leys Stepan, quien publicó en 1976 el libro: Inicios de la ciencia brasileña: Oswaldo Cruz, investigación y política médica 1890-1920.[ 7 ] En este trabajo, el autor afirma que la ciencia en Brasil comenzó en el siglo XX, pero no con la creación de la USP, como afirmó Fernando de Azevedo.

Para Nancy Stepan, la creación del Instituto Federal de Sueroterapia[ 8 ] Fue el comienzo de la ciencia académica en Brasil. No es casualidad que la Fundación Oswaldo Cruz, Fiocruz, se comprometiera a brindar la traducción y difusión del libro de Nancy Stepan en tierras brasileñas, allá por 1976, con el título Génesis y evolución de la ciencia brasileña: Oswaldo Cruz y la política de la investigación científica. y médico[ 9 ].

Posteriormente, en 1978, el sociólogo y profesor de historia José Murilo de Carvalho publicó una obra muy significativa, La escuela de minas de otro negro: el peso de la gloria.[ 10 ] El gran mérito del libro de José Murilo es salir de los límites del siglo XX y arrojar luz sobre una actividad científica que tuvo lugar en la segunda mitad del siglo XIX y más allá del eje Río-São Paulo. De esta manera, los espacios de actividad científica en Brasil pasaron a abarcar, en el trabajo académico-científico, la tríada Minas-Rio-São Paulo.

Cabe mencionar que en esta obra, el joven autor que ganaría protagonismo y notoriedad entre los historiadores brasileños de los años 1980, era aún un reciente doctor en ciencias políticas con una tesis defendida en la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, en 1974, sobre la “Élite y la construcción del Estado en el Brasil imperial”,[ 11 ] habiendo sido invitado por su colega sociólogo Simon Schwartzman, quien en ese momento coordinaba un proyecto de investigación en Financiadora de Estudios y Proyectos – Finep,[ 12 ] sobre la historia de la ciencia en Brasil, obra que registraría las “glorias” de la escuela tradicional de Minas Gerais.

Poco después se publicó otro trabajo sobre la historia de la ciencia en Brasil. Simon Schwartzman publicó, en 1979, el libro Formación de la comunidad científica en Brasil.[ 13 ] Por encargo de la Finep, Agencia estatal brasileña destinada a apoyar el desarrollo científico y tecnológico, el trabajo fue consultado por el sociólogo Joseph Ben-David.[ 14 ]Y, según Marcia Regina Silva, la autora brasileña en cuestión “también trabajó a partir de una sociología funcionalista esencialmente derivada de Robert Merton y Thomas Kuhn”.[ 15 ]

A diferencia de sus predecesores, el autor no se preocupó por determinar dónde “nacía o se creaba en el país” el verdadero conocimiento científico (es decir, lógico, racional, pragmático y europeo). En este proyecto, el autor tuvo más libertad para desarrollar una cierta visión general y abordar lo que llamó el “patrimonio del siglo XVIII”,[ 16 ] presentar con mayor precisión las actividades científicas del siglo XIX, con énfasis en los naturalistas; educación superior; ingeniería y minería; medicina y cirugía. El libro de Simon Schwartzman llamó la atención sobre prácticas científicas que antes habían sido ignoradas.

Los últimos años de la década de 1970 fueron un período muy fructífero para el desarrollo del conocimiento histórico en el país.[ 17 ] y para el desarrollo de la historia de las ciencias en Brasil. Además de los trabajos de Nancy Stepan, José Murilo de Carvalho y Simon Schwartzman, salió a la luz la publicación de una colección sobre temas científicos. Con el título Historia de las Ciencias en Brasil, Mário Guimarães Ferri y Shozo Motoyama organizaron una obra en tres volúmenes, impresos respectivamente en 1979, 1980 y 1981. La colección fue financiada por el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq) y publicada por Editorial de la Universidad de São Paulo (Edusp), en estrecha colaboración con Editorial Pedagógica Universitaria – EPU.

Ante este escenario, abrimos un rápido paréntesis para mencionar la investigación realizada por la profesora Margarida de Souza Neves, publicada en 1986, bajo el título: Las vitrinas del progreso.[ 18 ] que, además del financiamiento habitual de FINEP, contó con el apoyo del CNPq y el Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro (PUC/Rio), este último, la institución de empleo del docente. En este texto, Margarida Neves llama la atención sobre la importancia de las Exposiciones Universales como auténticos espacios de influencia política, económica y cultural en los que los países participantes deben mostrarse y presentarse en el “concierto de las naciones” a través de lo que mejor saben hacer en términos técnicos. , de los objetos y su producción industrial, científica y tecnológica.

Aunque no fue publicada en formato de libro, la investigación de Margarida Neves circuló entre sus pares de la comunidad científica de ciencias humanas en Brasil. Así, de manera pionera, señaló a los investigadores la cultura material y las exposiciones como ámbitos importantes de la actividad social y científica en Brasil (pero no sólo) en los siglos XIX y XX.

En la década de 1990, Lilia Katri Moritz Schwarcz defendió su tesis doctoral en la carrera de antropología de la Universidad de São Paulo, dando origen al libro: El espectáculo de las razas: científicos, instituciones y cuestiones raciales en Brasil (1870-1930).[ 19 ] En este trabajo, el autor se centra en los discursos y prácticas científicas desarrolladas en las instituciones donde se practicaba la ciencia en Brasil. El perfil institucional del autor está compuesto por institutos históricos, instituciones médicas, facultades de derecho y museos de historia natural. Al observar las tensiones y contradicciones que existen en las prácticas que constituyen cada una de estas “áreas” de actividad, desde las instituciones investigadas, el autor muestra cómo la ciencia practicada estuvo permeada por a priori, ideas preconcebidas y prejuicios, que manifestaban, entre otros problemas, una enorme brecha social y racial entre el pueblo y los “hombres de letras y ciencias”.

Es necesario resaltar que en esta obra, Lilia Schwarcz inserta los museos de historia natural y la cultura material en la dinámica de producción, difusión y circulación del conocimiento científico, algo que hasta entonces fue hecho tímidamente por los investigadores que la precedieron. Pero si por un lado lo incluye, por otro lo hace con reservas, porque al estudiar los museos de historia natural se centró únicamente en el Museu Nacional, el Museu Paulista y el Museu Paraense Emilio Goeldi.

En la segunda mitad de los años 1990, el libro de Maria Margaret Lopes, titulado Brasil descubre la investigación científica: los museos de ciencias naturales en el siglo XIX.[ 20 ]Fruto de su doctorado en historia, con énfasis en historia de la ciencia, en la Universidad de São Paulo, bajo la dirección de la profesora Maria Amélia Mascarenhas Dantes. En este libro, Margaret Lopes es perentoria al afirmar que antes de las universidades y los laboratorios, fue en los museos de historia natural donde se realizó la ciencia en Brasil durante todo el siglo XIX. Además de retroceder en el tiempo, “hasta los inicios de la ciencia en Brasil en el siglo XIX”, el autor también demarcó específicamente los museos de historia natural, que hasta entonces recibieron poca o ninguna atención por parte de los historiadores de la ciencia en Brasil, como loci por excelencia de las prácticas científicas.

A lo largo del texto, Margaret Lopes analiza la creación, constitución de colecciones y actividades científicas realizadas por cinco museos: Museu Nacional, Museu do Ipiranga (Paulista), Museu do Paraná (Museu Paranaense) y Museu Paraense Emilio Goeldi. Tres museos en el sur y uno en el norte del país. Si, como sostiene la autora, la ciencia en territorio brasileño comenzó y se practicó en los museos de historia natural, ¿serían los museos que ella estudió los únicos existentes hasta entonces? ¿O existiría la posibilidad de que existieran otros museos, en otros espacios donde se practicaba ciencia en Brasil y que simplemente no se estudiaban?

Antes de concluir este listado de autores y obras, es necesario abordar el libro Espacios de ciencia en Brasil, obra organizada por Maria Amélia Mascarenhas Dantes y publicada por Fiocruz en 2001.[ 21 ] El libro, que abarca el período de 1800 a 1930, contiene varios artículos que tratan de diferentes instituciones científicas, como la Facultad de Medicina de Río de Janeiro, el Jardim Botânico y el Sociedad Nacional Auxiliar de la Industria (SAIN).

Sin embargo, si bien la obra abarca plenamente el retroceso temporal hasta principios del siglo XIX, la amplitud de los “espacios científicos” se restringió al tradicional binomio regional Río de Janeiro/São Paulo. En otras palabras, incluso ampliando el alcance de la investigación al siglo XIX, lo hace limitándose a los mismos espacios cubiertos por otras investigaciones anteriores, ratificando como “más relevantes” los temas, instituciones y prácticas científicas de las grandes corrientes económicas, centros políticos y urbanos del Brasil. En efecto, una vez más, el lento proceso de crecimiento y expansión de las actividades científicas desarrollado hasta la publicación de la obra de Margaret Lopes fue ignorado por su asesora, Maria Amélia Mascarenhas Dantes, en un proceso explícito de involución.

Una posible explicación para la no incorporación de otros “espacios científicos” en el libro pasa por las limitaciones impuestas por la editorial. Ciertamente no sería posible incluir todas las instituciones que desarrollaron prácticas científicas en Brasil durante 130 años. Cuando observamos el currículum de la profesora e investigadora María Amélia Dantes,[ 22 ] Una de las principales investigadoras sobre este tema en Brasil y América Latina, notamos que supervisó trabajos en el posgrado de Historia de la USP.

Sin embargo, en el libro Espacios de ciencia en Brasil, esta “amplia realidad brasileña” no fue abordada. Este problema se resolvería completamente si en lugar de un solo volumen el profesor hubiera publicado dos o tres, reservando para los volúmenes posteriores un enfoque apropiado en aquellas “otras realidades” no cubiertas en el único volumen publicado en 2001.

Luego de esta presentación, se evidencia una historiografía de la ciencia con énfasis en las obras y autores más enfocados o relacionados con los estudios de los museos de historia natural del país, cuya orientación demuestra un reconocimiento de las actividades realizadas en la zona sur del país. ​Brasil. También observamos que la producción analizada busca legitimar las acciones realizadas casi exclusivamente en el trípode Minas – Río – São Paulo, abarcando con menor énfasis Minas Gerais en los siglos XVIII y XIX y con mayor énfasis en Río de Janeiro en el siglo XIX. y São Paulo en el siglo XIX.

El resultado es la exclusión de los otros espacios constituyentes del país, como el Norte, Nordeste, Sur y Centro-Oeste en la creación de la “genealogía del conocimiento nacional”. Lo que lleva al lector a comprender que si no se incluye en estos trabajos es simplemente porque no hubo actividad científica significativa en otras zonas de Brasil.

En el caso específico del Dr. Alves Ribeiro,[ 23 ] la incapacidad de esta historiografía para comprender y abordar prácticas científicas de carácter “transnacional”,[ 24 ] más allá del referente europeo es bastante significativo en una producción intelectual guiada sólo por el referente europeo de la ciencia y centrada en la construcción recurrente de mitos incluso en la ciencia brasileña.[ 25 ]

Nos damos cuenta, de esta manera, que la producción historiográfica presentada lleva en su núcleo elementos análogos a lo que el historiador Manoel Salgado Guimarães criticó como una memoria disciplinaria: “…creencia en una historia que parece confundirse con el relato de acontecimientos pasados, asegurar una dosis de naturalidad a la tarea de dar sentido a las acciones humanas, significó que ese pasado pasara a habitar los espacios de lo sagrado, preservados del ejercicio de la crítica, construyendo así una memoria de la disciplina”.[ 26 ]

En conjunto, esta producción se presenta como una memoria no sólo disciplinaria, sino totalmente disciplinada que sólo acepta una determinada manera de leer, escribir y producir historia, excluyendo otras formas y/o posibilidades.[ 27 ] basados ​​exclusivamente en los llamados procesos de formación del Estado nacional con un énfasis exacerbado en los aspectos económicos y políticos que hicieron y hacen posible la producción científica y didáctica llevada a cabo por las instituciones oficiales del poder establecido, compartiendo y difundiendo intensamente esta cosmovisión con las diferentes zonas que conforman el país.

Como interesante ejemplificación de los aspectos indicados anteriormente, referentes a la gran valorización de la acción estatal en la producción científica nacional y consecuentemente en la historia de la ciencia en Brasil, tenemos las palabras de Margaret Lopes quien en un conocido artículo de síntesis, enumeró lo siguiente instituciones como las más significativas: “Museos Nacional, Paulista, Goeldi, Botânico do Amazonas, Museu de Curitiba, el Observatorio Nacional, el Jardín Botánico de Río de Janeiro, São Paulo, Belém do Pará, el Facultades de Ingeniería y Medicina, Minas de Outro Preto”.[ 28 ]

Al registrar los museos reconocidos como espacios para la producción de ciencia en Brasil, la autora completa su lista con más instituciones cuyo objetivo principal es idéntico: “Institutos Agronómicos de Campinas, Instituto Biológico de São Paulo, Manguinhos, Comité de Exploración Científica, Instituto Imperial Fluminense de Agricultura".[ 29 ]

Objetos de un gran número de investigaciones desde 1980, todas las instituciones enumeradas comparten cuatro características: (i) casi todas estas instituciones científicas están ubicadas en la actual región Sudeste – anteriormente parte de la región Sur del país; (ii) estos centros científicos fueron creados, organizados o administrados por profesionales calificados dentro de la “tradición científica europea” y/o sus actividades o acciones fueron reconocidas dentro de esta tradición; (iii) todas son instituciones oficiales, constituidas, financiadas y vinculadas al poder público vigente y a expensas del erario público, ya sea imperial/provincial o federal/estatal; (iv) ambas entidades y sus agentes creían que, como continuadores privilegiados de la ciencia europea, crean una ciencia universal y neutral

En este marco, lo que se entiende por “ciencia” es la actividad realizada por un determinado grupo de hombres con formación y/o experiencia basada en la “tradición europea”, vinculados o subordinados al Estado y que trabajan en una institución oficial capaz de de ofrecer condiciones materiales y simbólicas que justifiquen el pleno desarrollo de sus actividades. Al comentar sobre las colecciones oficiales de museos y otros espacios de estudio e investigación, Margaret Lopes demuestra ser consciente de la gran importancia sociopolítica y del amplio poder estatal en este sector, pues afirmó: “El Estado, al revelar el orden de la naturaleza, se convirtió en parte de este orden natural. Ordenar era función de administradores, curadores, profesores, médicos, anatomistas, científicos…”.[ 30 ]

En Brasil, es claro que el elemento de mayor peso y densidad para caracterizar la ciencia, según la producción académica realizada por historiadores del área, fue y sigue siendo la identificación del financiamiento estatal, ya sea en la época Colonial, Imperial o o régimen político republicano. Que todavía pretendía crear una ciencia “universal y neutral”[ 31 ] de la misma manera que lo practica la rica tradición europea. De lo contrario, la ciencia y los científicos sólo pueden ser pensados ​​como una concesión directa o indirecta de la Razón de Estado, sirviendo sumisamente a las razones y “sinrazones” de su respectivo régimen político.

De esta manera, literalmente tenemos la legitimación de La utopía burocrática,[ 32 ]en este caso concreto, la burocracia científica. Pero la pregunta permanece: pensando diacrónicamente, ¿existió sólo ciencia financiada por el Estado? Los investigadores o científicos individuales –con o sin formación científica, que no tenían vínculos directos con el Estado o instituciones oficiales, que pagaban todos los costos de sus actividades, que mantenían comunicación e intercambios con otros científicos dentro y fuera de Brasil– no podían hacer ciencia. ? La acción del Estado es una condición. condición sine qua non para la existencia de la ciencia?

Otro aspecto estructurante de la producción historiográfica brasileña sobre la historia de las ciencias es la movilización, a veces explícita y a veces implícita,, de la llamada virtud epistémica.[ 33 ] Esta postura legitima la importancia de determinadas producciones y espacios científicos, que a su vez, son tomados como representativos de la nación. Por lo tanto, al hablar de estas prácticas y espacios, hablamos, por metonimia, de Brasil, corroborando la idea errónea de que si hubo ciencia en el Brasil de los siglos XVIII, XIX o XX fue, necesariamente, en los lugares y en los lugares. formas presentadas por la historiografía dominante.

Conscientes de esta situación, es necesario preguntarse cómo practicar otras formas de comprender y escribir la historia de la ciencia en Brasil, más allá de la “memoria disciplinaria”, de modo que se incorporen las múltiples experiencias de las diversas realidades del país. Tal problematización es necesaria, pues aún es realizada de manera incipiente por algunos investigadores del área. Moema Vergara, por ejemplo, quien se posiciona en este sentido al concluir la reseña del libro Espacios de ciencia en Brasil, donde planteó la siguiente pregunta: “Pero el desafío aún permanece: ¿es posible crear una historia de la ciencia en Brasil? Brasil fuera de las instituciones? ".[ 34 ]

Ampliando la cuestión de Moema Vergara, problematizamos: ¿es posible crear una historia de la ciencia en Brasil que incluya una multiplicidad de tiempos, espacios, sujetos y experiencias? Más específicamente, es posible crear una historia de la ciencia en Brasil que absorba y presente el Norte, Nordeste, Sur y Centro-Oeste del país, presentando alternativas a la actual escritura de la historia centrada en los pares antitéticos “centro/periférico”. , “desarrollado/no desarrollado”, “verdadero/falso”, “presencia/ausencia”?

El mantenimiento de este marco no es más que la reproducción, dentro de las fronteras nacionales, de una acción práctica desarrollada por las potencias científicas internacionales para legitimar la brecha existente entre los intereses político/económicos de las naciones que producen ciencia para convencer a las naciones que la consumen. ciencia. .

Es bueno reflexionar sobre preguntas como ésta, al igual que la observación hecha por Max Weber cuando afirma que “Con demasiada facilidad el historiador se deja dominar por la idea de que la victoria de los elementos más evolucionados es evidente y que la derrota en la lucha por la existencia es inevitable”. un síntoma de "retraso""[ 35 ]

*Eduardo Henrique Barbosa de Vasconcelos Es profesor de historia en la Universidad Estatal de Goiás (UEG).

Notas


[ 1 ] Para una comprensión más amplia de la vida y obra de Azevedo, ver: GOMES, Wilson de Sousa. Fernando de Azevedo y la Historia de la Cultura Brasileña. Tesis (Doctorado en Historia). Universidad Federal de Goiás. Goiânia-GO, 2021.

[ 2 ] En 1943, Fernando de Azevedo escribió Cultura brasileña (3 volúmenes), obra en la que el autor ya había hecho observaciones sobre la ciencia en Brasil, algunas de estas consideraciones retomadas en el nuevo libro de 1956.

[ 3 ] OLIVEIRA, Raiany Souza de. Las ciencias en Brasil (1956): historia e historiografía. En: BENTIVOGLIO, Júlio; y otros. [9º] Seminario Brasileño de Historia e Historiografía: el historiador brasileño y sus públicos. Ouro Preto: Editora da Universidade Federal de Ouro Preto, 2016. p. 496.

[ 4 ] Ver: . Consultado el 12/03/2021. A finales de febrero de 2022, se anunció que el grupo Insecto llevó a cabo la adquisición de Sul América, Ver: consultado el 1/2022/02.

[ 5 ] Los capítulos del libro abarcan: “Matemáticas en Brasil”; “Astronomía en Brasil”; “Física en Brasil”; “Meteorología en Brasil”; “Geología y Paleontología en Brasil”; “Mineralogía y Petrografía en Brasil”; “Geografía en Brasil”; “Química en Brasil”; “Zoología en Brasil”; “Botánica en Brasil”; “Biología en Brasil”; “Psicología en Brasil”; “Economía Política en Brasil”; “Antropología y Sociología en Brasil”.

[ 6 ] Elegimos seleccionar obras que aborden la historia de las ciencias en el sentido lado, posibilitando así un mayor acercamiento con las llamadas ciencias humanas. Dicho esto, no se incluyen aquí producciones que aborden específicamente la historia de la ciencia de las llamadas ciencias exactas. tout court: Física, Química, Matemáticas.

[ 7 ] STEPÁN, Nancy Leys. Inicios de la ciencia brasileña: Oswaldo Cruz, Investigación y políticas médicas, 1890-1920. Nueva York: Publicaciones de Historia de la Ciencia, 1976.

[ 8 ] Creado el 25 de mayo de 1900 como Instituto Soroterápico Federal; el 12 de diciembre de 1907 cambió su nombre a Patología Experimental de Manguinhos; Nuevo cambio de nombre el 19 de marzo de 1918 en honor a Oswaldo Cruz, cambiando su nombre a Instituto Oswaldo Cruz y en mayo de 1970 pasó a ser Fundação Oswaldo Cruz. Ver:https://portal.fiocruz.br/historia> Consultado em 18/02/2022.

[ 9 ] STEPAN, Nancy Leys, Génesis y evolución de la ciencia brasileña: Oswaldo Cruz y la política de investigación científica y médica. Río de Janeiro: Artenova / Fundação Oswaldo Cruz, 1976. En un artículo sobre la producción del profesor jubilado de la Universidad de Columbia, Simone Petraglia kropf y Gilberto Hochman dan fe de que el libro fue publicado en portugués el mismo año que el original en inglés, con omisiones de notas y de la bibliografía original. Ver: KROPF, Simone Petraglia y HOCHMAN, Gilberto. Desde los inicios: debates sobre la historia de la ciencia en Brasil. En: Reseña Histórica Hispanoamericana. 91 (3), 2011. pág. 391.

[ 10 ] CARVALHO, José Murilo de. La Escola de Minas de Ouro Preto: el peso de la gloria. Río de Janeiro: FINEP/Cia Editora Nacional, 1978. Curiosamente, observamos que 37 años antes de la fundación de la Escola de Minas de Ouro Preto, fundada el 12 de octubre de 1876, el 04 de abril fue creada la Escola de Farmácia de Ouro Preto. 1839. José Murilo de Carvalho optó por exaltar las “glorias” de la Escola de Minas y no dijo nada sobre la Facultad de Farmacia, la institución de educación superior más antigua de Minas Gerais.

[ 11 ] Título original en inglés: Élite y construcción estatal en el Brasil imperial. En Brasil, la Tesis Doctoral de José Murilo de Carvalho se publicó inicialmente por separado en dos libros: La construcción del orden: la élite política imperial. Río de Janeiro/Brasilia: Ed. Campus/Ed. de la Universidad de Brasilia, 1980; Teatro de sombras: política imperial. São Paulo/Río de Janeiro: Vértice/Instituto Universitario de Investigaciones de Río de Janeiro. 1988.

[ 12 ] Según los investigadores Pirró e Longo y Derenusson, en 1965 se creó el FINEP – Fondo para el Financiamiento de Estudios y Proyectos y Programas, “con formación contable y dirigido por una Junta Coordinadora, su objetivo era proporcionar recursos para financiar la elaboración de estudios de factibilidad de programas y propuestas de inversión”. Sin embargo, en 1967 se creó la FINEP – Financiadora de Estudios y Proyectos, una empresa del sector público, que sucedió al fondo [creado años antes en 1965] asumiendo sus derechos y obligaciones, y también debe evaluar la viabilidad de los proyectos de inversión para el Ministerio de Planificación. " PIRRÓ y LONGO, Waldir; DERENUSSON, María Silvia. FNDCT, 40 años. En: Revista Brasileira de Inovação, Río de Janeiro (RJ), 8 (2), julio/diciembre de 2009. p.517. Para la relación entre Finep y BNDE, ver: BERNARDINO JÚNIOR, Claudio. ¿Innovaciones o copias? Gambitos brasileños en el desarrollo tecnológico en tecnologías de la información (1975-1984). Disertación (Maestría en Historia Social) – Universidad de São Paulo, São Paulo, 2019. pp.60-64.

[ 13 ] SCHWARTZMAN, Simón. Formación de la comunidad científica en Brasil. São Paulo: FINEP/Cia. Editora Nacional, 1979. En 2015, el libro tuvo su cuarta edición, y se publicó con otro título: Un espacio para la ciencia y la formación de la comunidad científica en Brasil. De esta manera, la publicación en portugués pasó a tener el mismo título que la obra en inglés.

[ 14 ] EDLER, Flavio Coelho. La Historia de las ciencias y sus públicos. En: [Revista] Maracaná, n. 13 de diciembre de 2015, pág. 29. Consultado el 20118/23/10.

[ 15 ] SILVA, Márcia Regina Barros da. Historia e Historiografía de las ciencias latinoamericanas: Revista Quipu (1984-2000) En: Revista Brasileña de Historia de las Ciencias. V.7, 2014. p. 49. Disponible en: Consultado el 231/183/28.

[ 16 ] Aquí Schwartzman se limita a reproducir la idea de “patrimonio del siglo XVIII” forjada y difundida por Fernando de Azevedo para justificar el atraso científico brasileño.

[ 17 ] FREIRE, Diego José Fernández. El pasado de la Historia: historiadores de la Universidad de São Paulo y la historiografía brasileña en los años 1970 Tesis (Doctorado en Historia). Universidad Federal de Rio Grande do Sul. Porto Alegre-RS, 2020.

[ 18 ] NEVES, Margarita. Las vitrinas del progreso. Río de Janeiro: PUC-Rio/FINEP/CNPq, 1986.

[ 19 ] SCHWARCZ, Lilia Katri Moritz. El espectáculo de las razas: científicos, instituciones y cuestiones raciales en Brasil (1870-1930). São Paulo: Companhia das Letras, 1993.

[ 20 ] LOPES, María Margarita. Brasil descubre la investigación científica: museos y ciencias naturales en el siglo XIX. Editorial Hucitec, 1997.

[ 21 ] DANTES, María Amélia Mascarenhas. Espacios de ciencia en Brasil: 1800-1930.Río de Janeiro: Editora Fiocruz. 2001.

[ 22 ] <http://buscatextual.cnpq.br/buscatextual/visualizacv.do?id=K4783109H0> Consultado el 13/12/2020.

[ 23 ] Hago aquí mención directa al interesante caso de Joaquim Antonio Alves Ribeiro (1830-1875), quien obtuvo su título de médico en Harvard (1853), regresó a Brasil (entiéndase Ceará) y sus actividades científicas fueron completamente ignoradas por ser del país. Norte de Brasil (actualmente Nordeste), por haber hecho ciencia muchas veces sin subsidiar el erario público y por que la ciencia norteamericana recién se hizo visible a los ojos de Brasil y del mundo a finales del siglo XIX y principios del siglo XIX. el siglo XX. XX. Ver: VASCONCELOS, Eduardo Henrique Barbosa de. La peculiar ciencia de Joaquim Antonio Alves Ribeiro: Ceará – Harvard – Ceará. Teresina – PI: Editora Cancioneiro, 2024.

[ 24 ] Según Crawford, Shinn & Sörlin, la ciencia transnacional “se define como actividades que involucran personas, equipos o fondos de más de un país”. En el Original: definido como actividades que involucran personas, equipos o fondos de más de un país. Ver: CRAWFORD. Isabel; SHINN, Terry; SÖRLIN, Sverker (Edts). Desnacionalizando la ciencia: Los contextos de la práctica científica internacional. Kiuwer, Norwell, MA, 1993. p.4 (Sociología de las Ciencias, vol. 16)

[ 25 ] BRITTO, Nara. Oswaldo Cruz: la construcción de un mito en la ciencia brasileña. Río de Janeiro: Editora FIOCRUZ, 1995. A pesar de que el título sugiere lo contrario, el autor ofrece una lectura crítica lúcida y fructífera del “mito” de Oswaldo Cruz.

[ 26 ] GUIMARÃES, Manoel Luiz Lima Salgado. Cultura histórica del siglo XIX: la constitución de una memoria disciplinaria. En: PESAVENTO, Sandra Jatahy. (Org.). Historia Cultural: experiencias de investigación. Porto Alegre: Editora da Universidade Federal do Rio Grande do Sul, 2003. p. 10.

[ 27 ] TURÍN, Rodrigo. Una empresa noble, difícil y útil: el ethos del historiador del siglo XIX. En: Historia de la Historiografía, Ouro Preto-MG v. 2, 2009. págs.79-80 Disponible en: Consultado el 4/07/01.

[ 28 ] LOPES, María Margarita. Las ciencias naturales en el siglo XIX: visiones historiográficas ya no tan nuevas. En: ARAUJO, Valdei Lopes de., et al. La dinámica del historicismo: revisando la historiografía moderna. Belo Horizonte-MG: Argumentum. 2008. págs. 199-200.

[ 29 ] Ditto.

[ 30 ] Ditto.

[ 31 ] Sobre la supuesta universalidad y neutralidad de la ciencia, Ver: MARQUES. Iván da Costa. Política ontológica y saberes locales latinoamericanos. En: MEDINA, Edén; MARQUÉS, Iván da Costa; HOLMES, Cristina. Más allá de la magia importada: ensayos sobre ciencia, tecnología y sociedad en América Latina. Cambridge, MA: MIT Press, 2014. p. 87.

[ 32 ] Una referencia directa a una obra literaria que teje una interesante crítica a la burocracia estatal. Ver: JACOB, Dionisio. La utopía burocrática de Máximo Modesto. São Paulo: Companhia das Letras, 2001.

[ 33 ] Ver nota al pie n.37.

[ 34 ] VERGARA, Moema de Rezende. Reseña del libro Espacios de Ciencia en Brasil. En: Revista SBHC. N° I/2003. pag. 81.

[ 35 ] WEBER, Max [Maximilian Karl Emil Weber] El Estado nacional y la política económica. En: COHN, Gabriel (Org.). Max Weber: sociología. São Paulo: Ática, 1986. p. 72.


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