por JOHN KENNEDY FERREIRA*
Comentario sobre el libro de Lincoln Secco
Cuenta la leyenda que, en cierta ocasión, un congresista de São Paulo y el líder anarcosindicalista Edgard Leuenroth estaban conversando, cuando el político señala unas hormiguitas que llevan una hoja y dice: “esto es un soviet” (LEURENROTH, 1967) . Es 1918, el mundo está traumatizado por la carnicería de la gran guerra mundial y estremecido por el nuevo proyecto de sociedad: la Revolución Proletaria Rusa.
Moniz Bandeira (2004), en su libro el año rojo, nos muestra que la prensa mayoritaria anunciaba todos los días la destitución urgente de Lenin y su República de los Soviets, algo similar a lo que sucede hoy con Cuba. (BANDEIRA, 2004).
La Rusia Roja no solo superó los primeros días y meses, sino que enfrentó un bloqueo internacional, una guerra civil y una intervención extranjera aliada, ¡y ganó! En 1921, la Federación Soviética se convierte en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y así comienza la consolidación de la primera experiencia socialista victoriosa, que será contada de forma sencilla y en un lenguaje de fácil acceso por el historiador Lincoln Secco.
El texto se nos presenta en tres grandes momentos: el primero, el estallido de la Revolución Rusa, con el liderazgo de Vladimir Lenin, su muerte y la disputa por su sucesión. La segunda, con el dominio de Josef Stalin, las purgas impulsadas por él, la Segunda Guerra y llega al informe Jruschov en 1953. La tercera comienza con el citado informe yendo a su debacle.
En 74 años de existencia, la URSS fue un parteaguas y un referente político para todos los movimientos partidistas, sociales y sindicales del mundo. Gracias a su existencia, varios países rompieron con la dominación colonial, otros con el imperialismo, y la opción por una transición hacia el socialismo se construyó en más del 30% de los países del mundo. Pero el debate sobre la Revolución Rusa comienza antes de Lenin y los bolcheviques; comienza con Alexandre I. Herzen y la generación de la década de 1830 (Lenin, 2021) y se concreta a partir de la fundación del Partido “La Voluntad del Pueblo” (narodniks)
Con la publicación de La capital (1867), destaca particularmente los capítulos XXIII y XXIV sobre la acumulación primitiva cuando Marx y Engels son consultados en numerosas cartas de activistas rusos. Así, en 1881, Vera Zasulitch, una importante activista socialista – narodnik, le escribió a Karl Marx con la preocupación de saber si Rusia tendría que pasar por todos los tormentos del desarrollo del capitalismo o si era posible ir al socialismo basado en la tradición de la comuna agraria.
Para los narodniks, si Rusia siguiera los mismos pasos que los países occidentales (Inglaterra, Francia y Alemania) y si la disolución de la comuna fuera inexorable, la estrategia de los socialistas tendría que cambiar todo su enfoque y destinarse a una campaña de larga duración, haciendo propaganda sólo entre los trabajadores urbanos (ZASULITCH, 2003). Marx escribe tres borradores a Vera Zasulitch y finalmente le envía una cuarta carta de protocolo el 8 de marzo de 1881.
En los borradores, Marx se centra en las condiciones históricas y sociológicas de las comunas occidentales y las compara con la rusa. Recuerda que en La capital tomó como modelo a los países occidentales y que este movimiento no necesariamente tiene que ser seguido en otros países como Rusia, pero ve con escepticismo el futuro de la comuna, ya que el Estado y el avance capitalista están socavando la comuna arcaica. Termina así: “Para salvar la comuna rusa, se necesita una revolución rusa” (MARX, 1982).
Este debate inicial toma forma con el surgimiento del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (RSDP), con la Revolución de 1905 y la aparición del soviet en San Petersburgo. Rusia, un país inmenso, con un desarrollo económico capitalista retrasado, está construyendo la industrialización y su burguesía de manera acelerada a principios del siglo XX. La idea central es que la Revolución Rusa ocurrirá y será burguesa: esta es la creencia de la mayoría de los militantes socialistas. Lo que nos muestra Lincoln Secco es que la Revolución Rusa sucedió como una Revolución burguesa y proletaria.
Esta dualidad, percibida principalmente por Lenin, “del eslabón más débil de la cadena imperialista”, le hizo tener una lectura y conducción única del proceso. Según Claudin (1985), Lenin materializó el propio espíritu absoluto de Hegel, ya que éste dominó momentáneamente los movimientos de la historia. Esta dirección, auxiliada por un partido profesional y con el apoyo del proletariado y los campesinos, hizo posible la consolidación de la Rusia revolucionaria. Las derrotadas revoluciones alemana y húngara dejaron a Rusia aislada y hambrienta. La delegación extranjera que llegaba al Segundo Congreso de la Internacional Comunista estaba horrorizada por el estado de destrucción de Moscú.
John Reed explicó a los demás que estaba mucho mejor que el año anterior (BROUÉ, 2007). Con un escenario económico y social devastado, el país aislado y varias agrupaciones políticas haciendo oposiciones sobre los rumbos que se debían tomar, aparece como una respuesta a la Nueva Política Económica (NEP) y, en el aspecto político, se enfrentaba al dilema que plantea Maquiavelo, en O Príncipe, sobre el dominio del Estado: para que la Revolución sobreviviera era necesario formar una o dos generaciones dentro del nuevo modelo de sociedad, reduciendo al máximo la oposición. Así nació la dictadura bolchevique. Este es el período en el que se desarrolla el X Congreso del PCUS – Bolchevique, contradictoriamente el más democrático (BROUÉ, 2014) y, poco después, muere Vladimir Lenin.
Lincoln Secco demuestra que los debates sobre la realidad oponen al partido en tres fracciones y tres salidas para el futuro. La victoria de Stalin condujo a la colectivización del campo de manera trágica: impuso trabajos forzados, desamortizaciones y revueltas y, al mismo tiempo, se produjo el proceso de industrialización, electrificación y mejora de las condiciones de vida urbana. Este es el momento en que Stalin consolida su poder, elimina las divisiones internas y actúa para imponer su dominio. Las purgas se realizan y alcanzan a todos los dirigentes, militantes y pensadores que se opusieron, cuestionaron o podrían llegar a cuestionar sus dictados; Estos fueron perseguidos, arrestados e incluso asesinados.
Lincoln Secco muestra que hay contradicciones en la inmensidad del número de vidas perseguidas (p. 58-60), pero el hecho recordado por Jacob Gorender y citado en el libro de Lincoln Secco, de que la URSS mató a más comunistas que cualquier régimen capitalista fue el termidoriano. precio de momento. Lincoln Secco no relativiza la historia, como hacen los posmodernos y los liberales. Muestra que las décadas de 1920, 1930 y 1940 estuvieron marcadas por regímenes autoritarios y totalitarios y que el estalinismo fue parte de la miríada. El estallido de la Segunda Guerra Mundial por el nazi-fascismo y la Guerra Heroica liderada por la URSS y los comunistas contra la Alemania nazi y el Eje, luego el apoyo a la independencia de las colonias de las potencias europeas, dieron a la URSS y a Stalin un inmenso prestigio. , acercando amplios sectores sociales a las PC en todo el mundo.
Lincoln Secco demuestra que este momento genera una nueva contradicción: por un lado, crece el prestigio de la URSS y de Stalin y, por otro, decae el internacionalismo y su liquidación viene primero de la Tercera Internacional (1943) y luego de la Cominform (1956), organizaciones que prácticamente se convirtieron en auxiliares de las relaciones exteriores de la URSS.
Después de la muerte de Stalin sigue el famoso informe Jruschov, crítico de las purgas estalinistas, que abrió así la brecha para la primera gran disidencia dentro del mundo del comunismo real. China y luego Albania se alejaron y con ellos una serie de intelectuales, PC y sindicatos. Este hecho impidió, años después, la colaboración entre los dos colosos socialistas; luego, las contradicciones del modelo económico llevaron a que las manifestaciones por mejoras en el modelo fueran tratadas como enemigas y, en respuesta, la intervención y represión tanto en la década de 1950 como en 1968. Lincoln Secco recuerda que las manifestaciones eran reformistas y en ese momento pidió la democracia en el socialismo. Luego se hicieron revolucionarios y en 1989 optaron por el liberalismo democrático.
La apertura y posteriores reformas políticas desde Jruschov crearon una paz nuclear armada (Guerra Fría), que movilizó el esfuerzo económico soviético y chocó con el propio modelo y su organización burocrática, que impidió el dinamismo tecnológico y político. La crítica política no pudo ser absuelta por el sistema y la ausencia de libertades cívicas (y no de consumo, como insisten neoliberales y liberales) chocó con la burocracia rígida que reducía la libertad y los deseos. Así, la crisis de los años 1980, a pesar de la Glasnost y Perestroika marcará el final de la URSS en 1991 (p. 122).
Las manifestaciones contra el régimen y control de la URSS salieron a las calles en 1989, primero en Berlín y luego en otros países europeos; allí las multitudes se enfrentan a la burocracia de los estados del socialismo real. Poco a poco se hizo evidente que la burocracia soviética estaba aislada y esto, asociado a las crisis internas, contribuyó a la caída de la URSS, que se derrumbó como un castillo de naipes. Lincoln Secco deja claro que no había ninguna fuerza exterior actuando contra la URSS. Por el contrario, las explicaciones dadas por la literatura liberal -e incluso socialista- del fracaso en el uso de las tecnologías de la información y otras tecnologías no eran reales, la situación económica no era de fracaso y los avances en medicina, matemáticas, física, aeroespacial son , hasta hoy, evidente.
Hubo una elección mayoritaria de la burocracia por salir del aislamiento, restableciendo las leyes del mercado. Fueron muchos los “militantes de izquierda” que se unieron a los victoriosos neoliberales Margaret Thatcher y Ronald Reagan, quienes celebraron en la Puerta de Brandenburgo la caída del socialismo real y de la URSS. Algunos creían en un “nuevo proyecto ético humano”, que nacería con el fin del socialismo soviético a través de un capitalismo humanizado. Otros creían en una revolución política ideada en un momento dado por Trotsky. El hecho es que la opción por el neoliberalismo extremo en los países de Europa del Este condujo a regímenes autoritarios y protofascistas en países como Ucrania, Polonia y Hungría. El hecho es que las condiciones de vida hoy en día son más bajas que hace 30 años.
La debacle geopolítica de la URSS dejó al capitalismo sin una respuesta política efectiva y permitió la destrucción de los derechos sociales y laborales en todo el mundo. Poderosas organizaciones sindicales deshidratadas, importantes partidos políticos como el PCI, PCE y otros se acabaron o quedaron residuales. Todo esto llevó a Vladimir Putin a recordar que el fin de la URSS fue un desastre geopolítico.
El ensayo de Lincoln Secco me pareció una gran obra temprana. Comenta, en el prefacio, que es un esfuerzo “breve y didáctico” que hay que profundizar y espero que lo siga haciendo. Considero que en esta solicitud de continuación de su investigación señalaría algunos elementos que, creo, podrían contribuir a profundizar en el análisis del período, la importancia y el impacto que tuvo la Revolución Rusa y la URSS a lo largo del siglo XX. siglo.
En este caso, sugiero dos temas: en la primera parte, el debate abierto por Rosa Luxemburg sobre el riesgo del totalitarismo en el origen mismo de la Revolución Rusa; luego, el aporte de algunas otras “fidelidades críticas” expresadas por Mariátegui y Gramsci, por ejemplo. También creo que el desarrollo de la NEP y, posteriormente, la colectivización, recibieron importantes críticas de Trotsky, por un lado, y del posterior Kautsky, por el otro. Igualmente sería muy importante la naturaleza del Estado Soviético que comienza con Lenin caracterizándolo como capitalismo de Estado, pasando por el aporte de Trotsky y otros pensadores. Asimismo, en el último período, las críticas de los maoístas y otros marxistas de la URSS, como Ernest Mandel, Charles Bettelheim y Nicos Poulantzas ayudarían mucho a construir un equilibrio y perspectivas para la continuidad de las luchas por la emancipación humana.
A principios de la década de 1990, el historiador marxista Pierre Broué (1989), en una conferencia en São Paulo, comentó que, con el fin de la URSS y el Socialismo Real, el camino para superar las diferencias entre marxistas (estalinistas, maoístas, trotskistas, etc. .) estaría abierto. He aquí algunas contribuciones y reflexiones serias para la refundación del comunismo como movimiento ético humano. Por eso creo que el trabajo del profesor Lincoln Secco es parte de esta perspectiva.
Por fin, Historia de la Unión Soviética: una introducción es una importante contribución al debate; Creo que en la próxima edición podrían presentar una portada más consistente y también orejas en el libro.
*John Kennedy Ferreira Profesor de Sociología de la Universidad Federal de Maranhão (UFMA).
Publicado originalmente en el sitio web marxismo21.
referencia
Lincoln Seco. Historia de la Unión Soviética: una introducción. São Paulo, Ediciones Maria Antônia, 2020, 2ª ed., 194 páginas.

Bibliografía
BANDEIRA, Moniz (2004). El Año Rojo: la Revolución Rusa y sus reflejos en Brasil. Sao Paulo: Expresión Popular.
BROUÉ, Pierre (2007). Historia de la Internacional Comunista (1919-1943). Trad.: Fernando Ferrone. Sao Paulo: Sunderman.
BROUÉ, Pierre (2014) el partido bolchevique. Sao Paulo: Sunderman.
BROUÉ, Pierre (1989) Unión Soviética – Impresiones de viaje. Revista Teoría y Debate. São Paulo: Fundación Perseu Abramo.
CLAUDÍN, Fernando (1985). La crisis del movimiento comunista. São Paulo: Ed. Global.
LENIN, VI In Memory of Herzen en https://www.marxists.org/ingles/lenin/1912/05/08.htm Consultado el 9 de febrero de 2021
LEUENROTH, Edgard (1967). Testimonio sobre la Revolución Rusa, en Revista de la Civilización Brasileña. Río de Janeiro: Civilização Brasileira.
MARX, K y ENGELS, F (1982). Borrador de la carta a Vera Zasulitch. En FERNANDES, RC (org). Dilemas del socialismo: la controversia entre Marx, Engels y los populistas rusos. Río de Janeiro: Ed. Paz y Tierra.
ZASULITCH, Vera (2003). Carta a K. Marx. en raíces, 22 vols. 2. Revista de Ciencias Sociales y Económicas. Comentarios de Edgard Malagodi. Campiña Grande: UFCG
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