por LUIZ ROBERTO ALVÉS*
¿Cómo es posible mantener en el poder una figura que deshace en su boca la belleza de todo?
Solo un tipo como el presidente aficionado de Brasil se mete en el análisis de textos de la literatura bíblica con una facilidad gloriosa. Lleno de banalidad. Y cuando lo hace, (desde el recinto de la Alvorada) se dirige a sus tropas civiles con miras a producir discriminación contra las personas, atentados contra la condición de nuestro pueblo y garantizar la lealtad del “show show” que lo atiende y lo escucha.
La última interpretación bíblica de los recién “convertidos” a la causa ambiental (¡Perdona Señor!) fue sobre el llamado milagro de la multiplicación de los panes y los peces, ocurrido en la región del lago Tiberíades y cercano a la Pascua judía/Pesaj. . Este es, por ejemplo, el capítulo 6 del Evangelio de Juan. Su discurso sobre el capítulo fue tan banal que Macedo, Waldomiro, Malafaia y toda la pastoral que los acompaña y recauda miles de millones de reales con ellos deberían llamar al presidente y decirle: “Oye hermano Jair, por favor no hagas más análisis de la Biblia porque la gente puede perder parte de la hermandad. Al fin y al cabo, todo el mundo sabe que estamos cerrados con Vuestra Excelencia y que nuestro pacto está algo chamuscado con su charla sobre la Biblia. ¿Hablé?”.
Ciertamente no lo harán, porque no son hombres de fe cristiana, sino de recaudación de impuestos, de imposición de su fábrica de discursos sobre la falsa prosperidad, de incompetencia teológica, cuyo acercamiento a los poderosos exige privilegios y rebajas de impuestos a las iglesias financiadas con el dinero de los Pobres de la Tierra.
El único atenuante de Jair es que dijo: “…si no me equivoco” al iniciar su “interpretación” político-religiosa. Pues se equivocó de nuevo, como se equivoca la gente todos los días por no conocer Brasil, su gente, sus necesidades, su pobreza y su muerte a causa de su negligencia, su mezquindad y su brutal incompetencia.
En todo caso, la “hermenéutica” de Jair Bolsonaro se hizo, se difundió y solo por este sacrilegio la figura no debería recibir ningún cariño ni respeto de los verdaderos creyentes evangélicos del país y menos votos, ni en él ni en toda su tropa.
Jair comenzó a analizar un capítulo central de la misión de Jesús en el espacio arameo y en el mundo, presente en los cuatro evangelios, es decir, la premisa que introduce la Eucaristía y la misión terrena de Jesús en el campo de la fe. Y la figura siniestra comparó tales fenómenos con las políticas distributivas de los gobiernos del PT, tanto para disminuirlos y desvalorizarlos como para demostrar su horror por los pobres y necesitados. Es imposible no imaginar, a raíz de sus sentencias siempre mal hechas, que el milagroso reparto de pan y pescado transfiere un carácter mesiánico al Partido de los Trabajadores ya sus dirigentes de gobierno. Seguro que no quieren ni remotamente una mancha así.
En ninguna instancia de su “gramática” textual, Jair pensó y dijo que el detalle de la multitud era un valor argumental, pero no de finalidad, incluso porque Jesús se enfrenta a la multitud y critica su conducta, lo que provoca su disminución cuantitativa y problematiza sus lecturas. de fe y comunidad. Jair no discutió si los gobiernos del PT enfrentado los brasileños (en el sentido freireano) que necesitaban políticas distributivas debido a una historia de humillación, esclavización, colonialismo y negación de la vida. Más: ni siquiera sospechó que todo gobierno digno debe enfrentarse a su pueblo, discutir con él sus problemas, hacer críticas cuando sea necesario, pero mantener la generosidad y el respeto que todo pueblo merece. Y más: llamarlo a pensar, a formular, a crear, a mejorar su capacidad crítica. Una hermenéutica digna haría asociaciones más complejas y completas, incluso las relacionadas con la política, ya que hay política en todas las acciones humanas. Jair solo sabe burlarse. Nada más aprendido.
El presidente, que no entiende nada de Política, tampoco pudo percibir que las políticas distributivas en los gobiernos de Lula y Dilma estaban asociadas a proyectos participativos en educación, vivienda, empleo, salud, trabajo (ver Conferencias Nacionales) y que ninguno de eso existe en el gobierno que dirige desde 2019. Un gobierno que no ha creado ni desarrollado una sola política social pública, como destacó este columnista en un texto anterior publicado en la plataforma A Terra é Redonda.
El fenómeno central del capítulo 6 del Evangelio de Juan, que exhibe más detalle que textos evangélicos similares, es la institución de valores preparatoria al último momento del tiempo terrenal de Jesús el Cristo. Recuerda la memoria del Éxodo de Egipto, sube al monte, como Moisés, revela su condición eucarística de hijo de Dios y se prepara para la traición, la muerte y la resurrección. El hermenéutico torpe e incompetente no vio nada de eso, porque no tiene ojos para ver.
Jair banalizó el texto de tal manera que vio allí sólo el interés “personal” de la multitud y que el que reparte pan y pescado también es culpable, porque en el acto de repartir da lugar a la mezquindad de la multitud. Por lo menos está justificando a su gobierno, que no ofrece nada, ya que solo ayuda a matar.
Dios mío, Jair no entiende nada de multitudes, no entiende nada de milagros, no entiende nada de la Eucaristía ni de la similitud de procesos históricos que vive Jesús. Sus comparaciones ensombrecen e invisibilizan el texto arameo y no construyen nada en el presente, excepto su locura por la elección y el voto a medias, o por el golpe militar sobre una tierra que ya sufre de servidumbres, dictaduras, injusticias y excesos.
Será que las escuelas militares en este país no ofrecen componentes curriculares con algo de historia, un poco de sociología, un poco de política, psicología, antropología, reflexiones que te hagan pensar y hacer comparaciones por lo menos dignas e inteligentes ? O tal vez Jair, el peor presidente de la República, fue también el peor alumno de la escuela militar... Jair no tiene las cualidades del peor de los actuales gobernadores.
La institución eucarística exige una intensa reflexión sobre la fe, ya que trabaja con multitudes que se mueven entre el símbolo del pan y su vida real. En este caso, la hora fue oscura, dolorosa y el cáliz amargo. El pan repartido es urgente y necesario, pero lo esencial es la misión y sus espinas, indispensables para el gran cambio de vida. También por la llegada a la Tierra Prometida, como se lee en los textos hebreos.
El Pan y la Tierra, colocados allí simbólicamente, coinciden con lo que se niega a nuestras multitudes (junto con la educación, la salud, la ciencia, la vivienda) a favor de la más mezquina de las políticas, el bolsonarista. ¿Es este el que se “convirtió” a la Ecología? ¡Pruébalo, Jair!
¿Cómo es posible mantener en el poder a una figura que destruye, en su boca, la belleza de todo, empobrece la literatura, fetichiza la memoria, se burla de los fenómenos de la fe y sugiere el fin de la vida indígena y quilombola por falta de feria? y una demarcación equitativa?, para alentar a los buscadores bárbaros.
Cierta disposición tan siniestra hace de todo su gobierno y de todos los que en el gobierno lo aceptan y sirven una nada, un nadie, una inexistencia. Como Ricardo Salles no significa nada, incluido el asado y la costilla de los comensales.
Brasilia también muestra señales del accidente. Extraño a Niemeyer y Lúcio Costa. Aún más de los candangos. Los símbolos operan en la vida. El hermeneuta necesita pasar pronto, junto con su comparsa. Brasilia merece estadistas.
*Luis Roberto Alves es profesor titular de la Facultad de Comunicación y Artes de la USP.