Helio Pellegrino, 100 años

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por FERNANDA CANAVÊZ & FERNANDA PACHECO-FERREIRA*

En la vasta elaboración del psicoanalista y escritor, aún queda un aspecto poco explorado: la lucha de clases en el psicoanálisis.

“Las únicas personas que no temen a la libertad son aquellas que no sirven a los privilegios ni a la injusticia”.[ 1 ]

1.

En 2024 se celebrará el centenario del nacimiento del psicoanalista y escritor Hélio Pellegrino. Un nombre también memorable en la historia brasileña de resistencia a la dictadura militar, Hélio Pellegrino incluso fue encarcelado durante algunos meses bajo la acusación de ser un líder comunista. Militante de la causa obrera, fue uno de los fundadores del Partido de los Trabajadores.

Tomó una posición respecto de las elecciones, después de los años plúmbeos, en los siguientes términos: “Lula sabe – como saben los marxistas y los cristianos revolucionarios – que la historia de Brasil y, por lo demás, la historia del mundo, está determinada por la lucha de clases. Para que haya una democracia que merezca su nombre, es necesario luchar por una 'sociedad sin clases' donde no exista una minoría opresiva y una inmensa mayoría oprimida y explotada. Lula también sabe que, en nuestro país, la clase dominante, para mantener su hegemonía, es capaz de cualquier vileza y cualquier violencia. Las elecciones burguesas sólo se toleran –y sus resultados se mantienen– en la medida en que no amenacen dicha hegemonía. Convertirlos en un fetiche es caer en la perversión del proceso democrático, cuya ría sólo puede ser el control de la economía y el poder por parte de la clase trabajadora”. [ 2 ]

Hélio Pellegrino murió poco después, en 1988, por lo que no fue testigo de los episodios de nuestra historia más reciente y del alcance de las notas hechas sobre la lucha de clases y el proceso electoral. Sus contribuciones sobre la transición del régimen dictatorial a la democracia, que sólo pudo seguir en una etapa incipiente, son notables aún hoy. También lo son sus contribuciones a los campos de la literatura, el periodismo y el psicoanálisis. Como psicoanalistas quisiéramos rescatar de su vasta elaboración un aspecto aún poco explorado: la lucha de clases en psicoanálisis.

2.

Creado por Sigmund Freud durante la modernidad europea, el psicoanálisis se difundió en el imaginario social como un método creado por y para la élite económica e intelectual. Punta de lanza de la burguesía, la experiencia del análisis quedaría reservada a quienes tenían pequeñas fortunas –a veces no tan pequeñas– para gastar en sofás en los barrios más ricos de los grandes centros urbanos.

La versión hegemónica de la historia quizás ignora que el propio Freud, en un discurso pronunciado con motivo de un congreso, en 1918, en la ciudad de Budapest,[ 3 ] Impregnó a sus discípulos con la creación de clínicas que atendieran las demandas de quienes no podían pagar por una escucha calificada. En cualquier caso, si el psicoanálisis se considera, incluso hoy, un artículo de lujo, estamos de acuerdo en que esta reputación no puede lograrse sin el consentimiento y el compromiso de un gran número de miembros del movimiento psicoanalítico. Esta observación no hace más que elogiar a una figura como Hélio Pellegrino, de quien ya se ha dicho mucho, pero todavía parece haber mucho más que decir.

En uno de sus textos más difundidos, publicado en 1983 y titulado Pacto edípico, pacto social.,[ 4 ] Hélio Pellegrino propone una revisión del pensamiento freudiano respecto del proceso civilizador. Freud, como sabemos, hizo un diagnóstico preciso de la civilización basado en el paradigma del sistema capitalista, que requeriría la inclusión de los mandatos de la lucha de clases en las consideraciones sobre la constitución subjetiva y el vínculo social. A partir del capitalismo, según Hélio Pellegrino, Freud no se dio cuenta de que “la intensidad de la represión existe no sólo en función de las exigencias del proceso civilizador, sino de la injusticia social, que debe ser garantizada – y mantenida – por la fuerza”.[ 4 ]

En otras palabras, cuando hablamos de proceso civilizador no partimos de un modelo universal, abstracto y libre de las condiciones materiales de existencia. Por el contrario, el punto de partida es la distribución desigual de tales condiciones, y corresponde al psicoanálisis no naturalizar las desigualdades como si fueran parte del proceso hacia la “civilización”.

Si una sociedad injusta no respeta al trabajador, es el propio pacto social el que está en riesgo: “La sociedad sólo puede ser preservada –y respetada– por el trabajador en la medida en que él lo respete y preserve. Si el trabajador es despreciado y atacado por la sociedad, tenderá a despreciarla y atacarla hasta el punto de romperla. En el mejor de los casos, esta ruptura podría llevar al trabajador a convertirse en revolucionario”. En cuanto al psicoanálisis, ¿se acerca a la punta de lanza de la burguesía, agudizando los términos de la lucha de clases o de la revolución?

El psicoanálisis trae consigo ambas posibilidades. Por un lado, tiende a reproducir y reforzar las desigualdades sociales, al responsabilizar excesivamente al sujeto y al ignorar los factores sociales e históricos que contribuyen al sufrimiento psicológico. Además, el elevado coste del tratamiento psicoanalítico lo hace inaccesible a la mayoría de la población.

Por otro lado, cuando se utiliza de manera crítica e implicada, el psicoanálisis puede ser una poderosa herramienta para ganar autonomía, concebida aquí no como una liberación del otro, como se difunde la retórica individualista, sino como una libertad que se gana en la relación con el otro. el otro, reconociéndolo.[ 5 ] Sin embargo, uno de los mayores obstáculos para este proceso es el propio psicoanalista y su resistencia de clase. En este sentido, la colega Miriam Debieux Rosa señala la interdependencia entre el lugar de habla del sujeto y el lugar de escucha del psicoanalista.[ 6 ]

Destaca que las diferencias entre las realidades sociales y económicas del analista y del paciente pueden comprometer la capacidad de escucha del analista, llevando a una resistencia a comprender el sufrimiento y reconocer formas de expresión de los conflictos que no encajan en las experiencias típicas de los pacientes de clase. . altura media.

Es importante señalar que la mayoría de los psicoanalistas pertenecen a la élite económica, lo que puede contribuir a la perpetuación de la opresión de sujetos a quienes se les niega la participación en el pacto social. En este contexto, la resistencia de clase aparece como resultado de un conflicto de lealtad, que implica complicidad con estructuras de poder dominantes que tienden a favorecer ciertos conocimientos y prácticas en detrimento de otros.

Esta forma de resistencia puede derivar tanto de la falta de reflexión histórica y social crítica por parte del psicoanalista sobre el contexto de su práctica y sobre sí mismo, también miembro de la clase trabajadora, como de una formación comprometida con el mantenimiento de sus privilegios. En otras palabras, a pesar de su potencial revolucionario, en la mayoría de los casos el psicoanálisis actuó y sigue actuando como punta de lanza de la burguesía.

3.

Hélio Pellegrino fue sensible a esta cuestión hace más de 40 años. En la inauguración del evento Psicoanálisis e Institución, realizada en septiembre de 1981, dijo conocer los compromisos de clase que lo vinculaban al privilegio de la profesión de psicoanalista: “el precio que cobro define mi perfil de clase, me pone en situación, en la alfombra de distribución del polis, me coloca en mi lugar en la jerarquía de ingresos. Todo esto son datos políticos, no datos psicoanalíticos. Existen, lo quiera o no”. Con la esperanza de sacudir los compromisos de clase y situar al psicoanálisis más a la izquierda, Hélio Pellegrino participó en la fundación de Clínica de Psicoanálisis Social, posteriormente nombrado Clínica de Psicoanálisis Social Anna Kattrin Kemper, iniciativa que funcionó de 1973 a 1991 en la ciudad de Río de Janeiro.

La Clínica fue creada con el propósito de ofrecer atención psicoanalítica accesible a personas de bajos recursos, en respuesta a la necesidad de democratizar el acceso al psicoanálisis. Hélio, junto con otros psicoanalistas, propuso la creación de un banco de tiempo, donde los profesionales donarían tiempo de trabajo para atender a sujetos que, de otro modo, no tendrían acceso al tratamiento.[ 7 ] La Clínica era diversa, con analistas de diferentes escuelas y orientaciones teóricas, sin vínculos con una sola institución, situación que aún se destaca en el campo psicoanalítico, profundamente marcado por la lógica de filiación que lo hace gravitar hacia un teórico. elevado al estatus de autoridad o institución incuestionable.

Debido a la alta demanda y amplia difusión de la Clínica, cuya propuesta fue publicada en los principales diarios, el foco estuvo en crear grupos terapéuticos para atender a un mayor número de pacientes, entre ellos niños, adolescentes y adultos. La Clínica también acogió a profesionales de áreas afines, como terapeutas ocupacionales y psicólogos, en un momento en el que aún se discutía si podrían realizar una formación analítica, oportunidad entonces reservada sólo a los médicos.

Además de los servicios, la Clínica funcionó como un lugar de discusión y debate, promoviendo el encuentro y el intercambio de ideas. Hubo un fuerte incentivo al intercambio con la sociedad, agitación política, audacia y experimentación técnica. Si bien no se definió como un ambiente de formación institucionalizado, o quizás precisamente por eso, el paso por ese espacio marcó el recorrido de muchos analistas.

El objetivo de la Clínica era “crear un espacio de libertad”, no basado en la distribución de polis, en el que se enfrentaba la lucha de clases, una realidad que parecía alejada de los escenarios de consultorios con sofás de cuero y reconocidas obras de arte en las paredes. De nuevo con Hélio Pellegrino llegamos a una conclusión tan evidente como supuestamente oculta: “Cuando digo que, en el consultorio de un analista, los trabajadores sólo entran como bomberos o pintores de paredes, no estoy haciendo una Broma: estoy afirmando una verdad pura y escandalosa. El precio funciona, en este caso, como una severa línea de reparto, un portero que expulsa a la gran mayoría del pueblo brasileño del espacio de trabajo del analista”.

A pesar de la motivación inicial, la Clínica no logró llegar a “la gran mayoría del pueblo brasileño”, restringiéndose su clientela mayoritariamente a jóvenes universitarios de clase media y otros interesados ​​en el psicoanálisis que circulaban por los barrios de la zona sur del país. capital de Río de Janeiro. En conversación con uno de los psicoanalistas que formaban parte del equipo escuchamos la emblemática afirmación: “No fuimos a buscar al otro, que era la calle”.[ 8 ] De hecho, para no temer a la libertad, es necesario que el psicoanálisis se bañe en las calles, lo que no significa simplemente salir de los consultorios, sino asumir la apertura que pone en duda la resistencia de clase de sus practicantes, el mantenimiento de su privilegios. De lo contrario, estar en la calle, como en las elecciones burguesas, se convierte en un recurso más tolerado por los gorilas que sostienen la pluma que traza la línea de división.

Quisiéramos concluir este ensayo afirmando la proximidad del psicoanálisis a la revolución, pero entendemos que, como en tiempos de Hélio Pellegrino, esta relación sólo puede afirmarse como una apuesta, como un deseo, en el horizonte, de una sociedad que se preserva en la medida que preserva y respeta al trabajador.

*Fernanda Canavéz, psicoanalista, es profesor del Instituto de Psicología de la UFRJ.

*Fernanda Pacheco Ferreira, psicoanalista, es profesor del Instituto de Psicología de la UFRJ.

Notas


[1] Pellegrino, H. Psicoanálisis e Institución. En Archivo Hélio Pellegrino, Archivo-Museo de Literatura Brasileña, Fundación Casa de Rui Barbosa, 20 de septiembre de 1981.

[2] Pellegrino, H. Lula y el fetichismo electoral. En Folha de São Paulo, 15 de enero de 1986.

[3] Freud, S. Líneas de progreso en la terapia psicoanalítica. En S. Freud. Edición estándar brasileña de las Obras completas de Sigmund Freud, vol. XVII, 1969. (Original publicado en 1918).

[4] Pellegrino, H. Pacto de Edipo, pacto social: de la gramática del deseo al descaro brasileño. En H. Pellegrino. Psicoanálisis. Río de Janeiro: Funarte, 2017.

[5] Guimarães, D. Mutualidad el compartir del inconsciente. En Otras palabras, 2022. Disponible en https://outraspalavras.net/pos-capitalismo/a-partilha-do-inconsciente/.

[6] Debieux Rosa, M. El sufrimiento sociopolítico, el silenciamiento y la clínica psicoanalítica. En Psicología, Ciencia y Profesión, No. 42, 2022.

[7] Aquí cabe hacer un apéndice importante: estamos hablando de una idea que floreció incluso antes de la creación del Sistema Único de Salud (SUS), uno de los pilares de la democracia brasileña que busca ofrecer acceso pleno, universal y gratuito. a los servicios de salud. Desde entonces, a la hora de pensar en la prestación de tratamiento psicoanalítico en estas condiciones, entendemos que es importante considerar las relaciones con el Estado y el fortalecimiento de los dispositivos públicos de atención en salud.

[8] Esta es la investigación titulada Un gesto de Río: la Clínica de Psicoanálisis Social Anna Kattrin Kemper, en el que buscamos recuperar la historia de la iniciativa también a través de entrevistas a profesionales que colaboraron con el proyecto de la Clínica.


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