por LEONARDO BOFF*
Homenaje al padre de la Teología de la Liberación
El 22 de octubre de este año falleció en Lima, a la edad de 96 años, el iniciador de la teología de la liberación Gustavo Gutiérrez.
Era un amigo íntimo con quien, a partir de los años 1970, colaboramos para crear una teología adecuada a la situación de América Latina, llena de injusticia social y pobreza degradante.
Como para todo teólogo, el centro de su investigación es Dios. Pero en primer lugar a Dios como experiencia de vida, especialmente a partir del sufrimiento humano, y sólo entonces como reflexión reverente.
El tema inquietante que siempre lo acompañó a lo largo de su vida fue el sufrimiento. Él mismo padecía polio y estuvo en silla de ruedas durante años. Después de la cirugía caminaba con dificultad. Era pequeño, cojo, rudo, con cara de indio quechua y dotado de una inteligencia extraordinaria, creativa, llena de humor y hermosos “trouvailles” como éste: “los políticos sólo piensan en una intención, o sea, la segunda”. En definitiva, era fundamentalmente un hombre bueno, sencillo, humilde e ingenioso.
Su gran pregunta, con trasfondo biográfico, fue: cómo comprender a Dios ante el sufrimiento de los inocentes; cómo entender a Jesús resucitado en un mundo donde la gente muere antes de tiempo debido a la opresión; ¿Cómo encontrar al Dios liberador en un mundo donde faltan la fraternidad y la solidaridad?
El mensaje cristiano no sólo se refiere a la vida eterna y al Reino de Dios, sino que ofrece incentivos para mejorar la vida presente, especialmente la de los pobres y oprimidos, en la convicción de que la vida eterna y el Reino de Dios comienzan aquí en la Tierra. Además, el mismo Jesús histórico era pobre y no tenía dónde reclinar la cabeza. De ahí que entienda la teología, según Gustavo Gutiérrez, como “una reflexión crítica de la praxis histórica a la luz de la Palabra de revelación”.
El libro fundacional de 1971 fue Teología de la liberación, perspectivas.. Curiosamente, ese mismo año, sin que nos conociéramos, escribí Jesucristo Libertador. Juan Luis Segundo en Uruguay y Segundo Galea en Chile también trabajaron desde una perspectiva liberadora. No nos conocíamos pero escuchamos una llamada, creo, proveniente del Espíritu (Hegel diría desde el mundo) y éramos sólo los meros micrófonos que realzaban el sonido de esa llamada.
El eje estructurante de este tipo de teología es la opción no excluyente por los pobres, contra la pobreza y a favor de la justicia y la liberación social. Apoyándose siempre en la tradición de los profetas y la práctica del Jesús histórico. Bien decía Gustavo Gutiérrez: “Los pobres son los favoritos de Dios no porque sean cristianos, religiosos o buenos, sino porque Dios, identificándose con ellos, es bueno y misericordioso”. El Dios vivo elige por los que menos vida tienen. Éste es el fundamento teológico de la opción por los pobres, por sus vidas oprimidas y por su liberación.
Hombre profundamente espiritual, vivió con los pobres en el periférico barrio del Rímac de Lima. Casi todas sus obras nacieron de esta inserción, especialmente Bebe de tu propio pozo; el dios de la vida; La fuerza histórica de los pobres; ¿Dónde dormirán los pobres?; En busca de los pobres de Jesucristo; El pensamiento de Bartolmeu de Las Casas y otros más.
Como otros teólogos de la liberación, sufrió incomprensiones y persecución, especialmente por parte del cardenal de Lima, Cipriani, del Opus Deus, con la acusación de que se trataba de una teología marxista. Esta idea fue reforzada por el mayor oponente, incluso diría perseguidor de la Teología de la Liberación, el cardenal López Trujillo de Medellín en Colombia. Esta acusación no es sostenible y siempre ha sido atacada contra todos, como Dom Helder Câmara, que sitúa la situación de los pobres como víctimas de una sociedad de injusticia y explotación que exige una transformación histórico-social.
En América Latina el concepto de pobre se extendió a los indígenas, los negros, las mujeres, los pobres económica, culturalmente y con otra orientación sexual. Así surgieron los diversos aspectos de la teología de la liberación. Para cada grupo concreto, su método adecuado y su correspondiente liberación. El método es siempre éste: ver la realidad sufriente; juzgar con medios científicos y a la luz de la fe; actuar para transformar esta anti-realidad teniendo a los propios oprimidos como principales protagonistas.
De ahí la liberación por la fe. Marx nunca fue el padre ni el padrino de la Teología de la Liberación como algunos todavía la acusan, sin fundamento, hoy. Su inspiración se encuentra en las fuentes de la fe cristiana, en la Escrituras y en la tradición de figuras como San Francisco de Asís, San Vicente de Paúl y otros que dieron centralidad a los pobres.
Por su seriedad recibió numerosos premios y títulos de doctorado. Honorario. No dio importancia a estos reconocimientos, pues siempre se situó en su lugar de origen, la pobreza y los pobres con quienes compartía su vida.
El Papa Francisco lo recibió en Roma como gesto de reconocimiento de su reflejo de riqueza para toda la Iglesia. Con motivo de las exequias, el Papa envió este breve mensaje: “Hoy pienso en Gustavo Gutiérrez, un grande, un hombre de Iglesia que supongo que será llamado cuando tuvo que ser llamado, supongo que sufrirá cuando le toque sufrimiento, supongo que sacará tanto fruto apostólico y tanta riqueza. teología. Que descanse en paz.
Quienes lo conocimos en su trabajo y en su vida cotidiana damos testimonio de que vivió y murió con claros signos de santidad personal. Y lo extrañaremos mucho.
*Leonardo Boff es ecologista, filósofo y escritor. Autor, entre otros libros, de Cuidar nuestra casa común: pistas para retrasar el fin del mundo (Vozes). Elhttps://amzn.to/3zR83dw]
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