por VIANNA CORTADA*
La seguridad pública no puede guiarse únicamente por la ideología de la guerra o el “modelo Bukele”
La derecha estadounidense necesitaba criminalizar y marginar aún más a la población negra y pobre. Aprovechando una ola de violencia por la llegada del crack, principalmente a Miami, en los años 1980, declaró lo que llamó la 'guerra contra las drogas' a nivel nacional. Basada en la represión a usuarios y traficantes, mucha violencia policial y un brutal aumento del número de personas encarceladas, esta guerra, que hoy en gran parte del país está mitigada por una legislación más moderna, ha demostrado ser ineficaz. .
Brasil, cuya cultura subyacente es importar modas y culturas, principalmente de lo que la derecha brasileña ve como "la patria", Estados Unidos, también importa y utiliza esta cultura de ideología de guerra hasta el día de hoy.
Esta ideología de la guerra, enseñada como doctrina principalmente en las escuelas de la policía militar, presupone obviamente la existencia de una guerra. En esta guerra, como en todas las guerras, hay un enemigo, y el territorio donde vive y opera ese enemigo, así como la población que allí vive, se considera hostil.
En las guerras, las poblaciones consideradas hostiles deben ser tratadas de manera hostil y sus pérdidas como daños colaterales. En territorios y poblaciones consideradas hostiles en una guerra siempre hay violaciones a los derechos humanos y comisión de barbarie, pero en la cultura de la guerra esto está implícito. En resumen, así es como nuestra policía, especialmente los militares, abordan situaciones en favelas o comunidades de bajos ingresos.
Como esta mencionada forma de abordar la seguridad pública está victimizando cada día fatalmente a más personas inocentes, especialmente a la vida de los niños, la derecha que siempre predomina por los errores y la omisión de la izquierda en la agenda de seguridad trae la llamada ' La solución de Bukele a discusión. , donde[vea aquí].
Nayib Armando Bukele Ortez, presidente de El Salvador, entendió que para combatir el poder de las bandas criminales, como la Mara Salvatrucha entre otras, decretó un Estado de Emergencia encarcelando a todos los sospechosos de pertenecer a pandillas, llevando al 2% de la población del país a cárceles salvadoreñas, convirtiendo a El Salvador en el país con el mayor porcentaje de encarcelamiento en el mundo. De hecho, además de las detenciones realizadas sin ningún fundamento legal, también se produjeron cientos de ejecuciones, lo que hace parecer que la violencia sólo y momentáneamente cambió de manos, convirtiéndose en un monopolio del Estado.
Se empieza a cambiar ese concepto de guerra y verla como una solución, y la transformación es a mediano y largo plazo, nos guste o no, en cambiar la misión constitucional de la policía militar que les da y determina el derecho y el deber de llevar represivo y ostentoso. Una policía que parte del supuesto de que es una policía represiva actuará así como primera reacción ante cualquier circunstancia.
La misión básica y constitucional de la policía militar debe ser, y prioritaria por ser, la de realizar labores policiales protectoras y ostensivas. La protección de la población debe ser la primera guía del rol y misión del policía que vi estando en las calles y teniendo contacto directo con la población en situaciones de estrés y riesgo. Sin que eso cambie el resto, se trata simplemente de aplicar nuevas capas de pintura y barniz sobre una estructura podrida y dañada.
Segadas Vianna es un periodista.
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