por TANIA MANDARINO*
Bolsonaro sigue comportándose como alguien en vísperas de un golpe de Estado
El 21 de abril, el presidente Jair Bolsonaro otorgó gracia o indulto al diputado federal Daniel Silveira, condenado la víspera por el Supremo Tribunal Federal (STF). El anuncio de la medida fue seguido de inmediato por importantes personalidades de la escena jurídica y política, que afirmaron que se trataba de un golpe de Estado y un grave ataque al Poder Judicial.
Me quedo aquí preguntándome cuál es la sorpresa, ya que la elección de Bolsonaro en sí fue un golpe de estado y que en ningún momento dejó de atacar al Poder Judicial, por sí mismo, o incluso a través de sus secuaces, a través de amenazas como "un cabo y un soldado". Por cierto, ¿hay mayor agresión que imponer militares como asesores de ciertos ministros de la Corte?
Entre todas las perogrulladas de este gobierno, esta es sólo una más y, por tanto, no considero muy acertado decir que la nueva actitud inconstitucional del presidente presagia la víspera del golpe, pues ya vivimos en estado de golpe. , permanente y continuo. Es seguro que comenzará una nueva temporada, en la que se enfrentarán Ejecutivo y Judicial, pero el golpe ya se da, al menos, desde 2016. Si bien todo lo que hacen Bolsonaro y su gobierno está sujeto a una planificación previa, la escuela que Asistir ya nos indicó que se seguiría este camino.
Basta recordar lo que sucedió en EE. UU. cuando Donald Trump, compañero de estudios de Bolsonaro en Cambridge Analytica, a menos de 12 horas del final de su gobierno, perdonó a Steve Bannon y otros aliados. Bannon, quien quedó en libertad bajo fianza, fue arrestado en agosto de 2020 acusado de desviar 1 millón de dólares en donaciones de los partidarios de Trump para construir ese muro en la frontera entre Estados Unidos y México.
En ese momento, Trump también perdonó a 142 personas más, la mayoría de ellos políticos corruptos y ejecutivos cercanos a él, favoreciendo a 73 con indultos y a otras 70 con conmutación de sentencias. Según todos los indicios, Bannon es el enlace para comprender la gracia declarada y el perdón anunciado.
Por tanto, cualquier valoración del episodio desde una perspectiva estrictamente institucional nacional carecerá de fundamento y sustancia. Es fundamental evaluar las condiciones geopolíticas que apuntan a la formación de una multipolaridad global, en la que EE.UU. se debilita.
Volviendo al campo de batalla entre el Ejecutivo Federal y el Poder Judicial. Es necesario recalcar que el entramado de nuestras debilidades institucionales no arranca hoy y que nuestro mecanismo constitucional conduce en última instancia al otorgamiento del poder supremo a la Corte Suprema. Rupturas mayores requerirían fuerzas militares en las calles, pero no creo que los militares que apoyan a Bolsonaro, preocupados por las píldoras azules, los lubricantes y las prótesis de pene, estén tan dispuestos, ni siquiera exitosos.
Lo que también quedaría como una obviedad: los paramilitares de milicianos en el lugar y en acción, muchos de ellos ya indultados por Bolsonaro en la Navidad de 2019 a través del Decreto N° 10/189.
¿Y sabe por qué el STF no enfrentó el indulto de Bolsonaro a los milicianos en diciembre de 2019? Porque en mayo de ese mismo año, al juzgar la ADI nº 5.874, propuesta en 2017 por fiscales contra el indulto navideño de Michel Temer (entre ellos, Dalton Dallagnol, que temía que Lula fuera indultado), el STF declaró infundada la ADI y medida constitucional del entonces presidente.
Por siete votos contra cuatro, el STF firmó entonces la tesis de que el indulto navideño es un acto privado del Presidente de la República. Por cierto, al traer la divergencia, que al final prevaleció, el ministro Alexandre de Moraes fue el gran artífice de la tesis firmada. En la ocasión, Moraes recordó que el indulto es una tradición en Brasil y que su concesión está prevista en el artículo 84, inciso XII, de la Constitución Federal, siendo un acto privado del Presidente de la República que no viola el principio de separación de poderes.
En su momento, Moraes recordó que los límites de la potestad presidencial de indultar se restringen a los casos de extradición de personas, como mera cuestión de jurisdicción del Estado brasileño, y a los condenados por delitos atroces, como tortura, terrorismo y narcotráfico. . Aun así, en abril de 2018, el ministro Luís Roberto Barroso reescribió el decreto de 2017 de Michel Temer.
Lo sé porque, junto con Henrique Pizzolato y su esposa, Andrea Haas, estudié este tema en profundidad. Pizzolato fue uno de los indultados por el decreto de Temer. Sin embargo, ante las reediciones realizadas por Barroso, Pizzolato tuvo inmensas dificultades para asegurar su derecho. Recién en 2021 pudo implementar su indulto. Es decir, si la Corte hubiera decidido que el indulto es un acto privado del Presidente de la República, los cambios significativos realizados por Barroso en la secuencia nunca hubieran podido subsistir.
Ahora, a seis meses de la elección presidencial más importante de nuestra joven y maltrecha democracia, con Lula en la candidatura y fuertes indicios de su victoria, la condena del diputado Daniel Silveira por parte de nuestra Corte Suprema de Justicia da pie al eterno golpista Jair Bolsonaro para decir su texto, enseñado por Bannon.
É o preço que seguidamente pagamos por não termos parado o então deputado Jair Bolsonaro naquele fatídico 17 de abril de 2016, quando, no plenário da Câmara Federal, evocou a memória de torturador e assassino Carlos Brilhante Ustra, a quem chamou de “o terror de Dilma Rousseff". La apología permisiva de la tortura, gritada dentro del parlamento sin consecuencias, ya era síntoma de una grave crisis institucional.
¿Y el permiso, ese día, para la apertura del proceso de juicio político contra el presidente tampoco lo era? ¿Fue el crimen de Bolsonaro, todavía diputado, por casualidad menor que los del diputado Daniel Silveira? ¿Dónde estaba el STF ese día?
Conozco excelentes abogados que sostienen que si todos los Poderes de la República estuvieran realmente en equilibrio, el STF no podría condenar a un parlamentario a la pérdida del mandato y prisión, como sucedió en el caso de Daniel Silveira.
Un alegato de Incumplimiento de un Precepto Fundamental (ADPF) y un proyecto de decreto legislativo, de autoría del senador Renan Calheiros, ya están pendientes del decreto de Bolsonaro sin número, para suspensión inmediata, amplia y completa.
La ADPF, propuesta por la Red de Sostenibilidad ante el STF y que ya tiene como relatora a Rosa Weber, puede ser el peor camino a seguir. Es necesario dejar al STF fuera de esta discusión, ya que lo contrario podría conducir al éxito de los planes presidenciales guiados por Bannon. El proyecto de suspensión propuesto por Renan es una solución inteligente, pues lleva la discusión al campo político y pone en la audiencia al Legislativo, tercer poder de la República. Renan activó magistralmente el sistema de pesos y contrapesos previsto en la Constitución Federal para frenar usurpaciones como la que pretende Bolsonaro.
Ni siquiera se publicó la decisión sobre el caso Daniel Silveira. Posteriormente, tras su decisión final e inapelable, aunque en su tiránico decreto Bolsonaro dicta que no hay que esperar a la decisión final e inapelable, aún caben recursos, que serán considerados por el propio STF. Por cierto, situación totalmente opuesta a lo ocurrido en AP 470, el famoso “mensalão”, donde los condenados ni siquiera tenían derecho al doble grado de jurisdicción.
Parafraseando al rey Luis XIV y su “L'État c'est moi” [El Estado soy yo], el Ministro del STF, Joaquim Barbosa, en el “mensalão”, actuó como si el Estado fuera él, tomando como rehenes al PT, condición en la que muchos se encuentran hasta el día de hoy. Por cierto, por el excesivo republicanismo de las fuerzas progresistas, entre otros factores.
Lo más irónico es que Bolsonaro aprende en la escuela de Bannon a aprovechar las debilidades de nuestro propio sistema republicano, que permitió que sectores del Poder Judicial actuaran a favor del golpe. Fragilidades que nuevamente nos ponen en riesgo, llevándonos, en palabras de muchos, a este “momento de extrema gravedad”.
Sin querer o parecer estar en negación sobre la posibilidad de un quiebre institucional (que se anuncia desde 2016), los indicios son que el Poder Judicial, consagrado, se protegerá de los ataques generados por sus propias contradicciones y Bolsonaro seguirá comportarse como alguien que está en vísperas de un solo golpe. Hasta que ganemos. Para eso hay que llevar esta discusión a la periferia, donde pueden salir mejores análisis que el mío.
Análisis más hábiles marcan la vida cotidiana de 19 millones de brasileños y brasileñas que pasan hambre, 12 millones de brasileños y brasileñas desempleados y 86 millones de brasileños y brasileñas sin acceso a la justicia. Para estos, no importa si el STF condenó y Bolsonaro perdonará a un miliciano que se convirtió en diputado.
Finalmente, es importante señalar que Bolsonaro no deja a sus seguidores en manos del Poder Judicial. Lo cual, en mi humilde opinión, indica mayor peligro y gravedad. Esa, eso sí, puede ser la contraseña de estímulo para que el ganado irracional se someta a su mando en un chasquido de dedos y genere desestabilización y caos que puede desbordarse en episodios mucho peores que los ocurridos en el Capitolio estadounidense en 2021.
Por otro lado, los militantes de izquierda tenían compañeros heridos, abandonados en trincheras en los últimos años, sin ayuda. Esto ciertamente repercute en contratiempos, miedos y angustias de asumir también el abandono. Como puede ver, hay mucho que poner en orden en la casa y en el hogar y la democracia siempre presupone vigilancia y atención constantes.
Tenemos que actuar y reaccionar, comenzando por no dejarnos guiar por los evidentes exabruptos de Bolsonaro, a quien venceremos en las urnas en octubre y en las calles. ¿Como? Fortalecer la confianza de la militancia en la victoria y restablecer los lazos con las clases trabajadoras. El pueblo no tiene quien lo defienda. A éste nuestra más intransigible lealtad.
*Tania Mandarino es un abogado. Miembro del Colectivo de Abogados y Abogadas por la Democracia (CAAD).
Publicado originalmente en el sitio web viomundo.