Gil, 78

Carlos Zilio, PIEZAS MIAS, 1971, gouache sobre papel, 50x32,5cm
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por HENRY BURNET*

Comentario en CD y DVD"Bandadois

En algún momento del pasado, cito de memoria, en una entrevista, Gilberto Gil afirmó que al final de su carrera -después de los diversos experimentos estilísticos que siempre había hecho- terminaría tocando un tambor. Gil puede estar lejos del final de su carrera, pero Bandadois (CD y DVD, 2009) fue el primer lanzamiento de aquella anunciada síntesis, aunque el tambor quedó como metáfora de su singular guitarra, refinada al extremo de su identidad musical, como una extensión de su cuerpo.

Hoy, en 2020, las impresiones sobre Bandadois confirmada en gran medida, sobre todo tras otros dos discos en los que podemos encontrar al músico revisitando su repertorio, en el Concierto de cuerdas y máquinas de ritmo (2012) y Caetano Veloso y Gilberto Gil – Dos amigos, un siglo de música (2015). Y también ofrece la oportunidad de un comentario más detallado sobre su lugar en la historia de la música brasileña, especialmente hoy, debido a sus 78 años.

En proyectos dedicados a Bob Marley, Luiz Gonzaga y João Gilberto, el intérprete se destaca. En el Bandadois, y en los proyectos posteriores que mencioné, armado con su guitarra, Gil estaba desnudo, incluso al lado de una orquesta. Hoy, tras afrontar problemas de salud, que sus fans seguían con alarma, como en un rito de iniciación, parece haber entrado en la fase más serena de su vida y del disco. OK OK OK (2018), como él mismo subrayó, llegaba como su primer disco “vejez”. Un momento en el que se rodeó de su familia y recibió la vida con una tierna sabiduría difícil de describir e imposible de estetizar.

Por lo general, dos compositores han atraído la atención más polarizada de los críticos académicos: Caetano Veloso y Chico Buarque. Se enfrentan constantemente, incluso hoy, incluso en un país donde hay miles de compositores. Algo, además, comprensible. Mientras tanto, Gil construía una obra gigantesca, aparentemente al margen de la polaridad. Una frase que he visto atribuida a Zé Miguel Wisnik, aclarando nuestras dudas como siempre, es que Gil se cierne sobre los dos como un espíritu, o algo así. A pesar de los parones políticos -cómo extraño a nuestro Ministro de Cultura- y lejos de los extremos críticos, su legado siempre ha sido más permeable al oído y su poesía hoy es, hay que reconocerlo, de excelencia.

Gil ha llegado al extraño lugar del mito. La gente habla de él como una entidad. Un esoterismo vivo que expresa la herencia africana en una musicalidad arrebatadora e ilimitada, donde todo parece encajar. Pero en medio de todo esto, la palabra clave es generosidad. Aunque todo lo que hace está envuelto en grandes producciones y siempre es el foco de gran atención, es cuando está solo con su guitarra cuando ese aura se muestra con mayor claridad. Gil luminoso (2006) reúne el epítome literario y musical del compositor, y no hay mejor conjunto de canciones para quienes pretenden iniciarse en su obra. Podríamos tomar cada canción como una sola pieza y hablar de ello extensamente.

Eso es lo que probé cuando vi Bandadois por primera vez. Retomo aquí esos comentarios, sabiendo que siempre serán menores e insuficientes frente a la expresión de estas canciones, sobre todo en un texto ocasional. A ellos vuelvo, sobre todo, porque me parece que desde allí se definió el lugar elevado donde se encuentra, la contención de la expresión, el tocar la guitarra en el límite de la perfección, en el cierre en torno a la brotes que le siguen la estela, como José Gil y Bem Gil, pero hoy también con otros hijos, hijas, amores y nietos. Pido al lector que revise lo que parece cronológicamente y claramente obsoleto.

Gil no hizo la opción actual de volver a grabar en Bandadois un conjunto de “éxitos”, por el contrario, optaron por desviarse, incluso por temas que nunca habían grabado. Lamentablemente, dije, dejó fuera una canción que se llama “No le tengo miedo a la muerte”, que se puede escuchar en Youtube [y que sería grabada por primera vez precisamente en el disco Concierto de cuerdas y máquinas de ritmo, 2012, donde revisita su obra por segunda vez].

La dirección estuvo a cargo de Andrucha Waddington, quien había dirigido el documental ¡Viva San Juan! (2002), un registro de la gira de Gil por el nordeste de junio, una hermosa película ya agotada, y varias otras producciones audiovisuales del compositor. Lejos de la aridez del sertão, el director dispuso para ese disco de un teatro flamante, uno de los más modernos y mejor equipados de São Paulo. Apostó por un ambiente austero en blanco y negro con cierto aire clásico. Enmarcadas por la producción, las canciones permanecieron intactas, cada pieza, cada tema respirando por sí mismo. De ahí la gran oportunidad de percibirlos más de cerca. Parte del DVD está disponible en este enlace: https://www.youtube.com/playlist?list=PLE0597B402E110026. También encontramos allí algunos extras de gran interés para los guitarristas, lecciones en video que el propio Gil grabó para el DVD. “Abacateiro”, “Banda um”, “Refavela”, “Esoterico” y “Expresso 2222” en los más mínimos detalles armónicos.

 

Bandadois

En el primer tema del DVD, “Máquina de ritmo”, Gil pregunta por su propio lugar y también por la forma musical de su obra: “Quizás te legue un diccionario de compases / En el futuro tocarás fuerte mi samba sin queriendo (…)/ ¿Será, por ejemplo, que mi sordo quedará mudo después de todo/ Colgado como un dinosaurio en el museo del carnaval?// Y advierte que ni él mismo lo sabe: Si apuestas la respuesta es sí/ por Dios envía una señal //”.

Em Bandadois Gil revisita “Flora”, escrita para su pareja. Una de las canciones más hermosas sobre la experiencia del amor y su continuidad: “Es tu vida la que quiero bordar en la mía / como si yo fuera la tela y tú el hilo” (“El hilo y el lino”). Los temas familiares, como decía, aparecen allí por primera vez, si no me equivoco, con el aire que todavía encontramos hoy. Sabemos de la boda de una hija y escuchamos el tema compuesto en forma de consejo: “Si la vida es dura / Tu madrastra y voraz / Sé capaz, atrevida y buena / Haz las paces en los bombones de la noche / Y los percances naturales serán parte de la canción / Habrá contratiempos y nuevos comienzos / Uno a la vez, cada mes / Y te acostumbrarás //” (“De los dos, uno”). Al final, un “Dios te bendiga”; bendición interior.

En algunas ocasiones Gil se refiere a sus maestros: al cantar “Saudades da Bahia”, se refiere a Dorival Caymmi en tono reverente, habla de Luiz Gonzaga y de Jackson do Pandeiro, y canta una interpretación oscilante de “Chiclete com banana”, un versión de aquella que Gil había ido madurando durante muchos años y que alcanzó su punto álgido precisamente en esa actuación.

Por lo demás, todo giraba en torno a su propia obra y las canciones más perdurables, esas que, para el propio Gil, parecían tener la fuerza de la continuidad y los granos de autorreflexión, “Tempo rei”, “Metáfora”, “Superhomem – la canción”, “Refarm”, “Esotérico”. ¿Será por eso que al final se incluyeron varias canciones para Flora? ¿Una conexión íntima entre el amor y la canción que queda?

Pocos originales se pudieron escuchar, como la desconocida “Rouxinou”, una colaboración con Jorge Mautner, un tema delicioso y sin pretensiones, pero que sirvió de antesala para la segunda parte del DVD, donde la fuerte huella de los directos de Gil, la canciones pop, establece el tono.

La suave transición comienza con la guitarra “violada” de “Refazenda”, para dar paso a un tema menos frecuentado, “Banda um”, que muestra el poderoso ritmo que hace de Gil un doble de Benjor –uno imagina un nuevo encuentro de las bandas dos, solo con sus guitarras.

Luego canta “Human Race” para que el público ensaye un melancólico aplauso. La guitarra de Bem definitivamente se destaca. Prueba de que estas canciones “filosóficas” tienen su impacto. “El género humano es una semana de la obra de Dios / El género humano es la herida ardiente / Una belleza, una podredumbre / El fuego y la muerte eternos / La muerte y la resurrección / (…) El género humano es el cristal de lágrima de la mina de la soledad / de la mina cuyo mapa está en la palma de la mano //”.

Adelante anuncia: “¡África!”, y canta en secuencia “La renaissance africaine”, “Pronto pra preto”, “Andar com fé”, y ya estamos en el bis cuando otro hijo, José, sube al escenario al contrabajo. , por “ Refavela” y la genealogía “Babá Alapalá”: “Aganjú, Xangô, Alapalá Alapalá Alapalá/ Xangô Aganju/ El hijo preguntó a su padre/ ¿Dónde está mi abuelo?/ ¿Dónde está mi abuelo?/ El padre preguntó a su abuelo ¿Dónde está mi bisabuelo/ Mi bisabuelo, ¿dónde está?/ El abuelo pregunta a su bisabuelo/ ¿Dónde está su bisabuelo?/ Tatarabuelo, ¿dónde estás?/ Tatarabuelo, bisabuelo , abuelo, padre Xangô Aganju/ viva Egum Baba Alapalá//”.

Gil termina refiriéndose al pasado, a la tradición africana, a la cuna, a la religiosidad negra. A lo que queda en él como documento de su identidad ancestral. Gil es uno y múltiple, en él la llamada “música del mundo” puede tener algún sentido. Lo cierto es que Gil canta el mundo desde su caparazón universal. Contiene la humanidad y sus contradicciones.

El sertão ha sido muchas veces estetizado, en el cine, en la fotografía. Una película de 35 mm puede convertir el semiárido en una pintura, y una foto PB hace que todo parezca más artístico de lo que es. Pero hay una cosa que no se puede inventar, la experiencia. Uno puede lidiar con esto y con ciertos sufrimientos que atravesamos de varias maneras. Pero no se puede negar que lo que queda de una vida es el destello de esta contemplación del tiempo y del mundo.

Gil podía inventar lo que quisiera, y lo hizo, metáforas, viajes pseudocientíficos, psicodélicos, pero no pudo enmascarar los reflejos de su historia personal, eso es lo que llamamos experiencia y que marca con tanta fuerza nuestra música popular, por eso termino este texto arriesgándome a decir que “Lamento sertanejo” es el plato fuerte del DVD y uno de los platos fuertes de su obra.

Es allí que Gil expone la geografía exacta de su música: su entrada en la ciudad amenazante, su trato con la ciudad simbólica – que lo constituyó en la misma medida que su primera infancia en Ituaçu, Bahia –, tal vez alguna soledad, el pensamiento que se cierra sobre sí mismo, “casi nada sé”, saber tanto, destellos que reflejan el todo de esta obra única.

Gilberto Gil & Dominguinhos: “Porque soy del sertão / Del cerrado / Del interior, del monte / De la caatinga, de la quema / Casi nunca salgo / Casi no tengo amigos / Casi puedo' t / Quedarme en la ciudad sin enfadarme /// Porque soy de allá En la certeza, por eso mismo / No me gusta la cama blanda / No sé comer sin chicharrón / Casi no Habla / No sé casi nada / Soy como ganado extraviado / En esta multitud de rebaños / Caminando sin rumbo.

Queda por ver cómo se puede revivir esta enseñanza en una época de brutalidades victoriosas. Viva Gilberto Gil y su trascendencia para Brasil.

*Henry Burnett Es profesor del Departamento de Filosofía de la Unifesp.

[Versión modificada y actualizada del artículo publicado originalmente en el sitio web trópico, el 10 de abril de 2010].

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