por AFRANIO CATANÍ*
Homenaje al cineasta recientemente fallecido
Hace unos días recibí un mensaje de mi amigo Tunico Amâncio diciendo que Geraldo Sarno estaba internado desde hace un par de semanas en un hospital de Río de Janeiro, luchando contra complicaciones derivadas de la epidemia de Covid-19. Desafortunadamente, la batalla se perdió el 22 de febrero de 2022, un martes triste, solo días antes de cumplir 84 años.
Sé casi todo lo que filmó Geraldo, pero no quiero hablar de eso ahora. Solo voy a registrar tres momentos de largas conversaciones con él, siempre transcurriendo cine, filmaciones, guiones, directores, textos, adaptaciones. Los dos primeros tuvieron lugar en Cuba y Panamá, en diciembre de 1989, y el tercero en su querida Bahía, Salvador, no lejos del Teatro Castro Alves, en 2006 o 2007.
Invitada a participar en el Festival Internacional de Cine de La Habana, que siempre se realiza en el último mes del año, presenté “una sentencia” escrito con José Inácio de Melo Souza, de hecho un resumen de un libro que preparamos juntos sobre las chanchadas brasileñas de las décadas de 1930,40, 50 y XNUMX. La invitación fue indicada por la historiadora Silvia Oroz. Me metieron en el Hotel Nacional, en un momento en que estaba completamente detonado. Cuando te duchabas, el agua corría por todo el baño e invadía el dormitorio; el calor era implacable y no había ventilador ni aire acondicionado, ya que nada funcionaba. Geraldo estaba un poco retraído, pero poco a poco su mala cara se fue endulzando. Hablábamos todo el tiempo, mucho en el desayuno y cuando nos cruzábamos durante el día, en medio de una agenda apretada.
También estuvo allí para reunirse con los productores, en busca de financiación adicional, ya que tenía un guión ya preparado adaptado del cuento “Un reencuentro”, que se encuentra en la magnífica todos los incendios fuego, de Julio Cortazar. Collor tomó el relevo, casi acabó con la cultura en Brasil y la película de Sarno terminó sin estrenarse.
La segunda conversación también tuvo lugar en ese diciembre de 1989 en Ciudad de Panamá, precisamente en la madrugada del 17 al 18 de diciembre. Mantuve la fecha, ya que el 17 era domingo, día de la votación en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en las que Lula fue derrotado por Collor. Nuestro vuelo tenía escala en Panamá y se suponía que un avión Varig nos estaría esperando para llevarnos a Río de Janeiro y São Paulo. El ambiente era tenso, con disparos en la capital panameña. El 20 de diciembre Estados Unidos invadió el istmo y derrocó al presidente Manuel Antonio Noriega.
Bueno, el Boeing de Varig no estaba allí: estaba esperando en Manaus la luz verde para despegar, mientras el espacio aéreo estaba bloqueado y los EE.UU. rodeaban el país. Esperamos unas cinco horas y Sarno y Ruy Guerra me invitaron a conversar y beber en uno de los bares del aeropuerto. Todo estaba dicho, ya que ambos no deben nada a los mejores narradores: infancias, cotilleos, actores y actrices, viajes, presupuestos. Subimos al avión regordetes y felices.
La tercera prosa, larga, relajada y también alcohólica, se produjo después de un largo seminario-festival que tuvo lugar en Salvador, cuando participé en un panel que ocupó toda una mañana, dedicado al cine latinoamericano. A la salida, Geraldo vino a recibirme y, con mi difunto amigo Edivaldo Boaventura y Guido Araújo, fuimos a almorzar. Logré arrastrar al taciturno director chileno Miguel Littín, que pronto se sonrió ante los encantos bahianos, en particular, la cocina local. La juerga empezó antes de las 14 y recuerdo volver al hotel cuando ya estaba oscuro.
Luego, uno o dos mensajes, citas rápidas en São Paulo y Río. Recuerdo y extraño al gran Fidelis Geraldo Sarno (Poções, 06.03.1938; Rio de Janeiro, 22.02.2022), sus guiones, artículos, libros y sus retoños, cortos, largometrajes, documentales, series, etc.: viramundo, Auto da Victoria, El canto, Vitalino Lampião, el ingenio, Padre Cicero, casa de la harina, los imaginarios, Diario do Sertão, ¡Viva Cariri!, Monteiro Lobato, Casa Grande y Senzala, El pájaro carpintero amarillo, coronel delmiro gouveia, yao, Dios es un fuego, Planta en las estrellas, Llevo un Sertão Dentro de Mí, El lenguaje de la película, la tierra arde, Todo esto parece un sueño., El último romance de Balzac, sertanía, Sertón de Dentro...
*Afranio Catani Es profesor jubilado de la Facultad de Educación de la USP y actualmente es profesor titular de la misma institución. Profesor invitado en la Facultad de Educación de la UERJ, campus Duque de Caxias.