por ESTEBAN VERNIK*
En su diagnóstico de la modernidad, Georg Simmel la ve como la progresiva sustitución de la proximidad por la distancia.
1.
A menudo escuchamos caracterizar a Georg Simmel como un extranjero, utilizando la misma figura que ocupa en su Sociología. Ésta es, por ejemplo, la caracterización de Georg Simmel como “El Extranjero de la Academia” propuesta por el sociólogo estadounidense Lewis Coser en 1965, refiriéndose al mismo tiempo al estatus de extranjero o desconocido con el que Simmel se movía por los escenarios alemanes. academia.
A su vez, en la sociología norteamericana, que en sus inicios se interesó por los estudios sociológicos simmelianos, la importancia de la figura del extranjero fue recreada por el sociólogo de Chicago Robert Ezra Park, quien se encontraba extranjero en Berlín, donde recibió por primera vez las enseñanzas de Georg Simmel. . mano. Y también, décadas después, por el sociólogo austriaco Alfred Schütz, quien, como extranjero en Nueva York, volvió a la figura que había esbozado Georg Simmel.
El extranjero, aquel que conecta de manera peculiar con la sociedad en la que vive y vive las distancias al revés: es quien “experimenta lo lejano como cercano y lo cercano como distante”.
Resaltemos la condición experiencial de los extranjeros que ensayan esta figura propuesta por Georg Simmel, porque –creemos así– es la única manera de reflexionar sobre este motivo. Es necesario, aunque sea de forma episódica –como en los viajes que sabemos que hizo Georg Simmel a Italia y Francia–, estar fuera de su patria para percibir intensamente estas cualidades atribuidas al extranjero: “experimenta lo cercano como lo lejano”.
Notemos que el carácter experiencial, si se quiere, existencial, e incluso confesional, es un componente presente en la elaboración de la sociología de Georg Simmel, que reaparece cada vez que cuestiona el significado del acto de comprender. Al final de su obra, en su momento más vitalista, sostendrá que toda “interpretación […] será siempre, nos guste o no, una confesión de quien interpreta”.[i]
Esta observación hermenéutica radical expresa el pensamiento de Georg Simmel. El propio Simmel incluso alardeaba de su condición de extranjero, lo que le permitía tener un acceso más fácil que un francés –tal vez Henri Bergson– al contacto con personalidades excepcionales como Rodin. Según recuerda Georg Simmel, Rodin "sabía que estaba menos comprometido con los extranjeros, a quienes tal vez no volvería a ver, y por eso era más abierto que con algunos de sus conciudadanos".[ii] El propio Simmel, como extranjero, era ciertamente capaz de “mostrar todo tipo de atracción y excelencia…”.[iii]
Tu libro Sociología: estudios sobre las formas de socialización. (1908) es un mosaico de diferentes estudios que, en cada capítulo, continúan la propuesta metodológica esbozada en el primero. Presenta la sociología no como el estudio de la sociedad, sino como el estudio de las asociaciones, de las acciones recíprocas que se recrean de diferentes maneras en diferentes momentos. Se analizan bajo un tipo particular de abstracción, que distingue entre forma y contenido.
Desde esta visión, la sociedad es observada como un espacio de interacciones permanentes entre individuos, que se acercan y alejan, se atraen y se repelen, en un proceso continuo de intercambio de efectos, con diferentes niveles de implicación en las relaciones. Lo social aparece como una red de hilos que conectan a todos con todos. Este primer capítulo constituye una especie de “manifiesto de la sociología simmeliana”.[iv] Esto es fundamental para comprender el alcance de “El extranjero”, ensayo que se incluye a modo de digresión en el capítulo “Espacio y sociedad”.
Es importante resaltar esta inscripción sociológica –al menos desde una sociología sui generis, con una fuerte marca personal, como la de Georg Simmel, para apreciar la doble condición del extranjero: a la vez forma sociológica y tipo social. Simmel analiza, por un lado, diferentes tipos de asociación, formas de interacción, de acciones recíprocas en las que se produce un intercambio de efectos (interacciones) se desarrolla constantemente. Y, por otro lado, los tipos sociales o psicosociales.
Estos tipos no son ideales, como los utiliza metodológicamente Max Weber, sino que expresan una posición específica dentro de la estructura social o una categoría general de orientación en el mundo. Algunos de estos tipos que Simmel utiliza en sus obras son: el extranjero, el pobre, el miserable, el vagabundo, el urbanita, la coqueta, el fanático de la moda, el aventurero, la prostituta, el montañero, el jugador. Pero debido a lo dicho anteriormente, aquí debe hacerse una distinción entre el tratamiento sociológico que da Georg Simmel al extranjero o al pobre, que son formas de socialización entre estos tipos y otros miembros de la sociedad y que, por lo tanto, constituyen una forma sociológicamente positiva de recíproco. acción, y el tratamiento filosófico o psicológico-filosófico que Simmel hace de tipos como el aventurero o la coqueta en su libro Cultura filosófica (1911).[V]
En su diagnóstico de la modernidad, Georg Simmel la ve como la progresiva sustitución de la proximidad por la distancia. Los signos de los tiempos modernos son los del privilegio de las distancias en detrimento de la proximidad: “el sentimiento artístico del presente subraya fuertemente, en su esencia, el estímulo de la distancia frente al estímulo de la proximidad. […] Esta peculiar tendencia a hacer que las cosas actúen […] a distancia es un signo de los tiempos modernos común a muchos campos”. [VI]
Georg Simmel ve una tendencia al desapego característica del hombre moderno y llama la atención sobre el fenómeno del "miedo al contacto", que no duda en caracterizar como una patología de los tiempos modernos, como "el miedo a entrar en contacto demasiado estrecho". ”, que se asocia con el avance del dinero en las relaciones sociales.
“Una causa fundamental de este miedo al contacto […] es la penetración cada vez más profunda de la economía monetaria, que destruye cada vez más las relaciones económicas naturales de épocas anteriores (si es que esta labor de destrucción aún no ha tenido un éxito total)”. [Vii]
Georg Simmel atribuye al dinero un papel mediador entre las personas y los bienes y entre las personas y entre sí, lo que aumenta las distancias de la experiencia social: “... el dinero, con la ampliación de su papel, nos sitúa a una distancia cada vez más distante del más esencial de los objetos. ; se debilita la inmediatez de las impresiones, del sentimiento de valor, de lo que es capaz de suscitar interés. Nuestro contacto con los objetos se interrumpe y los sentimos, por así decirlo, sólo a través de una mediación que ya no nos permite expresar plenamente su ser pleno, propio e inmediato”.[Viii]
Así, Georg Simmel ve la tendencia a ampliar las distancias como un aspecto de las sociedades de la era del dinero, en las que la creciente sustitución de las relaciones inmediatas por un conjunto de mediaciones se asocia a la multiplicidad de fragmentos en detrimento de la unidad del todo. . Con estos elementos esbozados, sobre el espacio y las distancias, podemos volver ahora a la Sociología de 1908, para referirse al extranjero en relación con una cuestión crucial en el pensamiento simmeliano: la libertad.
2.
El capítulo sobre “Espacio y sociedad” en su gran Sociología contiene algunas de las páginas más expresivas que debemos a Georg Simmel. Contiene sus reflexiones sobre el espacio y la dominación, sobre la sociología de los sentidos, en las que aparecen, entre otros motivos célebres, sus reflexiones sobre el comunismo de las impresiones sensoriales y sus análisis de las formas de vida metropolitanas. Todas expresiones de la importancia de las estructuras espaciales para el análisis de lo social. Según la idea de que la figura sociológica del extranjero se presenta como un tipo particular de relación con territorios y sociedades (llegada y salida), se lo distingue de otras figuras viajeras.
Lo que Georg Simmel llama aquí el extranjero es una figura opuesta al hombre sedentario, pero, al mismo tiempo, distinta, por ser intermedia, de las figuras del nómada y del emigrante. Si el hombre sedentario es quien fija de una vez por todas su ubicación territorial, y el emigrante es quien fija su posición luego de un desplazamiento, el nómada es lo opuesto a los dos primeros, es aquel para quien “la migración es la sustancia de su vida, y esto se manifiesta principalmente en la ilimitación de su movimiento, en la forma circular que da a la migración, regresando siempre a los mismos lugares”. [Ex]
Para Georg Simmel, en cambio, el extranjero es una combinación de los tipos de emigrante y nómada: “No es el que viene hoy y se va mañana, sino el que viene hoy y se queda mañana; es, por así decirlo, el emigrante potencial que, aunque se ha detenido, no se ha asentado del todo”.[X]
Su característica en el círculo espacial de llegada es que “no siempre le pertenece, que aporta al círculo cualidades que no vienen ni pueden venir del círculo”. En relación con las distancias, si, en general, todas las relaciones humanas contienen el vínculo entre proximidad y lejanía, lo particular de la forma del extraño es que “La distancia, dentro de la relación, significa que lo que está cerca está lejos, pero el Ser un extranjero significa que lo que está lejos está cerca”.[Xi] Éste es el carácter formal del extranjero: su peculiar síntesis entre lo lejano y lo cercano.
Georg Simmel destaca el carácter positivo de la figura del extranjero como forma especial de relación recíproca que crea sociedad, en este sentido una figura análoga a la de los pobres, que aparecen también como un factor positivo para el tejido social, en términos de mejora recíproca. relaciones. Nótese que ésta es la afirmación más característica de la sociología de Simmel, que la diferencia radicalmente de versiones anteriores de la disciplina.
Si lo que importa son las formas de sociedad, las relaciones recíprocas, el intercambio de efectos, entonces vale la pena examinar estas figuras (el extranjero, el pobre) antes consideradas como asociales. Constituyen formas que la sociología, hasta entonces, consideraba perturbadoras para la sociedad, y en las que Georg Simmel encuentra su elemento positivo, formas como la lucha y el conflicto.
Finalmente, Georg Simmel enumera una serie de atributos de los extranjeros. En primer lugar, destaca que, en la historia de la economía, el extranjero aparece como comerciante. En varias partes de Europa, señala Simmel, a los extranjeros no se les permitía legalmente comprar tierras y se dedicaban a comerciar con todo lo demás, incluido el dinero. Cuando una economía necesita bienes producidos fuera de su círculo, los comerciantes necesitan ser extranjeros, o de lo contrario los “extranjeros” abandonan su propio círculo y van en busca de los bienes.
En segundo lugar, señala la objetividad del extranjero, quien, no estando radicalmente unido a las partes del grupo ni a sus tendencias particulares, tiene hacia todas estas manifestaciones la actitud peculiar del “objetivo”. Y es esta condición la que te da un alto grado de libertad.
Para concluir, destacaremos tres aspectos de las consideraciones de Georg Simmel sobre los extranjeros. Primero, que la “extranjería” es un elemento de interacción social hasta cierto punto inherente a todas las relaciones sociales. Es posible derivar distintos grados en la relación extranjero/familiar. En segundo lugar, los extranjeros son una forma de relación perfectamente positiva para la sociedad, ya que aportan cualidades que enriquecen la vida social. Y en tercer lugar, que la ausencia de fuertes vínculos espaciales confiere al extraño una forma especial de libertad individual.
Aquí podemos, por un momento, volver al carácter vivencial, existencial, de la sociología de Georg Simmel y preguntarnos sobre las experiencias de viaje que tuvimos, cuando llegamos a una ciudad desconocida y que tampoco conocemos, cuánta verdad hay en este sentimiento de libertad desde el extranjero. El extraño, por su particular posición de distancia y proximidad con los miembros del círculo al que llega y con el que deja atrás, experimenta un tipo de libertad individual con una ventaja singular.
3.
Em Filosofía del dinero (1900), leemos en sus primeras páginas que el dinero es el símbolo de la modernidad y también del movimiento. Su capítulo sobre “Libertad individual” describe el papel desempeñado por el dinero cuando, en Europa, reemplazó el pago en especie que recibían los campesinos cuando eran liberados de su condición de vasallos. Fue en parte a través del dinero que los trabajadores se liberaron del dominio del amo sobre sus esferas subjetivas.
A este respecto, añade, también respecto del dinero, que “la libertad aumenta con la cosificación y despersonalización del cosmos económico”.[Xii] Simultáneamente con la monetización, los campesinos obtuvieron libertad de movimiento. Si, guiados por el aire liberador de la ciudad, se mudaran a las ciudades, su destino más probable sería, sin embargo, la alienación a través de la proletarización.
Para Georg Simmel, como para Marx, la relación entre ser y tener es de suma importancia. Para Marx, la posesión o no posesión de los medios de producción determina el ser. Para Marx, destaca Simmel, el ser “comprende el tener del ser humano”.[Xiii] Al discutir esta idea, Georg Simmel afirma que “hay una cadena que va del ser al tener y del tener vuelve al ser”.[Xiv]
Para ello, investigando los significados de la posesión, ofrece los siguientes ejemplos: “la peculiaridad de la posesión debe influir también en la calidad y actividad del propietario. Quien posee una granja o una fábrica, en la medida en que no cede el negocio a otro y se convierte exclusivamente en rentista, del mismo modo que quien posee una galería de arte o un establo de caballos, no es completamente libre en su ser, y esto significa no sólo que tiene su tiempo comprometido en una medida completamente determinada y de una manera completamente determinada, pero sobre todo que se le presupone una cierta obligación”.[Xv]
En cierto sentido, la libertad “es hacer mutuamente independientes el ser y el tener”, y la posesión de dinero tiene la virtud de relajar y romper la determinación de uno por el otro.[Xvi] Así, se valora positivamente la importancia del dinero para disolver la diferencia entre ser y tener. “El dinero hace tener y ser independiente”.[Xvii]Además, en otros pasajes del Filosofía del dinero, la libertad se concibe como el interregno entre dos obligaciones. Somos libres cuando nos liberamos de una obligación, y sólo cuando asumimos una nueva obligación. Y, finalmente, para Georg Simmel, “la libertad implica autonomía y autoexpansión, de acuerdo únicamente con la ley vital misma”.[Xviii]
Concluiremos recordando la ocasión en que, refiriéndose al conocido dicho de que el dinero por sí solo no trae la felicidad, Georg Simmel distingue entre ser y tener: “El dinero, entre todas las cosas y todo lo que es de su orden, es nada para nosotros a menos que lo tengamos. Pero arriba están las estrellas y otras estrellas y nos hacen felices, aunque no necesitamos codiciarlas ni poseerlas (…) Pero las cosas espirituales y lo que tiene su valor en la forma están más allá de la cuestión de tener o no tener. Un paisaje de Böcklin se burla de quien lo confina a su posesión y alegra sólo a quien puede disfrutarlo, incluso si no puede “tenerlo”. Ésta es la línea divisoria inamovible entre el plebeianismo y la aristocracia de los valores: que algunos incluso podemos tenerlos sin hacernos felices, y otros nos hacen felices aunque no los tengamos”.[Xix]
Entre las analogías que, en conclusión, podemos encontrar esta mañana entre las cifras de extranjeros y dinero, podemos aludir a tres cuestiones comunes. La primera es la movilidad que caracteriza a ambos. El dinero tiene su significado en su “perpetua movilidad”; el extranjero, en cambio, “no es el que viene hoy y mañana se va, sino el que viene hoy y mañana se queda; él es el migrante potencial, que aunque se ha detenido, no se ha asentado del todo”.[Xx] .
La segunda es la objetividad común. La del dinero es la de la precisión del cálculo. La de los extranjeros, relativa, es la predilección que describe Georg Simmel por los jueces extranjeros, por su posible mayor neutralidad de intereses en relación con los que pertenecen a su propio círculo. Finalmente, un tercer tratamiento común del dinero y del exterior se puede encontrar en relación con la confianza, que es crucial para tratar con ambos. Y ésta es una de las contribuciones más fructíferas de Georg Simmel a la sociología.
*Esteban Vernik Es profesor titular de sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Autor, entre otros libros, de Georg Simmel, sociólogo de la vida (Cuadrata/Biblioteca Nacional).
Versión adaptada de la clase magistral impartida en el programa de posgrado en ciencias sociales de la Universidad Federal de Bahía, el 26 de abril de 2024.
Traducción: Ricardo Pagliuso Regatieri.
Notas
[i] Jorge Simmel, Goethe, Buenos Aires, Nueva, 1949, pág. 10.
[ii] Georg Simmel, “Recuerdos de Rodin” (1917), en El individuo y la libertad. Ensayos de crítica cultural., Barcelona, Península, 1986, p. 212.
[iii] Jorge Simmel, Sociología. Estudios sobre formas de socialización., t. 1, Buenos Aires, Espasa Calpe-Argentina, 1939, p. 275.
[iv] El capítulo 1 incluye el artículo de 1894, “El problema de la sociología”, que, con pocas modificaciones, pasará también como capítulo 1, a la versión más vitalista que Simmel publicó en 1917, bajo el título Preguntas fundamentales de sociología, Barcelona, Gedisa, 2002.
[V] El título original de esta colección de ensayos publicados por Simmel en 1911, Cultura filosófica, fue traducido primero al español como Cultura femenina y otros ensayos (Madrid, Revista de Occidente, 1934) y posteriormente como Sobre la aventura. Ensayos filosóficos (Barcelona, Península, 1988)-, sin aclarar qué criterios adoptaron los editores en cada caso.
[VI] Ibid., pags. 225)
[Vii] Ibid., pags. 227)
[Viii] Ibid.
[Ex] Jorge Simmel, Sociología…, op. cit., P. 260.
[X] Ibid., pags. 273)
[Xi] Ibid., pags. 274)
[Xii] Jorge Simmel, Filosofía del dinero. Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1977, p. 363.
[Xiii] Ibid., pags. 368)
[Xiv] Ibid., pags. 368)
[Xv] Ibid., pags. 368)
[Xvi] Ibid., pags. 388)
[Xvii] Ibid., pags. 385)
[Xviii] Ibid., pags. 377)
[Xix] Jorge Simmel, Imágenes momentáneas sub specie aeternitais. Barcelona, Gedisa, 2007, pág. 41.
[Xx] Simmel, Sociología…, P. 653, 4.
la tierra es redonda hay gracias a nuestros lectores y seguidores.
Ayúdanos a mantener esta idea en marcha.
CONTRIBUIR