por RONALDO TADEU DE SOUZA*
Trazar el perfil de ciertos personajes relevantes puede llevarnos a comprender mejor el período histórico en el que se insertan
“Todo genio es idiosincrático, extremadamente arbitrario […] audaz […] [y] seguro de sí mismo […]: [son] excepcionales” (Harold Bloom).
Una de las formas en que podemos entender ciertas épocas -su pensamiento y/o ideas, sus temas predominantes, su cultura hegemónica y las que se oponen a ella, y sus enfrentamientos políticos- es dirigir nuestra atención a los personajes más relevantes de estas históricas. períodos. Algunos géneros literarios se consagran a esta tarea de gran aprecio. Las biografías de personajes singulares y la introducción a las reflexiones de un teórico clásico figuran entre las más movilizadas. Hay otro género o modalidad de hacer tal incursión en el tiempo: y su sentido último. Escribir perfiles, breves ensayos que articulan brevemente la trayectoria de personajes significativos con puntos específicos de las reflexiones que desarrollan, es un estilo sugerente para comprender no sólo a los retratados sino el tiempo en que viven. Algunos intelectuales a lo largo del siglo XX escribieron perfiles que no solo expresaban las consideraciones anteriores, sino también parte de la visión del mundo que profesan. Estos son los casos de Jürgen Habermas (Perfiles filosófico-políticos, editorial Tauro, 1984), Florestan Fernandes (La impugnación necesaria: retratos intelectuales de inconformistas y revolucionarios, Editorial Ática, 1995) y Perry Anderson (Afinidades selectivas, editorial Boitempo, 2002). En algunos casos, de ninguna manera significa acuerdo con el perfil dibujado; a veces hay un profundo desacuerdo, como es el caso de Anderson, en los ensayos que escribió sobre Norberto Bobbio, la derecha intransigente de fin de siglo (Hayek, Strauss, Oakeshott y Schmitt) y John Rawls. Trazar a grandes rasgos los perfiles de Djamila Ribeiro, filósofa política de São Paulo, y de Jones Manoel, historiador marxista de Pernambuco, es un ejercicio que puede estimularnos sobre el momento que vivimos en la sociedad brasileña: sus contradicciones, sus desencuentros, sus errores históricos , su singularidad, sus aspectos positivos (pocos, muy pocos, pero los hay…) y el más decisivo de sus enfrentamientos políticos contemporáneos. Así, las dos personalidades negras son genios de la raza, en el doble sentido que adquiere aquí la expresión. Son exponentes de la nueva generación de intelectuales negros que aparecieron en el escenario público e intelectual de la nación a partir de junio de 2013; y son genios en el sentido del poeta y ensayista Enzra Pound.
Una digresión sobre el genio de Poundian
Mientras que los diluidores son quienes comparten sus experiencias estéticas y literarias con los demás miembros de la comunidad en la que viven, los maestros son hombres y mujeres que articulan diversas construcciones del mundo de la cultura para conformar determinadas elaboraciones distintas en términos de las artes ( en general). Los genios se encuentran en otro ámbito de la vida ordinaria para la mayoría de los humanos. Son inventores de nuevas circunstancias existenciales; en su realización encontramos algo que se podría decir que no pertenecía al horizonte inmediato de los comunes que les rodeaban relativamente. libra[ 1 ] dirá que los genios son hombres y mujeres: “cuya obra nos da el primer ejemplo conocido de un proceso”[ 2 ]. Pero, ¿cómo los hacen? Es en la elaboración de otro lenguaje (hablado y escrito) que establecen y extraen significados inesperados de las cosas que examinan.[ 3 ], porque mientras la mayoría se enfrenta a lo ya establecido, a lo ya dado y a lo convencionalmente orientado por las normas de socialización y de moralidad –sofisticadas o vulgares–, el genio irrumpe con su propia dicción y forja un conjunto de ideas intelectuales. posibilidades y prácticas que no estaban en el futuro. Otro genio de la carrera, Marcel Proust, decía en su En busca del tiempo perdido que nadie ha imaginado jamás lo que es engendrar un objeto “artístico” (cultural y político). Un poema, una pintura, una canción, una reflexión filosófica y política, una novela traen sufrimientos, angustias, desafíos impuestos por la materialidad de lo social, los fracasos, la incomprensión de quienes viven lo simple y lo rutinario. Los tontos insatisfechos e irascibles con lo nuevo están presentes en la existencia misma de los inventores. (En efecto: “la saturación del lenguaje”[ 4 ] con epítetos insólitos, con formas disruptivas y dicción singular, siempre ha desafiado las estructuras sagradas que organizan la vida cotidiana de los hombres en sociedad. Así, en cierto modo, lo hacen los dos genios negros de la raza.)
La feminista negra y el marxista negro
Es importante decir de entrada que tengo profundos desacuerdos con el pensamiento y modos de actuar de Djamila Ribeiro y Jones Manoel. Las cuales, en este contexto, no veo la ocasión de ser inmediatamente explicadas polémicamente, aunque las cruzo en alguna medida a lo largo del ensayo. Graduado en filosofía por una de las más prestigiosas instituciones de educación pública de Brasil, Universidad Federal de São Paulo - Unifesp, Djamila realizó una investigación de maestría en la que trató con dos de los intelectuales de izquierda más importantes del siglo XX. Guiada por el filósofo Edson Telles (investigador de derechos humanos a través de Hannah Arendt, Giorgio Agamben y Michael Foucault), Djamila teorizó sobre el pensamiento político feminista de Simone de Beauvoir y Judith Butler. (De hecho, aun con algunas imprecisiones por mi parte, el debate sobre el pensamiento feminista estaba dando pasos incipientes hacia una nueva recuperación con la presencia de autoras hasta entonces poco estudiadas, y la obra e intervenciones de la filósofa de la Unifesp ciertamente impulsaron este proceso.) Ella, Ribeiro, entraba entonces en una fase peculiar de su trayectoria intelectual y política. Después de ser secretaria ejecutiva de la cartera municipal de Derechos Humanos bajo Fernando Haddad del PT, Djamila innovaría todo el lenguaje de las luchas feministas en Brasil. Con base en el “soporte material” de Boitempo y de su editora, Ivana Jinkins, difundiría entre los lectores brasileños una de las principales filósofas estadounidenses, el ícono de la nueva izquierda y del movimiento negro estadounidense, la pensadora Angela Davis. Entonces, no solo Mujer, Raza y Clase ingresó al circuito de estudios y militancia en el país, al lanzar al joven filósofo negro al escenario público de las disputas de ideas y de las ideas políticas. Pero es con tu ensayo lugar de habla y su rol como editora (de la colección Feminismos Plurales) que Djamila se ubicará como una de las pensadoras más influyentes de la historia intelectual contemporánea que conocerá Brasil. Insisto en que no estoy de acuerdo con sus posiciones teóricas y políticas (especialmente las del último período…); sin embargo, es necesario reconocer que Ribeiro puso en circulación todo un vocabulario (los conceptos mismos, para hablar con Koselleck) que hoy se difunde por el debate público nacional. Lugar de expresión, representatividad, empatía, racismo institucional[ 5 ], la interseccionalidad y el colorismo son léxicos ineludibles para la mayoría o la mayoría de los involucrados en la lucha de ideas y las disputas políticas. Djamila Ribeiro es, por tanto, un acontecimiento en sí mismo. Así, con ella vino una serie, o al menos adquirió proyección y espacio, de otras investigadoras, intelectuales y activistas del feminismo negro (que hoy atraviesa algunos desencuentros y sobresaltos), así como lo fue de su relativa “influencia”, indirecta. más bien, que teóricos como Bell Hooks, Patricia Hill Colins, Audre Lorde e incluso Tony Morrison y Lélia Gonzáles (esta última importante y decisiva filósofa y antropóloga negra brasileña con obra escrita en las décadas de 1970 y 1980, pero no recordada en la academia patrimonialista - patriarcal y por nuestra cultura esclavista) fueron conocidas, leídas y publicadas por las editoriales brasileñas. La proeza es, volver a Pound, genio. Son pocos los autores, pensadores que logran poner en circulación su propio vocabulario ya partir de ahí trazar las líneas de las discusiones. Ni que decir tiene que para una persona negra (mujer)… En Brasil, en cuanto al mundo de las ideas, han triunfado ciertos personajes de nuestra vida intelectual: Sérgio Buarque de Holanda (un hombre cordial); Gilberto Freyre (democracia racial); Florestan Fernandes (autocracia burguesa); Sérgio Abranches (presidencialismo de coalición); Roberto Schwarz (ideas fuera de lugar); André Singer (Lulismo). No necesitamos prevaricar para admitir qué lugar del habla se encuentra en esta perspectiva; es obvio con sus debidas proporciones sustantivas, tiempo y contexto social y lingüístico – bueno, nadie que escriba la historia social y cultural de Brasil en las primeras tres décadas del siglo XXI puede dejar de citar esta formulación como fundamental para entender nuestra sociedad en el período a partir de entonces. Sin embargo, el filósofo negro enfrentó polémicas, duras críticas, resistencias, debates a veces desacertados y malentendidos. Su posición osciló siempre entre un rechazo firme a cualquier mirada crítica sobre su obra y un diálogo más restringido con su círculo inmediato de lectores. Como todos y cada uno de los grandes intelectuales públicos, y como no podía ser de otra manera, Djamila Ribeiro se protege a veces con el ataúd de la vanidad que le es propio –pero que pertenece al mundo público y de la luz (Hannah Arendt).
Jones Manoel no es diferente[ 6 ]. Vanidoso y atrevido. Pero si Djamila es a veces sobria y elegante en su afectación, no es el caso de Manoel: con un brío irónico, irreverente y sarcástico, siempre se enfrenta a sus contendientes. Pernambucano – el joven negro es historiador de formación, con investigación de posgrado, también en una de las mayores instituciones de educación pública del país, la Universidad Federal de Pernambuco. Allí desarrolló estudios de maestría sobre el principal promotor en Brasil de la obra del italiano Antonio Gramsci. Ex militante del PCB, Carlos Nelson Coutinho no fue sólo un divulgador del pensamiento del comunista italiano autor de la Cuadernos de prisiones; las reflexiones que emprendió estuvieron atentas a los modos de transformación política y social de la realidad brasileña, sobre todo en el marco de referencia inmediato de los estertores de la dictadura militar-civil-empresarial instalada aquí por medio del golpe de Estado de 1964. Coutinho, no sin recibir innumerables críticas y negativas de sectores de la izquierda nacional, postuló a fines de la década de 1970 la noción de democracia como un valor universal, por lo que con su radical expansión (insurreccional en algunos aspectos) podíamos no sólo abandonar el gobierno de los coturnos y entremos en el régimen democrático, pero también hagamos las condiciones para el socialismo. Es sobre este importante pensador de la cultura de izquierda en Brasil que Jones Manoel se centra en las investigaciones que realiza en el Programa de Posgrado en Trabajo Social de la UFPE. Así, al investigar las concepciones estratégicas de Coutinho, Jones Manoel se vio forzosamente obligado a enfocarse en parte de la historia de las ideas y acciones de la izquierda brasileña, y también en la tradición de la izquierda mundial y del marxismo. De ahí su conocimiento de los principales debates sostenidos a lo largo del siglo XX por los socialistas aquí y en otros lugares. Sin embargo, algo lo distingue de Djamila Ribeiro como un genio de la “carrera” (Poundian). En este aspecto tenemos una paradoja entre los dos intelectuales negros. Entonces; mientras que Ribeiro tuvo que lanzarse con denuedo a algo “esencialmente nuevo”, de hecho inventar un vocabulario y ponerlo en circulación, lo que, como ya hemos dicho, dio lugar a una serie de críticas, malentendidos y desafíos teóricos e incluso inconvenientes personales (lamentablemente ), y este fenómeno es siempre difícil e incomoda a los inventores, en la medida en que el asombro (el thaumazein de Sócrates y Platón), y si es un asombro negro aún más..., desagrada las convenciones sociales y culturales (en este caso los de la élite blanca nacional), Manoel entra en un espacio intelectual que se ha consolidado desde hace mucho tiempo. Pero con una particularidad muy distintiva. Si, por un lado, el historiador y trabajador social negro logra presentarse en Brasil en un campo estructurado con sus habitus, códigos y ritos, a saber, las ciencias sociales y el marxismo, hay 100 millones de marxistas (blancos), como Nelson irónicamente dijo Rodrigues allá por la década de 1970 – por otro lado, es sin duda uno de los principales intelectuales marxistas de la actualidad. Y más: él, Jones, se pone claro para los que quieren escuchar y sin pretensiones, lo que es tristemente más que común en la izquierda conciliadora brasileña contemporánea, como intelectual y militante marxista. En un campo que en Brasil es predominantemente blanco y acostumbrado a escuchar a investigadores y profesores universitarios (e incluso miembros de partidos y organizaciones de izquierda) proferir conocimientos sobre el legado de Marx, los marxistas y el marxismo, era natural, las cosas bien entendidas en el “esclavitud” Brasil, que Jones Manoel enfrentaría dificultades y recibiría numerosas críticas. Frantz Fanon en Pieles Negras, Máscaras Blancas comentó que el peligro es cuando un negro se encuentra con Montesquieu. La genialidad de Manoel, sin embargo, es movilizar todo su conocimiento de la cultura crítica de la izquierda nacional y mundial y participar de los debates más candentes de la realidad brasileña, profiriendo comentarios precisos y sofisticados sobre la situación, análisis de autores y pensadores, comunistas o no (como la teórica política Hannah Arendt[ 7 ]), escribiendo artículos y publicando libros fundamentales para una generación que quiere otro futuro –insisto, al declararse intelectual marxista, Jones no solo difunde tal concepción política y teórica en quienes ejercen influencia, sino que también interpela a los bien- pensamiento y status-quo conformista (Perry Anderson) de la izquierda nacional. Pero como en el caso de Djamila, obviamente no por las mismas razones (obviamente no comparto su incesante acción, al menos en el último período, por resolver el problema negro a través de la representación en circunstancias del orden actual), discrepo vehementemente con sus lecturas sobre la experiencia estalinista después, "bien después" se puede decir[ 8 ], la Revolución Rusa de 1917. Stalin no sólo fue la principal figura del terror burocrático (como convenientemente quiere el liberalismo cínico y tonto); llevó a cabo una contrarrevolución que desarraigó a gran parte de la vanguardia del partido bolchevique que llegaba hasta Trotsky en México y que pudo establecer otro destino para la sociedad soviética y el socialismo mundial. Esto, sin embargo, es otra discusión y está más allá del alcance de este breve perfil.
Genios-individuos en la historia y su papel
El viejo George Plekhanov escribió, entre finales del siglo XIX y principios del XX, sobre el papel de los individuos en la historia de las sociedades humanas. La pregunta y el debate que se dio en los círculos socialistas fue sobre si los individuos tuvieron, tuvieron y tendrán algún papel (el principal en este caso) en los grandes acontecimientos mundiales: guerras, revoluciones, crisis. Este fue el momento del evolucionismo; que irradiaba supuestos importantes en el SPD-Partido Socialdemócrata Alemán y II-Internacional. En este caso la dialéctica, ya cuestionada por el debate de Bernstein, perdió su loci principal. En cualquier caso, la evolución social dictaría los destinos de los pueblos europeos, con o sin la acción de personalidades “históricas” en la historia. Pero Plejánov, que inauguró el marxismo en Rusia y conocía los textos del pensamiento social canónico y las experiencias políticas pasadas, sostenía que los individuos tenían, tenían y siempre tendrán un papel que desempeñar en la historia. No es que ellos solos, como magos sacando soluciones fundamentalmente inexistentes desde cualquier perspectiva inmediata de las relaciones sociales y materiales, alterarán el curso del tiempo y del mundo, en el caso aquí de la lucha política en Brasil. Esto no fue lo que argumentó el socialista ruso. Es que los individuos de la historia, las grandes personalidades, los genios, pueden, arrojados al interior de las fuerzas históricas, políticas, sociales y culturales, impulsar aún más ciertas tendencias. En sus palabras: “el carácter del individuo constituye un 'factor' de desarrollo social sólo allí, sólo [...] en el momento y sólo en el nivel permitido por las relaciones sociales”[ 9 ]. El genio de Djamila Ribeiro y Jones Manoel ciertamente ya juega un papel en las luchas sociales de hoy, nos guste o no. (Recordemos que ambos expresan las repercusiones teóricas y culturales de junio de 2013 y el despertar de nuevos sujetos políticos negros.) Y muy probablemente ejercerá en el próximo período, en cuanto a las disputas políticas contra el gobierno del grupo bolsonarista y su proyecto. La devastación del país y sus subalternos (hombres y mujeres negros, indígenas, trabajadores, LGBTQIA+, trabajadores, mujeres oprimidas) entrará en una fase aguda según todos los indicios. En cuanto al sujeto político y social negro, nos encontraremos ante dos estrategias de acción por la genialidad de uno y otro: la búsqueda incesante y obstinada de la representación negra y femenina en los espacios que otorga el orden vigente –que, en cierto modo, conduce a la confrontación con parte de la élite blanca dominante, pero ¿es solo, problemático y con implicaciones complejas, o la perspectiva de un tipo de marxismo revolucionario negro adecuado para Brasil? (Por mi parte, con las debidas y amplias divergencias ya explicadas hace un rato y otras más, teniendo por última la revolución obrera negra). Está por ver cuál de los dos genios de la “raza triunfará, en el sentido puro de la palabra. En todo caso, más allá del triunfo y de las profundas diferencias entre ellos, seguirán siendo genios de nuestra historia intelectual y política.
*Ronaldo Tadeu de Souza es investigadora posdoctoral en el Departamento de Ciencias Políticas de la USP.
Notas
[ 1 ] Me apropié toscamente de la noción Poundiana para interpretar el perfil de Djamila Ribeiro y Jones Manoel. no son inventores corte de gira; hay algunas mediaciones históricas, culturales y de país como se ve en el texto.
[ 2 ] Ver Ezra Pound – ABC de la literatura. Cultrix Publishers, pág. 42.
[ 3 ] Ibidem, p. 33.
[ 4 ] Ibidem, p. 40.
[ 5 ] Aquí comparte el logro, hasta donde yo sigo el debate y las discusiones, con otros teóricos e intelectuales negros. El teórico del derecho Adilson José Moreira, por ejemplo, utiliza una noción similar: racismo recreativo.
[ 6 ] No es necesario decir ni siquiera comentar la mediación de la fase social de las redes sociales como dinámicas que interfieren en la influencia de uno y otro. Pero esto está justo en frente de nuestras narices. Y hoy, en plena pandemia del Covid-19, que no valía ese recurso... En lenguaje bíblico: tirar la primera piedra. También son escritores prolíficos en periodismo cultural y político. Djamila es columnista del periódico más grande del país, Folha de São Paulo además de ser un escritor editado por Compañía de Letras y Jones es analista en algunos medios y espacios culturales, como Revista Carta Capital, Blog de Boitempo e Revista Ópera Mundi. Destaca el papel de organizadores de colecciones y libros que ambos desempeñan. Uno de los papeles más destacados en la historia de los intelectuales públicos y que apenas llama la atención con un predominio, ciertamente malo, de los profesores universitarios en algunos debates.
[ 7 ] Cabe mencionar aquí su polémica con una de las más importantes filósofas políticas del Brasil actual y profesora de la Unicamp, Yara Frateschi. Los textos del debate se pueden rastrear fácilmente en Google.
[ 8 ] Sobre la periodización del estalinismo, consultar, quien esté interesado, Pierre Broué – el partido bolchevique, hay ediciones en español, francés y portugués. Los incautos se sorprenderán del desarrollo de la burocracia estalinista y de cómo negó el bolchevismo y la Revolución de Octubre.
[ 9 ] Véase George Plejánov – El papel del individuo en la historia. Editorial Antídoto, 1977.