por FRANCISCO FERNANDES LADEIRA*
El fútbol se ha convertido en un negocio incluso en términos de resultados. Muchas veces gana el que tiene más dinero.
Según un conocido dicho, el dinero no trae la felicidad. Sin embargo, en el panorama futbolístico de los últimos años el dinero, de alguna manera, ha traído felicidad; al menos para los aficionados de los clubes que tienen recursos suficientes para invertir en fichar a los mejores jugadores.
No es casualidad que en el recién concluido Campeonato Brasileño las tres escuadras más caras del país – Flamengo, Palmeiras y Atlético Mineiro – estuvieran entre las cuatro primeras. Además, el último campeón nacional que no perteneció a este trío “millonario” fue el Corinthians, en 2017.
A nivel subcontinental, el hecho de que Brasil haya ganado las últimas cinco ediciones de la Copa Libertadores de América también se explica por el poder financiero, ya que nuestros clubes, además de repatriar jugadores que jugaron en Europa (a diferencia de los argentinos y uruguayos, también menos recursos), han contratado deportistas que destacan en otros países sudamericanos. Así, al mismo tiempo que se fortalecen, debilitan a sus rivales.
En Europa, donde se invierten cantidades astronómicas en el deporte más popular del planeta, las diferencias entre clubes son aún mayores. Esto refleja el hecho de que las principales ligas y torneos del continente están dominados por unos pocos clubes, como Barcelona, Real Madrid, Liverpool, Manchester City y Bayern Munich.
En los torneos mundiales, cuando se enfrentan los principales equipos de Europa (verdaderos “equipos mundiales”) y Sudamérica, el dominio europeo es claro. Después de todo, desde 2013, el Mundial de Clubes solo lo ganan equipos del Viejo Continente.
Esto no significa, por supuesto, decir que los jugadores europeos sean mejores que sus homólogos sudamericanos (basta mencionar, por ejemplo, que el último campeón del mundo es Argentina).
En otros tiempos, cuando el fútbol aún no estaba tan globalizado y el poder monetario no estaba desequilibrado, los clubes sudamericanos, en general, eran mejores que los europeos (dada la ventaja en el número de victorias en torneos internacionales, registrada hasta los años 1990).
Recordando el título de una famosa canción, interpretada por la cantante estadounidense Cyndi Lauper, “el dinero lo cambia todo”(el dinero lo cambia todo). En el caso analizado en este texto, incluso el fútbol cambia y ya no es tan “impredecible” como antes. Los que tienen dinero, invierten mucho, tienen los mejores jugadores y, en consecuencia, ganan los principales torneos.
*Francisco Fernández Ladeira es candidato a doctorado en geografía en la Unicamp. Autor, entre otros libros, de La ideología de las noticias internacionales (CRV). Elhttps://amzn.to/49F468W]
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