*Por Mauricio Tragtenberg y Antonio Valverde
“Estamos pasando por momentos calamitosos
imposible hablar sin incurrir en un delito de contradicción
imposible llamar sin convertirse en cómplice del Pentágono”.
(Nicanor Parra, “Tiempos Modernos”)
Presentación
Parafraseando a Carlos Drummond de Andrade: ¡Oh! seamos tragtenbergianos, dulcemente tragtenberguianos, de cuestionar la caracterización del morbo Zeitgeist del tiempo presente.
el morbo Zeitgeist comienzos del siglo XXI parece materializarse en la imagen de un espectro que ronda la civilización globalizada: la combinación estructural-gestionada de capital financiero, toyotismo, tecnociencia, neoliberalismo/autoritarismo/totalitarismo y sufrimiento psicológico calculado, resultado de la brutal explotación del trabajo y el desempleo, que penetra prácticamente todas las porosidades de la vida social y de la naturaleza, del tiempo y del espacio, en una escala planetaria jamás representada mentalmente.
Con una carga excesiva de datos -de todo tipo- derivados de la aplicabilidad de la inteligencia artificial, los algoritmos, en definitiva, la Big Data. Junto a una religiosidad de tipo espectacular y mercantil, guiada, en modo alguno contradictoria, por el desencanto del mundo, como observa Weber. Además del pauperismo creciente, bajo la ruina galopante de los derechos civiles. Y, para colmo, de un sustrato ético nihilista.
Marcuse anticipó, en parte, tal espíritu de la época, a mediados de los años treinta del siglo pasado, registrado en “La lucha contra el liberalismo en la concepción totalitaria del Estado”, que dice: “Hay una prueba clásica para la interna parentesco entre la teoría social liberal y la teoría totalitaria del Estado” (p. 53).
Em La nueva razón del mundo: ensayo sobre la sociedad neoliberal, Dardot y Laval analizan, de forma interdisciplinar, el neoliberalismo como una “racionalidad global”, no sólo ideología y economía, más allá del firme propósito de destruir las conquistas democráticas y los derechos civiles. Con énfasis en el cálculo del sufrimiento psíquico para ser transformado en DESEO como factor para aumentar la fuerza productiva del trabajador. Dejando atrás las propuestas convergentes del liberalismo clásico y, en cierta medida, de los utilitaristas Bentham y Stuart Mill.
La idea generadora del análisis fue tomada de Hayek, en un texto de la década del 40 del siglo pasado. Sin embargo, el libro de Dardot y Laval se basa en exceso en la propuesta de Foucault. El nacimiento de la biopolítica, sin tener en cuenta las críticas más ácidas y profundas al neoliberalismo, y por desestimar prácticamente las críticas contemporáneas a una matriz marxista.
Se Hegel previó la novedad del tiempo y supo captar con precisión su Zeitgeist, en una verdadera síntesis histórico-filosófica, sobre una determinada concepción del hombre, la del hombre libre, en un movimiento para lograr la realización de los derechos civiles, a través de la Revolución Francesa, incluso condenando el jacobinismo, el Terror, corresponde a los contemporáneos filósofos para emprender la comprensión del tiempo presente. Quizás, para nosotros, empezar por visitar la obra de Tragtenberg.
Bien, la temporada está abierta para el esfuerzo filosófico por comprender el tiempo presente, a través de la forma de síntesis, tal como la operaron en el pasado Agustín de Hipona, Tomás de Aquino, Ibn Khaldun, Maquiavelo, Vico, Hegel. Por hipótesis, quizás este sea el problema filosófico más necesario y relevante de la actualidad, otros son como Enlaces menores, que de alguna manera pueden contribuir a la elaboración de una síntesis, - si tal formulación es todavía posible.
La humanidad, para sus más agudos pensadores de la actualidad, debe suplantar a la parálisis de la crítica, de reinventar la libertad, pues las premisas que orientaron la síntesis liberal, -de libertad económica, libertad política y libertad de expresión- se cumplieron, por supuesto, como premisas, y deben dar paso a una nueva invención de la libertad, a un nivel superior, sin cancelar dichas adquisiciones anteriores. Se si consideramos al neoliberalismo como la etapa actual del sombrío recalentamiento de lo que queda de las huellas iniciales del liberalismo.
O eso o la humanidad será castigada por esta incapacidad adiposa de materializar el cuestionamiento del orden en curso, ya que el conocimiento, la percepción, la sensibilidad se fragmentan cada vez más, perdiendo la posibilidad de diálogo entre los saberes considerados: Filosofía, Ciencia, Arte, Teología. No sólo los de raíz occidental grecorromana-judeo-cristiana, sino de todas las formas y nacionalidades, en tiempos de descolonización.
Sin síntesis, sólo habrá segmentación del conocimiento acumulado en todos los sentidos – desvinculado de todas las adquisiciones humanas significativas desde la forma de Nación civil – tal como lo proyecta Vico, en nueva ciencia, ante el retorno siempre amenazante de la barbarie. Y la barbarie, desde hace siglos, habita entre nosotros. Sin embargo, Tragtenberg se esforzó en seguir el camino de la crítica ácida al orden social y la inercia de la intelectualidad brasileña, especialmente de la instalada en la universidad, que, en general, no tiene en cuenta lo que llamó el “movimiento real”. , en la ola de ingenio marxista libertario, tan cara a mi querido Consejero.
Ciertamente, la primera crítica al neoliberalismo, incluso antes de que esta plaga se abriera paso entre nosotros y en otros lugares, ya aparecía, críticamente, en el artículo “Fundamentos despóticas do neoliberalismo”, incluido en el libro póliza de quiebra, después de ser publicado en Periódico, edición del 03/02/1986.
Fundamentos despóticos del neoliberalismo
Los adherentes a la llamada corriente neoliberal defienden un punto de vista según el cual esta teoría no se agota con el control monetario de la economía: implica todo un programa de política económica, concebida positivamente. Sin embargo, su interpretación de la realidad socioeconómica no solo es sesgada sino llena de contradicciones internas.
Para Milton Friedman, el principal teórico neoliberal, una sociedad basada en incentivos lucrativos es preferible a un hambre de poder; como si en el sistema del capitalismo, la ganancia y el poder no fueran dos caras de un mismo fenómeno. La lucha por el beneficio es una forma de lucha por el dominio, por el poder.
El neoliberalismo pretende tener un programa positivo, pero sus recetas básicas tienen un acentuado carácter negativo: reducir el gasto público, reducir la expansión de la moneda, reducir los impuestos a las empresas -incluyendo su famoso dicho 'todo sale bien cuanto menos intervenga el Estado'-, todo esto muestra el carácter no positivo del programa neoliberal.
En su lucha contra el Estado keynesiano, los neoliberales a veces quieren que el Estado funcione a costa de los trabajadores y claman contra el “Estado intervencionista”, instrumento de los ricos; otras veces apelan a los ricos ya la clase patronal a luchar contra este estado. En definitiva, frente a los pobres, los neoliberales presentan al Estado como una burocracia parasitaria, que crece a costa de los empresarios. Todos los medios parecen buenos para plantear la rebelión 'del ciudadano contra el Estado', la rebelión sectorial, se critican algunos aspectos de la acción del Estado y otros se refuerzan con el neoliberalismo.
Pretenden no sólo limitar sino también suprimir el aparato del Estado, preservando las estructuras fundamentales del capitalismo actual. Si hoy en día existen leyes que imponen deberes sociales a las empresas o si existen gastos relacionados con la Seguridad Social, no debe concluirse que estas medidas son obra únicamente del Estado. El Estado institucionalizó las presiones de las clases populares en el contexto de la economía capitalista a través de la legislación laboral, Seguridad Social, etc.
Para los neoliberales, las conquistas históricas de los trabajadores aparecen como resultado de la “injerencia” del Estado en la economía. En realidad, lo que sucedió fue la implementación de la lógica socialdemócrata del Estado keynesiano, que canalizó la presión social de los trabajadores hacia la valorización del capital y la empresa. Hoy en día, al pretender liberar a la empresa del peso aplastante del Estado, los neoliberales pretenden, en realidad, desvincular a la empresa de sus funciones sociales y de su responsabilidad social, e imponer la regresión de la economía al total despotismo de la capital.
El neoliberalismo actualmente aboga por las virtudes del libre mercado y la competencia ilimitada; hasta el punto de afirmar que el libre mercado constituye la única esperanza para los desafortunados, que pretenden mejorarlo, contrario al actual sistema intervencionista, que trabaja en beneficio único y exclusivo de los autodeclarados neoliberales. El problema central no es ampliar el área competitiva de la economía, sino liberar a las empresas de sus obligaciones y funciones sociales.
En otras palabras, “libre mercado” y el término “liberalismo” disfrazan la ofensiva generalizada del capital contra las conquistas sociales de las clases trabajadoras en los últimos años.
Tómese en cuenta la lucha de los trabajadores por las ocho horas efectivas de trabajo, iniciada en 1886; en Brasil en 1986. Sólo un pequeño segmento de trabajadores trabaja ocho horas al día. La contracción salarial y, en su defecto, la inflación son las responsables de crear la “industria de las horas extraordinarias”, que transforma la jornada de ocho horas en el sueño de una noche de verano, como lo es febrero.
En la práctica, el neoliberalismo implica una política estatal vigorosa, que incluye múltiples formas de subsidio estatal a la empresa privada.
No es casualidad que el modelo japonés de Estado despótico desde la dinastía Meiji (inaugurada en 1868) ejerza tanta atracción sobre Milton Friedman y el patronazgo conservador europeo. La competencia funcionaría solo a nivel del mercado laboral, mientras que el Estado, directa o indirectamente, subsidiaría a las empresas. Cuando el neoliberalismo presenta la llamada economía de mercado como un canal de ascensión social para los pobres, olvida que, aún con movilidad vertical de individuos o pequeños grupos, la pobreza seguiría existiendo.
Los teóricos neoliberales afirman que una economía basada en la libre competencia y las leyes del mercado tiene implicaciones políticas libertarias, sin embargo, el resurgimiento del autoritarismo estatal asociado con las políticas económicas neoliberales en Occidente permanece sin explicación.
El Chile de Pinochet ilustra bien en qué consiste la política neoliberal. La reducción de la tasa de inflación anual y del gasto público en un 40% constituye la gran baza de los neoliberales. Por cierto, el ideólogo Milton Friedman fue asesor de Pinochet. Sin embargo, con todos los “logros” mencionados, la economía chilena no pudo recuperar el nivel alcanzado en 1972.
Chile está lejos del “milagro económico”. La liberalización económica de Pinochet no se refleja en las estructuras políticas de Chile ni asegura el crecimiento de la economía del país en su conjunto. El modelo económico neoliberal requiere un estado autoritario.
Volviendo al ejemplo japonés, es indiscutible que bajo la dinastía Meiji operó el poder del Estado despótico, herencia del feudalismo, que utilizó formas de coerción económica y extraeconómica para crear las “condiciones generales de producción” del capitalismo. Usó impuestos salvajes sobre los campesinos para financiar el sector industrial. Subvencionó en gran medida proyectos de inversión privada, privatizó empresas públicas, regalándolas por el 20% de su valor total. La militarización de la economía bajo el Estado y la política proteccionista somete la lógica del Estado a la ley del Capital Privado. El Estado 'se privatiza'. Keynes se incorporó a Hayek. En el desarrollo capitalista, el Estado siempre ha apoyado al capital y hoy más que nunca.
En suma, el neoliberalismo económico, para realizarse, requiere de la dictadura autoritaria como complemento lógico.
*Mauricio Tragtenberg (1929-1998), teórico de la autogestión y de la pedagogía libertaria, es autor, entre otros libros, de burocracia e ideologia (Ática, 1992).
*antonio valverde Es profesor del Departamento de Filosofía de la PUC-SP
Texto leído durante el Coloquio 90 años de Mauricio Tragtenberg, realizado en la PUC-SP, el 08 de noviembre de 2019
Referencias
DARDOT Y LAVAL. La nueva razón del mundo: ensayo sobre la sociedad neoliberal. São Paulo, Boitempo, 2016.
MARCUSE, H. “La lucha contra el liberalismo en la concepción totalitaria del Estado”. En: Cultura y Sociedad, vol. 1. Río de Janeiro, Paz y Tierra, 1997.
PARRA, N. Solo para mayores de cien años: antología antipoética. São Paulo, Editorial 34, 2019.
TRAGTENBERG, M. póliza de quiebra, São Paulo, Unesp, 2009.
TRAGTENBERG, M. educación y burocracia, São Paulo, Unesp, 2012.
VALVERDE, A. “Filosofía del futuro y la niebla del presente”. En: PERUZZO JR., L. (org.). El futuro de la filosofía, Curitiba, CRV, 2019.