por MICHAEL LOWY*
Comentar sobre el libro. "El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado"
En noviembre de 2020, los socialistas de todo el mundo celebraron el bicentenario del nacimiento de Friedrich Engels. Es un error, a menudo repetido, considerar a Engels simplemente como un vulgarizador de las ideas de Marx. No solo contribuyó, junto con Marx en 1844-48, a la formación de una nueva visión del mundo -la filosofía de la praxis o materialismo histórico- sino que desarrolló análisis y argumentos sobre temas que Marx no quería o no podía abordar. para estudiar. Uno de ellos es el tema del comunismo primitivo, que no está ausente en Marx, especialmente en sus “Cuadernos etnográficos” inéditos, pero que está mucho más elaborado en el libro de Engels. El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado (1884).
A partir de los trabajos del antropólogo norteamericano Lewis H. Morgan sobre la sociedad gentilicia de la prehistoria, Engels estudiará con gran interés, e incluso entusiasmo, esta forma primitiva de sociedad sin clases, sin propiedad privada y sin Estado. un pasaje de origen familiar ilustra bien esta simpatía: “¡Qué maravillosa era la constitución gentil! Sin soldados, sin gendarmes ni policías, sin aristócratas, Reyes, regentes, jueces, sin prisiones (…) Todos iguales y libres, incluidas las mujeres. (...) La civilización es una degradación, una caída, en relación a la simple grandeza moral de la antigua sociedad gentilicia”.
Este análisis engelsiano del comunismo primitivo, otro término para lo que los antropólogos llamaron "sociedad gentil" (de "gens”, tribu, clan o comunidad familiar) tiene varias implicaciones metodológicas importantes para la concepción materialista de la historia:
(1). Deslegitima el intento de la ideología burguesa de “naturalizar” la desigualdad social, la propiedad privada y el Estado como características esenciales de todas las sociedades humanas. El comunismo primitivo revela que estas instituciones sociales son productos históricos. No existieron durante los miles de años de la prehistoria y pueden dejar de existir en el futuro.
Lo mismo ocurre con el patriarcado. Engels utiliza, siguiendo a Morgan y otros antropólogos de la época (Bachofen), el concepto de “matriarcado” para definir el comunismo primitivo. Es un término discutible, que ha suscitado, hasta el día de hoy, muchas controversias entre historiadoras, antropólogas y/o teóricas feministas. Creo que lo más importante es lo que dice Engels en el pasaje que citamos: en estas sociedades primitivas había un alto grado de igualdad entre hombres y mujeres. Se trata también aquí de desmitificar la autoproclamación del patriarcado como estructura atemporal, común a todas las formaciones sociales.
(dos). Rompe con la visión burguesa -pero compartida por buena parte de la izquierda- de la historia como progreso lineal, avance continuo de la “ilustración”, de la civilización, de la libertad y/o de las fuerzas productivas. Engels propone, en lugar de esta doctrina conformista, una visión dialéctica del proceso histórico: en muchos aspectos, la civilización representó un progreso, pero en otros, fue una regresión social y moral en relación con lo que fue el comunismo primitivo.
(3). Sugiere la existencia, en el curso de la historia humana, de una dialéctica entre el pasado y el futuro: el comunismo moderno obviamente no será un retorno al pasado primitivo, sino que retoma, bajo una nueva forma, aspectos de esta primera forma. de la sociedad sin clases: ausencia de propiedad privada, dominación estatal, poder patriarcal.
Es importante señalar que, en El origen de la familia…, Engels no se refiere sólo al pasado prehistórico. Al igual que Morgan, señala que aún en su época aún existían comunidades indígenas con este tipo de organización social igualitaria. Se entusiasmará, por ejemplo, con la Confederación de los Iroqueses, una alianza de naciones indígenas de América del Norte: el comunismo primitivo también está presente en el siglo XIX.
Estas ideas de Engels fueron retomadas por algunos de los mejores pensadores marxistas del siglo XX. Por ejemplo, Rosa Luxemburg en su libro (póstumo) Introducción a la Crítica de la Economía Política dedica casi la mitad de la obra al comunismo primitivo. Considera la lucha por defender estas formas sociales comunitarias contra la brutal imposición de la propiedad privada capitalista como una de las razones de la resistencia de los pueblos de la periferia al colonialismo. Según Luxemburg, el comunismo primitivo está presente en todos los continentes; en el caso de América Latina, señala la persistencia, hasta el siglo XIX, de lo que denomina “comunismo inca”.
Desconociendo este libro de Rosa Luxemburgo (él no leía alemán), José Carlos Mariátegui, el fundador del marxismo latinoamericano, utiliza exactamente el mismo término, comunismo inca, para describir a las comunidades indígenas (ayllus) en la base de la sociedad inca previa a la colonización hispana. Para él, estas tradiciones comunitarias indígenas persistieron hasta el siglo XX y podrían constituir una de las principales bases sociales -junto con el proletariado urbano- para desarrollar el movimiento comunista moderno en los países andinos.
Hoy, en el siglo XXI, ante la crisis ecológica que amenaza la vida humana en este planeta, hay que tener en cuenta otro aspecto –mencionado pero poco estudiado por Engels–. El “comunismo primitivo” fue una forma de vida en verdadera armonía con la naturaleza, y aún hoy las comunidades indígenas se caracterizan por un profundo respeto por la Madre Tierra. Por eso, no es casualidad que se encuentren, de norte a sur del continente americano, en la vanguardia de la resistencia a la destrucción de los bosques y el envenenamiento de ríos y tierras por parte de las multinacionales petroleras, los oleoductos y la agroindustria de exportación. Berta Cáceres, la líder indígena asesinada en Honduras, es un símbolo de esta tenaz lucha, que en Brasil tiene como centro la lucha de los indígenas por salvar la Amazonía de la furia destructora de los reyes del ganado y la soja -con la desvergonzada apoyo al gobierno neofascista y ecocidio de Jair Bolsonaro.
*Michael Lowy es director de investigación del Centre National de la Recherche Scientifique (Francia). Autor, entre otros libros, de Marxismo versus poitivismo (Cortez).