por AIRTON PASCHOA*
cinco piezas cortas
Llovizna
Es bueno recordarte, recordarte aunque sea deshaciéndote, diluyéndote en cuerdas, a las que trato de aferrarme, exigiendo ir cada vez más profundo, apenas dejándome atrapar en el gesto, en la risa, en la mirada baja. de arcos negros, subiendo, sabes dios a que cielo olvidado de donde de vez en cuando caes milagrosamente como la llovizna extinta de la ciudad y entonces me encuentro atado, tapado, tapado, y me caigo a la cama congestionado, cuando con la fuerza de la fiebre hago mil afirmaciones que no entiendes, yo tampoco, y nos reímos, o sea, te ríes, me muero de tos en tus brazos, expectoro, estertor, todo torcido, así que pegado a tu regazo, con el corazón en la boca latiendo, yo también tengo miedo, pero abro la puerta y toco las botas, con el viento enlatado y la visión.
canal
A Webern
Pensé en decir que eras tú el que pasaba, luego lo pensé mejor y pensé que era yo el que pasaba, luego lo pensé mejor y vi que éramos nosotros los que pasaban. Es. Pensé en decir que yo era el de adelante, luego lo pensé mejor y pensé que eras tú quien iba adelante, luego lo pensé mejor y vi que éramos nosotros cerca. Es. Pensé en decir que eras tú quien giraba la cabeza, luego lo pensé mejor y pensé que era yo quien giraba la cabeza, luego lo pensé mejor y vi que éramos nosotros los que giramos la cabeza. Es. Pensé en decir que yo, que tú, que nosotros, y alguien pasaba o la sombra de alguien o el sobrante de alguien y me callaba, o me venía bien. Ya sea, pensé.
disminuir
la carne fresca
la piel de gallina
los poros en flor
pollo
estremecimiento
nervios en ruinas
por el desagüe del mundo
ir desapareciendo
pisoteado
repetido
actual y recurrente
arrastrado
arrastrado
casi un grito agudo
casi un infarto
un casi-tú
Mochila
Triste, triste, la adultez, te veo apretando la sábana, y si en verdad fue adulterio, solo para verte enfadar, si no fue amor, lo triste, solo para verte torcer los ojos, chocho, chocho, de repente creciendo en asombro entre brazos y caricias, negando como una vuelta, saltas sobre mi espalda, era mi mochila, y no podía levantarme, tuve que pasar todo el día en la cama, pequeño brabinho tonto, una mochila sola no No hagas el verano, dando vueltas, resbalando, meciendo a la niña, acunándome, Dios mío, ¿a dónde vas, la niña que ya no debería ser una niña, señora? No te imagino más que mochilero, en tantas cuestas, en el viaje de siempre a la infancia, porque nunca creciste, el mochilero no crece, ¿crece? los hombres crecieron miserablemente, y no tuviste que hacerlo, abandonados, pero abandónalos, mochila a la espalda, ¿creciste? que mi incredulidad ni siquiera ha crecido? ahora que estoy con uno, conteniendo las ganas de reír, sin ningún lugar a donde ir, pero yendo, yendo, Dios sabe adónde, con la infantil y absurda esperanza de tropezar contigo en un patio de recreo inverosímil, ojos que de repente se abren como platos de asombro entre brazos y brazos y ponerte en mi espalda, Mochila, y salir por ahí por donde quisiste, no por la ventana.
Poema solo para Manuel Bandeira
A Rita Kehl, quien corrigió el pequeño poema.
Llueve. Llueve una lluvia fina e interminable. No pienso en las mujeres que amaba, yo que dejé de fumar, ni en las mujeres que me amaban, yo que dejé de fumar. Pienso humildemente en el sentimiento antiguo, ancestral, de que las cataratas lavaban un poco los pecados del mundo. Pero la lluvia, fina e interminable, tal vez solo quiera recordarte que nunca hizo otra cosa que precipitarse.
*Airton Paschoa es escritor, autor, entre otros libros, de Ver barcos (Nankín, 2007).