por AIRTON PASCHOA*
ocho piezas cortas
tiempo de elecciones
pero los menos devotos
pero me aparece manipanso
[va el barco]
Se lo hago saber, a todo el que le interese la choça, que lo que ya no aguanta es cada elección para ver ese hijo de puta de ese barquito de la ca — del caronte subiendo el puto último brazo de la amazonia a cazar el ultimo voto en la tv teleca rivera!
[desacreditar II]
Les hago saber, a todos los que puedan estar interesados, que tiene un límite: ¡hay gente que llega a votar!
urna
Mi hermano me dio la espalda. No pudo soportar más la burla. Yo también le di la mía, ya no aguantaba más a los esclavos. Con el ceño fruncido y atados a la casa, vivimos en rincones hoscos, cada uno con su urna, cada urna con sus cenizas.
señal de lluvia
Hay mañanas tan absolutas que casi nos hacen caer de rodillas a los pies del Tiempo, sin importar si ya ha sido depuesto, despojado de su antigua majestad, y nos inclinamos ante la breve entrevista; tan soberanos que, coronando el mundo-de-dios así desalentado, nos hacen sentir, aun súbditos, menos infelices; tan absurdos en sí mismos, repartiendo gratuitamente granos de luz a todos los seres, que poco parece importarles enfadarse; mañanas tan soberbias que hasta es propicio la efusión íntima para abrir el diario, a pesar de los males universales, y correrlo sin rumbo, para no perderse la piedrecita perdida de un político perdido de una provincia perdida de un país perdido que quiso ser enterrado de pie . "¡Puesto que nunca se inclinó en vida, nunca se inclinó en la muerte!" La sola idea del talón hundido en el corazón de la tierra… Lo cerré rápido, la trinchera de tipos, y tuve la impresión de que me dolía la uña encarnada. Signo de lluvia.
Venecia triste
Es difícil creer que se está hundiendo. Todo parece tan sólido. De allá para aquí, de aquí para allá, deteniéndose, comparando, desfilan sonrojadas, engalanadas, engalanadas. hundirse como? donde el rubor de los condenados? Anticipándose al mar de espuma, la bella dueña ondea y sacude su cabello. La señora firme y fuerte, como una buena y soberbia base, cuelga sin miedo de la parte superior de la pila. El caballero que, lleno de sí mismo o de los demás, manda a la proa a su proyectada descendencia, solo necesita esculpir, rocoso y tosco. Cierto es que el olor a mercado sobrecoge, pero la música de fondo, desde la melancolía de las esferas, llama a reaccionar. El rumor, el rumor... Bueno, rumores, y sigue vacilando entre las góndolas, hasta que se topa con él. En caso de duda, llévate dos botellas, aprovechando la oferta.
disgusto leve
No era el caso. Jugó, eso sí, por dentro, pero a la ligera, sin mostrarse nunca ante los hechos. ¿Qué le iba a decir al doctor? que se aburría de nada, a veces viendo la tele, a veces leyendo el periódico, a veces saliendo a la ventana o de noche y deambulando sin rumbo, buscando el cosmos o más comodidad, entre cajeros y góndolas, a veces incluso pasando el día con su amado Horacio? Había llegado a pensar que sus ojos eran el problema. Entonces cerraba los ojos y por un momento el leve malestar pasaba o parecía pasar. Cuando se trataba de sentir que tal y cual todavía no se desenvolvía por completo, tenía que admitir que ya no iba a poder saltar de alegría.
Vehículo todo terreno
Fue de repente, disculpe, creo que estaba viendo las noticias de la noche. Se bloqueó. Creen que fue el golpe y no la tele. Y ya no desbloquea. Hice todo. Incluso pensé en la cirugía plástica, pero el propio médico, no sé cómo decirlo, sonrió. La solución final, también lo pensé, pero solo pensando en lo que podrían hacerle a mi cara… Esa es la única razón, por favor, no sonrías, esa es la única razón por la que sonrío.
*Airton Paschoa es escritor, autor, entre otros libros, de Ver barcos (Nanquín).