Fragmentos VIII

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por AIRTON PASCHOA*

siete piezas cortas

Toque

Todo parece igual y cambiado. Más o menos como siempre sucede, y sucedió cuando las campanas callaron. Todo parecía igual pero cambiado. Una refracción de piel, de ondas de aire, de cabello. Como el teléfono que ya no suena, o hace tanto tiempo que no suena que dejó de sonar. Al recordar al pasar, no al tacto, ¡ojalá! que sonó, lo contesté por impulso, anhelando la espera, el azar, lo que estaba listo. Incluso mudo, incluso muerto.

chica mañanera

¿Por qué lleva promesa sin descanso? ¿Por qué me voy de noche? ¿Por qué eterno recordatorio de la creación? ¿Por qué el infanteque habla la lengua de los pájaros? ¿Por qué crece y no envejece? ¿Porque se enciende y se calienta? ¿Porque llamas? ¿Por qué necesitamos, necesitamos desesperadamente, necesitamos desesperadamente abrir la cortina y revelar incluso un destello de luz al final de la tumba? ¿O por qué lleva, la mañana, la fe de niña de un día, quién sabe mañana, para finalmente hacerse notar?

Navalha

Esta mañana perezosa que invita a pasear sin convicción — Esta mañana que uno se rejuvenece hace un millón de mañanas — Esta mañana niña y que no le hacemos caso — el cuerpo apurado — Esta vanidosa y perezosa mañana — Esta mañana que uno se desnuda y no pide nada más que nuestra epidermis — la superficie de la piel — Esta mañana — navaja

vano azul

Pienso en los hombres, tan pequeños, debajo del abismo azul. Evitan espiarlo demasiado, por miedo a perderse, quién sabe, con tal orden de magnitud. Bajan y tocan, desobedientes, obedientes, cuello y cansancio. Ay mi azul, azul principal, azul cielo, azul sereno, azul cerrado, ya no sabemos ni que pedir ni perdonar otra vez. Bajamos y jugamos, sin la cabeza, con la barriga. Cada vez más enterrados, cada vez menos tocados.

crucificado

Sollozando, abrazando el cuello del pobre caballo con una solera y un tajo tapado, a imagen y semejanza de cualquier cristo atormentado, susurrándole no sé qué palabra, oraciones confusas al pie de oídos y miradas perplejas, ¿no hizo Nietzsche? ¿Qué, ante las creaciones sufrientes, de las criaturas sufrientes, nos detiene el decoro de los pantalones, que en realidad sólo sirven para encubrir la vergüenza? Son mundos de cuellos y mundos de caballos. Las lágrimas terminarían en diluvio y todo volvería a empezar en el valle de los ojos saltones, con el látigo, el coche, el cochero y el olor, uno tirando del otro.

Ondas

el ruido de las calles
al pie del caparazón de escoria
de burbujas y hojas cuajadas
nuevas notas noticias
ficticio ficticio
de la nave cansada
la nueva forja del tiempo
y siempre y nunca
salir, ¿un signo de fortuna?
del fatídico taller

estaca

globo tibio
mañana de otoño
Enseñame
pasar así
acima

de mí
debajo
desde abajo
continuo
mundo sordo

*Airton Paschoa es escritor, autor, entre otros libros, de la vida de los pinguinos (Nankín, 2014)

 

 

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