por WÉCIO PINHEIRO ARAÚJO*
El retraso de la izquierda y el triunfo de la extrema derecha en la praxis política de la era digital
Ideología y esfera pública en la experiencia social digitalizada.
Los sujetos políticos reaccionarios en las principales democracias occidentales de este siglo XXI parecen estar muy bien unidos y articulados en la esfera pública a través de procesos ideológicos capaces de producir una praxis política dotada de prácticas discursivas actualizadas con la digitalización algorítmica de la experiencia social.
No faltan ejemplos de liderazgo tras nombres como los de Javier Milei en Argentina y Nayib Bukele en El Salvador; Donald Trump en Estados Unidos, que avanza hacia su regreso a la Casa Blanca en 2024; Recep Tayyip Erdogán en Turquía y Viktor Orbán en Hungría (versión exitosa de lo que Jair Bolsonaro intentó ser y hacer en Brasil); Benjamín Netanyahu en Israel, emprendiendo su proyecto de “nazificación” de Israel, que mediante la implementación de un Estado sionista teocrático subyace al genocidio palestino.
Tampoco podemos olvidar a Narendra Modi y su política de extrema derecha que mezcla religión y política (hinduismo e hipernacionalismo) en India, y por supuesto, Vladimir Putin en Rusia con su proyecto político de eternidad en el poder inspirado en el filósofo neofascista ruso Iván. Illyin – como muy bien analiza Timothy Snyder en su libro Ir contra la libertad: el giro autoritario en las democracias contemporáneas (Compañía de Letras).
Estos son líderes que no sólo trabajan para ganar elecciones, sino que invierten en construir el neofascismo como cultura y carácter distintivo la política en la sociedad civil, desde la familia hasta la empresa, involucrando todo, desde la educación (en la escuela) hasta la religión (en la iglesia). Así, la extrema derecha produce una praxis política reaccionaria muy bien alineada con el dúo inseparable en tiempos de digitalización algorítmica de la experiencia social bajo la lógica del rentismo: neofascismo y neoliberalismo.
La extrema derecha ha demostrado una habilidad incuestionable con la forma renovada de ideología en la era digital. La esencia de este giro clave radica en el hecho de que la ideología ya no funciona como un discurso racional basado en hechos elaborados sobre principios argumentativos, como vimos especialmente en la primera mitad del siglo XX con un fuerte protagonismo de izquierda. En la era digital, la fuerza de la ideología reside en su actualización en un lenguaje de imágenes que forma y deforma la experiencia de la vida en sociedad como un espectáculo ininterrumpido, que se convierte en terreno fértil para el ascenso neofascista.
Este fenómeno se refiere a cómo a principios del siglo XXI las formas tecnológicas de dominación social han avanzado en su capacidad de modelar prácticas discursivas en la esfera pública, de modo que las ideas que adquieren fuerza política aparecen como una enorme articulación de imágenes regidas por la lógica del espectáculo alineado con la racionalidad neoliberal.
Bajo la tutela del neofascismo de Silicon Valley, que tiene en Elon Musk a su principal representante, entran en juego las tácticas de disparo ininterrumpido de estímulos de imagen gestionados por algoritmos, que (des)educan políticamente y conectan ideológicamente a los individuos, pero no a partir de elaboradas políticas y procesos. discursos filosóficos, pero basados en sus más profundas convicciones, pasiones y afectos, establecidos por encima de la propia realidad fáctica. La ideología actúa entonces como una forma eficiente de constituir a los individuos en sujetos políticos en la experiencia social digitalizada, de una manera que produce y reproduce formas de estar en la esfera pública, constituyendo así una verdadera y poderosa praxis política.
En tiempos de capitalismo de vigilancia, los trucos ideológicos debidamente actualizados, como dimensión central de la praxis política en la era digital, se han vuelto esenciales en la producción de prácticas discursivas favorables a la dominación social capitalista de corte autoritario y reaccionario, que involucran condiciones objetivas situadas en los hechos. a la dimensión más estratégica establecida bajo la digitalización algorítmica de la experiencia social: la cuestión de cómo estas condiciones objetivas que constituyen la experiencia social son experimentadas subjetivamente por los individuos como sujetos políticos en la esfera pública.
ideología y noticias falsas en tiempos de praxis política digitalizada
La extrema derecha ha demostrado mayor capacidad táctica y estratégica con el tema de la ideología en tiempos de digitalización algorítmica. Un problema que sugiero analizar desde tres aspectos que considero fundamentales e inseparables entre sí.
(i) El peso del noticias falsas, que debe entenderse no simplemente como una mentira masiva, sino que es mucho más compleja: en la esfera pública determinada por la experiencia social digitalizada, el noticias falsas actúan como un mecanismo astuto y eficaz para producir prácticas discursivas que contienen sus propios rituales de verdad, ideológicamente elevados por encima de la racionalidad científica, la ética de los derechos humanos y la lógica democrática del Estado de derecho.
A esta altura, el uso táctico y estratégico de la ideología por parte de la extrema derecha es sofisticado: no se trata sólo de mentir deliberadamente, sino sobre todo de producir sus propios rituales ideológicos para sustentar la verdad en la esfera pública, capaces de formar y deformar la opinión pública. Las formas subjetivas de los individuos experimentan políticamente la experiencia social por encima de cualquier discurso racional mínimamente anclado en hechos. La base cultural de esta mentalidad es el autoritarismo moralista-cristiano en una versión tropical digitalizada de cruzadas, porque las espadas de estos nuevos “templarios” son las noticias falsas esgrimido en las redes sociales. Sin olvidar que, en rigor, la noticias falsas No son una causa, sino un síntoma de este proceso de avance del neofascismo.
As noticias falsas se establecen ideológicamente como la principal forma política del discurso neofascista en la era digital, ya que sólo en la esfera pública digitalizada de las redes sociales pueden viralizarse a gran escala y, así, cumplir su misión de alienación social y política sin límites. en el espacio y el tiempo. Podemos encontrar un poderoso ejemplo en la investigación que demuestra cómo en varios países, noticias falsas son la principal causa de la baja vacunación en los últimos años.
(ii) Junto a esto, la instrumentalización ideológica de la racionalidad neoliberal como matriz de prácticas discursivas que forman el sujeto empresarial, garantiza un terreno fértil en la experiencia social para sembrar el neofascismo, incluso entre las clases sociales más vulnerables. Al fin y al cabo, como analiza Gilberto Maringoni en una entrevista reciente[i] otorgado al Instituto Humanitas Unisinos (IHU), “la precariedad del trabajo es el terreno donde fertiliza el fascismo”.
En todo este proceso, la ideología es la mediación capaz de “armonizar” la contradicción inmanente al sujeto neoliberal y sus formas de ser en la era digital. Se establece una contradicción entre, por un lado, el contenido objetivo de las relaciones sociales (léase: la destrucción completa del estado social guiada por la máxima precariedad del trabajo bajo la lógica rentista), y por el otro, las formas subjetivas en que Los individuos experimentan la experiencia social como sujetos políticos en la esfera pública.
(iii) Tenemos la síntesis de los dos aspectos anteriores en la composición de un proceso de formación cultural en la era digital, que ha demostrado gran fuerza en su carácter de deformación política de la esfera pública con enorme fuerza electoral y capacidad de institucionalización, como vemos en el bolsonarismo. En esta síntesis, la primera línea de la infantería neofascista que opera en las calles, en las redes y en las tres esferas de gobierno (ejecutivo, legislativo y judicial -incluido el Tribunal Supremo (STF)- está formada por los sectores más reaccionarios. de los evangélicos como representantes de la forma de cristianismo antidemocrático contemporáneo.
La fuerza de estos movimientos políticos teocráticos basados en el protestantismo fundamentalista pentecostal reside, en gran medida, precisamente en que, así como las milicias y el narcotráfico ocupan el lugar del Estado político en el ámbito de la seguridad y el orden social de los más pobres comunidades, las iglesias evangélicas asumen el rol de Estado social a través de la filantropía cristiana que llega donde las políticas públicas no pueden llegar. Y lo más importante: de manera asidua y permanente, además de ir acompañada estratégicamente de su característico proselitismo ideológico que no separa religión y política, al fin y al cabo, en la historia de la humanidad estas nacieron juntas y mezcladas -como sabemos que las separación entre religión y política como El proyecto de la modernidad no llegó a estos sectores de la sociedad.
Es a raíz de todo este contexto que identifico no exactamente la muerte de la izquierda, sino un profundo retraso frente a la praxis política de nuestro tiempo, que produce, en gran medida, un autobloqueo en el sentido de demostrar una capacidad efectiva para enunciar nuevas prácticas discursivas capaces de enfrentar el neofascismo en tiempos de digitalización algorítmica.
En otras palabras, este autobloqueo impide que la izquierda reaccione ante el triunfo logrado por la extrema derecha. Sí, la izquierda no ha muerto, pero en su retraso se ha bloqueado mientras la extrema derecha sigue sin bloques capaces de contener eficazmente su avance en la construcción del neofascismo –a continuación intentaré expresar mejor cómo entiendo el Síntesis dialéctica de los tres aspectos antes mencionados en la composición de la situación actual.
El éxito de la ola global neofascista y su expresión en Brasil
La ola global neofascista tiene éxito porque articula ideológicamente en la esfera pública, por un lado, un lenguaje de imágenes resultante de la etapa digitalizada de la industria cultural y, por el otro, las formas subjetivas en que los individuos experimentan políticamente las relaciones de poder. En Brasil, este proceso moviliza un intenso proselitismo ideológico de la subjetividad política más reaccionaria, de manera que canaliza los mandatos evangélicos hacia su espectro político, lo que moviliza de manera altamente organizada a cada iglesia que opera ya sea en la periferia o en las prisiones, en el YouTube o dentro de las familias.
Con ello, las bases de la extrema derecha en la sociedad civil obtienen un alcance que ningún partido político o movimiento social puede obtener y, en consecuencia, eligen a figuras importantes del neofascismo bolsonarista. Mientras tanto, en las calles y en ahora de las redes sociales, fragmentadas entre el identitarismo y el lulismo, la izquierda inicialmente perdió este carro y hoy persigue la pérdida, sin demostrar la misma fuerza política que la extrema derecha, mientras que, en el terreno institucional, en su estrategia de frente amplio que logró una estrecha victoria. En las urnas de 2022, no logra avanzar en la esfera pública con la prometida “unión y reconstrucción” a la altura de la amenaza neofascista.
El neofascismo, anclado ideológicamente en parte de las iglesias evangélicas, demuestra una mayor capacidad de movilización no sólo en las calles, sino sobre todo, capacidad de penetrar en los hogares y las familias, las escuelas, las favelas, el crimen organizado, es decir, incluso el narcotráfico y el milicia.
Resumen de la ópera: mientras la extrema derecha emprende una praxis que utiliza la ideología de manera estratégica y dotada de tácticas actualizadas con la era digital –tanto en la sociedad como en el ámbito institucional–, no pocas veces la izquierda sólo reacciona en un eterno modo defensivo inconexo, acompañado de una capacidad debilitada para movilizarse en las calles. Este es un punto central de lo que yo llamo el atraso de la izquierda, después de todo, no basta con salvar la democracia en lo que respecta a las reglas del juego del Estado democrático de derecho, es necesario construir la democracia como cultura y praxis política, porque si bien el golpe de Jair Bolsonaro no ha logrado éxito en el campo institucional, continúa a todo vapor en el conjunto de la sociedad, es decir, como praxis política. Y por supuesto, la extrema derecha ha ido triunfando a través del neofascismo como cultura política con enorme alcance entre las masas.
El éxito de la extrema derecha en la esfera pública de la era digital no se explica sólo en el mundo de la tecnología, sino todo lo contrario, surge precisamente de ese elemento en el que se manifiesta el atraso de la izquierda, de tal manera que ha bloqueado en sí, a saber: una praxis política sembrada ideológicamente por la extrema derecha en el mundo real de los cuerpos de carne y hueso que existen, ya sea en las calles, aceras, templos religiosos, prisiones y cracolândias, ya sea en los mercados al aire libre, en la calle , en la cola del pan de la panadería o en la mesa del bar; su alcance va desde la favela hasta el condominio, desde la tienda de segunda mano de la esquina hasta elcentro comercial.
En cuanto a la experiencia social digitalizada, por regla general, la izquierda brasileña demuestra que no se ha actualizado a tiempo con las tácticas ideológicas en la era de la digitalización algorítmica para enunciar efectivamente en la esfera pública formas subjetivas en que los individuos experimentan políticamente lo social. experiencia hasta partir de una capacidad efectiva de penetrar en los procesos formativos y organizativos de la familia y de la sociedad civil.
Inicialmente la izquierda subestimó el mito del neofascismo –como las casi tres décadas que subestimó al “excéntrico” congresista Jair Messias Bolsonaro–, y cuando empezó a prestar atención a la fuerza que demostraba en las urnas y en las calles (en el mundo real), mundo y en lo digital) –catapultado por la Operación Lava Jato–, comenzó a invertir en redes sociales muy tarde y de manera cojeante.
Por otro lado, la extrema derecha se ha revelado como una poderosa fuerza política en la brecha ideológica entre, por un lado, el neoliberalismo como forma de ser empresarial antidemocrática y, por el otro, el neofascismo digital globalizado de la del norte global al sur global. Después de todo, ganar las elecciones presidenciales, aunque es muy importante, no basta; y peor aún, el bolsonarismo ha demostrado cómo perder las elecciones presidenciales sin perder su fuerza política. Sin embargo, en su burbuja ideológica, Lula no ganó legítimamente, por lo que esta masa neofascista vive la victoria de Jair Bolsonaro en 2022 como la única verdad clara y evidente y, por tanto, está por encima de los hechos.
A partir de un trabajo ideológico estratégico actualizado con la era digital, la institucionalización del neofascismo está, especialmente desde 2018, en una curva ascendente en los ámbitos legislativos municipal, estatal y federal, con fuerza capaz de enfrentar al poder ejecutivo central actuando en un manera muy bien articulada. Por ejemplo, la educación ha sido un área estratégicamente enfocada, no sólo por los proyectos de ley reaccionarios generados en los concejos municipales, asambleas legislativas y el congreso nacional, sino también por la militancia formada al interior de las familias, como los tutores (padres, madres, tías, abuelas, abuelos, etc.) comprometidos en confrontar la “ideología de género” directamente en el ambiente escolar y de manera muy bien articulada con las redes sociales digitales.
Por otro lado, a pesar de la derrota a nivel federal, en el ámbito del poder ejecutivo a nivel municipal y estatal, la extrema derecha continúa avanzando e invirtiendo estratégicamente en las elecciones de 2024 y 2026, a través de tácticas políticas eficientes en articulación con sus bases que involucran los ámbitos público y privado, desde familias, escuelas, iglesias, partidos y empresas, hasta plataformas digitales a nivel local, regional y global.
Ante esto, he estado tratando de responder la siguiente pregunta: ¿cómo pensar la ideología en tiempos de digitalización algorítmica y su relación con las formas subjetivas en que los individuos viven políticamente la experiencia social digitalizada a partir de las condiciones de posibilidades de resistencia y ¿Enfrentamiento contra el neofascismo en la esfera pública?
Trabajo con la hipótesis de que no será posible responder a esta pregunta (que es a la vez teórica y práctica) si la izquierda no realiza una autocrítica teórica y práctica capaz de producir una praxis política que permita, en primer lugar, romper este bloqueo que la propia izquierda todavía se impone, y con ello, engendra un enfrentamiento con el neofascismo que está a la altura de nuestros tiempos. Sin intención de decir la última palabra, sigo investigando en mi campo de investigación y con enorme interés en este urgente y necesario debate.
*Wecio Pinheiro Araujo Profesor de Filosofía de la Universidad Federal de Paraíba (UFPB).
Nota
[i] Disponible: https://www.ihu.unisinos.br/637800-a-precarizacao-do-mundo-do-trabalho-e-o-terreno-onde-se-fertiliza-o-fascismo-entrevista-especial-com-gilberto-maringoni?utm_campaign=newsletter_ihu__26-03-2024&utm_medium=email&utm_source=RD+Station
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