Florestán Fernández – III

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por FERNANDO LIMA DAS NEVES*

Comentario al legado teórico y político de la sociología de Florestan

El legado de Florestan Fernandes para la sociología es innegable, no sólo por el contenido producido y las cuestiones que esclareció, sino también porque sigue abriendo nuevos horizontes al conocimiento ante impasses aún no superados. Las razones de esta permanencia son muchas: los caminos de investigación y reflexión que abrió, el alcance de los objetos de investigación a los que se dedicó de forma decididamente crítica, la decidida inserción en el debate público y su aversión al mito de la ciencia. imparcialidad, la posición ante el eurocentrismo y el colonialismo evidenciada en forma de acercamiento a temas lapidarios del pensamiento social latinoamericano, además de los nombres que formó y que siguió explorando sus pistas y sugerencias.

Sin embargo, lo que circunscribió estas características, sobre todo, fue la relación entre los momentos de la trayectoria biográfica de Florestan y la construcción paulatina de sus proposiciones teóricas y metodológicas. Y, en este caso, no se trata de una simple perogrullada, pues no buscó expresar las controversias entre sujeto y objeto de conocimiento simplemente señalando con el dedo las posibles limitaciones ajenas, sino insertando sistemática y reflexivamente sus personales vicisitudes en el interior mismo. de su actividad científica. .

Así, lo que hoy conocemos como “reflexividad”, y que más recientemente se consolidó como una de las formas “modernas” de acceso metódico a la realidad social y parte integrante de la “objetividad” que pretende el investigador, ya era ejercida por Florestan desde sus primeros escritos.[i]. El sociólogo, por lo tanto, se confunde con la sociología original que fundó y, en cada paso de su carrera, se opondrá, en episodios notables, a los intentos de anular esta directriz básica en la producción del conocimiento sociológico, enfrentándose a la ilusión que era posible eludir el relación problemática que el científico social establece con la sociedad que busca conocer[ii], llevando las enseñanzas de Karl Marx, Karl Mannheim y Max Weber hasta sus últimas consecuencias.

Este procedimiento, ajeno a los postulados positivistas comunes al período de institucionalización de la disciplina en Brasil, y en países como México, Argentina y Chile[iii], le permitió tanto lidiar con las circunstancias personales de la vida y sus resonancias psíquicas como sobresalir en una arena francamente hostil para alguien con un trasfondo social entre desde abajo, como recordó Alfredo Bosi con motivo del “Ato Presencia de Florestan Fernandes”[iv]. El texto que comunicó con excelencia esta íntima exigencia del investigador en el proceso del conocimiento fue su conocida reflexión autobiográfica titulada En busca de una sociología crítica y militante[V].

Hay allí un valioso índice, tanto para comprender su obra particular como para el quehacer de los sociólogos en general, en los diversos campos de investigación. Uno a uno, los faros de la sociología de Florestan se van develando con la intención de elaborar una explicación de sí mismo que no rehuya detallar las condiciones sociales vividas en el día a día y que muestren el peso de nuestros orígenes, la pertenencia a un determinado clase social. En la reconstrucción de su trayectoria de vida, se vislumbran así muchas variables relativas a las luchas intelectuales y las contingencias del trato con las instituciones.

Sin embargo, estos entresijos demuestran su empeño por mantener una estrecha coherencia a lo largo de la obra que realiza, ya sea en la actitud de romper con ciertas excentricidades del missão francés durante el período fundacional de la Facultad de Filosofía y su voluntad de tratar de brasilizar gradualmente las actividades entonces desarrolladas, ya sea en relación a la centralidad del trabajo colectivo que emprendió, que, aunque no siempre "armonioso" frente a las duras competencia por los escasos recursos disponibles, sería el pilar de la solidaridad y franqueza que los compañeros y compañeras de camino académico pudieran compartir y experimentar en medio de investigaciones, debates, clases, conferencias, seminarios, viajes, etc. Nada, ni siquiera el hecho que lo marcó de manera profunda y duradera, su retiro forzoso bajo el AI-5, en abril de 1969, sacudiría este edificio teórico, al contrario, lo complementó aún más.

Estas demarcaciones epistemológicas y políticas de Florestan, de nuevo en concordancia con la relación entre el individuo en cuestión y el contexto social de su desarrollo personal, naturalmente extrapolan los límites de este texto autobiográfico, y pueden ser identificados en otros momentos, como en el análisis de la estructura de la personalidad del indio bororo Tiago Marques Aipobureu[VI], bajo los impactos de la llamada “Marcha al Oeste”; en la reconstitución monumental de la sociedad tupinambá[Vii], a través de la relación funcional entre los “mecanismos sociales de atribución de estado” y las “personalidades masculinas socializadas” para la guerra; en consideraciones sobre los impactos sociales y subjetivos de la formación de la sociedad de clases brasileña en el seno de las comunidades negras que acudieron a la capital paulista en los años posteriores a la esclavitud, y las razones y efectos de su precaria inserción en el “orden social competitivo”[Viii], entre otros. De esta forma, encontramos que la postura teórica de Florestan anticipó por varias décadas distintos elementos de la teoría social que hoy cultivamos, y que no se extendió del todo a sus contemporáneos, como el argentino Gino Germani, por ejemplo, y mucho menos a sus contemporáneos. los mexicanos José Iturriaga y Lucio Mendieta y Núñez.

Esta forma minuciosa y antidogmática de examinar los vínculos entre los niveles micro y macro en los estudios sociológicos no se restringe, sin embargo, a las modalidades de abstracción observadas, a la lenta composición de conceptos y categorías referidas a una determinada sociedad. También afecta a la práctica de su sociología, arraigada en su juventud, cuando abordó el marxismo y las luchas socialistas contra el Estado Novo, y en la que son claras sus convicciones sobre la necesidad de cambios amplios y profundos en nuestro medio, y que alcanzan de manera significativa y persistente la vida cotidiana de las clases trabajadoras del país. Poco a poco, por tanto, se formó por su parte un movimiento entusiasta para enfrentar nuestras más indignas miserias y limitaciones, es decir, para participar activamente en el “destino de nuestros pueblos”, en expresión de Agustín Cueva.[Ex].

Más tarde, Florestan se uniría a la Campaña de Defensa de la Escuela Pública, en 1960, a las movilizaciones por reformas de base, a la lucha por la redemocratización, además de prestar su prestigio y conocimiento a las actividades de la Asamblea Nacional Constituyente, habiendo sido reelegido en la legislatura posterior. En cada uno de estos hechos, se puede ver el mismo espíritu crítico y objetivo del científico Florestan, quien se negó, desde un principio, a adherirse benévolamente al poder, para convertirse en un “intelectual orgánico del orden”. Es que había entendido bien a Brasil y, precisamente por eso, sabía que aún quedaba algo por hacer. tarea de transformación.

A pesar de no delinear claramente una estrategia política al respecto, Florestan señala su certeza en el “control racional del cambio social”, es decir, la ciencia como motor de los procesos sociales de mayor impacto colectivo, de acuerdo con principios caros a la civilización humana. Inmediatamente, nos quedamos con una pulga detrás de la oreja, lista para cargarlo con una crítica de la razón instrumental. Pero Florestan conocía muy bien los límites de la “razón”, pues estuvo inmerso en ellos a lo largo de su vida profesional, luchando, de hecho, por la dirección política de la transformación por parte de las universidades como ideal, una meta a alcanzar algún día, un empeño permanentemente programado:

“Avancé lo más que pude y traté de hacer lo que me parecía mi deber, sin hacer concesiones a diestra y siniestra. Y con esto libré el verdadero combate, aunque dentro de los límites melancólicos dentro de los cuales se puede enfrentar al adversario. en e mediante de una red institucional de poder construida, mantenida y dinamizada para neutralizar y destruir el pensamiento crítico, con toda su radiación directa e indirecta sobre la actividad intelectual militante”[X].

Como vemos, son muchas las enseñanzas de Florestan y este reconocimiento está estampado en bibliotecas, instituciones de enseñanza e investigación, centros académicos y escuelas de todo Brasil. Sus textos e intervenciones son los parámetros para evaluar adecuadamente su figura humana y la sociología que practicó, que parecen invitarnos a un mínimo recorrido por los temas, conceptos y categorías que elaboró ​​como respuesta a los problemas y dificultades que atravesaba nuestra sociedad. No sólo para conocerlos, sino para exigir una posición razonada y coherente en relación a cada uno de ellos, colaborando, tal vez, a sortear la ilusión colectiva de que en Brasil se han producido “cambios profundos” en las últimas décadas y, al mismo tiempo, mismo tiempo, para ganar un aliento extra para enfrentar, una vez más, la evidencia de lo contrario que hemos acumulado. ¡Por todo lo que sigue representando para Brasil y América Latina, salve Florestan Fernandes!

*Fernando Lima de las Nieves es doctor en sociología por la USP.

Notas:


[i]              Fernández, Florestán. “El problema del método en la investigación sociológica”. Sociología, São Paulo, vs. 09, núm. 04, 1947, pág. 332-349.

[ii]            Fernández, Florestán. “Saberes sociológicos y procesos políticos”. En: ______. Elementos de la sociología teórica. São Paulo: Compañía Editora Nacional, Edusp, 1970. p. 293-297.

[iii]           Trindade, Hélgio (coord.). Las ciencias sociales en América Latina en perspectiva comparada. Ciudad de México: Siglo XXI, 2007.

[iv]           Bosi, Alfredo. “Honrar a Florestan Fernandes”. Estudios Avanzados, São Paulo, vs. 10, núm. 26, 1996, pág. 07-08. El homenaje se realizó en el Salón del Consejo Universitario de la USP el 5 de octubre de 1995, con varias intervenciones. El extracto sigue: “Conformarse era para él caer en el conformismo que es, como sabemos, un efecto corriente de la ley de la gravedad en el campo moral; pero su realismo, por ser visceralmente dialéctico, no podía renunciar a una buena dosis de idealismo. Así, pretendía cuadrar el círculo y hacer que la universidad sirviera, como lo hizo, a tiempo completo, no a los intelectuales que allí viven o vegetan, sino a los que, como se sabe, no tenían acceso a sus bienes; los que le gustaba nombrar, con fuerte expresión latinoamericana, desde abajo, título de una bella novela social de la mexicana Arzuela”.

[V]             Fernández, Florestán. “En busca de una sociología crítica y militante”. En: ______. Sociología en Brasil: contribución al estudio de su formación y desarrollo. Río de Janeiro: Voces, 1977. p. 140-212.

[VI]           Fernández, Florestán. “Tiago Marques Aipobureu: un bororo marginal”. Revista Archivo Municipal, São Paulo, n. 107, pág. 7-28, 1946.

[Vii]          Fernández, Florestán. La organización social de los Tupinambá. São Paulo: Instituto Progresso Editorial, 1949; y “La función social de la guerra en la sociedad tupinambá”. Revista del Museo Paulista, São Paulo, n. 06, pág. 07-425, 1952.

[Viii]         Fernández, Florestán. La integración de los negros en la sociedad de clases.. São Paulo: FFCL-USP, Boletín, No. 301, Sociología I, norte. 12, 1964.

[Ex]           Cueva, Agustín. “Reflexiones sobre Sociología Latinoamericana”. En: Marini, Ruy Mauro; Millán, Márgara (eds.). Teoría social latinoamericana (textos seleccionados). Volumen III. Ciudad de México: Unam, 1995. p. 379-397.

[X]             Fernández, Florestán. “En busca de una sociología crítica y militante”, op. cit., pág. 141-142.

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