por JALDES MENESES*
Comentario a las tesis y recepción del libro clásico del sociólogo
“Si alguna vez hubo un 'paraíso burgués', existe en Brasil, por lo menos después de 1968” (Florestan Fernandes, La revolución burguesa en Brasil).
“El gran evento en la historia de Brasil aún no ha sucedido” (Nelson Werneck Sodré)
Introducción
Profesor universitario socialmente respetado y militante de izquierda, en ese momento, sin partido definido, opositor intransigente a la dictadura militar de 1964, diez años después de instaurada la dictadura (1974), Florestan Fernandes (cuyo centenario de natalicio se celebraba el 22/07/2020), dio los últimos toques a la máquina de escribir de un ambicioso libro – “que refleja el saber acumulado a lo largo de toda una carrera” (Fernandes, 2005, p. 425) – titulado La revolución burguesa en Brasil - ensayo de interpretación sociológica (en adelante, el término se escribirá por las siglas RBB), cuyos cuarenta y cinco años de la primera edición se celebran también en este año de 2020.
El autor culminó en una concienzuda reflexión que se prolongó durante muchos años, en el marco del proyecto de investigación colectivo 'Economía y Sociedad en Brasil' (1962), sobre los enigmas de un Brasil en transformación, escrito por el propio Florestan, y la incorporación de una enmienda de Fernando Henrique Cardoso (en adelante FHC). Luego vino el golpe. A partir de entonces, siguieron diez años de dificultades, durante los cuales el profesor Florestan, jubilado obligatoriamente de la USP en 1969, tuvo que peregrinar a estancias como Profesor visitante en la Universidad de Columbia (Nueva York, 1965/66) y Catedrático en Toronto (Canadá, 1969/72). Circuló en Yale (1977) y, mientras tanto, por invitación de Dom Paulo Evaristo Arns, fue contratado como Profesor Titular de la PUC-SP, en 1978, donde impartió cursos seminales. El verdadero personaje Florestan obligó a subvertir el camino de Wilhelm Meister (el personaje clásico de Goethe), quien deambuló en sus años de formación y se asentó en la madurez (Goethe, 2006). Formado en cuerpo y alma en el ambiente intelectual de São Paulo, Florestan se vio obligado a peregrinar cuando estaba cerca de cumplir 50 años, cargando un exilio de sufrimiento maduro –dejó a su familia en São Paulo y se llevó la nostalgia en su maleta– y nunca se adaptó a vivir plenamente en el universo de tanques de tinta afuera.
La idea del libro debe mucho, en el plano más íntimo, al impulso de su hija, Heloísa Fernandes, de transformar apuntes sistemáticos, rigurosamente elaborados, en cursos orales en la continuidad de una publicación. “El curso se llamó al principio 'Formación y desarrollo de la sociedad brasileña', luego 'La revolución burguesa en proceso' y, finalmente, La revolución burguesa en Brasil que, publicado por primera vez en 1975, consistía en una reseña de notas de clase de 1966, y una larga tercera parte, 'Revolución burguesa y capitalismo dependiente' – que Florestan escribió especialmente para el libro, en 1973” (Fernandes, 2006, pág. 4).
El libro ambicioso y complejo nació como un clásico. Abarcó e interpretó toda la historia de Brasil (Colonia, Independencia, Imperio, República y Dictadura). Además de la larga duración temporal, su estructura es compleja. Desde un punto de vista metodológico, se divide en dos partes, provistas de interrogantes y apoyos de tipo weberiano y conceptos positivos durkheianos, más una tercera parte final de predominante sesgo marxista, francamente radical y revolucionario. Inicialmente, la primera versión del manuscrito, compuesta por notas capitulares sobre la Colonia, la Independencia y fragmentos de la parte del Imperio – en la edición final denominada 'Los orígenes de la Revolución Burguesa' y 'La formación del orden social competitivo' ( fragmento)'-, fue recibido con reticencias por su equipo de investigadores, seguramente no sólo por cautela metodológica, sino también por las conclusiones políticas a las que conducía la lógica del tema y del texto.
Florestan llamó al equipo más cercano del grupo de investigación 'Economía y Sociedad en Brasil' el 'núcleo estratégico' del trabajo intelectual en Sociología en São Paulo (Fernandes, 2006a, p. 21), deseoso de buscar un nuevo estándar, con la intención de excelencia científica internacional, para la universidad brasileña. El autor observa, en la “Nota Explicativa” del libro: “Empecé a escribir este libro en 1966. La primera parte fue escrita en la primera mitad de ese año; y el fragmento de la segunda parte a fines del mismo año. Varios colegas y amigos leyeron la primera parte, algunos aceptando mis puntos de vista, otros combatiéndolos. Eso me desanimó…” (Fernandes, 2005, p. 25). En el intervalo de tiempo entre el golpe y el Opus Magnum, el autor, siempre muy prolífico, trabajó mucho y publicó dos importantes libros de ensayos que deben considerarse preparatorios de la tercera parte de RBB – especialmente en lo que se refiere a la explicitación de las categorías de dependencia e imperialismo total-, Sociedad de clases y subdesarrollo (1968) y Capitalismo dependiente y clases sociales en América Latina.1973).
La obra suscitó, desde temprana edad, un vigoroso debate académico en el extranjero, entre brasileñistas, imposible de aflorar libremente en las universidades brasileñas durante una dictadura. Ya en 1976, la Universidad de Texas de Austin realizó un Coloquio coordinado por los profesores Carlos Guilherme Mota (USP) y Fred P. Ellison (Austin), con aportes escritos de Emília Viotti da Costa, Paulo Silveira, Juarez Brandão Lopes, Bernardo Berdiehewsky y una respuesta a las intervenciones, escrita por el autor él mismo (Varios autores, 1978, p. 176-207).
También despertó el interés de otro mundo -aún más importante en relación con los objetivos del libro-, la perseguida y heroica izquierda revolucionaria y clandestina. Según Anita Leocádia Prestes, la lectura de Florestan fue una de las fuentes de su padre, Luiz Carlos Prestes, secretario general del PCB (Partido Comunista Brasileño), al cuestionar la línea dominante en el “partido”, que él mismo ayudó a consolidar Aunque renovando la línea de masas de alianza más estratégica con el trabajo, la famosa Declaración de marzo de 1958 y las resoluciones del V Congreso (1960), suscritas por Prestes, aceptaron, a pesar de las contradicciones internas en el avance de la línea, una línea de vía pacífica. y alianza estratégica con la 'burguesía nacional' en la primera etapa de la revolución nacional y democrática. El golpe militar de 1964 acabó con esta posibilidad. Como resultado, el PCB se sumió en una crisis interna y de identidad en el VI Congreso (1967). La escisión del “partido” (Carone, 1982a, p. 176-195; 1982b, p. 15-27; Gorender, 1987a, p. 25-32); hasta esa fecha, el partido más influyente de la izquierda brasileña, entró en una modalidad irremediable. La estrategia nacional y democrática y el corolario benéfico de la conquista de un capitalismo autónomo en Brasil, a través de una alianza antiimperialista y antiterrateniente entre los trabajadores y la burguesía nacional (clase luego mejor definida, a falta de un proyecto nacional autónomo, como burguesía interna o brasileña), de lograr una etapa estratégica de alianzas policlasistas de largo plazo, fue derrotado por el golpe de 1964. En cierta medida, justificó los esfuerzos de Prestes y otros compañeros).
Sin embargo, la eventual y relativa adhesión a la realidad de la línea escénica se agotó en la década de 1970 por la conclusión del proceso de “transformaciones capitalistas” (Fernandes, 2005, p. 337-424) guiado por la dictadura –“si alguna vez hubo, alguna vez, un 'paraíso burgués', esto existe en Brasil, por lo menos después de 1968” (Fernandes, 1987, p. 359). Exiliado en la Unión Soviética, el antiguo secretario y líder militar de columna retomó su estudio autocrítico de la realidad brasileña: “este esfuerzo de lectura se evidencia en las numerosas hojas de lectura y notas (…) tanto de obras de los clásicos del marxismo como de contemporáneos”. Autores brasileños, incluidos los escritos del sociólogo Florestan Fernandes” (Prestes, 2012, p. 190). También en el ámbito de los intelectuales de izquierda del PCB, autores como José Paulo Netto (1991; 2004, p. 203-222) y Antônio Carlos Mazzeo (2015), entre otros, incorporaron y adelantaron en sus interpretaciones de Brasil el concepto, totalmente ajeno a la línea dominante en el PCB, de “autocracia burguesa”.
Ejemplo de la persistencia de la línea tradicional de replicar aquí una revolución nacional burguesa “clásica”, derivada especialmente de los ecos marselleses de la Francia jacobina, en este caso la postulación de una etapa de alianza estratégica relativamente larga entre la burguesía y el proletariado, en la misma coyuntura del libro de Florestan, el gran intelectual comunista, Nelson Werneck Sodré, escribió: “en cuanto a la necesidad de 'antes, de la revolución burguesa' (…) avance' de la revolución burguesa en Brasil; se trata de verificarlo” (Sodré, 1985, p. 749). El propio Prestes, en declaraciones en el Instituto Cajamar del PT, expresó perentoriamente: “en 1945, los documentos de nuestro partido decían que, mientras no terminara la dominación imperialista, el feudalismo y el latifundio, el capitalismo no se desarrollaría en el país. Negamos subjetivamente el capitalismo en 1945, cuando el gobierno federal ya estaba construyendo la gran planta siderúrgica de Volta Redonda. Lo que nos iluminó fueron los trabajos de los sociólogos a los que ya me he referido pero que publiqué mucho más tarde. es el caso de Capitalismo dependiente y clases sociales en América Latina, La revolución burguesa en Brasil, en el que Florestan Fernandes muestra cómo se produjo la penetración imperialista en nuestro país, preservando las relaciones anteriores (…)” (Prestes, 1988, p. 233). El contraste en la visión de Brasil de los dos grandes autores, Florestan y Nelson, en relación a una estrategia de revolución burguesa, es irreductible.
En ese mismo año de 1974, cuando Editora Zahar preparaba los originales de RBB, Gal Ernesto Geisel asumió la Presidencia de la República, con planes de hacer una transición política controlada y conservadora de la dictadura a un régimen civil. No hubo consenso interno dentro de las fuerzas gubernamentales. Las acciones clandestinas de insubordinación de los intransigentes, habitantes del inframundo de las fuerzas armadas, sabotearon el proceso y erosionaron la fuerza de la estrategia de transición controlada en curso. En oposición, llegó el momento de empezar de nuevo, de coger fuerzas.
Para Florestan, esa coyuntura de reinicio, en cambio, abría la oportunidad de un “reflujo de la contrarrevolución” y la posibilidad de un reagrupamiento de las “fuerzas socialistas” (Fernandes, 1980, p. 1). Se abrió así un hueco, además de un trabajo teórico solitario, de un publicista de izquierda revolucionaria. Cabe señalar que las fuerzas del socialismo fueron dispersadas por las sucesivas derrotas impuestas por la represión -especialmente por la eliminación física de cuadros de los partidos revolucionarios-, mientras que, frente a las fuerzas democráticas (a pesar de casaciones, torturas y muertes, más enrarecido, también en este campo), hubo otra combinación más de control y represión, siempre con un rastro de acción política consentida en el marco del MDB. Tanto es así que, para sorpresa de muchos, el MDB fue la gran salida de la sorpresiva derrota de Arena, el partido electoral de la dictadura, en las elecciones parlamentarias de 1974. Esto significó el agotamiento del régimen.
En Brasil, la mayoría de las fuerzas democrático-burguesas, reagrupadas en el MDB, no eran, en su mayoría, lo suficientemente jacobinas o radicales. Hubo, aquí y allá, políticos con este perfil, como Chico Pinto (BA) o Lysâneas Maciel (RJ), excepciones que confirman la regla. Florestan cita a Francia e incluso a la vecina Argentina como países que formaron corrientes políticas de “radicalismo burgués”, ausentes en el contexto brasileño de transición a la dictadura. Hay que reconocer que el corte selectivo del hacha de la dictadura en los árboles genealógicos del emergente radicalismo burgués y proletario, especialmente en la corriente brizolista del PTB, en los grupos nacionalistas de las fuerzas armadas y en la izquierda marxista revolucionaria, no fue una acción improvisada, sino una acción política planificada. Una vez planteada la posibilidad de orientar el proceso brasileño por el “contenido político y el temperamento jacobino” – como escribe Gramsci (2002, p. 86) a propósito del proceso histórico de la Resurgimiento Italiano (1815-1870)-, se hizo factible producir una “apertura política”, controlada, sí, pero también consensuada por las fuerzas sociales presentes. Para las fuerzas hegemónicas de la oposición, el modelo a seguir fue el de una especie de Pacto de la Moncloa español (aún más liberal y de derecha), que superó al régimen franquista, nunca a la Revolución de los Claveles portuguesa. Por todo eso, en suma, los líderes de la dictadura pudieron cuestionar, sin temor a una recaída jacobina, a la “sociedad civil” (el tiempo registra los pactos construidos por Petrônio Portella, hábil ministro de Justicia de Geisel, y entidades como la OAB , CNBB y API).
En resumen, Florestan repitió muchas veces, la oposición mayoritaria que existió y sobrevivió a la dictadura, por lo tanto, en términos mayoritarios, tendió más a la 'conciliación', a buscar una 'transición' lenta y paulatina que involucrara también a las cabezas más aireadas de la régimen actual que la resolución firme de la 'revolución democrática'. Anticipando temas que serán retomados en este artículo más adelante, en el mismo año de publicación de RBB – 1975 -, el más reconocido de los discípulos de Florestan en la sociología académica, FHC, apodado el “príncipe de los sociólogos”, publica en 1975 el importante libro de análisis político de temas candentes, Autoritarismo y democratización (1975), quien proponía una democratización sin revolución democrática. Es, sin duda, un camino teórico, programático, táctico y estratégico diferente. No fue casualidad que los trabajos de la Asamblea Nacional Constituyente, en 1987, atraparan a Florestán en el PT, entonces partido impugnador del orden dentro del orden, y FHC en el PMDB, partido de oposición y conciliación dentro del orden.
Con el objetivo de adelantar la transición tramitada, Geisel puso freno a la línea dura de los militares, empeñados en perpetuar el orden dictatorial, y destituyó sin apelación de su Ministerio a Gal Sílvio Frota. Sin embargo, a pesar de adoptar persistentes estrategias de escapar hacia adelante (es decir, la estrategia de desarrollar las fuerzas productivas postergando sin resolver las contradicciones estructurales de la formación social), el régimen hacía agua corriente tanto en el frontal o trasero tanto económica como geopolíticamente (Estados Unidos ya no estaba interesado en perpetuar dictaduras abiertas en América Latina). En el frontal o trasero económico, el escapar hacia adelante consistió en apostar a una salida de la crisis de los “Shocks Petroleros” de 1972 y 1974 a base de créditos externos y un audaz programa de inversiones públicas y privadas, en especial el II PND (Plan Nacional de Desarrollo), que pretendía completar en el país la matriz de la Segunda Revolución Industrial.
La estrategia de Geisel tuvo sentido histórico en la encrucijada de la época. Otros escapa hacia adelante trabajado en situaciones de microcrisis en el pasado. Pero ahora era diferente, porque algo más grande que una microcrisis más apareció en escena.
En algún momento, el hechizo se vuelve contra el hechicero. Hacia correr hacia adelante, desarrollando la economía de modo concentrador, pero generando también la consecuencia de densificar la sociedad civil, los militares fabricaron involuntariamente las potencialidades de un nuevo radicalismo, bajo la forma de un nuevo movimiento obrero fordista y periférico, concentrado en São Paulo, y del histórico protagonismo de la clase media del movimiento estudiantil. A su vez, como es bien sabido, el capitalismo internacional entró en una fase de incertidumbre, de la que estrictamente no ha salido hasta hoy. Uno de los primeros resultados combinados de crisis y escapar hacia adelante, como muestran los resúmenes de diferentes autores como José Luís Fiori (2003) y Luiz Carlos Bresser-Pereira (1992), es que, esta vez, el microciclo de la crisis no se detuvo, y el Estado desarrollista, conformado a partir de los hechos de 1930 , estructuralmente rota. Más que un quiebre estructural del Estado, como una especie de baile del “último de los tenientes” – Geisel pasó a participar en política y conspiración en los cuarteles como miembro de los “tenentes” (D'Araújo&Castro, 1997; Gaspari , 2014)–, por ironía del destino, justamente en su gobierno, siguió el réquiem del histórico bloque nacional-desarrollista burgués (transformistamente desarrollista-dependiente a partir de 1964).
Estaba en juego en el contexto del “reflujo de la contrarrevolución”, por tanto, mucho más que la transacción de un nuevo lugar para la corporación militar en la composición del nuevo bloque en el poder democratizado. Si bien los militares no renunciaron a la discreta tutela de los poderes (como dejaba claro el artículo 142 de la nueva Constitución), más que eso, fue la comparación fúnebre del bloque histórico de 1930, con sus miserias y grandezas, que se fue, convirtiéndose en un “retrato en la pared” loco y Drummonian.
Así, la realización del proceso de revolución burguesa por parte de la “generación del 1930”, en el libro y en la realidad, finalmente estacionó en el puerto muerto de la ilusión del desarrollo prometido. Allí, en plena “transformación capitalista del modelo autocrático-burgués”, nació un “ornitorrinco” –que se abriría de par en par dos décadas después–. Un ornitorrinco, una especie que detuvo la evolución y se convirtió en un híbrido, el único mamífero ovíparo existente, una metáfora del destino del desarrollismo brasileño, que, después de cierta hora, se encontró frente al espejo con el siguiente dilema: fénix o extinción ? (Oliveira, 2003a, p. 121-150; 2003, p. 109-116). El análisis de Florestan es radical. Ciertamente, si viviera, recordaría que el “ornitorrinco” es un punto de llegada cuyo ADN ya estaba inscrito en el punto de partida, no por la circularidad, sino por la historia. Al principio, nuestro autor observó que las clases dominantes brasileñas no solo son resistentes al cambio social, sino que también desarrollan resistencias – atención a la palabra 'sociopático' – al cambio. Por lo tanto, las interpretaciones son problemáticas –como el prefacio de José de Souza Martins a la quinta edición (Martins, 2005, p. 9-23)– deseosas de encarcelar a la RBB en un esquema domesticado y bipolar de contraste entre modernidad y atraso, rural y urbano. , autoritarismo y democracia, etc. O sea, el destino de las transiciones brasileñas cambia sin superar, pero paradójicamente conservando la “sociopatía” (Fernandes, 2006b, p. 191).
Las grandes obras dejan grandes interrogantes. Por lo tanto, es una gran tarea intelectual escudriñar la evolución brasileña reciente a la luz de los conceptos y preguntas desatados por RBB: ¿habríamos completado el ciclo de la revolución burguesa entre nosotros con la asunción, especialmente después de la edición del Plan Real (1994), ¿una nueva fase de dependencia pilotada por un Estado dependiente-rentista? La alianza entre trabajadores y empresarios, imprimida en la llamada “era Lula”, ¿sería políticamente viable como estrategia de largo plazo? ¿La conquista de la democracia política, sacando a los militares del poder, habría equiparado sanamente la cultura política brasileña e interiorizado los valores de la democracia y el republicanismo, extinguiendo las posibilidades de reproducción de la “autocracia burguesa”? Las limitaciones de la dependencia económica – herencia del “camino colonial” o del “camino colonial-prusiano” que caracterizó la formación histórica de Brasil – ¿restringen realmente en qué medida las posibilidades de desarrollo capitalista? ¿Es posible una convivencia a largo plazo, más allá de ciclos de coyuntura, entre democracia y desarrollo económico asociado? ¿Solo el régimen socialista, y nada más, permite el desarrollo autónomo de Brasil, o es posible la autonomía del capitalismo o un régimen mixto basado en un bloque regional de naciones geopolíticamente independientes?
“Eclecticismo bien temperado” y marxismo revolucionario
Reflexionar sobre Florestan es sumamente actual, mezcla de homenaje y signo de contemporaneidad política. Profesor universitario y militante de izquierda, no se puede decir que Florestan sea un autor olvidado. Recordado unánimemente en la galería de una generación de ensayistas o científicos sociales a la cabeza de Caio Prado Jr., Sérgio Buarque de Holanda, Gilberto Freyre, Nelson Werneck Sodré, Raymundo Faoro, Darcy Ribeiro, Celso Furtado, Ignácio Rangel, Alberto Passos Guimarães, Jacob Gorender, Francisco de Oliveira, Carlos Nelson Coutinho, Ruy Mauro Marini, entre otros -autores que lograron formular influyentes interpretaciones originales de Brasil-, legaron al pensamiento social brasileño una densa obra de más o menos cincuenta títulos, de los cuales, ciertamente, el más importante es RBB. Vale la pena señalar, sin embargo, que si bien Florestan no es un autor olvidado, no se puede decir que su interpretación de Brasil sea plenamente conocida y debatida, ya que aún quedan muchos caminos inexplorados, incomprendidos y desafiantes para su pensamiento.
El contenido almacenado en nuce la explosiva y radical obra que vio la luz en 1975 supuso también la conclusión de un punto de inflexión en el pensamiento de Florestan. A partir de ese momento, aunque no exento de tensiones, el militante radicalizado por los trabajos de la dictadura abandonó definitivamente la piel cómoda y las perífrasis de un influyente sociólogo –paradójico cultivador de un “eclecticismo bien templado, no simplemente relativizante o atomizador de procedimientos analíticos ” (Cohn, 1987, pág. 50). Ya influyente y reconocido, maestro de varios célebres discípulos intelectuales en la academia (FHC, Octávio Ianni, José de Souza Martins, Maria Sylvia de Carvalho Franco, Luiz Pereira, etc.), nuestro autor se quita las fundas protectoras y se lanza al pecho de lucha abierto a la dictadura con las armas de la teoría marxista. Sin embargo, atención, no al marxismo de los salones –que sobrevive de la cita del autor francés de moda en el Rive Gauche. sino un marxismo revolucionario, basado principalmente en autores de la talla de Marx, Engels, Lenin, Trotsky, Rosa Luxemburgo, José Martí, José Carlos Mariátegui, Che Guevara, Fidel Castro, etc.; así como la excelente economía política marxista y teoría política de los años 1960/70, Ernest Mandel, Harry Magdoff, Ralph Miliband, Nicos Poulantzas, entre otros.
Un primer parámetro a basarse en una necesaria revisión precisa de la fortuna crítica de Florestan hoy: entre todos los intérpretes clásicos en Brasil, extraídos de la efervescencia cultural del período del bloque histórico de 1930-1974/84, aún activos en la transición de En la dictadura, el intelectual paulista fue sin duda el más radicalizado en el pensamiento. Debido al radicalismo teórico-político, conceptos de poder crítico subestimados en el período histórico reciente de democratización posdictadura, como “autocracia burguesa”, así como la crítica florestiana al contenido liberal implícito en el concepto de “autoritarismo”, siguen siendo perennes y necesitan urgentemente ser abordadas, revisitadas en este Brasil en el trance de los tiempos de Bolsonaro.
Durante mucho tiempo, Florestan fue un sociólogo dedicado en cuerpo y alma a aportar soluciones metodológicas originales a los desafíos epistemológicos del riguroso oficio científico-académico en la investigación sociológica empírica. Hubo una clara y productiva fragmentación onto-existencial en esta labor, ya que separó escrupulosamente dos momentos de su espíritu, su vocación revolucionaria y su labor científica. Nuestro autor escribe: “Yo era como una persona dividida por la mitad, entre el sociólogo y el socialista” (Fernandes, 2006a, 31). De personalidad compleja, nunca abandonó sus raíces socialistas, que provenían de su militancia juvenil en el grupo trotskista dirigido por Hermínio Sacchetta, el Partido Socialista Revolucionario (PSR), la sección brasileña de la IV Internacional en las décadas de 40 y 50, en la que Militó entre 1942 y más tarde, alrededor de 1952. Abandonó la militancia con la aquiescencia e incluso el estímulo del partido, como aclara en varios testimonios, por un proyecto intelectual-académico emergente. Un proyecto con una dimensión política, pero mediatizado: la ambición de desarrollar en São Paulo una escuela sociológica crítica con un alto nivel científico.
Cabe señalar, a favor de este proyecto, que se comprometió, sobre todo, a privilegiar como objetos de investigación a los llamados excluidos de la historia, los indios, los negros, los inmigrantes, los trabajadores, etc. Para reconstruir, en forma de conocimiento científico, las penurias de todos los excluidos de la historia, el compromiso ético era imprescindible, pero insuficiente. Sería necesario conocer en profundidad estos objetos, utilizar e innovar instrumentalmente métodos y teorías extraídos de la tradición académica sociológica, pero sobre todo aspirar, a través de una lectura rigurosa, a dominar, aún débil en la tradición de licenciatura de las humanidades brasileñas, la clásicos del canon de la disciplina. Actuando en la sombra, tal proyecto cobraba sentido en ese momento en el país conformado por el bloque histórico de la década de 1930, de modernización institucional y consolidación del capitalismo brasileño. Otros esfuerzos de la época que tuvieron lugar en São Paulo, como la introducción de una cultura filosófica sistemática a través de la aprehensión de los métodos monográficos franceses de la Historia de la Filosofía, aunque diferentes, son similares a los esfuerzos de los sociólogos (Arantes, 1994) . Nada de eso quiere decir, que quede claro, que no tuvimos grandes intelectuales en Rio de Janeiro, Rio Grande do Sul, Minas Gerais y el Nordeste, ni que São Paulo sea el punto cero de la investigación en ciencias sociales, dos ideas simplistas que escapan al ámbito del artículo a entrar.
Es muy importante señalar que, en el esfuerzo por desarrollar una escuela científica en sociología en la provincia de São Paulo, Florestan nunca cayó en la trampa de operar una síntesis ecléctica de pensadores como Marx, Weber y Durkheim: “el estudio I Lo que hice de Marx y Engels me llevó a la conclusión de que los pensamientos que son opuestos no se pueden fusionar. Sería mucho más fructífero buscar la razón de su diferencia específica. Así, comencé a enfrentarme a la cuestión de saber cuál era el aporte teórico específico de Durkheim, Marx, Max Weber, etc., y traté de descubrir las respuestas” (Fernandes, 2006a, p. 17). Según Antonio Candido, en una bella imagen, “el marxismo era una especie de 'río subterráneo', por debajo del camino académico por el que caminaba, incorporando críticamente a Durkheim, Weber, Manheim, etc. En cierto momento, el marxismo afloró en el camino y toda esa formación confluyó para formar el personalísimo pensamiento de Florestan en su fase de madurez” (Candido, 1998, p. 44).
Su “eclecticismo bien temperado” es sistémico, como se verá más adelante. El “eclecticismo bien temperado” es una manera muy particular, inusual y no descabellada de producir una síntesis dialéctica original. Marx llegó a la dialéctica a través de la superación de Hegel, pero son posibles otras formas, antes y después de este caso notable, de llegar a ella. Por eso, como bien escribe Gabriel Cohn (1986, p. 125-148; 1987, p. 48-53), en la búsqueda de fundamentos empíricos –y no simplemente teóricos– en la reconstrucción de un objeto de conocimiento, Florestan utilizó tipos, entre los principales, el weberiano (tipo ideal), el durkheimiano (tipo medio) y el marxista (tipo extremo). Nuestro autor siempre trabaja intensamente en su taller con el máximo material empírico recogido, cosiendo desde dentro y en forma tensa (Florestan es autor de lenguaje tenso), investigada elucidación -a falta de un término más adecuado- de un tono materialista. .
Pero, ¿sería dialéctico? Gramsci escribió con razón que toda gran investigación crea su propio método: “toda investigación científica crea para sí misma un método adecuado, su propia lógica” (Gramsci, 1999, p. 234-235). El procedimiento original de Fernandes, si bien lejos de la tentación de fusionar manzanas con manzanas, resultó por otro lado en la coexistencia de tensiones y giros del lenguaje hasta alcanzar la categoría precisa de orfebrería, ya saturada de investigación sobre la realidad social. Por ejemplo, con respecto a la burguesía brasileña, Florestan definió, durante algún tiempo, que nuestra burguesía tenía un carácter histórico y estructural “heterónimo”, sobre todo porque la realidad del suelo brasileño en sí misma es heteronímica. Indudablemente, la burguesía brasileña es heterónima, pero tal vez ese rasgo no sea el término más apropiado para describir la saturación de las determinaciones de la realidad a partir de cierto punto. Esta es ciertamente la razón por la cual, después de mucha investigación empírica y teórica, nuestro autor llegó a preferir el término “burguesía dependiente” para describir la transición brasileña del capitalismo competitivo al capitalismo monopolista emergente después de 1930 y la posguerra. A su manera, la Revolución Burguesa en Brasil es un tipo, pero no un tipo ideal weberiano, como a veces la clasifican algunos estudiosos florestanos, sino una totalidad reconstruida de lo abstracto a lo concreto, entre otros recursos heurísticos, a través de tres tipos. Lo más importante es que, a diferencia, por ejemplo, del tipo ideal weberiano –que es siempre una reconstrucción ideal de la realidad movida por la subjetividad del sujeto de conocimiento (el investigador)–, la reconstrucción florestiana pretende ser materialista.
Tomemos el ejemplo de la siempre compleja discusión sobre el concepto de clases sociales. Como existen muchas dificultades para explicar el concepto de clases como clave explicativa de la estructura de la sociedad colonial, Florestan prefirió designar a nuestros primeros grupos sociales dominantes como “estamentos”. EP Thompson (1989, p. 13-61), en otra clave teórica, sugirió la posibilidad, en la experiencia de formación de la clase obrera inglesa, de una “lucha de clases sin clases”. En Brasil, elaborando a su propio riesgo, Florestan adoptó la terminología de transición a un “orden social competitivo” (es decir, el proceso de transición de un orden esclavista a una sociedad capitalista) para no perder de vista las particularidades de relaciones esclavistas y tradiciones patriarcales que florecieron aquí. Mientras tanto, vale la pena señalar la forma original en que Florestan detectó el surgimiento de la ciudadanía, la sociedad civil y las instituciones liberales en el Imperio. Si en Europa las revoluciones burguesas universalizaron el estatus social de ciudadano civil, aquí la metamorfosis del esclavista y patrimonialista en señor-ciudadano. Aquí, ante la ausencia de la presencia del Tercer Estado en la constitución del contrato social, limitado a Casa Grande y los Sobrados, la sociedad civil y las clases sociales dominantes se convirtieron en una misma cosa, “no sólo el grueso de la población quedó excluida de sociedad civil. Esta también se diferenciaba según gradaciones que respondían a la composición del orden estamental construido racial, social y económicamente en la colonia” (Fernandes, 1987, p. 59).
Detectar todo este extrañamiento nativo en el origen de la ciudadanía y la sociedad civil fue posible porque, de todos los conceptos originales creados por el autor, uno de los más heterodoxamente creativos es el de “orden social”. Por cierto, escribe Heloísa Fernandes, en un viejo correo electrónico al autor de este artículo: “... yo discutía con mi padre sobre el eclecticismo, pero hoy pienso que el 'eclecticismo bien templado' de Florestan le permitió inventar el concepto de orden social –sé que es weberiano, pero es invención de Florestan, porque, para Weber, el orden capitalista, definido por el mercado, es un orden económico, mientras que el orden social es más propiamente el estamental y castas, que se define por el modo de vida. En todo caso, digo, este concepto de orden social es lo más rico de Florestan porque, gracias a él, como escribo (…), 'el sociólogo se mantuvo atento a la exclusión de la mayoría de la ciudadanía plena, y el socialismo ha no ha estado sumergido en una narrativa teleológica de clases sociales'”. De esta forma, los conceptos nativos de ciudadanía y sociedad civil, desde un principio, como en Hegel y Gramsci, no se restringen a un mero despliegue de la realidad mercantil, no es sólo sociedad civil-burguesa.
Para mim, é ainda mais: entender as origens do capitalismo brasileiro na chave de “ordem social” permite integrar à análise – mais ou menos à maneira do conceito de “bloco histórico” em Gramsci, – blocos temporais relativamente longos amalgamando economia, cultura e política, integrando estrutura e superestrutura em mútua incidência a totalidade social (Buci-Glucksmann, 1990, p. 351).Por tudo isso, parece-me que a opção teórica e existencial de Fernandes pelo marxismo processou-se um por uma via bastante pessoal es original. El peculiar marxismo de Fernandes, aun en su fase más madura, abiertamente revolucionaria, tiene una dicción propia e inimitable, como un juego de lenguaje dialéctico en el que aparece la terminología de “eclecticismo bien temperado” en “marxismo revolucionario”, así como, muchas veces, en el pasado, la dicción de “marxismo revolucionario” sorprende en “eclecticismo bien templado”. Curiosamente, ¿brasileño? -, la dicción de la escritura de Florestan está siempre impregnada de la presencia de contenido del marxismo, expresiones extraídas de la antropología funcionalista americana, la sociología estructuralista de la Escuela de Chicago, la sociología de la cultura de Karl Mannheim, etc. Sin embargo, si bien la exposición está impregnada de la nomenclatura extraída de la sociología y la antropología canónicas, la investigación se realiza bajo los auspicios de un método de análisis dialéctico, en el que radica ese inimitable y muy particular “eclecticismo bien temperado”.
Así, en Florestan hubo una especie de disyunción: en el ámbito estrictamente político, Fernandes siempre fue de izquierda y profesó el marxismo, pero, en el ámbito conceptual, la transición al marxismo se produjo en un largo período de tiempo y con tensiones en su pensamiento, revelado por el residuo funcionalista en el plano expositivo. En una declaración de 1980, Florestan nos dice: “(…) durante algún tiempo corrí el riesgo de andar por el camino (…) de pulverizar las ciencias y de buscar una falsa autonomía de las ciencias. hubiera ido por el camino equivocado. Lo que me salvó fue la impregnación marxista de mi relación ética con los problemas de la sociedad brasileña” (Fernandes, 1995, p. 15). La cuestión del método de investigación y exposición de Florestan, por cierto, es un tema que necesita ser investigado más seriamente.
La revolución burguesa en clave de capitalismo subdesarrollado y dependiente
Uno de los efectos más importantes de este marxismo muy personal –que no hace más que elevar el genio del autor– es que problemas, categorías y conceptos durante mucho tiempo enmarcados en el marco de la tradición marxista finalmente regresan con vigorosa fuerza heurística en RBB, en un grado sin parámetro en la propia obra anterior de Florestan. Es una obra viva y creativa, no sólo de plena aplicación o transposición. Florestan partió de la realidad al concepto, más que del concepto a la realidad, consciente (repitió muchas veces esta lección hegeliana) de que es necesario no sólo que la realidad tienda al concepto, sino también que el concepto tienda a la realidad. La recepción de este depósito de autores, categorías y conceptos de la tradición marxista debería verse más como una incorporación del “estado del arte” de la teoría, para estar, como le gustaba decir, “saturada” de investigación empírica, una investigación con las posibilidades de corregir, desviar o negar un A Priore dogmático, proceden de la autoridad de que procede. Toda la obra de Florestan, incluida la parte más abiertamente marxista, escapa, por tanto, a un pálido juego de influencias de importantes autores ya la aplicación de categorías externas. Por lo tanto, carece de fidelidad al método de investigación del autor afiliarlo dogmáticamente a una corriente marxista, ya sea luxemburgués, teoría de la dependencia o trotskismo.
Ejemplos de ello son la forma en que Florestan aborda temas clásicos del marxismo y el desarrollo. Rescata a Lenin, por ejemplo, sobre la cuestión de la formación del mercado interno en una economía de capitalismo periférico y sobre el control de las regiones más atrasadas por las más avanzadas, uno de los temas más importantes en la discusión del desarrollo por un sesgo, recordando a Francisco de Oliveira, a partir de una “crítica de la razón dualista” (2003b). Lenin estaba siendo universal en el trato con el pueblo, por lo que Florestan considera El desarrollo del capitalismo en Rusia (1982) “(…) su mayor obra de investigación científica” (Fernandes, 2012a, p. 252). También considera a Lenin en el tema de la vorágine expansiva del imperialismo contemporáneo, estudiado por este autor en El imperialismo, etapa suprema del capitalismo (1982b). Se trata de dos libros que aparecen, no por casualidad, especialmente citados en la RBB en el apartado titulado por el propio Florestan como 'Bibliografía de referencia' (Fernandes, 2005, p. 426). Cabe señalar también, por cierto, la mención de Rosa Luxemburgo en La acumulación de capital (1985), realizado en la misma sección “bibliografía de referencia” (Fernandes, 2005, p. 426). Lenin y Rosa son importantes (Lenin más que Rosa), pero él no repite, procesa a su manera y saca sus propias conclusiones. Según Florestan, si bien Rosa fue pionera en percibir el contenido expansivo y militar del capitalismo hacia la ocupación colonial de la periferia, apuntando a aplicar el excedente de capital generado en el centro, aun así, a pesar de la genialidad de un análisis de mérito inaugural, “uno se da cuenta de que no le interesan los mecanismos que se dan en la periferia”, mientras que la teoría leninista del imperialismo sería más general e incluyente. Al resaltar la teoría del imperialismo, Florestan no piensa “que la teoría de la dependencia sea una teoría nueva. Es un desarrollo de la teoría del imperialismo” (Fernandes, 2006a, p. 41).
Otro parámetro clave de los clásicos del marxismo en los análisis de Florestan sobre la formación social brasileña sería, en opinión de Osvaldo Coggiola (1995, p. 9), la noción histórica de desarrollo desigual y combinado del capitalismo considerado a nivel mundial, desarrollada por Trotsky. En la juventud trotskista, como acertadamente observa Coggiola (tales evidencias a veces se olvidan o se ocultan en los estudios académicos), nuestro autor conoció las elaboraciones clásicas de Trotsky. Con seguridad, Florestan tenía en alta estima a Trotsky y sus teorías, como se puede deducir de la lectura de su breve artículo 'Trotsky y la revolución' (Fernandes, 1994, p. 187-192). Sin embargo, en la sección del libro donde se ocupa de revelar su “bibliografía de referencia”, Florestan cita una sola obra de Trotsky, Revolución y contrarrevolución en Alemania (1979), una extraordinaria selección de textos que combaten el ascenso del nazi-fascismo y critican la línea dominante en la Internacional Comunista de “clase contra clase”. El libro de Trotsky es una obra de teoría política marxista, pero no tiene nada que ver, o sólo en una segunda mitad tiene que ver con cuestiones de economía política del imperialismo mundial. Aparentemente, clama por la falta en la “bibliografía de referencia” de la RBB de libros y artículos en los que Trotsky trata principalmente del desarrollo desigual y combinado. Pero no es así. Estas lecturas ya han sido asimiladas orgánicamente, constituyen el bagaje teórico-político, y no sólo memorístico, de nuestro autor. En RBB, Florestan radicaliza el concepto de 'ensayo de interpretación sociológica' –que ya era el subtítulo de La integración de los negros en la sociedad de clases -, en el sentido de una exposición de muchas referencias ocultas, debidamente sintetizadas, y pocas citas directas.
En cuanto a los autores de la teoría de la dependencia, en la línea marxista, se citan dos en la sección 'Bibliografía de referencia' en la sección de América Latina: Andre Gunder Frank y Rui Mauro Marini. En el otro espectro de la dependencia, más weberiano, aparece con todas sus publicaciones su antiguo alumno FHC, el Papá Noel de la teoría de la dependencia asociada. En otras ocasiones, al señalar la importancia de Marini en la comprensión de las dinámicas del capitalismo latinoamericano y brasileño, Florestan sin embargo hizo reservas sobre el tratamiento de la cuestión agraria en Brasil al separar el atraso de los latifundios de la burguesía, “cuando en realidad lo más sector reaccionario de la burguesía brasileña es el latifundio. Fue el sector que dio el salto más rápido de una condición aristocrática a una burguesa” (Fernandes, 1980, p. 30). Como no podía dejar de aparecer en un balance de la RBB, en la bibliografía se incluyen prácticamente todos los autores y libros relevantes de la CEPAL y el ISEB, fundamentales en el campo del nacionaldesarrollismo. Curiosamente, Florestan no menciona a Lenin (ya citado en la sección anterior de este artículo, junto con Rosa Luxemburg, como referentes polares), el importantísimo, para el estudio de los tipos heterodoxos y no clásicos de la revolución burguesa, Programa Agrario (1980), donde surge el tema de la “vía prusiana” de resolver la cuestión agraria.
Pienso que la cuestión de la dependencia, en el enfoque original de Florestan, constituye una de las bases principales de la interpretación de nuestro autor sobre el proceso RBB. Sin la lupa de este foco, la narrativa del proceso RBB, en su fina urdimbre, se torna incomprensible. Vale la pena señalar que, a pesar de su relevancia -la 'tercera parte' de RBB llamada 'Revolución burguesa y capitalismo dependiente' (2005, p. 235-424)-, en el diálogo muchas veces cifrado entre Florestan y independentistas, abordó el tema de la dependencia desde su propio ángulo. Escudriñó la realidad a partir del conocimiento empírico y bibliográfico acumulado a lo largo de años de profunda investigación sobre Brasil, saturando de contenido reflexivo lo que llamó el “orden social burgués”, mientras que los independentistas, en la vena marxista, abordaban el mismo orden a partir de cuestiones planteadas por una nueva economía política, como la transferencia de valor y la sobreexplotación de la fuerza de trabajo. Gramsci acuñó la noción de 'traducción' y 'traducibilidad' de los lenguajes científicos y sociales, es decir, la posibilidad de que un lenguaje científico encuentre una traducción en otro (Gramsci, 1999, p. 185-190). Parece ser el caso de las relaciones entre Florestan y la Teoría marxista de la Dependencia.
Brasil no es Uganda, Afganistán, Haití o Puerto Rico, pero tampoco lo son Estados Unidos (revolución clásica en germen de capitalismo competitivo), Japón o Alemania (capitalismos tardíos no coloniales). Nuestra burguesía, en transición al capitalismo monopolista, no es simplemente una “burguesía compradora”: “contrariamente al cliché vigente, las burguesías no son, bajo el capitalismo dependiente y subdesarrollado, meras 'burguesías compradoras' (típicas de la economía colonial y neocolonial). situaciones, en un sentido específico). Detentan un fuerte poder económico, social y político, de base y alcance nacional” (Fernandes, 1987, p. 296). Para entender esta definición, tenemos que profundizar en la historia del país.
Contrariamente a gran parte de la literatura originaria de São Paulo, que destacaba la previa acumulación del excedente de la burguesía comerciante de café en el Imperio - o sea, la continuidad del proceso de inserción de Brasil en el capitalismo competitivo -, que los Vargas ordenan el capitalismo hacia capitalismo monopolista, Florestan valoró el proceso original de 1930 – cierto que en una apertura muy particular, fuera de la línea de las tradiciones dominantes en ese momento entre obreros y comunistas, después de todo, el ISEB y el PCB son los dos objetos principales del autor crítica respetuosa.
Los inicios de una lenta revolución burguesa en el régimen del capitalismo tardío se dieron antes de 1930. Sin embargo, la situación allí creada abrió una brecha política: la posibilidad de apostar idealmente por un proyecto de desarrollo autónomo del capitalismo brasileño. Este proyecto autonomista, revolucionario para unos, reformista para otros, tocó los últimos acordes sinfónicos, ni que decir tiene, en 1964. Después se convirtió en una elegía. Según nuestro autor, “el antiguo régimen no entra en una crisis final cuando desaparece la esclavitud: esto sólo ocurre en 1930 (…) Esto no significa, sin embargo, la desaparición de la oligarquía, con su oscurantismo intelectual y su tendencia reaccionaria. Pero, de todos modos, el antiguo régimen, que se suponía que se derrumbaría con la abolición y proclamación de la República, finalmente entró en agonía y perdió la base material de su precario equilibrio social y político” (Fernandes, 2006a, p. 26-27). .
Sin duda, Brasil experimentó, después de 1930, ciertamente con base en el proceso anterior de transición del trabajo esclavo al trabajo libre, un período de gran desarrollo económico. En rigor, tuvimos un proceso iniciador de cambio social; pasamos de una formación económico-social agrario-exportadora y el dominio de diversas relaciones sociales precapitalistas (vinculadas al contexto de la división internacional del trabajo del llamado “imperialismo clásico”) al capitalismo que Florestan, junto con muchas otras buenas gentes, llamadas síntesis del capitalismo dependiente y subdesarrollado. Es decir, un vigoroso proceso interno de industrialización y modernización, pero en un contexto de amalgama, formando una estructura dual, entre el capital monopolista externo, las fracciones de la burguesía brasileña y la persistencia en el territorio nacional, en el campo, pero también en las ciudades, de relaciones sociales pre y subcapitalistas.
Por todas estas razones, no es posible fantasear con este período. Sin duda, hubo un proceso de desarrollo económico, crecimiento industrial, urbanización y fortalecimiento de la sociedad civil en general, pero no lo suficiente como para saltarse las vicisitudes y limitaciones del proceso de desarrollo desigual y combinado del capitalismo mundial, en el que Brasil se sitúa en la esfera dependiente del globo. Este es el punto débil de nuestro proceso de modernización: no se dio entre los países latinoamericanos más viables (Brasil, México y Argentina), que saltaron de la periferia a la semiperiferia del capitalismo durante la duración de la larga onda expansiva del capitalismo. 1945-1972, un proceso de industrialización orgánica, una autonomización de la dependencia. La razón de la industrialización atada y la reverberación de la dependencia está relacionada con la forma sui generis ¿Cómo se llevó a cabo el proceso de RBB?. En Brasil, “la 'revolución burguesa' en Brasil no la hizo la burguesía nacional, sino el capital monopolista. Es el imperialismo el que tiene el papel hegemónico y hace los papeles de los prusianos o de la dinastía Meiji” (Fernandes, 1989, p. 136).
Eso es muy importante. Para Florestan había, de hecho, y no como ausencia, simulacro o nostalgia de un futuro del pasado que no existía, la materialidad de un RBB. El título del libro no es una metáfora graciosa. En esta percepción, se diferencia de los estudios de modernización conservadora, de autores como Barrington Moore Jr. (1975), para quienes la última revolución burguesa fue Estados Unidos, y por tanto las sociedades que no hicieron la revolución agraria no pudieron transitar al régimen político del liberalismo democrático. El punto es que la revolución burguesa, más que una “modernización conservadora” limitada, es exactamente el proceso que Florestan llama “transformación capitalista” en ese momento y a través del capitalismo dependiente bajo la égida del capitalismo monopolista.
Entonces, al usar la expresión revolución burguesa para designar el proceso de modernización de las estructuras productivas y sociales de Brasil, Florestan no está utilizando el concepto en el molde de la identidad con las revoluciones burguesas clásicas, como, principalmente, la francesa y la norteamericana. He aquí un uso heterodoxo del concepto de revolución burguesa, refiriéndose a un proceso a largo plazo: el lento proceso brasileño de transición al capitalismo. La heterodoxia de este concepto de revolución burguesa pretende captar no sólo las características revolucionarias de una revolución, sino también las contrarrevolucionarias, en particular el refuerzo por parte del capital monopolista extranjero de las relaciones internas precapitalistas y subcapitalistas.
Nótese que este uso heterodoxo del concepto de revolución suscitó objeciones, entre ellas, la escrita por Jacob Gorender, para quien Florestan acuñó “su” concepto individual de revolución burguesa, desplegada a lo largo de un largo período de tiempo: “la revolución burguesa es un proceso histórico concentrado en unos pocos años o algunas décadas, a través de los cuales la burguesía toma el poder estatal, se convierte en clase dominante y transforma el régimen político jurídico en favor de la expansión sin trabas de las relaciones de producción capitalistas (…) [É] inaplicable a Brasil el concepto de revolución burguesa. En nuestro país, la abolición y la República ocuparon el lugar de la revolución burguesa” (Gorender, 1987b, p. 250-259).
Hay un elemento importante de 'historia universal' –en el sentido hegeliano, filtrado por Marx de una “humanidad universal”– en el pensamiento de Florestan, no detectado por Gorender, que legitima el uso heterodoxo del concepto de revolución burguesa. Florestan tiene presente la realidad histórica de que las revoluciones burguesas clásicas eran pocos y concentrados a finales del siglo XVIII y en la primera mitad del siglo XIX. Ese veredicto emitido por Marx y Engels en la valoración del fracaso de la llamada revoluciones de 1848 en Francia y el resto de Europa es ciertamente tenido en cuenta por Fernandes. A partir de esa fecha, la burguesía dio un definitivo giro histórico restaurador y conservador, continuó hasta hace poco progresista/progresista (después del proceso RBB como 'historia universal', ni eso), en el sentido de ser una clase social interesada en la desarrollo de las fuerzas productivas, pero se tornó radicalmente contrarrevolucionario. Es a partir de este elemento histórico universal del proceso de la revolución burguesa que un autor como Gramsci, en proeza Paralelamente a Florestan, por ejemplo, extrae el concepto de revolución pasiva. Con nomenclaturas y focos distintos –tema que Carlos Nelson Coutinho (2011, p. 221-240) aborda sugerentemente–, la revolución burguesa de Florestan tiene más afinidades electivas con el tema de la revolución pasiva en Gramsci que con las modernizaciones conservadoras de Barrington Moore Jr (1975).
Marx, haciendo balance del resultado de todas las revoluciones burguesas, en la obra maestra política y literaria El 18 Brumario de Luis Bonaparte, dijo: “todas las revoluciones [burguesas] perfeccionaron esta máquina [el Estado] en lugar de destruirla” (Marx, 1979, p. 273). ¿Que significa eso? Que la burguesía sólo puede desencadenar su progresismo (el desarrollo de las fuerzas productivas) privilegiando el cambio social conducido desde arriba, es decir, desde el aparato de Estado, y que las formas democráticas de las revoluciones clásicas -según el prisma burgués- definitivamente fueron enterrados o cosificados. En resumen, el proceso RBB aborda directamente el tema de la objetivación pasiva y no clásica del capitalismo en Brasil.
La revolución burguesa prolongada hizo germinar en estas tierras una burguesía incapaz de conducir autónomamente la transformación capitalista y, por tanto, de reconciliar internamente los procesos de hegemonía de las revoluciones clásicas. En resumen, en una fórmula compleja: hubo una revolución burguesa, pero no una revolución nacional, popular y democrática, se necesitó del capitalismo monopolista de los países centrales y de las burguesías externas para llevar a cabo la transformación. Pero, no por eso, y quizás por eso, nuestra burguesía nunca ha dejado, a lo largo del proceso de transformación capitalista, de ocupar y controlar con hierro y fuego, directamente o a través de testaferros, el poder económico, social y político de sociedad brasileña. Desde el punto de vista de la cultura -esta cuestión merece estudios aparte-, porque nuestra RBB no condujo a un proceso histórico de hegemonía (o a una hegemonía trunca, de autocracia burguesa), la procesó el dominio y el consenso de las clases populares. por la vía individual de integración a través de la industria cultural, y no por la vía orgánica nacional-popular.
Sin embargo, aunque se inició con el objetivo de dar acceso interno al capital monopolista extranjero, no hubo ocupación directa del Estado brasileño por títeres extranjeros. Brasil no mantuvo las mismas relaciones de fuerzas neocoloniales que en Cuba antes de la revolución. La RBB fue dirigida políticamente por la burguesía brasileña, liderazgo político que no abandonó y por mucho tiempo. Por otra parte, contrariamente a la transformación capitalista no clásica de los capitalismos tardíos, por ejemplo, de Alemania, el punto de apoyo brasileño no provenía sólo de los estratos aristocráticos de la burocracia estatal civil y militar interna, fuertemente nacionalista. Esta carencia nacional debía ser sustituida por la participación, en el propio bloque histórico interno, de los intereses de las naciones capitalistas hegemónicas.
La situación tuvo una repercusión política inmediata: manteniendo el statu quo de las relaciones internacionales en la posguerra, ni el desarrollo económico ni la industrialización estaban prohibidos para Brasil, mientras se trate de un desarrollo dependiente y una industrialización técnicamente subdesarrollada. Esa fue la conclusión de Florestan al evaluar, en términos generales, el capitalismo brasileño, señalando que, aun sin romper los lazos histórico-estructurales de dependencia, era posible el desarrollo de la periferia, “mientras se mantenga, lo que se produce es un desarrollo capitalista dependiente”. y, cualquiera que sea el patrón al que tienda, incapaz de saturar todas las funciones económicas, socioculturales y políticas que debe cumplir en la etapa correspondiente del capitalismo. Es claro que el crecimiento capitalista se da acelerando la acumulación de capital o la modernidad institucional, pero manteniendo siempre como condiciones y efectos ineluctables la expropiación capitalista externa y el subdesarrollo relativo” (Fernández 1987, p. 291).
La promoción de ese modelo de desarrollo, que reproducía la dominación externa y el subdesarrollo relativo, era lo que se proponía políticamente la burguesía brasileña, y la ejecución de esa tarea era el contenido de la revolución burguesa brasileña que codifica y condiciona a Brasil.
*Jaldés Meneses Es profesor del Departamento de Historia y del Programa de Posgrado en Trabajo Social de la UFPB.
Referencias
ARANTES, Pablo. Un departamento francés de ultramar. Estudios sobre la formación de la cultura filosófica de la USP (una experiencia en los años 60). Río de Janeiro, Paz y Tierra, 1994.
BRESSER-PEREIRA, Luiz Carlos. Crisis de estado. Ensayos sobre la economía brasileña. San Pablo: Nobel, 1992.
_____________________________. La construcción política de Brasil. Sociedad, economía y estado desde la independencia. São Paulo: Ed. 34 (2a ed.), 2015.
BUCI-GLUCKSMANN, Christinne. Gramsci y el Estado. Por una teoría materialista de la filosofía. São Paulo: Paz y Tierra (2a ed.), 1990.
CÁNDIDO, Antonio. Un activista incansable. En: MARTINEZ, Paulo Henrique (Org.). Florestan o el sentido de las cosas. São Paulo: Boitempo, 1998, pág. 37-47.
CARDOSO, Fernando Enrique. Autoritarismo y democratización. Río de Janeiro: Paz y Tierra, 1975.
CARONE, Edgardo. El PCB. 1943-1964 (Vol.2). São Paulo: Difel, 1982.
_______________. El PCB. 1964-1982 (Vol. 3). São Paulo: Difel, 1982.
COGGIOLA, Osvaldo. Florestan Fernandes y el socialismo. En: FLORESTAN, Fernandes. En busca del socialismo. Últimos escritos y otros textos. São Paulo: Xamã, 1995, p. 9-28.
COHN, Gabriel. Patrones y dilemas: el pensamiento de Florestan Fernandes. En: MORAES, Reginaldo; ANTUNES, Ricardo; Ferrante, Vera B. Inteligencia brasileña. São Paulo: Brasiliense, 1986, pág. 125-148.
🇧🇷 Eclecticismo bien temperado. En: D'Incao, María Ángela. Conocimiento militante. Ensayos sobre Florestan Fernandes. São Paulo: Unesp/Paz e Terra, 1987, p. 48-53.
COUTINHO, Carlos Nelson. “Marxismo e 'imagen de Brasil' en Florestan Fernandes”. En: Cultura y sociedad en Brasil. Ensayos sobre las ideas y las formas. São Paulo: Expresión Popular (4ª ed.), 2011.
D'ARAÚJO, Maria Celina & CASTRO, Célio. Ernesto Geisel. Río de Janeiro: FGV (4a ed.), 1997.
FEIJÓ, Martín Cezar. “Panel de lectores”. En: Folha de S. Paulo, 21/01/1999. Disponible:https://www1.folha.uol.com.br/fsp/opiniao/fz21019911.htm≤. Consultado el: 10/09/2020.
FERNANDES, Florestán. Sociedad de clases y subdesarrollo. Río de Janeiro, Zahar, 1968.
____________________. Capitalismo dependiente y clases sociales en América Latina. Río de Janeiro: Zahar, 1973.
____________________. Brasil: en espera. San Pablo: Hucitec, 1980.
____________________. Florestan Fernandes, la persona y el político. Revista Ensaio, São Paulo n. 8, pág. 9-39, 1980.
____________________. La dictadura en cuestión. São Paulo: TA Queiroz, 1982.
____________________. La revolución burguesa en Brasil. Ensayo de interpretación sociológica. Río de Janeiro: Guanabara (3a ed.), 1987.
____________________. Asamblea Constituyente y Revolución (entrevista). Revista Ensaio, São Paulo n. 17-18, pág. 123-172, 1989.
_____________________. florestán fernandes. Entrevista a Paulo de Tarso Venceslau. Teoría y Debate, São Paulo, nº 13, 1991. Disponible en:https://drive.google.com/file/d/1QZxhSzzUYTemcFBFA42–SG2CBY_Y72T/view≥.. Consultado el 4 de septiembre de 2020.
____________________. Florestan Fernandes, historia y relatos. Testimonio de Alfredo Bosi, Carlos Guilherme Mota y Gabriel Cohn. Nuevos Estudios CEBRAP, São Paulo, n. 42, pág. 3-31 de julio 1995.
____________________. La revolución burguesa en Brasil. Ensayo de interpretación sociológica. São Paulo: Globo (5a ed.), 2005.
_____________________. Florestán Fernández. Entrevista. En: RUGAI BASTOS, Elide; ABRUCIO, Fernando; LOUREIRO, Rita; REGO, José Marcio. Conversaciones con sociólogos brasileños. São Paulo: 34 Editora, 2006a, pág. 13-48.
____________________. Pensamiento y acción. El PT y los caminos del socialismo. Río de Janeiro, Globo, 2006b.
FERNANDES, Eloísa. “Capitalismo salvaje, dominación autocrático-burguesa y revolución dentro del orden”. Margem Esquerda, São Paulo, n. 8, 2006, pág. 1-10. Disponible:
FIORI, José Luis. En busca de la disidencia perdida. Ensayos sobre la celebrada crisis del Estado. Río de Janeiro: Insight, 1995.
______________. El vuelo del búho. Releer el desarrollismo brasileño. Río de Janeiro: Récord (2a ed.), 2003.
GASPARI, Elio. La dictadura acorralada. El sacerdote y el hechicero. Río de Janeiro: Intrínseco (2a ed.), 2014.
GRAMSCI, Antonio. prisión cuadernos —v. 1. Introducción al estudio de la filosofía. La filosofía de Benedetto Croce. Río de Janeiro: Civilización Brasileña, 1999.
_________________. prisión cuadernos —v 5. Risorgimento. Apuntes sobre la historia de Italia. Río de Janeiro: Civilización Brasileña, 2002.
GOETHE, Johan Wolfgang von. Los aprendizajes de Wilhelm Meister. São Paulo: 34 Editora, 2006.
GORENDER, Jacob. Lucha en la oscuridad. La izquierda brasileña: de las ilusiones perdidas a la lucha armada. São Paulo: Ática, 1987a.
__________________. La revolución burguesa y los comunistas. En: D'INCAO, Maria Ângela. El saber militante. Ensayos sobre Florestan Fernandes. São Paulo: Paz e Terra/Unesp, 1987b, p. 250-259.
LENÍN, Vladimir I. El programa agrario de la socialdemocracia en la primera revolución rusa de 1905-1907. São Paulo: Ciencias Humanas, 1980.
________________. El desarrollo del capitalismo en Rusia. El proceso de formación del mercado interno para la Gran Industria. São Paulo: Abril Cultural, 1982a.
________________. El imperialismo, la etapa superior del capitalismo. En: Lenin, VI Trabajos seleccionados - V. 1. São Paulo: Alfa-Omega (2a ed.), 1982b, pág. 575-666.
LUXEMBURGO, Rosa. Acumulación de capital. Contribución al estudio económico del imperialismo. São Paulo: Nova Cultural, 1985.
MARTINS, José de Souza. Prefacio a la quinta edición. En: FERNANDES, Florestán. La revolución burguesa en Brasil. Ensayo de interpretación sociológica. Río de Janeiro, Globo (5a ed.), 2005, pág. 9-24.
MARX, Carlos. El 18 Brumario de Luis Bonaparte. En: MARX, Karl & ENGELS.Trabajos seleccionados – v.1. São Paulo: Alfa-Omega, 1979, pág. 199-285.
MAZZEO, Antonio Carlos. Estado y burguesía en Brasil. Orígenes de la autocracia burguesa. São Paulo: Boitempo (3a ed.), 2015.
MOORE Jr., Barrington. Los orígenes sociales de la dictadura y la democracia. São Paulo: Martins Fontes, 1975.
NETTO, José Paulo. Dictadura y Trabajo Social. Un análisis del Trabajo Social en el Brasil post-64. São Paulo: Cortez, 1991.
NETTO, José Paulo. Marxismo impenitente: contribución a la historia de las ideas marxistas. São Paulo: Cortez, 2004.
OLIVEIRA, Francisco de. La navegación aventurera. Ensayos sobre Celso Furtado. São Paulo: Boitempo, 2003a.
_____________________. Crítica a la razón dualista/el ornitorrinco. São Paulo: Boitempo, 2003b.
PRESTES, Anita Leocádia. Luis Carlos Prestes. La lucha por un partido revolucionario (1958-1990). São Paulo: Expresión Popular, 2012.
PRESTES, Luis Carlos. Brasil En: VARIOS AUTORES. El socialismo en debate (1917-1987). São Paulo: Cajamar, 1988, pág. 223-304.
SODRÉ, Nelson Werneck. Historia y materialismo histórico en Brasil. São Paulo: Global, 1985.
THOMPSON, EP La sociedad inglesa del siglo XVIII: ¿Lucha de clasesinclases?. En: THOMPSON, EP Tradición, revolución y conciencia de clase: estudios sobre lacrisis en la sociedad preindustrial. Barcelona: Crítica, 1989, p. 13-61.
TROTSKY, León. Revolución y la contrarrevolución en Alemania. São Paulo: Ciencias Humanas, 1979.
MÚLTIPLES AUTORES. La revolución burguesa en Brasil. Encuentros con la Civilización Brasileña, Río de Janeiro, n. 4, pág. 175-207, 1978.
WEFFORT, Francisco. La segunda revolución democrática, 1994. Disponible en:https://www1.folha.uol.com.br/fsp/1994/10/04/caderno_especial/3.html>. Consultado el 4 de septiembre de 2020.