Literatura de ciencia ficción y fantasía.

Imagen: Joan Miró
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por DANIEL BRASIL*

Consideraciones sobre el libro recientemente publicado “No ficción”, de Bráulio Tavares

En su muy interesante libro. No ficción, uma coletânea de ensaios e artigos sobre ficção científica, literatura fantástica e escritores, o polígrafo Bráulio Tavares esmiúça os meandros da criação literária, comparando autores e estilos, analisando atitudes frente ao desafio de criar ficção, e apresenta deliciosos exemplos de literatura fantástica brasileira do siglo XIX.

¿Alguna vez has oído hablar de la escritora cearense Emília de Freitas (1855/1908), autora de la novela fantástica La reina de la ignorancia? Publicado en 1899, fue reeditado en 1980, con 364 páginas, por la Prensa Oficial de Ceará. Y por Lucas José de Alvarenga, un escritor carioca que perpetró una fantasía oriental llamada Estatira y Zoroastro, en 1826? ¿Sabías que Joaquim Manuel de Macedo escribió una “epopeya romántica” llamada la nebulosa, donde un personaje (el Trovador) se va a vivir a un islote de la Bahía de Guanabara, donde supuestamente vive el fantasma de una mujer que canta baladas al borde del acantilado?

Un artículo en particular me llamó especialmente la atención, ya que abordaba un tema esencial para cualquier escritor de ficción. Bráulio Tavares, quien también escribió ¿Qué es la ciencia ficción?, de la añorada colección de bolsillo brasileño, habla sobre la cuestión de la verosimilitud y cita a Isaac Asimov. Para el “maestro”, como él lo llama, “deberíamos llamarlo FC duro aquellos textos en los que, independientemente de la(s) ciencia(s) o actividad científica involucrada, los elementos tenían un uso severamente creíble del material utilizado, ya fuera de física nuclear o de psicología. Las historias suave Serían aquellas en las que elementos científicos (de estas mismas ciencias, o de otras cualesquiera) se utilizarían de forma, digamos, más liberal, siguiendo (y sujetos a los caprichos de) mecanismos literarios”.

En Brasil, la ciencia ficción todavía ocupa un nicho muy restringido. Pero todo escritor de ficción, campo que abarca una amplia gama de estilos, propuestas y enfoques, debería reflexionar sobre el uso de la realidad, del verismo, en su obra.

Bráulio Tavares recuerda un caso ocurrido con Eça de Queiroz. en romance La reliquia (1887), en algún momento en el que un personaje ve la luna “curvada como el machete que cortó la cabeza de Yokanaan”, una noche. Al día siguiente, en otro capítulo, hay luna llena, hecho que fue señalado por un lector, de forma tan respetuosa que acabó incorporándose en ediciones posteriores de la obra.

Agatha Christie parece haber estudiado varios tratados químicos y médicos para envenenar a sus personajes, lo que provocó la admiración de los críticos más atentos. Guimarães Rosa tenía varios cuadernos, además de recorrer los caminos de Minas Gerais a caballo antes (y durante) la creación de sus obras. Tolkien estudió obsesivamente los detalles de sus fantásticos escritos, desde preparar el guiso de conejo hasta “cuántos minutos varía la luna para aparecer en el horizonte cuando está cerca de estar llena”.

El contemporáneo Edmar Monteiro Filho, excelente cuentista, recorrió muchas veces las calles del centro de São Paulo, observando todas las características geográficas y arquitectónicas, para escribir un cuento que recibió el premio Guimarães Rosa, de Rádio França Internacional, en 1997. La experiencia personal ayuda a componer escenarios, situaciones e incluso emociones, estableciendo una especie de juego con el lector, quien a su vez se identifica con escenarios, situaciones e incluso emociones que le parecen “reales”.

Pero ¿conocía Machado de Assis el interior de un sanatorio? ¿Érico Veríssimo pisó Antares? ¿Gabriel García Márquez, quien se presentó como periodista, conocía de cerca a Macondo? ¿Jorge Luis Borges vio algo? Para describir perfectamente un delito, ¿es necesario haber presenciado o cometido uno? ¿Puede un hombre escribir con voz femenina y viceversa?

Las respuestas son obvias, no hay duda, a excepción de Jorge Luis Borges, que no pudo ver pero vio. La creación ficticia permite muchas hipótesis. Pero cuanto más ancla la ficción en la realidad, más creíble parece. Contar una historia en la que el Pan de Azúcar está cubierto de nieve no resultará muy convincente, al igual que describir una familia ideal, donde todos los hermanos se aman y los padres son modelos a seguir.

Lidiar con las fronteras entre ficción y realidad, entre descripción e invención, es un desafío que abarca siglos y que hurga en nuestra conciencia. No sólo en la literatura, sino en las artes visuales, en el teatro, el cine y en el diario.

* Daniel Brasil es escritor, autor de la novela traje de reyes (Penalux), guionista y realizador de televisión, crítico musical y literario.

referencia


Braulio Tavares. No ficción: literatura, ciencia ficción, escritores y sus escritos.. Paraty, Bandeirola Editora, 2023, 192 páginas. [https://amzn.to/3NtP3p4]


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