por VÍCTOR MORAIS*
Un perfil del Ministro de Hacienda en el gobierno de Lula
“Veo a la multitud bloqueando todos mis caminos, pero la realidad es que yo soy el estorbo en el camino de la multitud” (Chico Buarque, obstáculo).
“Soy el hombre cordial\ Que vino a instaurar la democracia racial\ Soy el hombre cordial\ Que vino a afirmar la democracia racial\ Soy el héroe\ Sólo Dios y yo sé cómo duele” (Caetano Veloso, El héroe).
El historiador Nicolau Sevcenko solía decirles a sus alumnos que “USP es un útero”. La mayor prueba de la sentencia de Nicolau Sevcenko la tuve el semestre pasado, cuando mi profesor en una de las materias de pregrado fue Fernando Haddad. Este ensayo tiene como objetivo señalar algunas impresiones que recogí durante este semestre de convivencia con el profesor Fernando Haddad en un curso optativo sobre gestión de la ciudad en la carrera de Ciencias Sociales de la Universidad de São Paulo. Más que ceñirme a las clases, sin embargo, busco aquí una (quizás arriesgada) síntesis del pensamiento de Fernando Haddad como profesor-político, para tratar de entender cómo su formación académica lo influye en la toma de actitudes dentro de la política institucional.
1.
Fernando Haddad es, ante todo, un acontecimiento. Cada vez que un intelectual se entroniza en la política tenemos este acontecimiento. Desde por lo menos Domingo Faustino Sarmiento, quien presidió la Argentina de 1868 a 1874, se ha establecido una tradición en intelligentsia América Latina a intervenir directamente en el Estado en nombre de la modernización y el progreso, contra lo arcaico. Vale recordar que, en el caso de Domingo Faustino Sarmiento, estas entidades llegaron a costa de muchos saqueos, especialmente de las poblaciones indígenas en las notorias campañas del desierto.
La modernidad sería, en este caso, excluyente. El progreso sólo vendría si ciertas tradiciones populares fueran eliminadas y/o asimiladas a la procesión de los vencedores – fíjate que su gran obra trae precisamente la díada “civilización” y “barbarie” (me refiero a “Facundo – civilización y barbarie"[1845][i]). Por lo tanto, no se trataría de una elección -civilización o barbarie- sino de una constante convivencia belicosa entre una cosa y otra. Resulta que en esta experiencia argentina hubo conciencia y deseo de exclusión. La civilización tuvo que pesar más en la balanza que la barbarie.
En la experiencia brasileña, una escena análoga se puede encontrar en las campañas militares contra el pueblo de Canudos, Bahía, a fines del siglo XIX. Allí, el impulso de la modernidad -conservadora, excluyente- derivó en levantamientos populares embelesados por un líder mesiánico como Antonio Conselheiro, monárquico y sebastianista. La misma modernidad, por cierto, que expulsaría a la población de los conventillos del centro de Río de Janeiro en nombre de una reforma urbana haussmanniana. Resulta que en 1930 apareció una nueva entidad en este proceso, que seguía siendo conservadora y modernizadora al mismo tiempo. Con Vargas, el estado corporativo, la industria y la clase obrera urbana, parecíamos ser la materia prima misma de la modernidad como un devenir.[ii] Lo arcaico sería aniquilado, pero los seres arcaicos se modernizarían en nombre de su libertad (en una lectura más revolucionaria, en nombre de su liberación). Celso Furtado, en su obra anterior a 1964, fue quizás quien mejor lo encarnó.
Resulta que llegó 1964. Y poco después, sería Chico de Oliveira quien pondría la ecuación en términos propios, en conclusión, en su Críticas a la razón dualista (1972)[iii] que no existiría la oposición entre arcaico y moderno que su maestro Celso Furtado había preconizado en Formación económica de Brasil (1959).[iv] Y esto sucedería simplemente porque sin mantener lo arcaico, no habría desarrollo de lo moderno, rompiendo así con una larga tradición en la intelectualidad brasileña de que lo moderno debe superar nuestros arcaísmos estructurantes y que habría tenido su ápice durante el pacto nacional -desarrollismo enterrado por 1964. En otras palabras, desarrollo desigual y combinado.
Recorrí todo este camino para volver a Fernando Haddad por una razón: Fernando Haddad es el resultado de esta larga tradición, y quizás sea el último capítulo de esta historia, como intentaré explicar en las líneas que siguen. En Fernando Haddad, esta línea de interpretación de Brasil adquiere contornos únicos: la modernización sería posible independientemente de si dependía o no de lo arcaico. ¿Trópicos utópicos? Bueno, sería nuestro destino manifiesto, y Fernando Haddad estaría dispuesto a hacer cualquier cosa para que existiera, incluso medidas impopulares, como se verá más adelante.
2.
Licenciado en Derecho, Magíster en Economía, Doctor en Filosofía y profesor del Departamento de Ciencias Políticas, siempre en la Universidad de São Paulo (USP), Fernando Haddad se entronizaría en la política cuando, en 2001, ingresó al gobierno de Marta Suplicy. en la ciudad de São Paulo, pasando de allí a componer el gobierno de Lula, en 2003. Pero su trayectoria político-partidista data de antes: en 1985 sería elegido presidente del tradicional centro académico XI de Agosto, de la Facultad de Derecho de la USP, SanFran.
Esta es una información importante ya que coloca a Fernando Haddad en el epicentro del movimiento estudiantil de una nueva era, a pesar de los castigos que se anunciaron en ese momento. Si bien no adhirió al trotskismo, muy en boga en ese momento (ver la actuación años antes de la tendencia Liberdade e Luta, Libelu), Fernando Haddad se opuso a las corrientes que defendían el llamado “socialismo real”. Eso lo llevó a un marxismo sincopado – que encontraría un ejemplo en sus futuros textos, como su doctorado o incluso las “Tesis sobre Karl Marx”, publicadas en la revista del Instituto de Estudios Avanzados de la USP[V] – que sería capaz, por ejemplo, de reconocer la necesidad de pactar una unidad para enfrentar la dictadura que agonizaba.
En otras palabras, Fernando Haddad sería el resultado de la redemocratización de 1985 y de lo que se vislumbraba construir a partir de entonces. Si es cierto que esta democracia también agonizaría hasta la instauración del Plan Real, en 1994, también es cierto que tras él se instituyó un pacto social que duró al menos hasta junio de 2013, cuando estalló un Brasil adormecido e irreconocible. Pero hablaremos de junio más tarde. Quisiera aprovechar mi mención del Plano Real para continuar la secuencia con la que inicié este perfil: el del intelectual de referencia, trayendo esta tradición, en Brasil, al centro del debate. La razón: fue precisamente otro USPiano, otro Fernando, a quien recayó el cargo de “salvador de la patria”. Me refiero, como habrá adivinado el lector, al sociólogo Fernando Henrique Cardoso (FHC), con quien Haddad tiene profundas afinidades electivas, aunque pertenecen a épocas históricas distintas.[VI]
FHC representaba también a una izquierda marxista que, en su caso desde la Revolución Húngara (1956), había roto con la línea oficial del Partido Comunista Brasileño, el Partido, que creía en el “socialismo real” y que, tras los “Procesos de Moscú” , construiría el llamado “frontismo cultural”, una alianza con la burguesía para la modernización nacional. En 1956, en la cúspide del pacto nacional-desarrollista, la FHC comenzó a tantear una agenda intelectual, también crítica de ese pacto, que sólo se cumpliría en el momento de agonía de este modelo de país, representado por el golpe cívico-militar. de 1964. sombra de este evento que FHC concluirá, en Emprendedor Industrial y Desarrollo Económico en Brasil (1964)[Vii] que la burguesía industrial brasileña no tenía un proyecto nacional, para ser proclive a la integración con el capitalismo global. Cualquier horizonte nacional solo podía venir con la izquierda – “La pregunta será entonces: ¿subcapitalismo o socialismo?”, concluye el libro. Roberto Schwarz, en el ensayo “Un seminario de Marx”, señalará que era precisamente esta agenda la que FHC estaba dispuesta a cumplir como presidente.[Viii]
Marcos Nobre suele utilizar la expresión “República del Real” para designar el período comprendido entre el final del gobierno de Itamar Franco, cuando comenzó a circular la nueva moneda, y la ruptura de junio[Ex]. Más allá de las posibles críticas a esta nomenclatura, creo que es posible aprovecharla: este período no existiría sin la causa que eligió a Fernando Henrique. Por tanto, es el discurso de la autoridad intelectual el que logra explicar la elección y reelección de FHC. Bajo el discurso de la praxis política FHC impuso a Brasil la autoridad intelectual del Plan Real, que lo premió con el hecho inédito de dos victorias en elecciones presidenciales en primera vuelta. Como veremos, esto es precisamente lo que explicará el fracaso de Fernando Haddad en las elecciones municipales de 2016, en las que se presentó a la reelección como alcalde de São Paulo. También se trata de algo en torno al lugar de las ideas. Lo que nos importa en este punto, sin embargo, es que esta autoridad, un rasgo central del intelectual líder, construyó un imperio de la razón durante la República de lo Real que se vinculó con el neoliberalismo triunfante y la tecnocracia. En todo lo contrario a lo que refiere Fernando Haddad, aunque en ambos hay confusión en torno a las ideas de “cientificidad” y “racionalización”.
En otras palabras, si en la FHC se confirma la ineficiencia de sectores centrales de la burguesía brasileña en la construcción de una agenda propia que no sea la de la pasividad frente a los vencedores del capitalismo internacional, de modo que sólo quedarían como resultado oscuras transacciones – ver la alianza con Marco Maciel y el Partido del Frente Liberal, que anestesiaron a la derecha dura hasta junio—, para Haddad la burguesía brasileña no sería un obstáculo que cancelara su agenda, que en FHC solo se concretaría a través de una alianza con ella. En Haddad, los cambios hacia la modernización se darían con o sin acuerdo con la burguesía. Esto ocurre por todas las acciones de Fernando Haddad, pragmáticas o no; impopulares o no- se basan en uno de esos elementos que Max Weber llamó “esferas autónomas de valor”[X][Xi]: ciencia moderna.
Ciencia, por cierto, que es una palabra central para Fernando Haddad: su producción académica tiene una intención científica y todas sus medidas como político se guían por ella. Algo, dicho sea de paso, que no deja de ser una contradicción para quien se suma a la parte brasileña de los influidos por la Escuela de Frankfurt. Volviendo a Max Weber, el autor central de Fernando Haddad, sus “esferas autónomas de valor” serían uno de los pilares de la modernidad y buscarían romper con la unidad de lo bueno, lo bello y lo verdadero. Y serían autónomos precisamente por su forma de funcionamiento, lo que sólo requeriría la legitimación por parte de sus pares. Ejemplos de “esferas autónomas de valor” serían la ciencia moderna, el arte moderno y… la política moderna.
Resulta que la política brasileña y la política moderna no son lo mismo: vea la elección del capitán en 2018. En Brasil, como nos recuerda Roberto Schwarz en su ensayo seminal “Ideas fuera de lugar”, el liberalismo de las clases políticas dominantes del siglo XIX reproduce personajes de una comedia ideológica que sostiene la esclavitud moderna de los negros africanos[Xii]. En otras palabras, la política institucional brasileña aún no ha pasado por el surgimiento de las “esferas de valor autónomas” de Max Weber, ya sea porque acepta todo para sobrevivir incluso cuando ya no es posible, o porque, bajo el manto celestial de una democracia fláccida , da la falsa impresión de asimilar los supuestos de la política moderna, en términos weberianos.
Eso explica las medidas de Fernando Haddad que, siendo alcalde de São Paulo, fracasaron. Si es cierto que hubo una hiperexplotación por parte de la prensa mayoritaria en sentido contrario a estas medidas simplemente porque Haddad pertenecía al Partido de los Trabajadores, en ese momento en fuego cruzado con los medios de comunicación mayoritarios, también es cierto que estas medidas fueron contra un espíritu de junio, como se verá más adelante. En resumen, como después de junio la población se vuelve insurgente, es decir, destructiva, no habría lugar para las “esferas de valor autónomas” weberianas.
Al implementar acciones como la reducción de velocidades máximas en vías marginales, el programa “De Braços Abertos”, entre otros, Haddad estaba apostando por un espíritu público de cooperación, en el que cada ciudadano ayudaría a construir una ciudad mejor. En otras palabras, autoprotección. Resulta que esto presupone un pacto civilizatorio roto por junio, como se verá más adelante, para que las medidas tomadas en nombre del bien común, la ciudad, se traduzcan en medidas contra la libertad insurgente de destruir, matar -el caso de los marginados La mujer es ejemplar en este sentido. Es decir, un callejón sin salida que Fernando Haddad no supo resolver como alcalde y quizás aún hoy: ¿cómo gobernar a una población insurgente?
3.
También es misterio decir que, a raíz de todos estos temas, Haddad tiene una agenda intelectual que podría resumirse en la idea de reinventar el socialismo. Él, que se declara socialista hasta el día de hoy, no piensa en ello de la manera tradicional que prevalecía hasta entonces. Sabe que la derrota brasileña en 1964, aquí en estrecha afinidad con la FHC, no deja muchas alternativas. Pero a diferencia de su colega de departamento de la USP, que comparte la máxima neoliberal no hay alternativa (TINA), para Haddad es necesario hacer un camino entre esas piedras llamadas Dictadura Cívico-Militar y el neoliberalismo. El primero, que enterró toda posibilidad de proyecto progresista sincrético en Brasil en el siglo pasado; la segunda, que instauró un imperio de la razón en Brasil que inmovilizó una serie de agendas y políticas públicas – al punto que Pierre Dardot y Christian Laval hablaron de “revolución neoliberal” para calificar a Reagan, Thatcher y sus consecuencias[Xiii].
Pero nada de eso sería un obstáculo para Fernando Haddad, como se ve. Habría que “refundar el socialismo”, ante la derrota que supuso el fin del “socialismo real”. No sería, en definitiva, el momento de hacer tierra arrasada, sino de construir el futuro, ahora en un nuevo tiempo en el mundo marcado, según Paulo Arantes, por la disminución de las expectativas[Xiv]. Ahora bien, que este es el mayor desafío de nuestro tiempo, no hay duda.
Que la osadía de Fernando Haddad en proponer su propio camino -como demuestra el citado tesis sobre karl marx – ser un estímulo en tiempos de normalización de la barbarie, ídem. Pero en definitiva, como veremos, nada de esto serviría en un Brasil posterior a junio, en el que la propia población se rebelaría contra sí misma. El modelo inventado por Fernando Haddad para un “nuevo socialismo”, fruto de aquellos años perdidos de polarización entre tucanes y petistas, ya no serviría. Se moldeó. Y su elección ante este hecho me parece un punto crucial para explicar los fracasos en las campañas que hizo después de junio, especialmente en 2016, cuando lo que estaba en agenda era su gestión como alcalde.
4.
Retrocediendo un poco, Fernando Haddad se suma a una larga tradición de la llamada “escuela de formación”, que se remonta, en el límite, a Gilberto Freyre, Sérgio Buarque de Hollanda y Caio Prado Jr. La “escuela de formación” soñaba con el intelectual líder como líder de la nación como promotor del progreso, del desarrollo, como se ve en las líneas anteriores. Al interrumpir 1964 este proceso, la “escuela de formación” se encuentra acorralada, dejándola sólo con la crítica negativa (identificada con Frankfurt por excelencia) como vehículo de resistencia frente a la hecatombe instaurada. Máximos ejemplos de este proceso estarían en los ya mencionados Roberto Schwarz, Chico de Oliveira y Paulo Arantes.[Xv]. Fernando Haddad, hijo de ellos, sin embargo, no podría estar menos de acuerdo con esto, ya que renuncia a la crítica especificada como método, para entender que es posible que capitalismo y socialismo vayan juntos, en el mismo lado de la ecuación. El último capítulo de la “escuela de formación” sería pues su no formación y, quién sabe, su capitulación.
Es difícil equivocarse cuando hablamos de Fernando Haddad, ya que tiene plena convicción en cualquier acción que realice. Trato de entender esta interpretación de la política moderna y la ciencia moderna como un compromiso radical con la modernidad, cueste lo que cueste. De qué modernidad estamos hablando es otro punto. A ese costo, incluso valdría la pena perder una elección crucial como la de 2016 para blancos y nulos, así que aquí entramos en un punto crucial para entender el pasado, presente y futuro de Brasil: hablo de junio de 2013.
5.
Según Paulo Arantes, junio se trató de “cómo nos gobernamos, cómo nos gobernamos y cómo ahora no queremos saber más de eso”[Xvi]. La llave de contacto de junio fue precisamente sobre las relaciones que veía Henri Lefebvre entre “valor de uso” y “valor de cambio” de la ciudad[Xvii]. Según Lefebvre, las fuerzas cohesionadoras de la ciudad derivan de su comunidad festiva, de su potencialidad, por qué no, de uso, en constante tensión con el valor financiable de la ciudad, es decir, su capacidad de inversión, su intercambio. Digo que junio fue el resultado de esta tensión por una razón: el lulismo.
Según el politólogo André Singer, el lulismo sería un movimiento de conciliación de clases entre la carismática figura de Lula y algunos sectores de la burguesía brasileña -la que proponía FHC no tenía proyecto de nación en la década de 1960- eso habría debilitado el espíritu de Sión, alma fundadora del Partido de los Trabajadores, habría habido una intensa inclusión social de los menos favorecidos, pero vía consumo[Xviii]. Su ápice habría ocurrido en los años finales de Lula 2 y el comienzo de Dilma 1, con el programa “Minha Casa Minha Vida” – para hostigar a la burguesía, en una crisis internacional con efecto cascada desde la quiebra de Leman Brothers, en 2008, grandes contratistas construirían viviendas populares a bajo costo, que serían financiadas por el gobierno para las poblaciones más necesitadas.
Si, por un lado, esto frenó nuestra economía hasta al menos 2014, cuando explotó la deuda fiscal –lo que justificaría la salida de Joaquim Levy a Hacienda durante el efímero (y maltrecho) Dilma 2nd–, por otro lado, generó un endurecimiento aún mayor de las tensiones entre el “valor de uso” y el “valor de cambio” de la ciudad. Eso porque, lejos de los grandes centros, restringidos a zonas no heterogéneas, los condominios “Minha Casa Minha Vida” generaron guetos, abriendo las puertas a su formación de milicias. Habría poco, en definitiva, de “valor de uso”. Es en este contexto, bajo esta razón de fondo, que debe entenderse junio.
6.
Cuando estallaron las manifestaciones de izquierda en junio contra el aumento de las tarifas del transporte metropolitano de São Paulo a R$ 3, apareció un nuevo pueblo brasileño – y aquí no importa de dónde vino junio, es decir, el Movimento Passe Livre (MPL ); lo que cuenta es su producto: calles confusas en erupción. Junio habría representado así una contestación de la sociedad lulista al lulismo: ya no era posible esperar, esperar, esperar el tren. Los “penseiros”, esperando el tren de la revolución, decidieron hacerlo antes de tiempo y sin estar de acuerdo con los esperados heraldos del proceso.
Después de realizar en el Ministerio de Educación una de las partes menos cojas del reformismo débil que, según André Singer, caracteriza al lulismo – ver el amplio aumento del acceso a la educación superior en el país[Xix] – Fernando Haddad logró la hazaña de ser elegido alcalde de la metrópolis más grande de América Latina. Resulta que “la mejor ciudad de Sudamérica” descrita por los tropicalistas en “Baby” ya no era la misma. Mientras todo este país oficial intentaba construir una agenda de progreso, se desencadenaba un genocidio urbano, que los mejores MC de Racionais denunciaron. Ni siquiera Luiza Erundina y Marta Suplicy lograron la hercúlea misión. Ditto Haddad, pero no porque lo intentó, sino porque era imposible. No había tiempo. ¿El motivo? Junio.
Cuando rompió junio, Fernando Haddad estaba en el sexto mes de gestión municipal. Y, una vez explotada la olla a presión, decidió tomar una posición de resistencia en relación a June. Me explico: para Fernando Haddad, junio representó el surgimiento de una nueva forma de hacer política, una forma no pactada, sin líderes directos[Xx]. La gelatina del general brasileño que anuncia el programa de Datena. En otras palabras, Junho estaba en contra de lo que defendía Fernando Haddad; estaba en contra de la mediación, por ejemplo. June predicó la rebelión de todos contra todos, la anarquía, mientras que Fernando Haddad entendió que esa vía política sería apolítica, para que naciera el germen de la barbarie ahora instaurado allí. Sin embargo, vale la pena preguntarse: ¿hasta qué punto esta manera no es el resultado de años y años de arduo trabajo de despolitización? Es más: acorralados por el discurso oficial del lulismo, ¿no existiría sólo esta forma de manifestar y plantear mejoras concretas, rápidas, en la vida cotidiana de cada uno?
Al final, lo cierto es que Fernando Haddad todavía no se ha puesto de acuerdo con Junho. Optó por enfrentarse a junio, por lo que rigió el resto del tiempo priorizando las ya mencionadas “esferas de valor autónomas”, por ejemplo. Pero, ¿cómo gobernar a una población insurgente, antigubernamental, antimediadora, quizás incluso antidemocrática como la conocíamos hasta entonces, repitiendo la vieja receta? Fernando Haddad, el más tropicalista de los schwartzianos -porque cree que Brasil tiene una solución- prefirió a Chico Buarque y se atrevió a resistir. Prefiero pagar para ver. Con el perdón del teleologismo, resultó lo que resultó: un país lisiado, rumbo a una guerra civil como nunca antes en su historia.
No es que sea culpa de Fernando Haddad, señalar a los culpables no es lo que importa. Lo interesante es notar cómo la actitud -quizás hasta heroica- de resistir a junio, y que incluso puede comprender en ella que junio es irreversible, que allí nació algo nuevo, que llegó para quedarse, también trae consigo la idea de creer en la ciencia, en la democracia, de creer que será posible encontrar una luz al final del túnel. Y que, para ello, sí será necesario aliarse con nuestros sectores más arcaicos posibles –¿cómo no recordar el apretón de manos con Paulo Maluf, al que el mismo Haddad calificaría de reaccionario años después, en la campaña por la alcaldía de 2012? ¿Actitud tropicalista? El hecho es que hubo una elección consciente de no gobernar con Junho.
7.
Aquí estamos en 2022. Fernando Haddad fue elegido por el Partido de los Trabajadores para postularse a gobernador del estado más importante del país, São Paulo. Lideró las encuestas durante toda la precampaña y campaña de la primera vuelta y terminó derrotado por el candidato de junio (ya capitulado), el bolsonarista Tarcísio de Freitas. Pero como no todo son puntos negros, Lula fue elegido Presidente de la República. Fernando Haddad fue confirmado hoy como Ministro de Hacienda de Lula 3. Y aquí viene la pregunta: ¿Fernando Haddad optará por mantener la resistencia, valorando la mediación, ignorando el lenguaje que junio impuso al país?
No sé responder con seguridad, pero tengo la intuición de que Fernando Haddad es consciente de la irreversibilidad de todo lo ocurrido, aunque insista en resistir, en aceptar que se podrá gobernar a pesar de junio, así completamente. renunciando a las críticas negativas y tomando el camino de vocero oficial de la crónica partido-política. Sería falso decir con determinación y precisión que junio todavía hace eco de una larga crisis en el proyecto de Fernando Haddad, sin embargo, por otro lado, no cuesta mucho denotar un binomio irresoluto entre el país que fue y el país que no lo era- y cómo interpretar esta dualidad.
El lulismo generó inclusión y exclusión, como también había ocurrido en el pacto nacional-desarrollista de la Era de la Formación (1930-1964). Sucede, y ahí vive el salto del cangrejo, que Haddad se convirtió en la segunda figura pública del lulismo, solo por detrás de su fundador y líder, Lula, cuando tomó la delantera en las elecciones presidenciales de 2018. amargos años de retracción en el Partido Obrero ' Partido hasta la anulación de las condenas de Lula, en marzo de 2021, Haddad, convirtiéndose en la segunda alma del lulismo, tuvo que renunciar a cualquier capacidad crítica que no sea la del lulismo. Se convirtió, en otras palabras, en el intelectual del lulismo, su rostro operativo tras bambalinas, su ave fénix y antípoda de Paulo Martin que ahora resiste de manera inversa a la del personaje glauberiano de tierra en trance.
Por lo tanto, Fernando Haddad simplemente no puede admitir, al menos públicamente, que junio representó, como se ve, una ruptura fundamental en la sociedad brasileña, es decir, irreversible, por lo que cualquier discurso actualmente en boga sobre la “reconstrucción de Brasil” está completamente desfasado. Porque ya no quieres "reconstruir". ¿Te deconstruiste tanto que olvidaste construir? El caso es que el descalabro que provocó el Capitán Messias, el Innombrable, al entronizarse en la Meseta, no acabará con su derrumbe a finales de este 2022, cuando de síntoma se trata -en el interregno pueden aparecer los síntomas más morbosos-. , según Gramsci. Este temor alimenta otro: que la vuelta del lulismo al poder no suscite este descontento popular contra todo y contra todos, canalizando las tensiones sociales y provocando un clima de revuelta permanente.
En todo caso, vale la pena reflexionar: ¿cómo podemos imaginar un discurso para reconstruir el país después de la tormenta, cuando en el fondo lo que queda es un sentimiento vacío de desideologización? posmodernidad? Está por ver si este cordialísimo intelectual será o no un obstáculo en el camino de la multitud que ha estado arrastrando el tranvía de la Historia en este país tropical llamado Brasil, confundida y fuera de control. Que duele, duele, no quedan dudas.[xxi]
*Vítor Morais estudia Historia en la Universidad de São Paulo (USP).
Notas
[i] Ver la edición brasileña en SARMIENTO, Domingo Faustino. Facundo: Civilización y Barbarie. São Paulo: Cosac & Naify, 2010.
[ii] RECAMÁN, Luis. Ni arquitectura ni ciudades. Epílogo a ARANTES, Otília. Urbanismo de fin de línea. São Paulo: Edusp, 2001, pág. 220 citado ALAMBERT, Francisco. La reinvención de la Semana. En: __________. Historia, arte y cultura: ensayos. São Paulo: Intermeios, 2020, pág. 15.
[iii] El ensayo fue recogido en OLIVEIRA, Francisco de. Crítica a la razón dualista/El Ornitorrinco. São Paulo: Editorial Boitempo, 2003. El libro forma una especie de manifiesto contra el lulismo, aún sin nombre, que había “besado la cruz”, según Paulo Arantes.
[iv] Ver la edición en FURTADO, Celso. Formación económica de Brasil. São Paulo: Companhia das Letras, 2007.
[V] En su doctorado – HADDAD, Fernando. De Marx a Habermas: el materialismo histórico y su paradigma adecuado. Tesis (Doctorado en Filosofía). São Paulo: FFLCH/USP, 1996 – Haddad buscó investigar (y refutar) la crítica de Habermas a Marx, con el fin de establecer un “paradigma apropiado” para esta corriente crítica. Esta impresión de refundación del socialismo, como se discutirá más adelante, se abriría de par en par en HADDAD, Fernando. Tesis sobre Karl Marx. Estudios Avanzados, No. 12, v. 34, 1998, págs. 98-99.
[VI] Forzando un poco el argumento y pensando en términos de vanguardia, es posible decir que, temporalmente, FHC es para 1964 como Haddad lo es para 1985. Hasta entonces estuvo liderada por sectores liberales, mayoritariamente insatisfechos con el nacionalismo. tendencias desarrollistas –a la derecha, es cierto– de Geisel, que, a la luz de la economía internacional, provocó la grave crisis económica que el Real recién “resolvería” en 1985. Adopto esta temporalidad porque FHC capta el espíritu de 1964 y construye, a partir de ahí, una agenda que pretende romper con el 1994, que se identificaría con la redemocratización y sus medidas como presidente en la década de 1964. 64, en el sentido de profundizar el régimen democrático y el estado de bienestar en ese tiempo aún por construir. Lo que Haddad tal vez no esperaba era ver su agenda interrumpida (¿cancelada?) por el levantamiento del país profundo que actuó y legitimó el 1990 en 1985. Que eso sucediera a través de elecciones y contra el mismo Haddad, el candidato derrotado por esta agenda en la elecciones presidenciales de ese año, sólo puede hacer más urgente el entendimiento de Haddad.
[Vii] La edición actual se encuentra en CARDOSO, Fernando Henrique. Empresario industrial y desarrollo económico en Brasil. Río de Janeiro: Civilización Brasileña, 2020.
[Viii] SCHWARZ, Roberto. Un seminario de Marx. En: Secuencias brasileñas: ensayos. São Paulo: Companhia das Letras, 1999, p. 99
[Ex] Un buen balance del período desde el punto de vista de este autor se encuentra en NOBRE, Marcos. Inmovilismo en marcha: de la apertura democrática al gobierno de Dilma. São Paulo: Companhia das Letras, 2013.
[X] La discusión de las "esferas de valor autónomas" de Weber se puede encontrar en WEBER, Max. Ensayos de sociología. San Pablo: LTC, 2010.
[Xi] Como se trata de un ensayo, me permito dudar de las “esferas autónomas de valor” en Haddad. Sin embargo, comienzo el análisis en este punto a partir de mis experiencias con respecto a las primeras clases de su curso que asistí en la FFLCH/USP. En las primeras clases, cuyo tema era el renacimiento de las ciudades en la Baja Edad Media, Haddad fue enfático en valorar el modelo de ciudad, pero también de la racionalidad allí nacida, allanando el camino para, tiempo después, el surgimiento de la autonomía weberiana. esferas de valores. Mi convicción pareció confirmarse incluso en un discurso del propio Haddad: “Quien quiera gobernar una ciudad debe tener esto en cuenta”.
[Xii] Véase SCHWARZ, Roberto. Ideas fuera de lugar. En: Al vencedor, las papas: forma literaria y proceso social en los inicios de la novela brasileña. São Paulo: Editora 34/Libraria Duas Cidades, págs. 09 – 31.
[Xiii] Véase DARDOT, Pierre/LAVAL, Christian. La nueva razón del mundo: ensayo sobre la sociedad neoliberal. São Paulo: Editorial Boitempo, 2016.
[Xiv] ARANTES, Pablo. El nuevo tiempo del mundo: la experiencia de la historia en una era de expectativas decrecientes. São Paulo: Boitempo editorial, 2014, pp. 27 – 97.
[Xv] Una buena referencia para la escuela de Formación se puede encontrar en NOBRE, Marcos. De la “filosofía” a las “redes”: Filosofía y cultura después de la modernización. Cuadernos de filosofía alemana, No. 19, enero-dic. 2012, págs. 13 – 36.
[Xvi] ARANTES, Pablo. Después de junio, la paz será total. En: El nuevo tiempo del mundo: y otros estudios sobre la era del surgimiento. São Paulo: Editorial Boitempo, 2014, p. 453
[Xvii] Véase LEFEBVRE, Henri. El derecho a la ciudad. São Paulo: ediciones Centauro, 2011.
[Xviii] Las ideas de estas líneas son queridas por SINGER, André. Los significados del lulismo: reforma gradual y pacto conservador. São Paulo: Companhia das Letras, 2012.
[Xix] Hay quienes critican con razón el excesivo papel de Haddad en el Ministerio de Educación a favor de las universidades privadas, que se habrían convertido en un verdadero laboratorio de emprendimiento individualista. Sin embargo, creo que la Ley de Cuotas también hay que tenerla en cuenta como una medida que no iguala la balanza, sino que también lleva un reformismo stricto sensu (léase: no-lento) al ámbito educativo.
[Xx] Las opiniones de Haddad sobre junio se pueden encontrar en HADDAD, Fernando. Viví en mi piel lo que aprendí en los libros. Piauí, junio de 2017. Y también en HADDAD, F.ernando; ALONSO, A.; FREIRE, CET ; MARQUES, E. ; NOBRE, M.; ALMEIDA, MHT; FIORE, M. . Nuevos estudios Entrevista a Fernando Haddad. Nuevos Estudios CEBRAP (Impreso), v. 103, pág. 11-31-2015. La declaración de Haddad en respuesta a Marcos Nobre sobre la posibilidad de que esta nueva forma de hacer política (a juicio de Haddad, la anti-mediación) sea algo que se torne permanente, también puede demarcar su postura anti-mediación. , pero esta vez mediante la imposición de bombas y porras por parte de la Policía Militar en nombre del orden. Después de todo, la ciencia...
[xxi] Gracias por la minuciosa lectura y asertivos comentarios de Julio d'Ávila, Lucas Paolillo, Marcelo Coelho y Ricardo Galhardo. Sin embargo, la responsabilidad por cualquier error recae en el autor.
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