por MARIO LUIS GRANGEIA*
Comenta los libros “Feminista, eu?” y “Canción de Reinas”
La profesora y crítica literaria Heloisa Buarque de Hollanda dedica el nuevo libro ¿Feminista, yo? Literatura, Cinema Novo, MPB “Rachel de Queiroz, que estaba verdaderamente aterrorizada de ser reconocida como feminista. ¡Perdido, Raquel! Te extraño mucho". Su dedicatoria es un curioso encendido del libro. Frente a ella y al excelente título, me pregunto: “¿La identidad 'feminista' sería autodeclarada, como el 'color' en el censo del IBGE, o atribuible a terceros?”. El remitente y el destinatario de la dedicatoria serían diferentes. Sin saber opinar, iré tanteando ideas en este texto.
Traigo una nueva cita ahora… de Canción de reinas: el poder de las mujeres que escribieron la historia de la samba, donde el periodista y guionista Leonardo Bruno retrató las sagas de Alcione, Beth Carvalho, Clara Nunes, Doña Ivone Lara y Elza Soares y los ejemplos de otros sambistas. La autora, a quien también admiro como amiga, concluye casi al final: “usaron sus voces para mecer nuestras alegrías, pero primero fueron las voces de todas las mujeres de este país, demostrando cómo era posible enfrentar las dificultades creadas. por un mundo dominado por figuras masculinas”. ¿Sería su voz realmente la de todos? (Única certeza: citaré a los autores por nombre en lugar de un espaciador de apellido).
Más que dueñas de la voz, voceras feministas
¿Feminista, yo? revisita a escritores, cineastas y músicos cuya obra en las décadas de 1960 y 80 “cruzó barreras, se enfrentó a algunos clubes de Bolinha y dijo lo que significaba”. De ahí que la autora llegara a mapear obras con influencias recíprocas con el feminismo, tuvieran o no las artistas una autoimagen feminista... Sólo las activistas la tenían e incluso las progresistas como las de El Quisquilloso los llamaron masculinizados, no amados, peligrosos, feos o indeseables.
La expresión de ideas y actitudes feministas se destaca inicialmente en la prosa, como la de Carmen da Silva, Lygia Fagundes Telles y Marilene Felinto, y en poetas como Adélia Prado y Ana Cristina Cesar. Cuando el feminismo se hizo más visible en Brasil, hace menos de medio siglo, las escritoras ya eran reconocidas y se hacían eco de la preocupación por la condición de la mujer. En Cinema Novo, sin embargo, las mujeres encontraron espacio para crear más delante que detrás de la cámara. Heloisa destaca la creciente producción de películas de directoras en la última mitad del siglo XX, retratando su nuevo papel en este mercado.
En música, las mujeres brasileñas han sido tradicionalmente más cantantes que compositoras. Es con este rol que más se ocupa Eloísa, lo cual es bienvenido dado el menor reconocimiento de esta faceta incluso entre los intérpretes-compositores. Aun así, Elis Regina y Nara Leão no dejaron de destacar su postura feminista -clara para todos- durante el surgimiento del movimiento. Nara incluso fue decisiva en la proyección de Sueli Costa al grabar su “Por ejemplo tú”; y Sueli no levantaron banderas, sino que pusieron canciones con referencias vanguardistas a la mujer.
La primera compositora feminista fue Joyce Moreno, quien en 1967 fue abucheada por “Me disse” (“Ya me dijeron / Que mi hombre no me quiere / Me dijeron que tiene fama / De hacer llorar a las mujeres ”). Luego, vería a “Não Muda Não” obtener éxito popular y críticas por su “anti-Amélia”, segura, pidiéndole a su hombre que no saliera de la bohemia (“Yo sola en mi cocina / Esperando que la vecina hable / Y tú te falta / Con un amigo en cualquier bar / Pero por favor, no te quiero cambiar”). Precursor.
Una década más tarde, MPB experimentó un ascenso de compositores como Angela Ro Ro, Fatima Guedes, Joanna, Marina y Sandra de Sá. “Todos con estilos muy diferentes, pero confluyendo en la necesidad de hablar (cantar) abordando los temas de las mujeres”, destaca Eloísa. “Sin embargo, el ambiente de la MPB seguía siendo muy masculino”. En rock y samba, no fue diferente, con Rita Lee y Leci Brandão ilustrando la minoría.
Feministas y bailarinas de samba
canción de reinas, ya en su subtítulo (“el poder de las mujeres que escribieron la historia de la samba”), enfatiza la inclusión de las cantantes en este medio dominado por hombres que es la samba. Ciertas imágenes traducen bien esto, como en el libreto del LP de pie en el suelo (1978), un clásico donde Beth Carvalho innovó junto a sambistas del Cacique de Ramos: esta hija de la élite carioca es la única mujer en una foto con 18 hombres. Como Eloísa, Leonardo destaca la presencia minoritaria de la mujer, pero, sobre todo, su voz.
Alcione, Beth, Clara, Ivone y Elza entraron en un estilo en el que las mujeres eran vistas más como musas que como profesionales; en el deporte, se ve más esa adicción en el voleibol femenino. Clara Nunes hizo resaltar su feminidad hasta en el nombre del espectáculo Poeta, niña y guitarra., mientras que Vinicius de Moraes y Toquinho fueron aludidos por sus artes. “Ella no fue descrita como 'la voz' o 'el canto'. Ella está ahí simplemente porque… ¡es una mujer! Como si tuviera una función decorativa, para 'embellecer' el escenario”, valoró Leonardo, en un lamento más allá de los géneros.
En tiempos de cantantes desatendidos por la prensa que inventaba novelas para ser noticia, Clara pre-los más vendidos rompió ese ciclo junto a su productor y primer esposo Adelzon Alves. Incluso las parejas sin noticias falsas, como Elza-Garrincha, arrojaron especulaciones como ella-gasta-su-dinero (era lo opuesto entre ellas) o ella-explota-su-publicidad- su brillantez es propia, habiendo sido ejemplo de lo que vivió y de lo que cantó, como apunta el autor al recordar “A carne” (“La carne más barata del mercado es la carne negra”).
Las carreras sólidas no protegieron a las “reinas” de las barreras del machismo estructural común entre los “súbditos”. Ejemplos hay varios, pero vale la pena mencionar cómo la investigadora Jurema Werneck leyó una ambivalencia en la imagen de la mujer en “A loba” (“Me encanta tu mano descarada / Tu toque, tu simple mirada ya me deja desnudo”), una clásico en la voz de Alcione: “A pesar de ser calificada de luchadora y potente, (…) la mujer de esta canción no parece apartar la mirada de la relación hombre-mujer, ni disputa sus privilegios. Solo reclama buen trato”, dijo en la tesis doctoral citada por el periodista. Y Beth hasta le pidió a Jorge Aragão una samba “antimachista”, sin hablar mal de las mujeres – el carioca hizo una buena dedicatoria en el disco en la pagoda (1979) a los pioneros de la samba de pagode.
El ritmo más cadencioso de la carrera de Doña Ivone Lara ilustra las penurias de las mujeres. En parte, porque las compositoras de esa escena eran más extras (escritores fantasmas al comienzo de la misma) que protagonistas y actores secundarios. En parte, por tener en la música un proyecto paralelo a su trabajo de enfermería y trabajo social, su fuente de ingresos y vida familiar, vínculo responsable de postergar su proyección y del “dueño” que anticipó el estado civil de la artista. El punto bueno del autor fue atribuir este retraso a la sociedad -y no a "A" o "B"- sexista.
ecos ilimitados
El epílogo de Leonardo sobre su (¿no?)“lugar de habla” al perfilar mujeres teje un diálogo involuntario con el inicio de Eloísa, sobre un (¿pre-?) “lugar de habla” de las mujeres artistas. Al final de las lecturas, damos gracias por ser parte de una sociedad que es más plural que antes.
Y voy más allá: coincido con la expansión extemporánea de la etiqueta “feminista” no solo a Rachel de Queiroz y coincido en que voces como las de Alcione o Elza se hicieron eco de otras mujeres. Por nuestro bien y el de la sociedad en su conjunto, aquí están las voces eternas, pues su eco no tiene límites.
*Mario Luis Grangeia Doctor en Sociología por la UFRJ. Autor, entre otros libros, de Brasil: Cazuza, Renato Russo y la transición democrática (Civilización Brasileña).
Referencias
leonardo bruno. Canción de reinas: el poder de las mujeres que escribieron la historia de la samba. Río de Janeiro Agir, 2021, 416 páginas.
Heloisa B. de Hollanda. ¿Feminista, yo? Literatura, Cinema Novo, MPB. Bazar del Tiempo de Río de Janeiro, 2022, 224 páginas.