Hechizo de amor

Carlos Fajardo (Diario de Resenhas)
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por CARLOS EDUARDO JORDÃO MACHADO*

Comentario al libro de Ludwig Tieck, uno de los exponentes del romanticismo alemán

Ludwig Tieck (1773–1855) fue una figura destacada del primer romanticismo alemán, amigo de los hermanos Schlegel, Novalis, Schelling y Fichte, traductor de Cervantes y Shakespeare. Responsable del perfeccionamiento de un peculiar género literario, el Historia (cuento de hadas), cuyo público no está formado por niños, sino por adultos. Un tipo de literatura inspirada en la tradición popular y cuyos representantes más significativos son las obras de Tieck y Novalis.

Lo “maravilloso” es precisamente lo que falta en la narrativa de Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister por Goethe. Según Novalis, el libro de Goethe es demasiado prosaico, como recuerda Lukács en su teoría del romance. Como observa María Aparecida Barbosa en la “Introducción”, “Tieck recurrió al cuento popular para lograr su programa político-literario, que consistía en denunciar la banalidad de la literatura de entretenimiento […] a lo ordinario”.

Un pasaje ilustrativo de esta “romantización de lo ordinario” es la delirante huida de la niña Berta, en el cuento “El rubio Eckbert” –que abre la colección–, por el bosque casi animado, atravesando asombrosos acantilados. Un talento insólito capaz de transformar lo natural en sobrenatural y dar rienda suelta a sentimientos fluidos e inquietantes. Ciertamente, este “programa político-literario” estará en la base de la acalorada polémica que tanto Goethe como, sobre todo, Hegel en su Estética y también más tarde Heinrich Heine, entre otros, actuará contra el primer romanticismo alemán.

(Interminable) polémica de trascendencia crucial para entender las bases teóricas de lo que podríamos llamar modernidad estética. La forma en que Ernst Bloch y Walter Benjamin interpretan los cuentos de Tieck es un ejemplo significativo. Detectan en ellas, a través de lo macabro, el miedo, lo misterioso, el punto de partida de un tipo de literatura que se convirtió en un enorme éxito de público, la novela policiaca, y sigue siendo el género predominante en la industria cinematográfica.

En un ensayo llamado “Imágenes de Déjà vu(imágenes ya vistas), Bloch relata una curiosa conversación que mantuvo con Walter Benjamin a altas horas de la noche y que se prolongó hasta el amanecer en un bar junto al mar, regado con ginebra en la isla de Capri. Tema de conversación: el cuento “Blonde Eckbert”, que trato de resumir.

En el campo, en algún lugar de Alemania, vivían en una granja, Eckbert y su esposa, Berta. Llevaban una vida pacífica, con pocos amigos. Todo estaba muy tranquilo y eran casi felices a pesar de que no tenían hijos. Un vecino llamado Philipp Walter, que en realidad vivía en Franconia y que había estado en la región durante los últimos meses seleccionando hierbas y guijarros, era uno de los pocos amigos que visitaba ocasionalmente a la pareja. Una noche de otoño, Walter, que los visitaba, fue invitado a pasar la noche debido al mal tiempo. Era casi medianoche cuando Berta decidió contarle su historia a su invitado.

Vivía en una ciudadela y su padre era un pastor pobre. Llevaban una vida humilde ya Berta la trataban muy mal, le decían que era incapaz de hacer nada bien y que no aprendía nada; su padre siempre estaba irritado con ella. Un día decidió huir de casa. Tenía sólo ocho años. Vagó durante varios días sin era ni orilla. Finalmente, muerta de cansancio, hambre, sed y llena de miedos, se encontró frente a una choza donde vivía una anciana que vivía en compañía de un perrito y un pájaro maravilloso.

La anciana se mostró hospitalaria y le pidió a Berta que se quedara allí para ayudarla a cuidar al perro y al pájaro en su ausencia, ya que ella viajaba periódicamente. El pájaro siempre cantaba un canto, que decía: "Dulce soledad del bosque, qué alegría día tras día". Y, más que eso, además de cantar, todos los días ponía un huevo que contenía una perla y una piedra preciosa que la anciana guardaba en un misterioso jarrón. Así pasaron algunos años, hasta que un día, ante la larga ausencia de la anciana, Berta decidió huir. Encerró al cachorro en el cobertizo, tomó el pájaro, el jarrón misterioso y se fue. En el camino, el pájaro comenzó a cantar repetidamente: “Dulce soledad del bosque… Empieza el remordimiento”.

Berta se inquietó y decidió estrangular al pájaro. Después de mucho vagar, se instaló en un pueblo donde conoció a su futuro esposo, Eckbert.

Se casaron y se instalaron en el lugar donde aún viven. El invitado, impasible, escuchó el relato de Berta y con calma comentó: “Noble señora, muy bien la imagino con el pájaro extraño y cuidando al perrito” – pronunciando su nombre – “estrohmiano!”. Berta estaba muy molesta, no podía dormir y le preguntó a su esposo cómo ese extraño podía pronunciar el nombre del perro, olvidado. Esta perturbación se convirtió en una enfermedad fatal, dejando a Eckbert aún más solo.

Un día, Eckbert fue a cazar con su amigo Walter. Un extraño sentimiento de odio se apoderó de él, como si su amigo fuera el responsable de la muerte de su esposa. Decidí matarlo. Pasó un tiempo completamente aislado hasta que conoció a otro vecino llamado Hugo. Estaba feliz con esta nueva amistad. Un día, los dos salieron a cazar, había mucha niebla. Eckbert, de pronto, vio en el rostro de Hugo el rostro de Walter -que hablaba con la anciana-, se desesperó y echó a correr y, al mismo tiempo, escuchó el ladrido del perro y el canto del pájaro: " Dulce soledad del bosque, de nuevo que alegría, siempre estoy cuerdo…”

En medio de la desesperación, se encontró con la anciana que le preguntó: “¿Me traes mi pájaro? mis perlas? ¿Mi perro?…” Eckbert se dio cuenta de que tanto Walter como Hugo y la anciana eran la misma persona. "¡Dios del cielo!" exclamó: "¿En qué oscura soledad pasé mi vida entonces?" La anciana replicó y dijo: “¡Berta era tu hermana!”. Eckbert, al enterarse de que vivía incestuosamente con su querida Berta, se desmayó. Al despertar, la anciana le dijo que Berta era hija del primer matrimonio de su padre y que había sido criada por otra familia. Eckbert de repente se volvió loco y comenzó a escuchar al perro ladrar y al pájaro cantar de nuevo.

Para Bloch, el crepúsculo de la historia termina con un susto. La frase de Walter al pronunciar el nombre del perro, estrohmiano!, es lo que llama el “Déjà vu de Anderen(Lo ya visto del otro). El nombre del perro suena como una palabra criminal. En la forma en que se desarrolla la historia, según Bloch, Tieck anticipa las narraciones de lo que luego se llamó una novela policiaca. Hay un trasfondo moral en el relato y, más que eso, culpa: el robo del pájaro y las joyas, el asesinato del amigo y su incestuosa vida afectiva. La culpa subyace en el olvido duradero de no sé qué. Una vuelta al pasado, como acaba la historia como empieza, con el perro ladrando y el pájaro cantando, tiene el efecto de un susto que se manifiesta corporalmente como si fuera un escalofrío, una vuelta de algo que ya se había visto. anteriormente – uno déjà vu.

*Carlos Eduardo Jordán Machado (1954-2018) fue profesor de filosofía en la Unesp. Autor, entre otros libros, de Formas y vida: estética y ética en el joven Lukács (1910-1918).

Publicado originalmente en Revista de reseñas no. 7 de noviembre de 2009.

referencia

Ludwig Tiek. Hechizo de amor y otros cuentos. Traducción: María Aparecida Barbosa y Karin Volobuef. San Pablo, Hedra, 220 p.

 

 

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