por EVALDO LUIS PAULY*
La metodología de Paulo Freire es una buena hermenéutica para la lectura popular de la Biblia, permitiendo una interpretación cultural transformadora de la Biblia y de la fe.
La fe y la política pueden relacionarse desde la teología luterana con su dialéctica tradicional de “fe y razón”, y también desde la pedagogía de Paulo Freire con su dialéctica antropológica del “opresor internalizado en el oprimido”. En la práctica, tales relaciones se basan en el hecho histórico de que la Reforma protestante del siglo XVI exigió que las escuelas de los principados y las ciudades enseñaran a las masas a leer y escribir para que pudieran leer el Biblia y nutrir la fe evangélica.
Paulo Freire, en 1968, fue uno de los asesores laicos de la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Medellín. En 1970 dejó su puesto de profesor visitante en la Universidad de Harvard, aceptando una invitación del Consejo Mundial de Iglesias para trabajar en el Departamento de Educación y Formación Ecuménica. Permaneció en Ginebra durante 10 años hasta regresar del exilio.
Para la eclesiología luterana, la Iglesia se constituye, en el estado democrático de derecho, por la libre adhesión de personas conscientes de una doble pertenencia: al mundo mediante el pecado, al Reino de Dios mediante la gracia. Concepción que Martín Lutero llamó dos reinos. El protestantismo exige una escuela universal, obligatoria y gratuita porque necesita personas educadas bajo los principios pedagógicos republicanos. Brasil adoptó uno de ellos en la Ley de Directrices y Bases de la Educación: Art. 3, inciso IV: “respeto a la libertad y valoración de la tolerancia”.
En la iglesia evangélica coexisten diferentes formas de fe, desde las conservadoras hasta las liberadoras que, a través del Espíritu Santo, forman la unidad en la pluralidad de su membresía. Esta tolerancia, a su vez, fue asumida en la vida pública por la Constitución, art. 17 que exige que el programa del partido respete “la soberanía nacional, el régimen democrático, el multipartidismo y los derechos fundamentales de la persona humana”. Cada persona, según la ley, podrá o no afiliarse a un partido político, sea de derecha, de centro, de izquierda o cualquiera de sus variantes, para conformar la diversidad ideológica inherente a la democracia. Para Martín Lutero, una persona puede, si quiere, beneficiarse de ambos reinos.
El derecho a la libre afiliación deriva de la libertad que establece la Constitución, Art. 5, inciso VI “la libertad de conciencia y de creencia es inviolable”. La moral republicana respeta la pluralidad partidista y religiosa dentro de los límites de la ley. No se trata, pues, de una cuestión de libre albedrío ni de libertad individual ilimitada. Como dijo Lutero en su tiempo, no existe libre albedrío, sino sólo voluntad de servicio. El libre albedrío, la libertad religiosa de la persona está determinada por Dios o por el Diablo. Hoy en día, la libertad política está determinada por las disputas partidistas.
Martín Lutero, como hombre medieval, entendió que la libertad religiosa estaría determinada por la fe y la libertad política por los nobles y la corte imperial y ya no por Roma. La libertad política se ampliaría, siglos después, con las revoluciones democráticas en las 13 colonias de América y con los sans-culottes, artesanos, obreros, desempleados y pequeños terratenientes en Francia. Estas revoluciones inauguraron el régimen democrático en la modernidad, como escribió Immanuel Kant en 1784, defendiendo el uso público de la razón como fundamento racional de la república.
La democracia en América Latina hoy ha recibido el apoyo político de diversos grupos pastorales populares influenciados por la Teología de la Liberación, que discierne, a la luz de la fe, posiciones partidistas, incluso antagónicas desde la perspectiva analítica de los derechos e intereses de los pobres. Este análisis es esencial para la fe, porque los cristianos son libres de afiliarse o no a partidos, pero si quieren hacerlo, deben someterse al programa del partido. Es la única forma en Brasil de ejercer el derecho republicano más básico: votar y ser votado. No basta con que las escuelas eduquen a votantes conscientes que voten en función de sus propios intereses; también deben desarrollar las habilidades cognitivas y morales de los funcionarios elegidos, permitiéndoles gobernar bien.
La metodología de Paulo Freire es una buena hermenéutica para la lectura popular de Biblia, permitiendo una interpretación cultural transformadora de Biblia y la fe. La lectura freireana decodifica los textos bíblicos a través del diálogo cognitivo para luego crear posibilidades de superación dialéctica del fundamentalismo. EL Pedagogía del Oprimido desmitifica el misticismo religioso de los pobres. Los mitos impiden la liberación de la opresión religiosa en la que han sido sumergidos los pobres por las teologías farisaicas de extrema derecha. Las teologías ultraconservadoras oprimen a las masas, negándoles los logros tradicionales del liberalismo y los derechos republicanos.
Paulo Freire confesó en varias ocasiones su fidelidad a Cristo. En 1974 analizó el papel educativo de la Iglesia católica y clasificó su actuación pedagógica en tres tendencias. Una sería la tradicionalista que pretende perpetuar el sufrimiento de los oprimidos, justificándolo como necesario para que las almas de los pobres puedan purificarse y, después de la muerte, alcanzar la alegría eterna en el cielo. La segunda tendencia, calificada como “modernizadora” porque desarrolla una educación de tipo reformista, basada en una perspectiva populista. La última tendencia, con la que se identifica, es la “profética”, que pretende revolucionar o transformar la realidad sociopolítica.
Es prudente retomar esta tipificación de Paulo Freire para nuestro contexto de ataques mediáticos por parte de sectas fundamentalistas al estado democrático de derecho. Contrariamente a la lectura fundamentalista del Antiguo Testamento que hacen los pastores neopentecostales de extrema derecha, es necesario leer los textos bíblicos como productos culturales de la antigua tradición oral de los grupos oprimidos que mantenían la fe. Sus sagas, canciones y narraciones teológicas fueron codificadas por instituciones dominantes en las diversas sociedades del antiguo Cercano Oriente.
Un ejemplo es el final del texto de Rut. Los escribas de la corte de David escriben esta anécdota popular en la que dos mujeres de fe, migrantes y pobres, engañan al patriarcado. Al final del relato, insertan una genealogía como marketing político para el Rey. La prudencia pastoral promueve una lectura más inteligente y popular de los relatos bíblicos que se insertan en la vida de los pobres. Es en el contexto de la pobreza que se realiza la obra gratuita de redención mediante la cruz de Cristo. La cruz de Cristo es el tema que genera la lectura popular de Biblia.
Cuando nació Jesús, Herodes gobernaba Palestina, un estado pequeño y estratégico situado en el extremo oriental del Imperio Romano. Herodes, un típico tirano oriental, oprimía y mataba incluso a personas de su propia familia. Después de su muerte, tres de sus hijos llegaron a gobernar una Palestina dividida. Judea, donde está Jerusalén, cayó ante Arquelao. Después de seis años fue destituido del cargo. La parte norte fue entregada a Antipas, el “tetrarca” de Galilea, donde se encuentra Nazaret. A Felipe le fue otorgado el noreste de Palestina. Del 26 al 36 d.C. Palestina fue gobernada por el procurador romano Poncio Pilato. La intervención directa del imperialismo rebeló a muchos partidos judíos. Después de todo, un extranjero gobernaba la Tierra Prometida y el propio Templo.
Los saduceos reunieron a los principales sacerdotes del Templo y a las familias ricas. Eran conservadores y evitaban los conflictos con Roma. Controlaban el Templo y su teología aceptaba sólo la Torá (los 5 libros de Moisés), rechazando a los profetas y la fe en Dios que actúa en la historia. Estaban en contra de la resurrección, del juicio final y de la vida después de la muerte. Los fariseos eran un grupo de 6.000 personas, algunos de los cuales eran profesionales en la interpretación de la ley y vendían este servicio religioso. En este contexto, Jesús se rodeó de gente pobre. Estas personas siguen siendo la razón por la que la teología de la liberación también se guió por la pedagogía de los oprimidos.
Una crítica irónica desde la izquierda afirma que la teología de la liberación ha optado por los pobres y los pobres por la teología de la prosperidad. La pastoral popular puede superar esta crítica si admite lo evidente: ¡los oprimidos tienen derecho a elegir lo que quieran, dentro de los límites de la ley! El intelectual debe, desde dentro y desde esta misma opción hecha por los pobres, dialogar con los oprimidos, teniendo a Cristo como tema generador.
La interpretación de Biblia A través del criterio de la cruz, favorece el diálogo de los creyentes con el texto y entre ellos mismos. No se trata de interpretar la doctrina ortodoxa. Biblia, sino dejar –pacientemente– que el texto bíblico anime a los oprimidos a decir su propia palabra. Vale la pena el deseo sincero de quien lo lea. Biblia con devoción. En la fórmula clásica del apóstol Pablo recuperada por Martín Lutero: la palabra de Dios es letra y espíritu. La revelación no viene de la lectura del Biblia literalmente, mucho menos ocurre bajo el estado de conciencia alterada que produce el don de lenguas. La revelación se realiza a través de la dialéctica entre letra y espíritu, entre la confrontación del texto bíblico con la realidad en la que vive el creyente. La síntesis dialéctica es posible gracias al consuelo del Espíritu Santo presente dondequiera que dos o tres se reúnan en el nombre de Jesús.
Martín Lutero luchó contra los anabaptistas, “los creyentes” de su tiempo. Al interpretar el Padrenuestro, critica a quienes piensan que “El Reino de Dios es pura alegría y placer en el cielo”. Tal pensamiento emana de su sensualidad carnal”. El fanatismo infantiliza el placer y reprime el deseo sexual. Esta protointerpretación psicoanalítica medieval parece ser un recurso terapéutico capaz de ayudar a las víctimas de la teología de la prosperidad a liberarse del fundamentalismo irracional.
Una parte del pueblo creyente goza de ilusiones fundamentalistas, por el contrario, la pastoral popular quiere involucrarlo en los conflictos de los movimientos sociales y en las frustraciones impuestas y por los gobiernos de izquierda que manejan el Estado burgués. La pastoral popular tiene dificultades para justificar la opresión causada por las limitaciones prácticas del proyecto democrático popular.
Ser de izquierda y oficialista al mismo tiempo requiere la capacidad de reprimir el placer de ejercer el poder. ¿Cómo justificar decisiones impopulares del Frente Popular? La tentación es utilizar el Reino de Dios para formular esta justificación. Aunque es bonito, usarlo en el contexto de la lucha de clases genera, por el contrario, oportunismo y demagogia populista: si el gobierno de izquierda tiene éxito, es señal del Reino y recibe bendiciones de las pastorales populares; Si algo sale mal, te lo haremos saber...
La superación de este populismo oportunista actualiza una enigmática tesis luterana: “Pecca fortiter et crede fortius” (Pecar fuertemente y creer más fuertemente). Creer que un buen gobierno de izquierda traerá el Reino de Dios también es fundamentalismo religioso. Las pastorales necesitan, con humildad evangélica y/o científica, acoger la lúcida provocación de Paulo Freire en su pedido de renuncia a Luiza Erundina: “los ángeles no hacen política”.
Tal vez la paradoja más intrigante del campo democrático y popular es el hecho reciente de que los gobiernos liberales y modernos que ha tenido Brasil fueron llevados a cabo por administraciones municipales populares o por el Frente Popular. Algunos gobiernos han permitido políticas liberales clásicas: (a) el papel del gobierno es garantizar la libre competencia. Esta es la base lógica del Presupuesto Participativo, según el cual buscamos colectivamente priorizar el mayor beneficio al menor costo; b) promover la igualdad ampliando las oportunidades de ascenso social mediante la cualificación de los servicios públicos en el sistema educativo, la salud, la regularización de tierras y la asistencia social; c) la promoción de una mayor igualdad fiscal mediante la cual quienes ganan más paguen más impuestos; (d) Un lema de Lula III es, al mismo tiempo, liberal y popular: “Quiero construir un país de clase media”. Los gobiernos de izquierda han estado haciendo lo que la derecha debería haber hecho y no hizo.
Desde una perspectiva materialista, es posible superar algunos moralismos en la pedagogía y la teología porque la educación para el ejercicio de la ciudadanía forma personas capaces de querer lo mejor para sí mismas. Desde un punto de vista moral, querer ganar más es sólo egoísmo para quien ya gana más. Para Pablo, toda la ley “se resume en esto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Romanos 13:9). La teología de la liberación y la pedagogía de los oprimidos, objetivamente, producen sus conocimientos a partir de aquellos que ganan menos y quieren ganar más, ¡por amor a sí mismos! La pedagogía de Piaget reconoce el valor pedagógico del egoísmo; la construcción de la autonomía del sujeto comienza con la etapa egoica. Para la teología luterana el problema no es el egoísmo, al contrario, es su falta, porque quien es incapaz de amarse a sí mismo, ¿cómo podrá amar al prójimo?
La fe y la razón son distintas y están relacionadas a través de la dialéctica del diálogo cognitivo sobre el mundo cognoscible según Freire. Para la Reforma, el régimen eclesiástico gobierna la vida íntima del cristiano y el régimen secular controla la vida social de todas las personas mediante leyes justas y el monopolio del uso legítimo de la fuerza como lo propuso Max Weber en 1919, intuyendo que, dos años después, el partido nazi crearía la milicia paramilitar. Constitución de Sturm (Departamento de Tormentas – embrión del villano de las SS). La violencia de las milicias desestabilizó la República de Weimar para imponer la dictadura hitleriana. Para Martín Lutero, es función exclusiva del Estado aplicar correctamente “la ley” y utilizar “la espada secular”.
El pacto republicano garantiza el derecho de la Iglesia a profetizar en nombre de Jesús contra el Estado despótico. A su vez, este pacto exige la sumisión de la Iglesia a representantes elegidos mediante procedimientos democráticos y justificados por la buena ejecución de políticas públicas que aseguren los derechos fundamentales. Así, la Iglesia evangélica goza de la libertad determinada por Jesucristo y del estado democrático de derecho.
La iglesia de Cristo no puede combatir las políticas públicas que promueven los derechos fundamentales de las clases populares porque fue y sigue siendo a través de estas clases que Jesús se reveló y se revela hoy como el Salvador: “Tuve hambre, y me disteis de comer; Tuve sed, y me disteis de beber; Fui forastero, y me recogisteis; Estuve desnudo, y me cubristeis; Estuve enfermo y me visitasteis; “Estuve en la cárcel, y vinisteis a verme” (Mateo 25:35-36).
Jesús se identifica con la tradición profética del judaísmo. Un ejemplo de ello es Amós, que profetizó en la segunda mitad del siglo VIII a.C., cuando reinaban Jeroboam II en Israel y Uzías en Judá. El pastor Amós llama a las clases dirigentes “vacas” que oprimen a los pobres y aplastan a los necesitados. Dios jura que los atraerá a su presencia “con anzuelos, y a sus descendientes con anzuelos de pesca” para juzgarlos (Amós 4:1-2). Dios rechaza los cultos y rituales de sus sacerdotes y desea que entre el pueblo “el derecho corra como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo” (5:21; 24).
Amós termina su profecía con optimismo: Dios promete liberar a su pueblo del cautiverio babilónico para que reconstruyan las ciudades destruidas y habiten en ellas, donde “plantarán viñas y beberán su vino, harán huertos y comerán sus frutos” y “nunca más serán arrancados de la tierra que yo les he dado” (9:14-15). Trabajar y disfrutar de los bienes producidos es la prosperidad y el dominio que Dios desea para su pueblo.
*Evaldo Luis Pauly. é dDoctora en Educación por la UFRGS. Autor, entre otros libros, de La Biblia se explica sola (sinodal).
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