Farmacia Popular ¿cuál, para qué y para quién?

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por FRANCISCO JUNIOR*

El gran desafío que queda por delante es colocar la asistencia farmacéutica en el camino de los dictados conceptuales del SUS, asegurando a la población, sin distinción, el acceso universal, integral y calificado a los medicamentos.

Breve contexto de la atención farmacéutica en Brasil

A lo largo de su proceso de estructuración e implementación, el Sistema Único de Salud (SUS) enfrentó uno de sus mayores y principales cuellos de botella en la atención farmacéutica. En la raíz de esta gigantesca dificultad, está el hecho de que históricamente el medicamento ha sido considerado una mercancía como cualquier otra – por lo tanto, puede ser dispensado por cualquier persona, y ser administrado y consumido sin ningún cuidado técnico o sanitario – y que los establecimientos farmacéuticos se ven y tratados como meros establecimientos comerciales como cualquier otro.

En los últimos años se ha observado una profundización de la cultura mercantilista de la atención farmacéutica, con la creación de grandes cadenas de “tiendas” vendiendo cada vez más “artículos” y artículos sin relación con el medicamento. La búsqueda de vender y rentabilizar al máximo es desenfrenada, independientemente de las necesidades y condición clínica del usuario/cliente, contribuyendo al fortalecimiento de esta cultura equivocada del uso indiscriminado e irresponsable de lo que debe ser visto y tratado como necesario. bueno para la salud de la población.

 

Gobierno de Lula y el programa “Farmacia Popular en Brasil”

Fue bajo esta realidad que el gobierno de Lula, en su primera versión, introdujo en el país el Programa Farmacia Popular de Brasil (PFPB), a través de la 5.090 Decreto 2004. Percibimos en ese momento una oportunidad única para que el Estado asumiera la tarea y la responsabilidad de oponerse a una cultura profundamente dañina para la salud del pueblo y, política y económicamente, para el país.

Durante el largo debate realizado en el Pleno del Consejo Nacional de Salud, defendimos que la PFPB, conocida popularmente sólo como “Farmacia Popular”, podría desarrollarse a partir de alianzas con los municipios, de modo que se estructurara una red de establecimientos farmacéuticos. en la atención básica en todos los municipios del país como efectivos establecimientos de salud, con un equipo de profesionales capacitados para realizar la atención farmacéutica de manera calificada y resolutiva bajo el mando del profesional farmacéutico.

Los municipios, con toda la capilaridad que encierran y permiten, tendrían entonces, en su propia red, establecimientos farmacéuticos que no sólo se convertirían en un referente para la población en cuanto a la política de asistencia farmacéutica, sino que serían un contrapunto fundamental a la red comercial privada de medicamentos que, naturalmente, se sentiría presionado a hacer algo similar.

Sin ningún cambio en el marco legal y sin ninguna interferencia que pueda ser vista como indebida en el derecho a la libre iniciativa, el Estado brasileño estaría haciendo historia y transformando el perfil socio-sanitario de la salud de la población.

 

El desperdicio de una oportunidad histórica

Desafortunadamente y lamentablemente, el Programa tomó el peor camino, el más derrochador e insostenible, dirigiendo la mayor parte de su financiación a la red privada, con “Aqui tem Farmácia Popular” en 2006, mientras que la llamada red propia agonizaba rápidamente, hasta se extinguió definitivamente en 2017. En 2016 ya había 35 mil farmacias acreditadas.

Medicamentos para hipertensión, diabetes y asma sin costo adicional, para dislipidemia, colesterol alto, rinitis, Parkinson, osteoporosis y glaucoma con hasta un 90% de descuento sobre el precio de mercado y anticonceptivos y pañales geriátricos a través del sistema de copago, tuvieron impactos importantes sobre el perfil socioepidemiológico de la población brasileña.

 

Los impactos y sus límites

Según estudios de la Universidad Federal de Bahía, publicados en 2017, entre 2006 y 2015 la tasa de hospitalización por diabetes cayó un 13% y las hospitalizaciones por hipertensión descendieron un 23% en todo el país. Entre 2011 y 2015, las muertes por complicaciones relacionadas con la diabetes se redujeron en un 8,23 %. La caída de la mortalidad en los estados del Nordeste fue cinco veces superior a la media nacional (Ministério da Saúde, 2023).

Son números y hechos que indiscutiblemente muestran los impactos de la “Farmacia Popular” en la vida de las personas. Al fin y al cabo, era la posibilidad concreta que una parte importante de la población brasileña, la más humilde y excluida, tenía de acceder a medicamentos que en circunstancias normales estaban fuera de su alcance. Para un grupo importante de personas que hasta entonces estaban excluidas, parcial o totalmente, del acceso a los medicamentos, es obvio y comprensible que los resultados obtenidos apunten a la importancia del cambio provocado por el Programa.

Es aquí que creemos que es de suma importancia un debate sobre la concepción del SUS y del Estado, que siempre debe orientar los temas y propuestas a ser implementadas como política pública por el Estado brasileño. Es natural que en una realidad caracterizada por demandas crecientes en todos los ámbitos, cualquier propuesta que de alguna manera garantice un aumento en el acceso tenga resultados positivos. La cuestión es saber el precio político y económico que debe pagar el SUS, cuáles son las repercusiones en su estructura y en su capacidad de funcionar de acuerdo con los principios definidos constitucionalmente.

Es bajo este prisma que, por ejemplo, las cooperativas médicas -en particular- y todas las formas de externalización de la mano de obra, contratación de servicios privados en sustitución de la propia red, Organizaciones Sociales, OSCIP y similares como EBSERH, Fundaciones de Derecho Privado, Sociedades Autónomas Servicios y las denominadas Asociaciones Público-Privadas. Todos ellos, obviamente, garantizan de alguna manera un aumento de las acciones y de la asistencia, pero a un costo político y financiero que asfixia cada vez más al SUS y lo inviabiliza en sus principios fundamentales.

Es así como, a pesar de tener impactos importantes en el servicio a la población usuaria, a pesar de ello, Farmácia Popular tiene aspectos negativos producto de sus errores conceptuales. Prácticamente nada se ha logrado, por ejemplo, en la perspectiva de la calificación de la atención farmacéutica, y mucho menos en la transformación de los establecimientos farmacéuticos en efectivos servicios de salud. Por el contrario, se reforzó la cultura de mercantilización del acceso a los medicamentos, que alcanzó niveles nunca vistos en el país.

Se ha convertido en rutina, particularmente en los municipios pequeños y medianos, el recrudecimiento del desabastecimiento en las farmacias públicas, en las unidades de primer nivel de atención, indicándose a los pacientes a buscar atención en establecimientos privados afiliados a la “Farmacia Popular”, en un proceso inaceptable de desvinculación de los directivos, cuyas consecuencias han sido daños incalculables para la salud de la población.

Al mismo tiempo, las denuncias de corrupción, ilegalidades de diversa índole y la ausencia de establecimientos acreditados en lugares de bajo atractivo económico, como las localidades pequeñas y la periferia de tamaño medio, limitan el acceso y contribuyen al mantenimiento de la exclusión social de una parte importante de la población.

La conclusión a la que llegamos es que otra propuesta importante desde la perspectiva de atender a la población no solo en acciones curativas, sino también en la prevención de enfermedades y la promoción de la salud, terminó enredada e inviable por intereses privados, de mercado y políticos, desde un punto de vista incongruente. lógica y contraria a los principios del SUS, y comprometiendo la sustentabilidad financiera y política de la Asistencia Farmacéutica de nuestro sistema universal de salud, como derecho de la población usuaria de drogas.

 

¿Qué hacer?

El gran desafío que tenemos por delante es colocar la asistencia farmacéutica en el camino de los dictados conceptuales del SUS, asegurando a la población, sin distinción, el acceso universal, integral y calificado a los medicamentos. Es decir, hacer de la atención farmacéutica un requisito indispensable e inseparable de la medicación como bien necesario para la salud, fundamental en todos los niveles de atención en la búsqueda de garantizar la salud integral de las personas.

Para ello, es fundamental que el gobierno federal cambie la lógica mercantilista, contraproducente, insostenible y excluyente de la “Farmacia Popular”, renovando el programa y reorientándolo hacia la firma de convenios y alianzas con todos los municipios del país, implementando farmacias en servicios básicos. unidades de salud, de forma regionalizada, dotando a todos los establecimientos farmacéuticos de equipos de profesionales capacitados y capacitados para desarrollar la atención farmacéutica y demás posibilidades inherentes al servicio, de modo que, en estas Unidades Básicas de Salud (UBS), la población pueda ser acogida, asistido y orientado en la forma recomendada por manuales y políticas especializadas.

Estructuradas y organizadas en red, estas farmacias UBS deben estar integradas con los demás servicios de salud que se producen en estas unidades, como la estrategia de salud de la familia, entre otros, y deben estar vinculadas a las poblaciones asignadas en áreas previamente determinadas.

Además, la nueva “Farmacia Popular”, reorientada según los principios del SUS y portadora de una cultura que niega la comercialización de medicamentos, debe tener un vínculo directo con los laboratorios oficiales que tienen condiciones objetivas para producir una parte significativa de la lista. de medicamentos disponibles en todo el país. La centralización del proceso de adquisición, así como su empaque y distribución, debe estar guiada por bases de datos que brinden en tiempo real la realidad de cada municipio y cada unidad de servicio, así como sus demandas farmacéuticas en sintonía con el perfil socioepidemiológico de cada estrato de la población de referencia.

Este cambio de dirección en Farmácia Popular es urgente y tiene el potencial de promover un salto de calidad en el acceso y uso de medicamentos en Brasil, contribuyendo decisivamente para que los establecimientos farmacéuticos sean establecimientos de salud efectivos y colocando a los profesionales farmacéuticos y la medicina, un buen necesaria para la salud, y no una mercancía cualquiera, en el centro de la política de asistencia farmacéutica, cualificada y decidida. Esta reorientación de la PFPB implica el reconocimiento de la medicación como un derecho inalienable, absolutamente fundamental en el cumplimiento de los principios de universalidad e integralidad, tal como propugna el SUS.

*Francisco Júnior Es farmacéutico hospitalario del SUS en Rio Grande do Norte. Expresidente del Consejo Nacional de Salud (2006-2011).


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