Explotación del trabajo en la era digital

Imagen: Marcelo Renda
Whatsapp
Facebook
Twitter
Instagram
Telegram

por FERNANDO NOGUEIRA DE COSTA*

El trabajo digital y la automatización han reconfigurado las relaciones capitalistas, pero en última instancia el sistema todavía depende de la explotación del trabajo humano, ya sea digital, manual o intermediario.

Karl Marx argumentó, tal vez de manera inadecuada dada la evolución posterior del sistema capitalista, el trabajo improductivo –contratado por capital improductivo en actividades sin generar bienes tangibles y, en consecuencia, sin participar en el proceso de producción de plusvalía–, a diferencia del trabajo productivo, no generando riqueza real para la sociedad. Extraería riqueza de la clase trabajadora “real”.

Vio esta distinción como parte de la explotación inherente al sistema capitalista. En él, la clase dominante se apropiaría del excedente de trabajo de los trabajadores productivos a través de diversas actividades consideradas improductivas.

Naturalmente, me vino a la mente la siguiente pregunta: ¿cómo resiste su teoría del valor trabajo frente a la cuarta? ¿Revolución tecnológica? Ahora bien, ¿no se están despidiendo los robots, la automatización y las plataformas del proletariado industrial?

Para responder, Luiz Gonzaga Belluzzo, profesor de mi maestría en la Unicamp, me sugirió releer el planos hasta el Apéndice 2, “El conocimiento, la tecnología y el intelecto general en su fragmento en las máquinas”, del libro Leyendo a Marx en la era de la información. Explora la relevancia de las ideas de Marx en la era digital.

El estudioso marxista Christian Fuchs ayuda a los lectores a comprender si la obra de Karl Marx es adecuada para la era de la información. Para él, el “Fragmento sobre las máquinas” anticipó el papel crucial del conocimiento, la ciencia y la tecnología en la producción, particularmente en la Era Digital, donde plataformas como Google, Facebook, YouTube, etc. dependen del trabajo digital de los usuarios.

El autor utiliza el concepto de trabajo productivo de Marx, porque el trabajo de los usuarios de estas plataformas, aunque no remunerado, contribuye a la acumulación de capital. Los usuarios generan datos que se venden como mercancía a los anunciantes, convirtiéndose en parte del trabajo productivo en la economía digital.

Christian Fuchs analiza cómo los costos de transporte, incluido el transporte de ideologías comercializadas a través de los medios, son parte del proceso de producción. Los medios comerciales “transportan” ideologías a los consumidores, y en las redes sociales, el trabajo de los usuarios respalda la entrega de anuncios dirigidos.

Analiza la sección “El capital y el desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad” del planos. En esta sección, Marx describe la tecnología como capital constante fijo, que representa el “intelecto general” de la sociedad. Entonces habría anticipado la creciente importancia de la ciencia y el conocimiento en la producción, lo que más tarde se llamó la “revolución científica y tecnológica” de la era digital.

Una división digital internacional del trabajo involucra a trabajadores en diferentes partes del mundo. La producción de dispositivos digitales, la creación de contenidos y la recopilación de datos son parte de esta división internacional del trabajo digital.

Completa el planos de Marx son fundamentales para comprender el trabajo digital y el capitalismo digital. Destaca el papel del trabajo usuario en la economía digital, el concepto de “intelecto general” y la relevancia de la teoría del valor de Marx.

La cuestión de si la Teoría del Valor Trabajo de Marx todavía se aplica en la era digital, especialmente considerando el trabajo digital no remunerado realizado por trabajadores autónomos, es compleja y central para el debate sobre el trabajo marxista. Aunque Christian Fuchs defiende su continua relevancia, la respuesta no es un “sí” categórico. Hay matices en esta relación.

Este autor sostiene que el trabajo digital, incluso no remunerado, es productivo en el sentido marxista, ya que contribuye a la acumulación de capital por parte de empresas como Facebook y Google. La creación de datos y contenidos por parte de los usuarios se convierte en un bien vendido a los anunciantes, generando valor y beneficios para estas plataformas.

Esto sugiere que la lógica de la explotación laboral como fuente de valor continúa operando, incluso en contextos digitales y con formas de trabajo no tradicionales. Pese a ello, el propio autor reconoce la relevancia del debate en torno a la validez de la teoría del valor trabajo en la era digital, ya que autores con argumentos racionales cuestionan su aplicabilidad.

Entre ellos está la dificultad para medir el valor de las actividades intangibles y la creciente importancia del trabajo cooperativo, de carácter colaborativo, y del conocimiento social. Problematizan la centralidad del tiempo de trabajo individual como medida de valor. Este contraste resalta la necesidad de un debate en profundidad sobre cómo (y si) la teoría del valor laboral puede adaptarse o reinterpretarse para abarcar las complejidades del trabajo digital.

El concepto de trabajo inmaterial ha sido blanco de críticas, especialmente por parte de seguidores de la tradición marxista. Una de las principales críticas radica en la acusación de que este concepto implica idealismo filosófico.

Oponiéndose a una ontología dualista que separa el mundo en sustancias materiales e inmateriales, los críticos argumentan que todo trabajo, incluido el trabajo digital, tiene una base material al depender de cuerpos, infraestructuras físicas y consumo de energía. Un énfasis en la inmaterialidad oscurecería la materialidad del trabajo y las relaciones de producción.

Otra crítica apunta al riesgo de determinismo tecnológico presente en la noción de trabajo inmaterial. Al enfatizar la importancia del intelecto general y la tecnología, el concepto llevaría a una visión sobreestimada del papel de las fuerzas productivas en la superación del capitalismo con una reevolución sistémica y descuidaría la importancia de la acción política consciente y las luchas sociales.

La crítica dogmática marxista defiende que la transición utópica al comunismo no es un resultado automático del desarrollo tecnológico, sino que exige la organización y la lucha de los trabajadores. Además, los marxistas critican la noción de trabajo inmaterial por centrarse en los trabajadores privilegiados del sector de alta tecnología e ignorar la explotación de los trabajadores en condiciones precarias, como los trabajadores domésticos e incluso los trabajadores esclavizados.

Imaginan que la revolución surgirá de la superexplotación más que de la organización política. La crítica pretende ampliar la comprensión del trabajo en la era digital más allá de una perspectiva restringida a los países desarrollados y al trabajo intelectualizado.

La pregunta inicial era si la ley del valor se vuelve inaplicable frente al trabajo inmaterial. Los marxistas dicen que la dificultad para medir el valor del trabajo inmaterial no implica su inexistencia o irrelevancia. La lógica de la exploración, de la extracción de valor del trabajo, sigue vigente, incluso cuando es necesario repensar los mecanismos de medición.

Christian Fuchs reconoce la importancia de estas críticas. Defiende una concepción materialista del trabajo cultural y digital, capaz de reconocer la necesidad de infraestructura y trabajo físico, la explotación presente en diferentes sectores de la producción digital y la importancia de la lucha política para superar la explotación.

La propuesta de Christian Fuchs busca integrar las dimensiones materiales e inmateriales del trabajo en la Era Digital, sin descuidar las relaciones de poder y explotación que aún permean la producción y circulación de información. Sin embargo, no escapa a la crítica de que existe un determinismo histórico en la obra de Marx.

El determinismo aparece a través de un argumento negativo: la máxima alienación, miseria y degradación se concentran en el proletariado. Por lo tanto, hacer una revolución sería la única salida posible, para quienes no tienen nada que perder. ¿Es este el caso hoy?

Pero también aparece a través de un argumento de tipo positivo. Sólo el proletariado estaba, para Marx, enteramente vinculado a la organización de la producción moderna. Por tanto, fue la única organizada para iniciar una posible sociedad futura. ¿Sin sindicatos?

Después de todo, ¿no hubo un “adiós al proletariado” en las complejas relaciones entre trabajo, tecnología y capital en el siglo XXI?

La idea de “adiós al proletariado”, popularizada por André Gorz, se refiere a la tesis de que las transformaciones tecnológicas, especialmente la automatización y la digitalización, reducen o eliminan el papel central de la clase trabajadora (proletariado) en la producción capitalista. Sin embargo, en pleno siglo XXI, el análisis de las relaciones entre trabajo digital, tecnología y capital revela que este “adiós” aún no se ha producido del todo. El proletariado no desapareció, pero sufrió profundas transformaciones.

El trabajo digital y la automatización han reconfigurado las relaciones capitalistas, pero en última instancia el sistema todavía depende de la explotación del trabajo humano, ya sea digital, manual o intermediario. Quien viva verá hasta cuándo...

*Fernando Nogueira da Costa Es profesor titular del Instituto de Economía de la Unicamp. Autor, entre otros libros, de Brasil de los bancos (EDUSP). Elhttps://amzn.to/4dvKtBb]


la tierra es redonda hay gracias a nuestros lectores y seguidores.
Ayúdanos a mantener esta idea en marcha.
CONTRIBUIR

Ver todos los artículos de

10 LO MÁS LEÍDO EN LOS ÚLTIMOS 7 DÍAS

Ver todos los artículos de

BUSQUEDA

Buscar

Temas

NUEVAS PUBLICACIONES