experiencia y educacion

Ben Nicholson OM, Rafael, 1967.
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por AMAURY CÉSAR MORAES*

Comentario sobre el Libro de John Dewey

Nadie en los tiempos modernos ha tenido una influencia tan grande y duradera en la educación como John Dewey (1859-1952). Entre nosotros, Fernando de Azevedo, Anísio Teixeira, Lourenço Filho y Paulo Freire, entre otros, en acción o reflexión, fueron marcados por su pensamiento. La Escuela Nueva o Escuela Progresista –aquí llamada “progresista” o escuela nueva–, comenzó a llamarse más que una moda, una concepción y prácticas educativas de hecho.

Funcionando como pautas generales para la práctica y la corrección del curso, este experiencia y educacion es estratégico para todo aquel que quiera conocer los orígenes de esta propuesta de renovación educativa. Es una conferencia presentada en 1938 por Dewey, publicada inmediatamente y reeditada en 1998, en conmemoración del 60. aniversario de la conferencia.

La presente traducción reproduce íntegramente la edición conmemorativa, con la “Presentación” y el “Comentario crítico” de 1998, lo que aporta mayor interés a la variedad de visiones y valoraciones sobre la escuela progresista en los Estados Unidos. La traducción de Renata Gaspar es bastante eficiente y adecuada, acercándose al texto original sin volverse incomprensible. Además, es una conferencia para “profesionales de la educación y público en general”.

A diferencia de la traducción de Anísio Teixeira, de 1971, ésta conserva los intertítulos que dividen los capítulos, manteniendo el objetivo didáctico del texto original, y el tono incisivo dado a cada párrafo, indicando una tesis o principio de su filosofía -otra ventaja respecto a la edición anterior. Hay mayor cuidado con la contextualización de los ejemplos. Es el caso de la traducción de un pasaje que, al tratar sobre el abismo entre adultos y jóvenes, se hace más comprensible: “Les toca a ellos (alumnos) lidiar con esto y aprender, así como la misión de los seiscientos soldados confederados era luchar y morir". La edición de Teixeira carece de “soldados confederados”.

Respondiendo a la solicitud de la Junta Ejecutiva de Kappa Delta Pi - "debatir algunos temas controvertidos que dividen la educación estadounidense" - Dewey procede a resumir la confrontación entre la educación progresiva y la tradicional. Aquí, bien esbozados, están los principios y prácticas que caracterizan cada concepción, redescubriendo expresiones y oposiciones que hoy, como sedimentos que forman el discurso pedagógico, ni siquiera sabríamos cuál sería su origen.

Un ejemplo resumido explica esto: “El cultivo y expresión de la individualidad se opone a la imposición de arriba hacia abajo; la actividad libre se opone a la disciplina exterior; aprender de la experiencia en lugar de aprender de los textos y los maestros; la adquisición de destrezas y técnicas como medio para fines que correspondan a las necesidades vitales y directas del estudiante en contraposición a su adquisición a través del ejercicio y el entrenamiento; aprovechar las oportunidades presentes se opone a prepararse para un futuro más o menos lejano; contacto con un mundo en constante proceso de cambio en oposición a objetivos y materiales estáticos.”

Profundizando en la crítica, presenta un conjunto de interrogantes sobre los efectos nocivos de la escuela tradicional: “cuántos alumnos, por ejemplo, se han vuelto insensibles a ciertas ideas, y cuántos han perdido la motivación para aprender por la forma en que vivieron el aprendizaje”. ¿proceso? (…) ¿Cuántos llegaron a asociar el proceso de aprendizaje con algo tedioso y aburrido? (…) ¿Cuántos han llegado a asociar los libros a una tarea tan aburrida que los 'condicionan' a lecturas rápidas y ocasionales?”.

La democracia y la experiencia son el centro del debate. La escuela progresista apunta a una “democratización de la enseñanza”, frente a la realidad autoritaria y autocrática de la escuela tradicional. Esto conduce a un cambio en la educación: do profesor, do enseñanza y da materia para  el alumno, para  el proceso de aprendizaje, y para  experiencia, pero esta transición no significa excesiva libertad, falta de planificación y dirección. Si bien existe “una relación íntima y necesaria” entre la experiencia y la educación, estas “no son directamente equivalentes”, ya que “algunas experiencias no son educativas”, todo depende de la calidad de las experiencias.

La educación tradicional proporciona experiencias equivocadas, porque la relación entre la experiencia pasada (patrimonio cultural a transmitir) y el futuro (para el que se preparan los jóvenes) no es de conexión, sino de abstracción, imponiéndose a través de un currículo ajeno al presente. vida. La experiencia en la nueva escuela tiene como referente el presente, conexión necesaria entre pasado y futuro, en un continuum. La continuidad es, por tanto, una de las características básicas de la experiencia educativa. La otra es la interacción: la experiencia es la interacción entre un individuo, objetos y otras personas, que debe ajustarse a las necesidades y condiciones (etapa de desarrollo) de los estudiantes para que tenga “valor educativo” – lo que no ocurre en la educación tradicional .

John Dewey reconoce las dificultades que ofrece el centralismo de la experiencia “a la hora de pensar el currículo”, considerando que “el punto más débil de las escuelas progresistas está en la cuestión de la selección y organización intelectual de su materia curricular”. Pero aun sabiendo que “sin un concepto claro de experiencia” que oriente un plan de decisiones en materia curricular, métodos de enseñanza, disciplina y recursos didácticos y organización social de la escuela, el texto no encuentra un concepto claro y objetivo de lo que es educativo. experiencia.

Estamos más cerca de una filosofía de la educación que de una discusión sobre metodologías de enseñanza, al menos dentro de los límites de este trabajo. En términos de John Dewey, es difícil, partiendo de una educación que se base en lo que “está incorporado en los libros y en la cabeza de las generaciones anteriores”, que se “enseña como un producto terminado”, imaginar lo que sería el currículo centrado en las experiencias. La alternativa a la escuela tradicional “es utilizar sistemáticamente el método científico como estándar y como ideal para la exploración inteligente del potencial inherente a la experiencia”. Verificar.

Los docentes que se adhirieron a la propuesta y no estaban suficientemente preparados para la tarea y los responsables de la política educativa que no brindaron el apoyo necesario para la implementación de las escuelas progresistas explican, según Darling-Hammond, el relativo fracaso práctico de estas escuelas. Pero tales vicisitudes afectan a todas las filosofías de la educación al pasar de la teoría a la práctica. Sin embargo, con el tiempo, sus principios se convierten en sedimentos del discurso pedagógico.

* Amaury César de Moraes Es profesor de la Facultad de Educación de la USP. Autor, entre otros libros, de Filosofía: ejercicios de lectura (De leer).

Publicado originalmente en Revista de reseñas no. 10 de noviembre de 2010.

 

referencia


John Dewey. experiencia y educacion. Traducción: Renata Gaspar. Petrópolis. Voces, 166 páginas.

 

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