Robo

Imagen: Vikash Singh
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por MARCOS PALACIOS*

Consideraciones sobre el libro de Isaac Asimov que cumple 75 años.

Durante la década de 40, el célebre escritor de ciencia ficción Isaac Asimov (1920-1992) escribió una serie de cuentos protagonizados por robots en sus relaciones con los seres humanos.

En 1950, hubo Yo robot (Robo), una colección que reúne estos relatos breves y que celebra su 75 aniversario.

A diferencia de lo que ocurre con gran parte de la literatura de ciencia ficción, que tiende a envejecer rápidamente, los cuentos de Robo siguen vigentes y ofrecen un contrapunto –hasta cierto punto optimista– a las visiones negativas o incluso apocalípticas en torno a la Inteligencia Artificial (IA) que, en los últimos años, se ha convertido en foco de atención y disputas, tanto por la tecnofilia como por la tecnofobia.

La colección reúne nueve cuentos, presentados a través de una entrevista con la Dra. Susan Calvin, una 'psicóloga robótica' y empleada de Robots y hombres mecánicos estadounidenses, la megaempresa que produce cerebros robóticos positrónicos y su aplicación a diferentes tipos de autómatas.

- Perdóneme. Creo que escuché su nombre correctamente: Dra. Susan Calvin, ¿verdad?

– Sí, señor Byerley.

– Eres el psicólogo de Robots estadounidenses, ¿no es?

– Psicólogo robotista, por favor.

- ¡Oh! ¿Son los robots mentalmente diferentes a los hombres?

– Muy diferentes (…) Los robots son esencialmente decentes.

¿Qué es un Homo sapiens? ¿Un ser con una alta capacidad para pensar y actuar de forma lógica e inteligente? ¿Es ésta la característica esencial en la definición de ser humano? ¿O sería precisamente lo irracional que hay en nosotros, aquello que está por debajo (o más allá) de la inteligencia (nuestros sentimientos, nuestros miedos, nuestras pasiones) lo que nos hace verdaderamente humanos? ¿Puede una máquina soñar, tener alucinaciones, obsesiones, deseos, anhelos? ¿O preguntarse sobre el significado de estar en el mundo? ¿Se puede enseñar a amar? ¿O amar e inculcar en el Otro el sentimiento de amor es un atributo exclusivamente humano, una cualidad innata, parte de nuestro genoma?

los cuentos de Robo Giran en torno a cuestiones como estas, basadas en múltiples situaciones derivadas de la convivencia entre humanos y robots.

The Self, en el título de la colección, constituye un claro indicio de la intención de Isaac Asimov en cada una de las narrativas: una inmersión en la subjetividad de las máquinas en su relación con los humanos. Una relación amorosa y de confianza entre un niño y su cuidador mecánico; un robot que miente sistemáticamente para no herir sentimientos ni causar dolor; el impasse entre obedecer o autoconservar; las sospechas de que un robot se estaría haciendo pasar por un humano para postularse a altos cargos políticos, son algunas de las situaciones exploradas en las páginas de Robo. Las tramas se completan con conflictos, dramas y comedias entre los personajes humanos implicados.

Isaac Asimov elabora y explora situaciones en las que la inteligencia, la racionalidad, los sentimientos, la conciencia comienzan a confundirse -peligrosamente- y fusionarse, en las cada vez más complejas ecuaciones matemáticas involucradas en la construcción de cerebros positrónicos cada vez más sofisticados. El colofón, en uno de los cuentos de la colección, es la aparición de un robot capaz de elocubraciones teológicas que, mediante razonamientos lógicos, comienza a creer que fue creado por humanos:

– Mírate – dijo, finalmente. – No digo esto con espíritu de desprecio… ¡pero mírate! El material del que están hechos es blando y fláccido, carente de resistencia y solidez, cuya energía depende de la ineficiente oxidación que produce material orgánico como… ese – señaló con desaprobación los restos del sándwich de Donovan. – Periódicamente entran en estado de coma y la más mínima variación de temperatura, presión del aire, humedad o intensidad de la radiación compromete su eficacia. Son temporales. Yo, en cambio, soy un producto terminado. Absorbo directamente energía eléctrica y la uso con casi un cien por ciento de eficiencia. Estoy hecho de metal fuerte y resistente, permanezco continuamente consciente y puedo soportar cambios extremos del entorno con facilidad. Estos son los hechos que, apoyados en la proposición obvia de que ningún ser es capaz de crear otro ser superior a él mismo, destruyen por completo tu tonta hipótesis.

Yuval Harari, quizás el autor de divulgación científica más conocido y popular en la actualidad, en una entrevista reciente, reforzó los ya multiplicados temores de que la humanidad acabe siendo víctima de su propio desarrollo tecnológico y pidió -con vehemencia- que se detenga la producción de Inteligencia Artificial. herramientas estén sujetas a controles estrictos, como en el caso de los automóviles y los medicamentos: “La Inteligencia Artificial es la tecnología más poderosa jamás creada por la humanidad, porque es la primera que puede tomar decisiones: una bomba atómica no puede decidir a quién atacar, ni puede inventa bombas nuevas o nuevas estrategias militares. Una Inteligencia Artificial, por el contrario, puede decidir por sí sola atacar un objetivo específico y puede inventar nuevas bombas” (Folha de S. Pablo, 03/09/2024).

Los robots de Isaac Asimov, al menos en teoría, no requieren controles externos, como exige Yuval Harari, ya que internamente se rigen por principios inflexibles, implantados en sus cerebros positrónicos, las famosas Tres Leyes de la Robótica, inventadas por el autor: (i) Un robot no puede dañar a un ser humano ni, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño. (ii) Un robot debe obedecer órdenes que le den los seres humanos, excepto cuando entren en conflicto con la Primera Ley. (iii) Un robot debe proteger su propia existencia, siempre que dicha protección no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Ley.

A primera vista, las Tres Leyes parecen constituir una garantía absoluta de que las máquinas inteligentes no excederían límites que pondrían en riesgo a los humanos. Son un contrapunto al llamado Complejo Frankenstein, la idea de que los robots son inherentemente amenazantes o malvados y que los humanos, tarde o temprano, crearían máquinas que se volverían contra ellos. Sin embargo, todos los cuentos de la colección, de una forma u otra, se articulan precisamente en torno a las tensiones y conflictos entre las tres leyes, que conducen a situaciones de crisis, a veces con resultados potencialmente paradójicos o desastrosos.

En la década de 1940, cuando los cuentos de yo, robot Cuando se recogieron datos, los ordenadores seguían siendo máquinas que funcionaban con cientos o miles de válvulas, pesaban toneladas y ocupaban plantas enteras de un edificio. Es curioso recuperar, a través de la temporalidad expresada en los relatos, cómo Asimov, en aquel momento, imaginaba cuál sería el futuro en el siglo XXI, es decir, cuál es hoy nuestro presente, nuestro pasado o nuestro futuro muy cercano.

En la colección, el año 1996 aparece como punto cero para la creación de los primeros robots, concebidos como ayudantes domésticos: niñeras, mayordomos, cocineros, todos muy eficientes y seguros, pero completamente mudos. El primer robot parlante no aparecería hasta 2002, pero en 2007 los autómatas tendrían su uso restringido a bases y colonias fuera de la Tierra. En la visión futurista de Isaac Asimov, en 2015, ya estaríamos minando en Mercurio y otros planetas del sistema solar, con la ayuda de robots; En 2029 estaba a punto de producirse el 'salto hiperespacial' que permitiría el establecimiento de colonias humanas en los planetas de las estrellas más cercanas a la Vía Láctea en las décadas siguientes.

Si las expectativas de Isaac Asimov sobre los viajes y la exploración interplanetaria iban más allá de los avances tecnológicos y los logros de nuestra realidad, sus predicciones sobre la robótica y la Inteligencia Artificial se acercan considerablemente a la evolución real en este campo.

A grandes rasgos, lo que se viene produciendo es una paulatina incorporación de la Inteligencia Artificial y la robótica a nuestra vida cotidiana, de forma continua, sutil e ineludible. Es fácil dar un ejemplo: en 1997, Garry Kasparov, el entonces campeón mundial de ajedrez, fue derrotado por Deep Blue, un programa informático de IBM; Si no estamos ya extrayendo Mercurio, como anticipó Isaac Asimov, tenemos Rovers de la NASA explorando la superficie de Marte desde 2004, y de los humanos viviendo en estaciones espaciales totalmente controladas por la Inteligencia Artificial.

Una cirugía delicada es hoy mucho más segura y efectiva si la realizan robots; está muy extendido el uso de autómatas en procesos industriales a gran escala; los robots se utilizan, con gran eficacia, en la búsqueda de personas desaparecidas en grandes catástrofes naturales; los asistentes virtuales Alexa y Siri ahora forman parte de muchas familias; Cruzamos el mundo en vuelos transatlánticos operados por 'pilotos automáticos' y pocos conductores hoy se aventuran a navegar por una gran ciudad sin la ayuda de Waze o Google Maps.

El periodismo se ha visto cada vez más apoyado, si no enteramente producido, por la inteligencia artificial generativa; llevamos tiendas, restaurantes y todo tipo de servicios (¡además de nuestras cuentas bancarias para pagarlos!) en nuestros bolsillos; La educación y la creación artística, en todos los ámbitos, están fuertemente sustentadas en recursos de la Inteligencia Artificial y de ella dependen decisivamente las investigaciones científicas a gran escala, como la cartografía genética, al igual que el espionaje, las guerras, el terrorismo, la vigilancia panóptica del ciudadano de a pie.

En el mismo año que Robo fue publicado, el matemático británico Alan Turing (1912-1954) creó una prueba, que lleva tu nombre, para identificar interacciones entre humanos y entre un humano y una máquina, a través de un protocolo de preguntas y respuestas escritas. El año pasado, ChatGPT-4.0 supuestamente pasó la prueba de Turing, aunque hay objeciones y propuestas de pruebas más refinadas para su uso en el área de Procesamiento del Lenguaje Natural (PNL).

De hecho, dados otros desarrollos recientes en Inteligencia Artificial, tal vez la Prueba de Turing se haya vuelto anacrónica. De lo contrario, veamos: Le pedí a ChatGPT 4.0: “Escribe un soneto sobre el Hambre, al estilo de João Cabral de Melo Neto”. Aquí está el resultado:

Soneto del hambre

El hambre es una espada que no se ve,
corta desde el interior, sangra sin hebra;
Es un cuchillo sin filo que, incluso ausente,
graba en el cuerpo aquello en lo que no cree.

No son palabras, ni versos, ni canciones,
pero hierro frío en el aire seco y crepitante;
Es un suelo sin planta, un muro que no habla,
Es una casa hueca que respira lágrimas.

En la boca muerta nada se mastica;
en el ojo opaco, el silencio cortante,
el hambre es una piedra que nunca se aparta.

No pidas, toma, en tiempo constante;
y lo que devora siempre está marcado:
en la carne dura, en el sueño lejano.

Al leer el poema, podemos tener valoraciones divergentes en cuanto a su valor literario o su proximidad al estilo del poeta, pero quizás la pregunta asimoviana más pertinente sea: “¿En algún momento futuro, la Inteligencia Artificial podrá comprender el soneto que creó?”

Los robots humanoides aún no circulan en gran número entre nosotros, pero ciertamente vivimos e interactuamos diariamente con el "cerebro electrónico" (Gilberto Gil, 1969), en una escala de proporciones tan vastas que conduce a la naturalización de estos procesos.

Si exageró en algunas predicciones tecnológicas, Isaac Asimov acertó de lleno en un detalle cultural: el tabaquismo persistió en el siglo XXI, con uno de sus personajes –humano, por supuesto– fumando puros, en 2021, y otro encendiendo un cigarrillo, en 2052. Y, sin embargo, sus visiones del futuro se desvanecen en un pequeño detalle que haría sonreír a un Millennial: en 2029, en una base militar y científica, situada sobre un asteroide, ¡Una fotografía tomada durante un experimento todavía tenía que ser revelada químicamente antes de poder ser vista!

En 2004 se estrenó una película con el mismo título, dirigida por Alex Proyas, pero no se trata de una adaptación del libro sino más bien de una película policíaca, con un uso muy vago de los personajes e ideas de los cuentos de Isaac Asimov, en torno a una complot de asesinato. Nada que, cinematográficamente, pueda compararse con producciones históricas sobre el tema de las máquinas pensantes, como Metrópoli (Fritz Lang, 1927), que fue pionera en María, la primera androide cinematográfica; 2001: una odisea del espacio (Stanley Kubrick, 1968), con el potente y loco superordenador Hall 9000; o Blade Runner (Ridley Scott, 1982), con la inolvidable Rachael, una replicante tan perfecta que incluso tenía recuerdos de una infancia que nunca había vivido.

Pero tal vez lo sea IA – Inteligencia Artificial (Steven Spielberg, 2001) la obra cinematográfica que más fielmente retrata los temas e inquietudes de Robo. Estructurada como un cuento de hadas, la película de Steven Spielberg comparte con este género literario la característica de situar la acción de sus personajes entre la más dulce fantasía y el terror puro, entre el hada y la oscuridad.

Como era de esperar, Robo y la obra de Isaac Asimov, en general, han sido objeto de innumerables reseñas críticas, artículos literarios, tema de disertaciones académicas y tesis doctorales. Al final, recopilo una pequeña lista de lecturas de este género.

Si es cierto que la ciencia ficción a menudo envejece mal, los robots de Isaac Asimov aún son jóvenes y les va bien, gracias. Si no los conoces, es momento de hacerlo; Si ya los conoces, es hora de volver a encontrarlos.

*Marcos Palacios, socióloga, profesora jubilada de Comunicación Social de la Universidad Federal de Bahía (UFBA).

referencia

Isaac Asimov. Robo. Traducción: Aline Storto Pereira. São Paulo, Editora Aleph, 2014, 320 páginas. [https://amzn.to/4gOV8sU]

Bibliografía

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SEIFFERT, Andreya S. (2018) Los robots de Asimov y el futuro de la humanidad, Revista Electrónica ANPHLAC, (24). São Paulo. Vea aquí.

CRONOGRAMA DE LA HISTORIA DE LA COMPUTADORA -Museo de Historia de la Computación - 1401 N. Shoreline Blvd. Vista a la montaña, CA 94043 Aquí.


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