Por Leonardo Boff*
Presentación, comentario y reflexiones sobre la ética humanitaria del misionero cristiano Albert Schweitzer (1875-1965)
La producción de un programa humorístico de la Grupo de puerta trasera que habría sugerido una posible relación homoafectiva de Jesús y las reacciones negativas de muchos y hasta un atentado con bomba contra la sede del grupo, invitan a reflexionar sobre el respeto. Este, el respeto, es uno de los ejes básicos de la ética de cualquier cultura y también necesario para la convivencia pacífica de las diferencias dentro de un Estado Democrático de Derecho.
Para enriquecer la discusión que atañe también a un Ministro del STF que difundió el programa humorístico después de que otro juez lo prohibiera, conviene proponer las reflexiones de un pensador que, más que nadie, profundizó en el tema del respeto: Albert Schweitzer (1875 -1965). Era de Alsacia, renombrado exégeta bíblico y reconocido concertista de Bach.
A raíz de sus estudios sobre el mensaje y la ética de Jesús, en especial el Sermón de la Montaña, que daba centralidad a los pobres y oprimidos, decidió abandonarlo todo, estudiar medicina y en 1913 partir a África como médico en Lambarene. (Togo), precisamente por aquellas regiones que fueron furiosamente dominadas y explotadas por los colonizadores europeos.
Dice explícitamente, en una carta, que “lo que necesitamos no es enviar allí misioneros que quieran convertir a los africanos, sino gente que esté dispuesta a hacer por los pobres lo que se debe hacer, si el Sermón de la Montaña y las palabras de Jesús tiene algún significado, algún valor. Si el cristianismo no logra esto, ha perdido su sentido. Después de mucha reflexión, me quedó claro: mi vida no es ciencia ni arte, sino convertirme en un simple ser humano que, en el espíritu de Jesús, hace algo, por pequeño que sea” (A. Schweitzer, Wie wir überleben können, eine Ethik für die Zukunft, 1994, pág. 25-26).
En su hospital en lo profundo de la selva tropical, entre el tratamiento de los pacientes, tuvo tiempo para reflexionar sobre el destino de la cultura y la humanidad. Consideró la falta de una ética humanitaria como la mayor crisis de la cultura moderna. Dedicó años al estudio de cuestiones éticas que quedaron plasmadas en varios libros, siendo el principal “respeto por la vida"(reverencia por la vida).
Todo en su ética gira en torno al respeto, la veneración, la compasión, la responsabilidad y el cuidado de todos los seres, especialmente de los que más sufren.
El punto de partida para Schweitzer es el dato protoprimario de nuestra existencia, la voluntad de vivir que se expresa: “Soy vida que quiere vivir en medio de vidas que también quieren vivir” (Wie wir überleben können,73). La “voluntad de poder” (voluntad de poder) de Nietszche, Schweitzer se opone a la “voluntad de vivir” (Wille zum Leben). Y continúa: “La idea clave del bien consiste en conservar la vida, desarrollarla y elevarla a su máximo valor; el mal consiste en destruir la vida, dañarla e impedir que se desarrolle. Este es el principio necesario, universal y absoluto de la ética” (temor, p.52 y 73).
Para Schweitzer, la ética actual es incompleta porque se ocupa únicamente del comportamiento de los seres humanos hacia otros seres humanos y olvida incluir todas las formas de vida. El respeto que debemos a la vida “abarca todo lo que significa amor, donación, compasión, solidaridad y compartir” (op. cit. 53).
En una palabra: “la ética es la responsabilidad ilimitada por todo lo que existe y vive”. Como nuestra vida es vida con otras vidas, la ética del respeto debe ser siempre vivir juntos y sufrir (miterleben und miterleiden) con los demás. En una formulación sucinta afirma: “debéis convivir y conservar la vida, éste es el mayor de los mandamientos en su forma más elemental” (Fue sollen wir tun, P. 26).
De ahí derivan comportamientos de gran compasión y cuidado. Dirigiéndose a sus oyentes en una homilía, exhorta: “Mantengan los ojos abiertos para no perder la oportunidad de ser un salvador. No dejes pasar, inconsciente, al pequeño insecto que forcejea en el agua y corre peligro de ahogarse. Toma un palo y sácalo del agua, seca sus alas y experimenta la maravilla de haber salvado una vida y la felicidad de haber actuado en nombre y en nombre del Todopoderoso. El gusanito que se perdió en el camino seco y duro y no pudo hacer su agujerito, sacarlo y ponerlo en medio de la hierba. 'Todo lo que hicisteis a uno de estos pequeños, a mí me lo hicisteis'. Estas palabras de Jesús se aplican no solo a nosotros los humanos sino también a las más pequeñas de las criaturas” (Fue sollen wir tun, P. 55).
La ética del respeto de Albert Schweitzer une la inteligencia emocional con la inteligencia racional. Todo lo que impide el respeto mutuo debilita la convivencia social. Nadie tiene derecho a avergonzar a otro con una falta de respeto. Todas las libertades tienen su límite, impuesto por el respeto.
El mayor enemigo de la ética del respeto es el embotamiento de la sensibilidad, la inconsciencia del valor fundamental del respeto ilimitado. Incorporando el respeto, el ser humano alcanza el grado más alto de su humanidad.
Si no respetamos a todos los seres, acabamos por no respetar al ser más complejo y misterioso de la creación que es el ser humano, hombre y mujer, en particular los más vulnerables, los pobres, los enfermos y los discriminados. Sin respeto y veneración, perdemos también la memoria de lo Sagrado y lo Divino que impregnan el universo y que afloran, de alguna manera, en la conciencia de cada uno.
*Leonardo Boff Es teólogo, filósofo y escritor.